model-2596054_640

Muchas personas creen que cuando escribo intento dar pautas para vivir al resto del mundo… En realidad, sobre todo, me estoy hablando a mí. Nada más lejos de mi intención que decirle a nadie lo que debe hacer cuando ni yo misma sé a veces a dónde voy… Cuando escribo me cuento la vida como creo que me hace bien comprenderla y sentirla, para que no se me olvide cuando esa vocecilla tremenda me asalta y sin piedad me dice que todo se está desmoronando. Cuando a media tarde, después de un día complicado (todavía no entiendo por qué) empiezo a cuestionarme otra vez (van cien mil, ya) todo lo que llevo años construyendo. Y es una construcción que va para largo, no tiene resultados de un día para otro, digan lo que digan y vendan lo que vendan. Conocerse y vivir desde «tu ser» e intentar fluir con la vida no es fácil, no lo es para mí, tal vez para otros lo sea (no querría que nadie se sienta limitado ahora por una de mis creencias).

Puesto que siempre he pensado que la vida era difícil, dura y llena de obstáculos, siempre la he vivido así. Con ello no quiero decir que si mi creencia hubiera sido que la vida es fácil, nunca hubiera encontrado muros por trepar ni resistencias, para nada, lo que pasa es que los hubiera percibido de otra forma… La vida no es como es, es como decides sentirla. Ya sé que hay momentos extraordinariamente duros, pero he visto a personas enfrentarse a la enfermedad con entereza y otras, a su lado, desmoronarse por haberse roto una uña…

Quiero llegar al hecho de que no sé nada y escribo muchas veces para mí. Para recordar qué hago aquí y cómo he llegado a la conclusión de que debo aceptar (sin resignación , que quede claro, sino con ganas de cambio) mi vida y dejarme llevar por ella, siendo yo. Escribo porque necesito ponerme en sintonía y equilibrio con mi yo que confía y en los momentos de desconcierto, cuando nada sale como sueño, me recuerda que todo es perfecto y que lo que anda mal son mis expectativas… Y me dice que de todas formas no pasa nada, que las mire de lejos y me dé las gracias y comprenda que no sé nada ni puedo mover los hilos de lo que pasa a mi antojo…

Escribo para conectar con esa parte de mí que ya ha comprendido que la realidad es y será como deba o como pueda independientemente de lo que yo desee. Y que realidad y deseo sólo se encontrarán cuando en mí haya coherencia y equilibrio… Escribo para comprender que tengo total libertad para hacer y deshacer desde la responsabilidad de mis pensamientos, mis emociones y mis actos y que eso me deja mucho margen para saber cómo tomarme esa realidad. Escribo para recordar que el mundo no va a cambiar, pero que sí que puedo darle la vuelta a mi mundo cada día, desde dentro, si soy capaz de comprender desde mi paz interior y desde el amor que necesito manifestarme.

¿Manifestar? nos pasamos la vida leyendo u oyendo esa palabra… Manifiesta lo que quieres, lo que deseas… Nos pasamos la vida soñando con materializar lo que necesitamos (o creemos necesitar, después a veces hay sorpresas) y nos manifestamos poco a nosotros mismos… Nos damos poca cancha para equivocarnos, nos culpamos, nos medimos, nos reprochamos, nos dedicamos poco tiempo, nos reprendemos, nos prohibimos, nos vetamos cosas hermosas y situaciones que nos apetecen… Nos hinchamos a café para rendir, nos atiborramos a pastillas para apaciguar los efectos del café que creemos necesitar para estar en forma y dar el máximo… Dar el máximo ante el mundo ¿Y ante nosotros mismos? Nos llenamos la cabeza de mil ideas que salen en las redes y el armario de nuestra vida de mil cachivaches absurdos (yo también) para no tener que encontrarnos a solas con nuestra propia escasez… Y no hablo de la falta de dinero o recursos. Hablo de una gran escasez, la más importante, la de amor, la de paz interior, la escasez de no conectar con nosotros mismos y sentir lo que sentimos… Y llorar, enfadarnos, decirnos a la cara que sentimos envidia, celos, miedos, una culpa atroz que se nos clava en la espalda y nos dice cada día que todavía no hemos hecho suficiente para apaciguar al un mundo que busca señalarnos con el dedo y pasar revista cada cinco minutos a nuestros fallos… Y sentir ese dolor de estar solo, de estar triste, de estar en una vida que no deseas, de romperse y recomponerse, de recordar demasiado un momento antiguo que punza y rasga… Sentir que estamos dejando de sentir y bailar con eso, un rato, hasta que te das por aludido y puedes pasar página. Hasta que de tanto mirar al miedo lo conviertes en una aliado para seguir…

