No crees en ti

No crees en ti

No crees en ti. Por más que la gente te diga lo mucho que vales, no lo notas, no te llega ese calor, esa especie de emoción que sientes cuando ves a otras personas que consideras admirables.

No crees en ti a pesar tus logros, tus metas, tus resultados, tu aprendizaje… No importa, no hay nada que importe. No te llegan los aplausos, ni los piropos, ni los halagos sinceros, ni las recomendaciones de personas que para ti cuentan.

Tu cabeza le da mil vueltas y te aprueba, te da incluso nota porque últimamente has trabajado mucho, has comido sano y has hecho deporte… Porque eres de esas personas que escuchan y tienes buenos amigos. Porque cuidas de las personas a las que amas… Porque empezaste de cero y has conseguido construir un pequeño imperio…

Miras atrás y ves un camino largo, inmenso, repleto de situaciones y emociones… Un camino de renuncias a muchas cosas para no desviarte de lo que importa… De lo que siempre has creído que importa, de tus objetivos, tus sueños, tu profesión, tu metas en casa y fuera de ella. Tus ojos se pierden en los libros que has leído, las calificaciones obtenidas en decenas de cursos que te han capacitado para más y en los que has aprendido mucho… En las experiencias que has vivido y que te han marcado. 

Ves lo que has hecho y lo que has dejado de hacer para no perder foco y centrarte en lo que querías, de lo que pensabas que era primordial en tu vida. Y pesar de todo, a pesar del valor que aportas y de lo mucho que haces, te sientes vacío. Como si en todas tus fotos tu cara pudiera ser substituida por un interrogante o una especie de blur inmenso te cruzara los ojos. Porque lloran, porque no te ves, no te notas, no te acaricias a pesar de lo mucho que haces y luchas…

Y no es que el camino no haya valido la pena… Valer la pena… Menuda expresión, parece que todo se pague con sufrimiento cuando quieres conseguir algo y, en el fondo, siempre has pensado que debe haber otra manera. Que valga la risa, el calor, el buen rato… Que valga la pena el miedo superado si me apuras, pero ya basta de penas, no más…

Para hacer este camino hay que renunciar a mucho pero no a la vida, no la risa, no a la paz, no a ti mismo sino todo lo contrario. Ya basta de pensar sólo en la cima y dejarse todos los fines de semana sin tregua y hacerlo por obligación, porque no es lo mismo si se hace con gusto, porque cuenta como disfrute, como risa, como paz, como momentos ganados al dolor, al miedo… Cuando lo haces y vibras, entonces no importa el resultado ¿verdad?

Basta de enfocarse sólo en los sueños y no dejar margen para perder el tiempo en lo sencillo, en lo que la vida te regala cada día mientras tomas el café y miras la cara perfecta de una niña inocente que te pregunta por qué no puede ser siempre sábado o la increíble sensación de poner tus pies en la orilla y ver que las olas te cubren hasta los tobillos y luego se van…Y disfrutar de ese placer tan efímero que no puede afarrarse ni hacerse eterno y que cuando capturas en un foto, te das cuenta de que en realidad te lo has perdido… 

Basta de no desviarse del objetivo si el objetivo te desvía de ti… De llenar el vacío con libros para descubrir cómo llenar el vacío y cursos de rellenadores de vacíos, con refrescos light y mensajes vacíos de personas que se sienten tan vacías como tú y quieren tapar ese hueco contigo como si fueras un parche para que no se les escape el aire y veas que pierden fuelle y se escapan por la ventana como un globo en una fiesta infantil…

Ya basta de sentirse bien contigo mismo sólo cuando la báscula baja o corres suficientes kilómetros o consigues ese resultado anhelado… Y no está mal ponerse metas y superarlas, es maravilloso, el problema es cuando te castigas por no llegar a ellas o te crees que no eres nada si no las alcanzas… El problema llega cuando la meta deja de ser un estímulo más y se convierte en tu norte y cuando llegas y necesitas otra y otra sin parar porque hay un lugar al que no llegas nunca y eres tú… Porque estás intentando satisfacer a alguien tan exigente que nunca te dejará descansar y parar suficiente  rato como para que te encuentres solo o sola y puedas darte cuenta de que no puedes más… Que la carrera por llegar sin treguas no tiene sentido y que hace tiempo que no valoras el camino y que el camino eres tú…

Nunca harás feliz a ese personaje que te habita y que esta dispuesto a hacer lo que sea para que no te detengas y notes esa soledad inmensa que se siente cuando no tienes nada más que hacer que estar contigo y afrontar esos miedos pendientes. Nunca te dejará parar porque le aterra que pares y te des cuenta de que hay otra forma de vivir sin estar pendiente del marcador y que hay un tipo de motivación que no depende de nada que esté ahí afuera…

Que puedes fracasar y sentirte completamente feliz por el intento y el aprendizaje y llegar a la cima y coronarla y sentirte desgraciado porque sabes que lo inmediato será volver a empezar a entrenar para la cima siguiente y no puedes más… Y ya no disfrutas durante el trayecto porque te has obsesionado con llegar porque crees que si no llegas no eres nadie.

