calle-cerrada

Voy a decir algo que duele. Que escuece. Que araña. A veces, todo lo que nos pasa es porque nos dejamos. Todo lo que nos sacude es porque permitimos que nos sacuda. No siempre, pero somos lo que permitimos que los demás hagan con nosotros. Nos pisan si queremos. Nos tratan mal si nos dejamos… No nos respetan si no exigimos respeto. Asquea, cierto, aunque a menudo, con algunas personas es así.

Nos pasamos la vida dándoles a los demás permiso para que entren en nuestras vidas, hurguen en nuestras miserias y nos golpeen donde más duele. Nos creemos sus palabras. Escuchamos lo que dicen de nosotros y nos lo tragamos como un dogma, como si lo que ellos ven en nosotros fuera todo lo que podemos ofrecer al mundo. Les abrimos las puerta y cuando entran en nuestras conciencias con malas maneras fingimos que no lo vemos, que no importa, que no pasa nada si no nos tratan como merecemos. Nos creemos que son todopoderosos y que pueden hacer lo que quieran con nosotros. La primera vez casi ni se nota, es imperceptible. Es una palabra fuera de tono, un gesto poco apropiado y desagradable. Admitirlo nos duele y lo dejamos pasar. Hasta que llega otra vez y otra y mil más. Y no te das cuenta y un día te levantas y no existes porque tú has cedido… Porque has dejado que otros lleven el timón de tus emociones y escriban el guión de tu vida.

A menudo esas personas nos importan y mucho. Si no nos importaran, su opinión no nos influiría ni podría dolernos. Sea amor o amistad… Les dejamos, les damos permiso para saquear nuestra dignidad. En nuestra fantasía, aspiramos a que un día se den cuenta de lo que valemos y de lo equivocados que están al no considerarnos. Que despierten y nos traten como merecemos, que vean lo que hemos hecho por ellos y sepan que podrían necesitarnos. Que nos tengan por iguales y no desprecien nuestros sentimientos e ideas… Eso sería lo justo, pero a menudo no es posible. No pueden añorar a alguien a quién no le han concedido el valor real que tiene. Si no se han dado cuenta ya es porque no saben, no son de esas personas que valoran a los demás por lo que son sino porque lo que pueden hacer por ellos. Alguien que te utiliza no está preparado para considerarte. Antes tendría que dejar atrás su corazón de niño egoista y aprender a dar y compartir… Dejar de ver el mundo desde su ombligo y de existir sólo para él mismo. Si no te trata como mereces es porque no te merece… Y lo más curioso e irónico de la situación es que tal vez te necesita y mucho. No para cargar sus malos ratos ni aguantar sus gritos. No para escucharle las penas y buscarle soluciones. No para soportar sus desprecios. Necesita llegar a ti de verdad, no para pedirte que hagas nada por él sino para aprender de ti cómo se ama… Si no sabe querer no te querrá como tú necesitas. Si no se molesta en conocerte, nunca podrá echarte de menos. Saldrás de su vida buscando oxígeno y nunca sabrá lo que pierde. No volverá a ti para decirte que ha sido idiota. No se dará cuenta de que cada vez que te empequeñecía él mismo se convertía en diminuto… No sabrá qué ha pasado y te tildará tal vez de ingrato… Habrá tenido ante sí algo precioso y lo habrá tratado como algo utilitario, como una masa maleable de usar y tirar. No entenderá. No sabrá. No notará la diferencia…

Tú seguirás tu camino mientras intentas recordar que no eres lo que él vio en ti sino lo que no fue capaz de ver. Que no estorbas ni sobras. Que no sólo estás para escuchar y recibir malas caras. Que eres un ser humano entero y mereces ser tratado como tal. Te sacudirás la bruma de encima y decidirás que nunca más permitirás que nadie te trate así de nuevo.

Y puede que de vez en cuando sueñes que viene a ti. Que abres la puerta y su cara llorosa te pide perdón. Que por fin se ha dado cuenta. Que en algún momento llegaste a tocar su alma y algo tuyo se quedó prendido en él al menos el suficiente rato como para aprender a querer un poco…Que se obró el milagro y vulneraste sus defensas… Que hay esperanza y que tu amor le ayudó a ser mejor… Tal vez no pase nunca. Tal vez tú sólo seas un peldaño más de su particular escalera hacia un futuro planificado…

Quizás todo sea una prueba. Nosotros teníamos que aprender a superarnos y saber lo que no queremos. Y ellos, quizás tenían que descubrir cómo se quiere cuando no se es el centro del universo. Duele, pero a veces pasa…