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Nunca digas que no, si quieres decir que sí.

No te pierdas la fiesta ni la oportunidad. Un “no” mal colocado hace caer el castillo de arena… Y los castillos de arena son el pan de los sueños, el material básico donde edificar las alegrías venideras… Si dices no y sueñas un sí, te cortas las alas… Y los deseos se cohíben, se comprimen, se desvanecen. Si los niegas, si los asfixias al llegar a tu boca, si les restringes la entrada a tu mente… Se dan por aludidos y huyen… Buscan otra cabeza donde morar y te dejan sin ganas, sin fuerzas, sin sueños. Si todo eso te abandona, serás una muñeca simple, vacía, de sonrisa estática y mirada floja. Tendrás sueños de plástico, amigos de plástico, pasiones de plástico… Tu vida plastificada se hará eterna.

Tampoco digas que sí, si deseas decir que no. No vivas la vida de otros, no confundas sus sueños con los tuyos, no seas títere ajeno ni propio. No confundas lo que quieren otros con lo que quieres tú. No inventes un tú que guste, que satisfaga sólo a los demás. No eres de goma, ni de espuma, ni de material volátil ni inflamable… No te escondas en un cajón por desuso, ni te guardes en una arca ni te expongas en un escaparate por ser distinta… Eres distinta y eso te hace grande. No puedes cambiar de facciones cada día ni esperar a que sople en viento para saber hacia adonde caminar. Hay gente así, es cierto, es de plastilina. Toma la forma que le piden a cada momento, pero su forma es inestable.

Nunca te sentirás bien si esperas que te aplaudan todos. A veces, basta que brilles un poco para que algunos intenten cazarte como a una mariposa. Es lo que hacen los gusanos, sueñan con cazar mariposas porque ellos no se deciden a hacer su metamorfosis… Muchos querrán que no vueles y te dirán que no puedes y se reirán de tus alas. Son los que se ponen a mirar a los que corren durante la carrera y en lugar de animarles para que lleguen a la meta, critican sus muecas de esfuerzo y cansancio. Para muchos es más fácil intentar pisar los sueños de otros que tenerlos propios… Intentar apagar el brillo ajeno que levantarse e intentar brillar por si mismos cada día. El miedo a veces te hace huir o te paraliza y otra veces te convierte en estúpido. No hagas caso. No les escuches, al contrario… Brilla más, vuela más, ríe más… Sé más tú que nunca, diferénciate más, siéntete más orgullosa de ese brillo y harás que sea más intenso. Y compártelo con los que se acerquen a ti con cariño, eso te hará inmensa, imparable. Contagia tus ganas de mejorar…

Y no olvides que nunca serás perfecta, pero puedes ser maravillosa. La perfección es terrible, coarta las fantasías y es poco estimulante. Quien te quiere siempre sabrá que estás buscando una meta y te tenderá la mano. Quien no te quiere, te pondrá piedras en el camino, ignorando que con ello no hace más que darte aún más fuerza y más ganas de llegar.