Somos frágiles, cuando queremos. A menudo, somos diminutos.

Profundizamos en lo superfluo y convertimos lo profundo en superficial porque nos asusta. Nuestros miedos nos comprimen las ideas y nos recortan las alas, nos encierran en una caja y nos dejan ver resquicios de mundo por una rendija. Vemos pedazos de una realidad que nos parece inmutable y que no nos atrevemos a cambiar.

Somos absurdos, a veces. Convertimos lo fácil en complicado y la estupidez en dogma. Nos encerramos en círculo invisible y construimos un muro que después pasamos años intentando derribar sin demasiadas ganas. Somos nuestra propia cárcel, nuestro juez más severo, nuestro más despiadado verdugo. A veces, creamos un mundo de la nada y luego de un soplo lo destruimos por capricho. 

Postergamos la felicidad esperando el momento correcto. Sentimos alegría a plazos, con desespero. Nos asusta consumir nuestra dicha a grandes sorbos y enfrentarnos luego al vacío. A menudo, rechazamos la abundancia para no notar más tarde su ausencia. Bailamos sin música por si deja de sonar. No nos llenamos los pulmones de aire por si un día se acaba. Amamos sin entrega y esperamos que otros nos amen cuando nosotros no nos queremos cuanto deberíamos.

A veces, actuamos como si fuéramos dioses,  pero nos sentimos pequeños.

No vemos la belleza que nos rodea porque nuestros ojos están buscando algo que nunca llega… A veces, no sentimos nada porque estamos esperando perdonarnos y exculparnos por no ser perfectos.

A veces, en lugar de compañeros, buscamos sombras a las que someter en el camino. Otras veces, buscamos guías y acabamos viviendo según sus normas.

Somos criaturas curiosas. Conseguimos imposibles, fabricamos mundos maravillosos y más tarde nos peleamos como bestias en la cola del super… Somos Capaces de darle la vuelta a cualquier historia con un palabra y sin embargo permanecer callados ante la injusticia.

A veces tenemos tanto miedo a equivocarnos que preferimos no hacer nada, ausentarnos de nuestra vida y poner el piloto automático. Lloramos por adelantado, arrastramos culpas ficticias durante décadas, consentimos que otros nos digan lo que somos y luego nos enfadamos porque no supimos decir que no.

Y sin embargo, cuando queremos, somos grandes. Somos fuertes y resistentes. Somos el resultado de todas nuestras cicatrices y batallas. Si queremos, nosotros llevamos las riendas. Nosotros decidimos salir de la caja y saltar el muro. Nosotros cambiamos las normas y elegimos el camino. Nosotros escogemos qué aceptar y qué cambiar. Nos cosemos las alas rotas, nos remendamos las penas hasta que parecen anécdotas y zarandeamos nuestro mundo. No somos dioses, somos seres humanos, aunque podemos ser gigantes por dentro… Activar el mecanismo que nos permite volar, el que nos permite ver todo lo hermoso que nos rodea y no volver a sentirnos pequeños. El que nos dejará mirar en el espejo y sonreír.

Y amarnos …Y dejar que nos amen…