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La vida a veces te muestra lo que no quieres para que digas que no… Para que veas que ese camino no es tu camino y ese dolor no es tu dolor. Para que reafirmes tu deseo de no volver a lo que ya dejaste atrás… La vida te mete en un laberinto de zarzas que te sujetan y tiran de ti para que no te vayas para que digas en alto y claro «me voy, no quiero estar aquí». Te envuelve en la niebla para que salgas de ella y busques la luz… Para que descubras que tú eres la luz.

La vida a veces te cubre de escamas para que encuentres tu piel. Te apaga la luz para que sepas que incluso a tientas puedes llegar a ti. Te arrebata el suelo para que vueles, te deja sin zapatos para que sepas que hay momentos en los que tienes que parar… Te obliga a quedarte quieto para que te aburras un rato y te fijes en todo lo que hasta ahora has sido incapaz de ver…

La vida a veces llena tu casa de gritos y de grillos para que aprendas a amar tu silencio… Te abarrota el sendero que sigues de mariposas para que sepas que tú también te vas a transformar… Llena tu cabeza de pensamientos amargos para que dejes de pensar y vuelvas a sentir…

Te ata las manos para que uses los pies… Te ayuda a perderte para que puedas encontrarte y sepas a dónde ir.

La vida a veces dice que no para que entiendas cuál no es tu camino… Y a veces lo hace para que entiendas que tal vez lo es pero vas a tener que vivirlo de otro modo… Y vas a tener que saltar y aceptar.

A veces, la vida te deja en casa para que leas ese libro pendiente o te cierra la puerta para que tengas que entrar en ese bosque tan oscuro que hace tiempo que sabes que debes recorrer y no te atreves… La vida te pone fácil que sientas y difícil que huyas. Te pone casi imposible que llegues al otro lado para obligarte a buscar tus alas, te cuenta historias tristes para que comprendas que no son tus historias.

La vida a veces te acerca a personas que pisan para que decidas que no quieres que te pisen… Te pone en el camino a personas que sonríen para que recuerdes que tú también tienes una sonrisa… La vida te pide que te muevas y bailes, porque sabe que te asusta el baile.

Ay, la vida… Te llena el cielo de nubes para que comprendas que no importan las nubes, para que superes las circunstancias y descubras que tu paz interior no se vende, ni alquila, no depende de lo que pasa sino de lo que eres… La vida pone en tu camino los árboles más altos para que aprendas a tener paciencia… Llena del lecho del río de guijarros para que nades y dejes de quejarte por el dolor que notas en los pies… Te tira al suelo y te deja un rato tumbado para que no tengas más remedio que mirar hacia arriba y descubrir tu cielo, descubrirte a ti.

La vida a veces se pone muy oscura y angosta para que no tengas más remedio que salir a mar abierto y navegar. Para que dejes lo que haces y sueltes lo que no eres. Para que tengas que arriesgar.

La vida te para en este segundo para que no te quede otra que vivirlo y dejar de pensar, dejar de dar vueltas a lo que no se puede cambiar y puedas mirar en ti y cerrar heridas y decir no a los fantasmas de una vez.

Pone ante ti personas que no saben quererte para que aprendas amarte, para que sepas que debes reconocerte y valorarte.

La vida a veces te baja al infierno para que comprendas que el cielo está  en ti. Te rompe para que sepas que eres indestructible… Te derrumba para que sepas que puedes levantarte. Te ata para que te liberes… Te pone ante el precipicio para que decidas no quieres dejarte caer.

La vida a veces te muestra lo que te asusta para que comprendas que no hay nada que temer y te atrevas a avanzar y sentir. Te da lo que pides para que te des cuenta de que no es lo que realmente deseas y necesitas. La vida a veces te muestra tu lado más oscuro para que descubras que ya no eres esa oscuridad.