¿Manifestar? manifiesta de una vez por todas que te amas, desde ya, para poder ver como la vida te responde… Manifiesta que te respetas y respetas a las personas con las que te cruces y deja de juzgarte severamente.  Deja de buscarte las taras y las imperfecciones y empieza a vivir desde lo que realmente eres.

Escribo para recordar que tengo que sentir cuando estoy escabulléndome de mí misma y huyo de mirar a la cara a una de mis penas más antiguas. Escribo porque siento que todavía no he hecho mis deberes, pero quiero decírmelo con cariño, sin obsesión, sin mas pretensión que saber que estoy en el camino.

Me escribo para sacar el dolor que no saber a menudo si estoy en el camino… Porque yo tampoco materializo ni manifiesto como deseo y a veces eso me resulta insoportable. Cuando oscurece y repaso mi día, hago balance y saco las cuentas y no veo nada a mi favor (seguro que lo hay, pero no lo veo) y me vuelvo loca porque no paro de hacer e intentar y voy en saldo negativo… Y entonces, me doy cuenta, he subido mil montañas pero no he sido capaz de dedicarme una palabra hermosa o de comprender que tal vez hoy no hacía falta esforzarse tanto, no hacía falta romperse para llegar ni culparse por no ser… Entonces me doy cuenta de que la caja está vacía porque yo estoy vacía de amor por mí y que esa falta de amor y de ver mi valor me empuja a ser a ratos egoísta y no ver el valor en los demás…

El mundo es como decides verlo. El mundo es como te ves a ti. No hay nada en el mundo que vaya llenar ese vacío que tú no llenas en ti. La realidad es muy cruda, tan cruda como tú cuando eres incapaz de abrazarte y sentirte, tan cruda como tú cuando huyes de sentir y decirte la verdad a la cara y permitirte notar qué pasa, qué quieres y hacia dónde vas.

Escribo para recordar esto y ver que el camino es hacia dentro y no hacia fuera. Y que si hoy logramos amarnos, respetarnos y no exigirnos demasiado, al llegar la noche, tal vez la caja de logros estará vacía pero nosotros estaremos llenos… Y eso a la larga, nos llenará la vida. Porque nuestra realidad se construye a partir de la forma en que decidimos verla y percibirla… No podemos cambiar el mundo pero podemos mirarlo de otra forma, con compasión, con amor, con ganas de perdonar y seguir. Y el primer paso es mirarnos de esa misma forma a nosotros…

Me escribo por si esto se me olvida y caigo en la trampa de limitarme a mirar la caja y culparme por no tener, no llegar, no parecer… Y como no, lo comparto por si te hace falta, por si puede recordarte algo a ti y te es útil… Sin más pretensión que decirte que estoy aquí perdida como tú buscando una luz que me indique quién soy… Porque esto va de compartir y compartirse.

Me escribo para soltar esa necesidad de mirar la caja al final del día y ponerme nota y suspenderme si no encuentro nada que demuestre mi valor.

Te escribo para que sepas lo perdida que ando a veces y, si quieres, dejes de mirar la caja y puedas soltar.

El mundo hace contigo lo que tú haces contigo. 

La realidad es cruda porque tú también eres muy crudo contigo.

 
Si quieres leer un poco de mi nuevo libro «Manual de autoestima para mujeres guerreras» haz click  aquí.