aventura

Si da miedo, es que el reto es enorme…

Si el reto te asusta, no pares. No te detengas a sentir cómo el miedo te frena y paraliza. Sabes que vas por el buen camino porque cada día que pasa estás más asustada. Porque te descubres inventando mil excusas para abandonar y cada rostro que ves parece que te suplique que pares y diluya tus ganas locas de seguir. Porque tienes miedo de llegar a uno de los recodos de este camino que se dibuja cada día y querer volver y al mismo tiempo querer llegar hasta el final. Porque aún temes que tu yo cansado te amargue el viaje hacia ti misma y encuentre un atajo para encerrarte en el pasado. Cuanto mayor es el sueño, mayor es el miedo… Si vas a darle la vuelta a tu vida, tu miedo será gigante y tu recompensa, también.

Si tu yo de siempre inventa estrategias para que te eches atrás, es que vas por buen camino…

Sabes que esta vez es la definitiva, porque la niña que eras antes cierra ventanas y se cubre por el frío de tus nuevas decisiones. Porque se esconde bajo la cama y te mira de reojo incrédula pensando que te has vuelto loca. Porque deseas continuar hasta el final pero a menudo no sabes cómo y finges no recordar por qué. Aunque lo sabes… Estás en esto porque estabas harta de meterte bajo camas imaginarias y soñar con hacer locuras que a otros les salían bien. Porque en el fondo, sabes que eres de esas que arriesgan, porque sabes que te mereces lo que sueñas y más, porque el tiempo de ocultarse ha terminado… Lo notas porque las dudas te sujetan y tiran de ti hacia atrás, a veces, con tanta fuerza que necesitas parar para tomar aire. Cuanto más se esconde esa niña, más necesario es  que camine esta mujer.

Si ya te notas y te ves cómo realmente eres, es que estás a punto…

Sabes que estás a punto de conseguir dar uno de esos pasos irreversibles en tu vida porque te miras y no te reconoces y, a la vez, te das cuenta de que nunca has sido tanto tú misma como en este preciso momento.

Porque no te importa si es de noche o de día y empiezas a coquetear con esa tú que ves al final del camino y eso te gusta. Porque te gustas. Enfoca lo que quieres y no lo pierdas de vista, sigue tu plan y acaricia los pequeños logros de cada día.

Porque cuando cambias por dentro, los demás lo notan…

Sabes que esta vez vas en serio porque algunos ya te miran distinto, porque y eres lo que quieres ser y se nota en tu forma de andar y moverte. Porque levantas la vista y aguantas la mirada. Porque ya no te tapas las manos con la cara ni escondes tu sonrisa, porque no te sientes boba ni avergonzada de tu cuerpo ni de tu risa… Porque incluso has encontrado un cierto placer al ponerte en evidencia y escandalizar a los que susurran. Porque cada día te importa menos que susurren, porque ya tocas lo que eres en realidad y te sientes más libre…

Cuando ya no buscas que otros te acepten, porque te aceptas…

Porque ya no necesitas que te aprueben para sentir que eres hermosa, que eres capaz de mostrar al exterior esa belleza absoluta que llevas dentro. Y te das cuenta de que ha estado siempre ahí esperando a que te dieras cuenta de que existía y tuvieras el valor de mostrarla. Lo invade todo y forma parte de tu forma de ver la vida y de relacionarte con los demás. Porque ahora te percatas de que tienes mucho por ofrecer y talento por explorar. Porque ahora ves claro que la belleza es una actitud.

En el fondo, ya eres lo que sueñas. Lo has sido siempre, pero no lo veías…

Sabes que vas bien porque no puedes evitar contarlo. Porque ya no te callas, ni te pones en la última fila, porque no esperas que aprueben ni rechacen tu plan para seguir con él y nada perturba tus pasos. Porque ya nada doblega tu voluntad de ser tú misma.

Sabes que vas a conseguir sacar de ti esa persona que de verdad eres porque miras atrás y no reconoces tus tabús ni tus complejos. Porque recuerdas tus escondites favoritos para pasar desapercibida y una sensación de ternura y ganas de olvido te invade el pecho. Porque en ese momento todo el esfuerzo realizado te compensa y sabes que ya no volverás nunca más a pisar esa senda oscura donde no podías casi respirar.

Porque a pesar de que quién cambia eres tú, parece que el resto de mundo ha dado la vuelta…

Cuando tú cambias, todo cambia. Sabes que vas por el camino correcto cuando te das cuenta de que en realidad no importa qué camino tomes, sólo quién eres…