Soy el mejor. Lo sé. Lo soy porque muchos días me levanto agotado y veo que en mis ojeras podría navegar una canoa, pero me lavo la cara y noto que me sonríen las pupilas. Y me siento amable conmigo mismo, hasta el punto de casi gustarme mi compañía. 

Lo soy porque a menudo paso la noche despierto. A veces dando vueltas a como solucionar un problema, otras porque estoy tan emocionado con mis planes de futuro que noto como el pecho se me agita. La adrenalina me invade, me convierto en un amasijo de movimientos sincopados… Me siento borracho de una especie de ansiedad por la vida, unas ganas gigantes de intentarlo todo hasta conseguir algo y me imagino llegando a una meta ficticia. Casi paladeo y degusto el momento… Puedo notar el olor y el calor, noto su tacto y una sensación de gloria inmensa me surca las venas. Soy el mejor, porque esto luego nunca sucede pero yo lo sigo soñando una y otra vez, porque estoy convencido de que cada día está más cerca. Y porque he notado un sinfín de pequeños momentos de gloria que no eran como ese, pero que me han dejado esta cara que ahora tengo de tipo prácticamente feliz.

Soy el mejor porque aunque sé que no soy el centro del universo, he aprendido a soportarlo y casi ya no me siento celoso de nadie por ello. Porque me siento niño y aún me parece encontrar tesoros en las esquinas. He sido durante mucho tiempo el mejor no aceptando las derrotas y las respuestas negativas.

Soy el mejor porque he aprendido a escuchar tanto que a veces, incluso, cuando acaba el día, oigo mi propia voz, aunque en seguida me doy cuenta de que a menudo me quejo demasiado. Soy el mejor buscando excusas, lo he convertido en arte, pero también soy el mejor echándolas a un lado para que no me tapen la vista.

Soy el mejor porque mis dudas son de enormes dimensiones. Se me tragan el aliento y me comen el sueño. Porque cientos de veces me he descompuesto y borrado del mapa y he vuelto a dibujarme con más ímpetu y sin gafas. Porque tengo tanto miedo que a menudo me oculto bajo una piel dura, un gesto arisco… Bajo una máscara de control sobre todo lo que me rodea… Aunque luego miro hacia adentro y me enfrento a él. Le busco los ojos y me río del tipo duro y frío del espejo. Y le obligo a tomar las riendas y salir de escena para que el tío sensato y vulnerable sea quién me saca de la cuneta. Y me recompongo, me calo el traje de bucear en las miserias y salgo al ruedo para que el toro más bravo me envista. Y cierro los ojos suplicando que el mal rato pase rápido. Soy el mejor suplicando, también.

Soy el mejor porque me he perdido mil veces en el camino y sigo dejándome migas. Vuelvo a empezar y fracaso y amontono las mismas caras y me siento en un recodo y me derrumbo. Lloro sin que me vean y me siento asqueado de todo. Y luego, tomo mi hatillo de recuerdos y necesidades básicas y sigo andando. Noto que cada vez pesa menos, será porque al final sólo llevaré lo puesto y esta ansiedad que me inunda y empuja para llegar al final. Porque voy despojándome de complejos y me he dado cuenta de que lo que me importa de veras está alojado en mi cabeza inquieta y rebosante de actividad.

Soy el mejor, sin duda. Soñando, rodeando obstáculos hasta atreverme a saltarlos, cayendo de cara sobre el pavimento, traspasando barreras mentales absurdas e inventadas por mí mismo, cavando zanjas donde protegerme para luego tener que tomar más impulso al salir de ellas… He sido el mejor achicándome y ahora seré el mejor convirtiéndome en gigante.

Soy el mejor porque amo y cada día supero amando el límite del día anterior. Porque ese amor me desespera, me llena y me vacía, porque no resisto su intensidad pero no soportaría su fin. Porque unas palabras pueden tumbarme pero podría mantenerme erguido tras un vendaval. Porque prefiero ir delante y encajar los golpes a quedarme rezagado y perderme el mínimo detalle de lo que pasa en mi vida.

Soy el mejor. Lo noto. Lo soy porque no desistiré hasta saber que he llegado y porque aunque ahora supiera que nunca llegaría, seguiría andando. Porque hace tiempo empecé un viaje rumbo a mi mismo con los únicos límites de mi imaginación y conciencia. Porque he tocado el perímetro de mi alma y sé que no puedo permitirme que se encoja.

Soy el mejor, me lo repito y me lo creo. Porque si no lo creyera, jamás hubiera podido dar el primer paso.