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Hay cosas que no entiendo, cosas que pasan y que no logro descubrir por qué… Y cuando pasa el tiempo y tomo distancia, cuando soy capaz de mirar dentro de mí sin angustia ni prejuicio, me doy cuenta de que nada es azar, nada es casual… Todo tiene sentido… Veo claro que no veía claro, que a veces no somos capaces de contemplar el mar porque estamos inmersos en él… Que no sabemos nada y no podemos controlar qué pasará, tan sólo asumir que debemos confiar y que en nosotros habrá herramientas para saber capear el temporal.

Somos tan impacientes que queremos las soluciones ahora para no tener que vivir la angustia de no saber, de pasar esa noche pensando que todo pende de un hilo, de bailar con la incertidumbre y acostarse con ella un día más… Y cuánto más luchamos contra algo, más enorme conseguimos que sea, más rotundo, más consistente, más presente en nuestras vidas. Cuánto más necesitamos que todo sea seguro, más nos zarandea la vida para que sepamos que nada es eterno, nada es fijo ni imperturbable, nada es inamovible, nada es nada porque a golpe de timón todo se funde, todo se desvanece… Todo cambia de la noche a la mañana.

La vida se ocupa de dejarte claro que si lo quieres todo, vas a tener que renunciar a ello primero y descubrir que puedes vivir sin apegarte, sin necesitar, sin creerte que eres tu trabajo, tu vida social, tus trajes de lujo, tu coche, tu relación dependiente, tu paquete de tabaco… Tú eres el que decide que puede sobrevivir a sus sueños y seguir, encontrar la forma de amar este momento para eternizarlo, para clonarlo y decidir que pase lo que pase estarás cómodo contigo y honrarás tu nombre, tu casa, tu vida… Si honras tu vida estando presente en ella, tu vida te honra a ti. Si amas este momento, la vida te regala otro igual para que puedas amarlo de nuevo y consigas una sucesión de momentos llenos de amor.

Cuando descubres que estás en ti, todo regresa, todo cobra vida, todo se abre paso… La vida cambia en un segundo y lo que ayer era certero hoy es pasado, es recuerdo, es nada…

Vamos a reírnos de nuestras penas de ayer esta tarde, esta noche, mañana por la mañana… Vamos a darnos cuenta de que sufrimos en balde y regalamos lágrimas a un destino que no existe y horas de vida a un pensamiento que nos araña por dentro con garras inventadas…. Vamos a contarlo, para que otros sepan que no vale la pena intentar controlar lo incontrolable, que no podemos cambiar a otros, ni cambiar el mundo, que sólo nos queda la opción de tomar decisiones y asumir la responsabilidad en nuestras vidas, asumir que no sabemos nada y que podemos reprogramarnos para ser lo que realmente somos… Sin más muros que los muros que sean necesarios para comprender que en realidad los construimos nosotros… Y que están ahí para aprender de ellos porque son una copia exacta de los muros que imaginamos con nuestros pensamientos, con nuestros miedos, con nuestros recuerdos que todavía queman.

Cada detalle cuenta. Cada mirada construye una nueva mirada. Cada gesto es el gesto que faltaba para que todo tenga un para qué.

A veces, no entiendo qué sucede, pero sé que tiene sentido.

Todo pasa, también este dolor, este miedo, esta angustia… Esta sensación de haberse perdido en un mar que no es tu mar y buscar un puerto que, de encontrarlo, no será tu puerto.

Todo termina aunque sea reventando, aunque estalle en mil pedazos y uno de ellos te arañe la intención y te rompa esa máquina de fabricar respuestas que llevas dentro que a veces se entretiene creando excusas y quejas, pero que otras es capaz de inventar historias que son capaces de conmover. Todo es un mensaje, una moraleja, una historia que habla de nuestra historia, una fábula que cuenta las fábulas que nosotros nos contamos, un espejo que nos permite mirar en nuestro interior.

A veces, no sé qué sentido tiene nada, pero cuando miro me veo a mí intentando buscarle un sentido… Y entre tanto desconcierto, me agacho y veo que algo pequeño, diminuto, casi imperceptible, algo que brota entre la adversidad y echa raíces en la tierra más yerma imaginable… Y entonces me doy cuenta de que lo que debe ser es siempre imparable y que todo lo confiado y sentido mientras lo intentaba vale la pena, porque todo sigue un plan que todavía no comprendo. Y tengo claro que la mayoría de las cosas que han llegado a mí no son el resultado de lo que hice intentando conseguirlas sino de lo que amé mientras lo intentaba… El resultado de todo aquello que imaginé por horrible que sea, aquello en lo que puse mi intención y angustia, aquello que quise evitar durante años y que sé que siempre volverá a mí hasta que cierre la herida. 

Tal vez sea el amor lo que le da sentido a todo. El pegamento que hace que todo se sujete y cobre vida…

Vamos a reírnos de nuestros problemas de hoy en poco tiempo y  cuando lo recordemos nos daremos cuenta de que nada era azar, todo era parte de algo grandioso que al final siempre tiene sentido. Todo era ese amor buscando una salida para estallar en nosotros y hacer su camino. Una historia que sólo se puede entender cuando juntas todas la piezas y abres los ojos del alma.

Vamos a amar nuestro miedo porque así se dará por vencido… Vamos a abrazar nuestras inquietudes porque así no tendrán que hacerse más grandes para que les hagamos caso… Vamos a hacer caso a nuestras heridas pendientes por cerrar porque así pasaremos página… Vamos a abrazarlas a revisarlas, cerrarlas y luego dejar de pensar en ellas más que para tener claro que supimos cambiar. Vamos a ver el amor en un gesto y la flor que crece entre las maderas astilladas de una escalera vieja… Vamos a ver como la vida se abre paso pese a lo mucho que nos peleamos con ella cuando no aceptamos y no sabemos llevar las dudas… 

Vamos a reírnos de nuestras penas para que cuando llegue la noche nos preocupen tan poco que desaparezcan. Y podamos concentrar nuestros pensamientos en algo hermoso para que brote en nuestro camino. Vamos a estar presentes en nuestras vidas para que no se nos escapen mientras luchamos sin tregua por mejorarlas sin darnos cuenta de que, a pesar del dolor, ya son maravillosas…