Busca palabras. Busca miradas. Gira. Gira tan de prisa que altera el tiempo y el espacio. Le da la vuelta a la náusea hasta convertirla en suspiro. Convierte las lágrimas en respuestas. Las preguntas en ironías. Siempre lleva ventaja porque se acostumbró a caminar a tientas sin conocer el camino. Lleva trecho largo a paso lento pero insistente. Es elástica y líquida. Cálida. Adicta a las ilusiones y a los proyectos imposibles.
Sabe que no es fácil. No teme a nada más que al miedo. Regala alegrías.
Goza de todo. Se detiene en una gota de agua y la surca. Pasea en un punto minúsculo de luz y brilla. Bucea entre sus viejas cicatrices hasta encontrar la sonrisa. Se cose cada día las heridas. No pierde el aliento…
Nunca ha llegado suficientemente alto, ni suficientemente lejos. Nunca cree que ha reído demasiado ni que ha conseguido demasiados sueños. Busca emociones.
Siempre busca más y siempre encuentra. Devora poesía. Y sabe encontrarla entre las sombras, por los rincones. Rebosa entusiasmo. Sale por sus pupilas y sus poros… Y sabe inventarlo cuando el cansancio la derrumba, la hace caer, le come el cuerpo agotado de guerrear. Es una sirena que canta.
Se levanta cada mañana ávida de sensaciones y risas. Se dibuja un gesto de ansia enorme en la cara para poder seguir su camino. Un día más. Sin parar, sin dejar de buscar. Encuentra tesoros, busca locuras. Se estremece mirando un pequeño pedazo de cielo que a muchos pasaría inadvertido. Encuentra miradas voraces como la suya y las acumula en su cabeza inquieta que gira y no cesa. Ella nunca aparenta, nunca ostenta… Prefiere ser. Adora el mero hecho de existir.
Nota el viento. Nota el frío. Arde y luego tiembla.
Camina. Camina sin mirar atrás. Camina con ojos de niña. Todo lo mira, todo lo pregunta, todo lo engulle. Nunca se harta… todo le toca el pecho y le sorprende. Todo la fascina. Ella es el camino.
Camina sin más equipaje que esos ojos hambrientos y unos pies cansados. Se lleva pedazos de paisaje, almacena sueños… cree en milagros. Obra milagros.
Es una guitarra. Una bicicleta. Una tormenta. Una madre enorme y sabia. Una abeja reina.
Almacena pequeñas rebeldías. Busca fuego. Sujeta el mundo con alfileres. Cierra los ojos y todo lo puede porque todo lo intenta. Su corazón habita en cada celda de la colmena.
A veces, el cuerpo le pide pausa y le pide fiebre, pero no se asusta, porque sabe que eso le servirá de excusa para coger impulso.
Aún no lo sabe pero va a cambiar el mundo.
Para ti, en este especial momento de tu vida. Gracias por todo.
Un regalo para el alma. Gracias Mercè. Un abrazo
El regalo es que lo leas!! Besos 🙂
«Aún no lo sabe pero va a cambiar el mundo». ¡Qué suerte tiene la persona destinataria de tus palabras!
Los demás tenemos suerte de haberla conocido!! gracias 🙂
Gracias porque gracias a ti he podido compartir palabras llenas de todo.
Hoy me has regalado otra parcela de emociones
Me alegro de que te haya hecho sentir bien. Un abrazo 🙂
«Es una guitarra. Una bicicleta. Una tormenta. Una madre enorme y sabia. Una abeja reina.»
M’hagués agradat coneixa aquesta persona, i compartir estones, i veure com canvía tot això!
Gràcies !
Doncs un dia si vols, te la presento 🙂
«Es una guitarra. Una bicicleta. Una tormenta. Una madre enorme y sabia. Una abeja reina.»
M’hagués agradat coneixa aquesta persona, i compartir estones, i veure com canvía tot això !
Gràcies !
Cuanto amor hay en tu escrito…que suerte que te quieran asi ,con esa confianza desde el principio en tus capacidades….igual vale tu alabanza para un recien nacido que para alguien deprimido….y un lenguaje,una mrcha de palabras con pasion,como besos ansiosos…gracias por esa lectura matutina
Gracias por este comentario… me gusta. Un beso 🙂
Un relato lleno de sentimiento y emoción…
:))) !
Impresionante! Me ha encantado y me he sentido reflejada, nunca dejes de escribir Merce! Enhorabuena
Muchas gracias 🙂