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La relaciones son muy complicadas porque las personas lo son más. Para entender a los demás necesitaríamos una brújula que nos indicara en todo momento cuál es su norte y qué puesto ocupamos entre sus prioridades. Si nuestras brújulas no coinciden, tenemos un problema, alguno de los dos está derrochando un cariño que el otro da en forma de migajas… Incluso cuando las brújulas llevan senderos parecidos, a las personas nos gusta dar demasiadas vueltas, hacer piruetas sobre nuestras frustraciones y proyectarlas, retorcer la imagen que tenemos de nosotros mismos y la de los demás. A menudo, idealizamos a las personas a las que queremos. Les aislamos del mundo con un halo de perfección, una burbuja que les aleja de todo lo que enturbia su imagen, les concedemos poderes casi divinos y luego les pedimos que obedezcan a ese icono irreal, que sean dignos de tan alta consideración… Que sean humanos sin bajar del pedestal. Tanta perfección es asfixiante. Queremos que sean como hemos decidido y soñado que eran. Y no lo hacen. Algunos lo intentan, se vuelven locos para satisfacernos, para ser dignos de la etiqueta que les hemos colocado, porque ellos también se han enamorado de esa imagen que nosotros tenemos de su forma de ser. Acabamos siendo con ellos unos tiranos porque nunca nos satisfacen, siempre se quedan cortos y les exigimos más y más. Algunas personas parecen que no quieran amigos sino mascotas… Otros, salen huyendo, ven el listón tan alto que hemos colocado y se asustan o sencillamente, se dan cuenta de que a quién buscamos no es a ellos sino a nosotros mismos… 

En ocasiones, somos muy exigentes, demasiado de hecho, en algunos aspectos superfluos y poco en otros primordiales. Los amigos son para cuando te ríes pero sobre todo para cuando lloras y debe ser recíproco. Sí sólo te buscan cuando estás arriba, no son amigos, son vampiros.

Al final, un amigo es aquella persona que escucha y pide que le escuches, que te quiere y hace que te quieras… Al que no hace falta decirle nada cuando estás revuelto o tienes el corazón doblado… Lo sabe, lo intuye al verte, te sondea con la mirada. Sencillamente, te acercas y con la expresión de tu cara ya sabe que necesitas saber que está ahí, aunque sea para darte silencio… Para que notes que hay un pequeño reducto donde puedes estar tranquilo y yacer sin contar nada, ni responder a preguntas incómodas. Un pedazo de cielo… Eso ya es el cielo.

Alguien que te será leal cuando el resto se sumen a la marea de críticas por miedo, por ignorancia o por tendencia. La gente se apunta a todo, incluso a sabotear a los demás, sin razón aparente porque tienen pánico a dejar oír su voz o sentirse diferentes.

Un amigo es aquel que no teme ser diferente por estar a tu lado. Aquel que no teme que le señalen por estar contigo. Si tienes una relación así, no pidas más, lo es todo… Eso ya es la perfección.

Las relaciones son como los puentes, estructuras pesadas sobre un río caudaloso cuya solidez depende del ímpetu del agua, del paso de los transeúntes y de los materiales con que se ha construido. Las falsedades y engaños son materiales vagos, flojos, no aguantan los embates propios de los malos momentos… Y siempre hay malos momentos porque todo pone a prueba nuestro cariño. Momentos sordos, momentos de pánico y tensión. Tomamos una cuerda frágil, a veces y cada uno la tensa, hasta que sangran las manos y se pierde el sentido de todo… Hasta que te obcecas más por vencer que por reconciliarte. Hasta que ya no sabes qué defiendes y vas a aniquilar al contrario, que hace unos minutos era parte de ti. Aunque… Bajamos tanto el listón a veces para no quedarnos solos, para que nos quieran… Parece que pidamos limosna de cariño y acabamos aceptando, comprando una idea de amigo que parece un regateo. Los amigos no juegan contigo para aumentar su ego. No te hunden para sentirse por encima. Un amigo es alguien que se plantea siempre si con sus actos puede hacerte daño y busca la manera de hacerte bien… Que respeta tus silencios y tus palabras, que sabe que vas a equivocarte, pero tiene claro que te perdonará. Y que espera lo mismo por tu parte.

No se trata de que nuestros amigos sean de esas personas capaces de conseguirnos la luna, sino que sean de esos que sin saber cómo harán lo imposible para traérnosla… Aunque al final no puedan. Eso ya es la luna…