¿Quién sabe si me araña más el alma desearte o cerrar los ojos esperando a que te desvanezcas, para redimir esta desazón inmensa de buscarte en las esquinas?

Esta angustia gigante de verte entre las páginas de los libros, en los quicios de la puertas, en las caprichosas figuras de los manteles y los garabatos de las nubes. Tu omnipresencia perturba mis constantes vitales. Acelera mis ritmos. Me pisa los sueños pero aviva mis neuronas. Me mantiene viva, atrozmente viva y despierta, de noche, devorando oscuridad y quemando oxígeno.

Me da la vuelta y me agita, hasta que me borra las facciones y cambia mi cara. No soy yo, si no te busco y cuando te busco, mi yo es demasiado esclavo. ¿Quién sabe si tanta euforia contenida me cabe en las entrañas? ¿Si podría consumirme yo entera como si fuera una llama?

Mis deseos voraces de tenerte y escucharte aumentan. Busco meterme en uno de tus huecos y esperar a incorporarme a tu risa, a tu deseo, a tu respiración. Mostrarte mis temores más oscuros, mis lágrimas más antiguas, mis cicatrices más profundas.

Besar tu rincón más dolido, encontrar tu botón de la risa… Conocer tu máscara más absurda, digerir tus tragos más amargos. Agudizar tus sentidos con caricias. Decirte sí, mil veces y continuar diciendo sí, hasta quedar dormida.

Buscar tu olor entre las masas, encontrarlo en una esquina y alzar la vista para perderla, sin saber si el cráneo me ha jugado una mala pasada.

¿Quién sabe si me revuelve más las vísceras arrancarte de ellas y perder así el placer turbio que me supone desearte sin tregua o si es mejor para mi corazón borracho de tus palabras catapultarme hacia este amor demente, sin pensar?

Y desear por desear, sin destinarme a ti, sin esperar nada más que seguir esperando, sin saber si habrá roces y miradas… Sin sentirme idiota practicando este ejercicio inútil y estupefaciente que es ansiarte y quererte.

Desgajarme cada día buscando señales en tus pasos, esbozando sonrisas falsas para soportar las muecas tristes. Andar acumulando susurros y palabras, recordando miradas… Pensando si mejor callar o mejor hablar, si buscar entre la arena o esperar a que llegue una ola enorme y se lleve las ganas.

Romperme al poner a raya mi imaginación. Silenciar mi mente para que no te sueñe y hacer que mis ojos no te ladren el desespero que crea tu vacío. La punzada intensa de tu lengua que lacera mi pecho cuando espero una palabra, que nunca llega.

Ansiar por ansiar, prefiero perder las pupilas buscándote la sombra en las esquinas que perder las ganas y la sensación que me produce en las venas la droga que supone amarte.