Parar para saber que estás en ti. Que todo cuenta. Que puedes renunciar a mucho para conseguir lo que quieres, pero no a ti mismo, no a tu risa, no al café en calma mirando una montaña plagada de pinos una mañana de verano en la que una niña preciosa te pregunta por qué no puede ser siempre sábado… No a perderte en las calles y encontrarte en los escaparates mirando. No a bailar sin saber y notar el mar frío y espumoso en tus pies y respirar la sal y la vida que te trae a los pulmones. No a caminar sin tener que llegar a ninguna parte y quedarte un rato a solas contigo, con tu miedo más atroz y notar qué te cuenta, qué te dice de ti y cuáles son realmente tus metas… 

No crees en ti porque cuando llegas al final de la carrera y recibes la medalla sabes que no has llegado por amor a correr sino porque huías de tus temores más ocultos. Que ganas porque no soportas la idea de perder y sentir que no eres nada sin premio, sin medalla, sin resultado.

No crees en ti porque tu curriculum habla de lo que has hecho y no de lo que has aprendido y lo haces para no sentir, no notar, no enfrentarte a lo que te asusta… El mundo te dice lo que vales y tú no lo notas y si ese tipo de amor no te toca, no sirve… Porque no eres tú.

No crees en ti porque no te arriesgas a notar qué sientes, qué te cuentas, qué tienes pendiente por llorar y por descubrir, qué se te escapa por el desagüe y qué necesitas realmente para sentirte en paz… No crees en ti porque no has conquistado ninguno de esos momentos de soledad extrema ni te has atrevido a sentirte completamente vulnerable e indefenso ante la vida para ver que en realidad no pasa nada… Porque te tienes a ti. Eso sí que te hace que creas en ti…

Y no es que las metas no sean importantes, es que nunca serán más importantes que tú.

No crees en ti porque no te conoces, si te tomaras un rato para estar contigo, descubrirías un ser maravilloso que no necesita demostrar nada.

 

 

Gracias por leerme. Espero que te sea útil para seguir en este camino apasionante y complicado. La verdad es que no es fácil conocerse, respetarse y amarse a uno mismo como merecemos…

Si quieres saber más de este maravilloso trabajo de autoestima, te invito a leer mi libro

«Manual de autoestima para mujeres guerreras» un libro para que dejes de pelear por todo y empieces a sentir que las cosas puede fluir.

 

Disponible aquí 

amazon llibre merce amazon

AMARSE ES UN REGALO PARA TI MISMO, UN FIN Y NO UN MEDIO, UN LUGAR EN EL QUE TE SIENTES COMPLETO Y A SALVO.

Aceptarse a uno mismo es una de las tareas más complicadas que he vivido. Por ello, grabé una guía que puedes ver aquí de forma gratuita

Guía práctica para aprender a aceptarte 

Espero que te sea útil.

Acompaño a personas y organizaciones a a desarrollar su #InteligenciaEmocional con formación, conferencias y #coaching

Escritora y apasionada de las #palabras

Más información sobre mí y sobre mis servicios en www.merceroura.es

 

 

Y tú ¿cómo te miras?

Y tú ¿cómo te miras?

Hay miradas que dejas que te calen y te quiten poder… No porque lo tengan sino porque se lo das y permites que te cuenten historias sobre ti que no son de verdad, que no son tu verdad… Historias que nada tienen que ver con tu esencia y tu capacidad enorme para compartir lo que eres con el mundo. Historias de miedo y fracaso. Historias de incapacidad y de falta de valor…
Te hablo de esas miradas que te dicen «no puedes» o ¿cómo te va a pasar eso a ti? o «no te lo mereces». ¿Sabes a qué miradas me refiero verdad? Las has notado muchas veces en la nuca mientras subes una escalera ante alguien e inmediatamente te falla el pie al subir el escalón. Las has notado directamente, clavándose en tus ojos, cuando recibes un reconocimiento y en los ojos de alguien se dibuja un gesto de dolor, de desaprobación, de «no entiendo como eso lo recibes tú y no yo». Puede que esa mirada de «nunca llegarás» y «me decepcionas siempre» se la hayas visto a tu madre o tu padre desde que eras un niño o en tus compañeros… Es una mirada se te queda incrustada dentro, muy dentro, y que parece no se borra con con nada.

