¿Vas a ser la que no se quita el abrigo cuando va de visita? Por no molestar, por si dura poco, para que pase rápido… Para casi no notar que sales de tu gruta un rato y miras al mundo de frente… Te dejas el abrigo y pones cara de casi no querer tocar nada, no mezclarte, no sentir… Y sales como has entrado, como una sombra. Sin pena, sin gloria. Semi-nueva por la vida, con el precinto puesto pero con la garantía a punto de caducar.

¿Vas a ser de esas personas que van con guantes para dar caricias? Para no notar el calor de la piel, no impregnarse de vida, no contagiarse de la emoción… No caer en eso de que dentro de ti se engendre un sentimiento… Esas personas que besan sin soñar y caminan sin notar la firmeza de la tierra bajo sus pies. ¿Vas a ser un embudo? Una especie de canal por el que todo entra y sale igual, sin dejar mácula, sin filtrarlo, sin mezclarse contigo sin dejar huellas de su paso para modificar tu esencia…

¿Vas a negarte cinco minutos para respirar hondo y notar que existes independientemente de las prisas y el horario de los trenes? Vas a decirte “tú no, ahora no” y ¿vas a contener la risa, el llanto, las ganas de gritar y decir lo que piensas y que te sale por los poros aguardando llegar a tus labios?

¿Vas a mirarte al espejo y no ver que tus ojos gritan, arañan otras miradas buscando complicidad? Que tu cara amable, cuando está relajada y no cuenta los minutos que tiene hasta el próximo grito, es perfecta… Que cuando te inspiras cariño a ti misma, rozas la autoestima y eres capaz de devorar el mundo…

¿No vas a soltarte y flotar? Notar que te invade la espuma y puedes porque quieres y brillas porque estás serena y compuesta. Que eres compacta pero si hace falta te articulas, te mueves, te deslizas… Que eres translúcida, resistente, magnética…

¿Vas a perderte esa tú que “se apetece y se vacila” a ella misma? Esa que cuando oye su nombre tiene la sensación que lo que viene detrás será bueno y sonríe. Esa que sabe que mañana será mejor… No mejor que nadie, sino mejor que ella misma… Hoy.

No lo hagas, no compensa. Quítate los guantes. Siéntate a mirar como todo se mueve y tú te paras, respira. Y luego camina, en dirección a todo y a ti misma. Sé otra y sé tú, más tú que nunca. El tiempo se escapa. Basta de moratorias para encontrarte. Basta de sucedáneos de vida y estímulos falsos. Basta de destinos prefabricados y sueños prestados de otras cabezas más atrevidas. Basta de asuntos pendientes.

Sumérgete en tus pequeños abismos y hurga. Busca tus deseos y necesidades. Sacúdete los ogros que llevas pegados a la falda y te atan a tus miedos. Desnúdate de perezas. Quítate el abrigo. No hace frío ya. Lo sé, yo lo hice. El mío era suave y acogedor. Era una trampa amable. Me cobijaba de todo, me protegía del mundo, incluso de mí.

abrigo