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Todo lo que va a venir a ti busca sitio en tu vida. Necesita un espacio y un momento de paz, pero a veces no lo encuentra porque tu vida está llena de ruido, de recuerdos acumulados en tu cabeza y en tu casa. Pensamientos rotos y viejos, muebles aparatosos que ocupan el espacio de cómodos sillones donde leer nuevos libros, vestidos que no usas ya que ocupan el lugar de vestidos nuevos que tienen que ver más con la persona que eres ahora y no con la que fuiste…

Lo que esperas que llegue está apunto de desembarcar pero necesita pista de aterrizaje y la tienes ocupada con un resentimiento absurdo que no sueltas, un apego triste a alguien a quién ni siquiera quieres ver ni querías ver cuando estaba en tu vida… Un álbum viejo que cuando contemplas con tus ojos cansados te pone triste e insistes una y otra vez sin darte cuenta de que o tiras el álbum o comprendes esa tristeza y la dejas marchar…

Si no dejas marchar nada, nada viene a ti, nada baila porque tus pensamientos de temor chillan tanto que no se oye la música…

Nunca hay silencio en tu mente y la voz que espera contarte los pasos que tienes que dar para llegar a dónde quieres llegar no puede susurrarte… No te escuchas y no te notas porque siempre andas con prisa, y la intuición que iba a mostrarte el camino, se siente perdida y tiene la brújula estropeada y siempre marca a dónde le dicte tu ansiedad…

Tu amarre al pasado no te deja notar este presente en el que está a punto de pasar algo maravilloso porque así lo has decidido. Tu obsesión por controlar cada detalle, no permite que la vida te sople un futuro digno de lo que mereces.

Si no sueltas tu necesidad de parecer nunca serás lo que realmente eres.

Si no sueltas tus sueños rancios no llegarán a tu cabeza sueños nuevos.

Si no sueltas tus miedos, no podrás saber que en realidad eran pistas para reconocer el camino a tu nuevo yo.

Si no sueltas tus cachibaches rotos jamás habrá espacio en tu vida para los nuevos… Si no sueltas lo viejo, no podrás agarrar lo nuevo.

Si siempre sales a la calle con paraguas y te cubres jamás sabrás si ha salido el sol.

Si no te desnudas, no podrás probarte el vestido nuevo.

Si no dejas ir a esas personas que ya no quieren estar en tu vida, no podrás conocer a las que te esperan para compartir.

Si te amarras a tierra, nunca podrá zarpar tu barco.

Si no sueltas tu necesidad de estar seguro y abrazas la incertidumbre, nunca encontrarás la paz de saber que siempre cuentas contigo. 

Mira lo que te rodea. Los espejos rotos que dicen que hay muchas tú y te privan de ver a la verdadera… Los papeles amarillentos con palabras de amor gastadas… Los pares de zapatos que surcaron otros caminos que ya no son tus caminos… Los paraguas por si acaso, los platos que nunca usas porque son para las ocasiones especiales que no llegan, los recortes de periódico que parecen recordarte que han pasado muchas cosas y tú no fuiste protagonista de ninguna…

Si no pones orden en tu espacio no encontrarás la pieza perdida del rompecabezas, la pista que marca en tu vida un antes y un después… 

Si no abres la puerta para dejar salir la niebla, jamás verás lo que buscas.

Si no permites que lo que ya no necesitas desaparezca, lo que necesitas de verdad nunca llegará.

Si no tiras lo que sobra, no vendrá lo que falta… Por eso tienes que pasar revista a tu vida, a tu casa, a tu mente… Tirar pensamientos gastados, ideas absurdas, creencias que te anclan a un pasado roto y triste… Revisar tus trastos viejos, escoger entre tus libros los que son maravillosos, entre tus zapatos, entre tus pañuelos, entre tus trajes y caminas, entre tus  sueños, entre tus recuerdos, entre tus listas de tareas pendientes las que todavía te apasionan, las que todavía te desafían… Mirar entre tus miedos los que ya no te asustan, hurgar entre tus corbatas, tus lápices, tus cuadernos de historias, tus tazas favoritas, tus anécdotas pasadas, entre las ofensas recibidas para soltar y dejar que se vayan y dejen de doler y reabrir heridas… Escoger de todo ello lo que realmente quieres que aún permanezca en tu vida. Porque te sirve, porque te ayuda a avanzar, porque te hace sentir bien y te hace fácil el camino. Ordena tu vida, ordena tu mente, ordena tus sueños, ordena tus prioridades… 

Si no dejas espacio para lo nuevo, lo viejo ocupa todo tu espacio…

Si no sueltas tu vieja vida, la nueva no podrá empezar ahora.