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No voy salvarte la vida, no me busques para eso. Si quieres, si me lo permites, te diré que estoy aquí para recordarte que te vas a salvar tú mismo. Hace tiempo que me di cuenta de que no sé suficiente para dar lecciones de nada y que cada persona lleva un universo entero dentro. 

Ya sé que llevas mucho tiempo buscando. ¿Sabes una cosa? Yo también lo hago, busco, como una loba… Sin tregua y a veces tan desesperada que me desconecto de mí misma y algún canto de sirena me hace creer que he encontrado algo verdadero cuando en realidad es falso porque mi urgencia transforma lo hueco en sólido y quiere ver un amigo donde hay alguien que está tan desesperado que busca en ti lo que tú buscas en él… Qué caótico en realidad, el uno mirando en el otro cuando lo que queremos encontrar ya está en nosotros… Juego de reproches, necesidades insatisfechas, egos hinchados que intentan suplir autoestimas flojas y humillaciones por superar y reparar… A veces, bajo en guerrero sin piedad hay un niño asustado que pide cariño pero está tan rabioso que cuando te acercas a dárselo te muerde la mano con que le acaricias… 

Yo también pido deseos en todos los dientes de león del margen de mi camino… Aunque he descubierto que los milagros consisten en mirar al camino sin buscarlos ni necesitarlos, en llevarlos dentro y encontrar tu poder… Busco en cualquier lugar al que voy, en cualquier libro que cae en mis manos, en el fondo de los ojos de cualquier persona con la que me topo… Hubo un tiempo en el que busqué en un tarro de pastillas para la ansiedad y en las palabras hermosas pero vacías de los regalos de amigo invisible… Busco miradas y personas… Miro si tienen la respuesta que busco, lo que he pedido que llegue… Tengo tan claro que la vida te da pistas que a veces enloquezco y lo olisqueo todo buscándolas… Pero la desesperación es enemiga del la paz, de la paciencia, de la confianza y del amor a uno mismo y precisamente todo eso es el material necesario para ver las pistas. No es que las encuentres es que casi chocan contigo, se te prenden en el pelo y puedes respirarlas. Y no las ves, porque miras la dedo en lugar de la luna, buscas un estruendo en lugar de una melodía que te transporte, quieres el resultado en lugar de la caja de herramientas para construirte tu los cimientos de tus logros… 

No las veo y las estoy tocando… Las busco loca y no están y mientras me siento a descansar porque ya no puedo más, se me acurrucan en la falda, como un gato que viene a por cariño o un niño que te trae su dibujo. La respuesta está en el dibujo a veces. Otras está en los ojos del niño o en la frase que lleva escrita en su libreta de sueños por estrenar. Y por más que busques en las revistas especializadas o en los artículos de un blog, en los vídeos de youtube y las palabras de aquellos que han encontrado la forma… Que pueden ayudarte mucho… El relato de tus porqués lo escribes tú… Cualquiera que venga y te escriba la música de tu vida no te estará dando nada que te pertenezca. Las respuestas están ahí, en el aire, esperando ser respiradas con calma pero en demasiadas ocasiones las apartamos a manotazos mientras oteamos el horizonte esperando ver una señal luminosa que nos guíe cuando en realidad nosotros somos la luz que tiene que iluminar la señal y no la revés… Y pasamos por delante sin verla porque no conocemos nuestra luz, ni nuestra capacidad para sorprendernos, ni nuestro poder para encontrar tesoros donde para el resto del mundo sólo hay papel de periódico, libros viejos o personas que se cruzan contigo en un tren. ¿Cómo vamos a hacer magia si no hemos descubierto quiénes somos? si no hemos asumido nuestro poder…

¿Por qué no nos dedicamos a buscar primero la verdad y luego hacer la magia? ¿Por qué no decimos de una vez que hay cosas que no pueden pasar hasta que no tomemos las riendas de nuestra vida?

Tienes que recuperar tu poder pero solo lo encontrarás en lo que eres, en tu verdad, en la más cruda, en la más oculta. La verdad que encontrarás al conocerte y decirte todo lo que te callas. La verdad de reconocer que a veces no llegas y no hace falta… La de mirar a tus errores y decidir que han sido necesarios… La de mirar tu cicatrices y darte cuenta de que sin ellas no estarías ahora respirando aire puro y encontrando tu lugar en el mundo… No hay varita mágica, hay realidad, aceptación pura, amor por lo que has sido y lo que eres…

Cuánto más aceptes lo que eres en su totalidad, sin condiciones ni excusas, más podrás ser, más serás. De hecho, ya lo eres y no lo ves porque no miras la luna, te concentras en la imperfección del dedo que la señala y cierras tu mente, tu mirada, tu mundo… 

Aceptarte a ti y al mundo que todavía no ves ni conoces. Aceptar tu verdad y todas las piezas de tu rompecabezas interior, incluso las más duras, las que todavía escuecen y arañan, la que a veces al recordar, te parecen tan injustas que una oleada de rabia amarga te ciñe la garganta… Hasta que recuerdas que gracias a eso estás aquí y escupes tu dolor en forma de verso, de palabra amable, de carrera frenética, de lienzo repleto de color y vida, de beso o caricia…  Eso es la magia. La que lo transforma todo. Encontrar lo más «terrible» que todavía descansa en tu entrañas y mirarlo a los ojos y decirle «lo siento, gracias» y seguir. Soltar la necesidad de acumularlo y de esconderlo. 

Y sostenerte en pie porque te has encontrado las heridas y sabes dónde están y no te importan… Y oír tu voz que te canta…

Ama a tu miedo porque va a liberarte..

Ama a tu tristeza porque gracias a ella serás feliz.

Ama tu misterio porque cuando lo comprendas verás tu grandeza.

Ama tu dolor porque ha venido a borrar tus límites.

Ama tus imperfecciones porque son los peldaños de la escalera que te llevará a tu cielo…

Ama tus pesadillas porque te permitirán encontrar tus sueños.

Agradece al que nada sabe y se cree dios porque te muestra el camino que no quieres pisar. Agradece al que no ve tu luz porque es tu reflejo que te obliga a brillar más.

Da las gracias al que no te ha dado nada porque en el fondo te está diciendo que ya lo tienes todo.

El contratiempo a veces es para que tomes impulso y recuperes ímpetu… Y a veces para parar a reconsiderar el camino o el sentido que le estás dando tú a cada paso.

No distinguirás cuándo es cuándo si no te escuchas a ti. No sabrás qué significa si lo miras con los ojos del miedo, y lo cuentas con tu voz de acumular quejas. La mirada de buscar tragedias siempre las encuentra…  Eres tú quién va a salvarte la vida, nadie más…