skin-1200933_640

Eres muy hermosa y no lo sabes. No puedes verlo porque te miras con los ojos de los pensamientos tristes y con el traje de amargura puesto por no llegar a ser algo que en realidad te queda corto, pequeño, que ya has superado sin darte cuenta.

Si supieras lo mucho que brillas…

Eres extraordinaria y no lo ves. No puedes contemplarte porque te buscas con los ojos del pasado y te juzgas con la ansiedad del futuro que esperas dibujar de un modo concreto. Porque no te paras y respiras y miras este momento lleno de magia, este ahora dulce en el que lees un libro y piensas qué significa y vas a buscar al mar para que te calme y te duermes acariciando sus olas. Y recuerdas tu dolor para tomar fuerzas, cuando en realidad ya no lo necesitas para nada. 

Si supieras lo lejos que alcanzas… Que tocas con las manos tus sueños porque los llevas bajo la piel esperando a que descubras tu alma. 

Eres grande, pero sólo ves la pequeñez de tus necesidades y tus miedos. Porque suplicas por lo que en realidad ya está en ti y no lo encuentras porque la desesperación te inunda la paciencia y te anega los sentidos. Porque suspiras por algo que has superado con creces y sueñas un sueño que hace tiempo que ya caminas.

Ya eres enormemente sabia, pero no usas lo que sabes porque lo ignoras y lo ocultas tras esas ideas que te golpean la mente y te piden que demuestres, que busques, que te sacrifiques, que ganes y que luches por todo… No te has dado cuenta de que que puedes empezar de nuevo ahora sin esperar a que el futuro esté despejado. Porque lo que despeja el futuro es que ahora empieces de nuevo…

Sueñas alcanzar tus metas para estar paz cuando en realidad llega primero la paz y luego las metas. Por altas que sean, por lejos que parezcan… Están a un paso de consciencia. 

Si supieras lo cerca que estás… Pero vives anclada a tu preocupación por si lo consigues y eso te aleja de amar lo que eres y ser lo que amas. 

Lo que buscas ha salido a tu encuentro, pero no lo recibes porque estás ocupada pensando que no sabrás encontrarlo, que no sabrás usarlo, que no es para ti.

Porque crees que para merecer lo mejor tienes que librar antes una dura batalla y coronar un montaña inmensa, cuando en realidad ya eres digna de todo por estar, por ser, por sentir que lo eres.

No necesitas nada para seguir en el camino porque tú eres el camino, eres el viento que impulsa tus pasos y la paz que te ayuda a caminar cuando hay tormenta.

No necesitas más claridad que la de pensamiento.

No necesitas más fuerza que tus ganas.

No necesitas más amor que tu amor.

Si supieras que ya puedes dejar de esconderte porque no mira nadie… 

Eres tan capaz que si lo notaras por un momento sabrías que en realidad todo ha estado en ti siempre, bajo esas capas de miedo y vergüenza que llevas puestas por si te miran, por si te juzgan, por si te invaden de nuevo… Esas capas que pesan tanto que no te dejan avanzar.

Si supieras que ya no es de noche, pero no te has dado cuenta porque hace un siglo que no abres tu ventana por si se te escapa la risa… 

Si sólo por un momento, supieras que en realidad ya has llegado a la cima pero no lo ves porque en lugar de contemplar la vista, miras hacia atrás y te empeñas en verte a ti subiendo la cuesta y en pensar que tal vez no podrás porque es muy pronunciada…

Si supieras que ya lo eres todo y sólo tienes que dejar de desearlo, que dejar de preocuparte por si puedes, que soltar la necesidad de que todo sea perfecto…

Si supieras que lo que tienes que hacer es desnudarte y no vestirte.

Si supieras que eres tu reina y no tu esclava… Que en el armario donde guardas tus miedos está colgado el traje de diosa… Que no hay más impedimento que tu forma de contemplarte…

Si supieras que estás sentada encima de lo que buscas…

Si supieras que todo es como es porque tú lo has dibujado.

Para Ana… Para que lo sepas…