Hay muchas miradas así y todas ellas están ahí para contarnos algo de nosotros, porque para que surtan efecto tienen que pasar antes un filtro, tiene que recibir nuestro visto bueno y nos las tenemos que creer. A nadie le ofende que otro le mire con desprecio si él mismo no se siente despreciable. Para que lo que otro piensa de ti te duela, tienes que dejar que cale en ti y creértelo. Que conste que eso no significa que esa persona no sea responsable de sus actos y de su mirada de desprecio, naturalmente, pero eso forma parte de sus tareas pendientes no de las nuestras. No podemos hacer nada para cambiarlo ni evitarlo y eso nos desgastaría y nos desviaría de nuestro camino.
Hay muchas miradas así… Entre todas ellas, la tuya es la más terrible. Cuando te miras y te rompes y desarmas a ti mismo. La mirada de quién lucha por llegar a la cima pero se percibe a sí misma como una persona completamente incapaz… Qué cruel es mirarse así, exigiéndose lo máximo y creyéndose sólo capaz de lo mínimo… Yo he sentido esa mirada pegada a mí toda la vida, es un cobertizo oscuro y sin entradas de aire, una mazmorra sin llave, sin más llave que la voluntad de querer salir pero otra vez no verse capaz… 

Me he sentido mil veces avergonzada de mí misma, ridícula, cansada de intentar llegar a una nota mínima que no sé quién otorga, pero que para otros parece más fácil de conseguir que para mí… Me he sentido invisible, minúscula, como si me rodeara un halo de mediocridad que me impedía llegar a donde otros llegan y alcanzar lo que alcanzan… Como si dentro de mí hubiera algo maravilloso que necesitara compartir pero no fuera posible porque no fuera a tener la oportunidad o nadie se atreviera a asomarse dentro.  Me he sentido vulnerable y desamparada mientras temía que vieran mi propia desnudez, mi temor a no llegar a un mínimo para entrar en su mundo y conseguir lo que ellos tienen casi sin tener que demostrar nada… Me he sentido rota por no poder romper ese perímetro de niebla que me circunda y aparta del mundo donde pasan las cosas que yo quiero que me pasen. Como si fuera una Alicia que transita por un País de las Maravillas donde nunca escoge la poción correcta y nunca consigue encajar en la escena que siguiente…
He descubierto que la paz y el equilibrio no consisten como nos han vendido en acabar convenciéndose a uno mismo de que podemos con todo y que somos capaces de todo… La paz llega cuando te amas y te descubres capaz de lo maravilloso, pero no te presionas para conseguir nada ni demostrar nada.  Llega cuando vives este momento, lo notas y percibes lo que surge de él. Sin más. Cuando te dejas llevar por lo que eres sin pensar en lo produces o haces para que otros se fijen en ti, te acepten y aprueben. Entonces, todo lo que haces se impregna de una especie de magia que no es más que confianza y fe en ti y en lo que sabes que puedes compartir con los demás… Tu talento y tus dones no están ahí para que demuestres nada o recibas aplauso. Están para ser compartidos y vividos como un inmenso regalo.

Mientras nos deshacemos por hacer no somos lo que realmente somos. Mientras no sacrificamos para que nos vean nos convertimos en seres invisibles… Todo lo que damos para recibir amor se convierte en desprecio porque en ese acto hay una consideración previa de desaprobación a uno mismo… La de creer que debe esforzarse para ser amado y dar para recibir algo a cambio y no por el puro acto de compartir…

Si crees que necesitas que te reconozcan para reconocerte a ti mismo, estás cediendo tu poder y entrando en una espiral de la que sólo se sale amándote y mirándote con respeto a ti mismo. Esa es la llave de la mazmorra y, lo sé, cuesta de encontrar… Si todo lo que haces es para que te consideren es que en el fondo sientes que no eres digno de consideración sólo por existir. Es como regatear tu valor a la espera de que alguien lo compre… Como esperar a que otros te digan que vales para decidir que así es. Y nunca sirve de nada porque aunque medio mundo te hablara de tu valor, si tú no lo sientes, no serías capaz de verlo.

La única mirada de desprecio que puede hacer que te sientas despreciable de verdad es la tuya. Todas las demás están ahí para que te des cuenta de que las has dado por buenas porque han recibido tu aprobación y te las has creído.

Hay quién te mira y en lugar de despreciarte te pone en un altar y te exige tanto que acaba consiguiendo lo contrario porque espera mucho de ti. Y tú compras esa idea y te fundes con ella y te acabas sometiendo a un rutina escandalosamente rígida y tremendamente insoportable. En este caso, quién decide que esa mirada es válida también eres tú.

Lo sé, no es fácil. Muchas veces te pasa esto cuando eres niño o niña y no tienes herramientas para poder superarlo todavía.
Entre la mirada del «no vales nada» y  la de «puedes con todo» está esa mirada de amor inmenso e incondicional por ti y por la vida que te dice «Eres un ser maravilloso por descubrir todavía. No te desgastes intentando demostrar, parecer o conseguir un resultado. Sé ahora tú y explora la vida, existe y haz lo que sientes que debes, comparte lo que eres con ganas».

No hay cima que escalar, hay un camino interior que andar y mucho dolor por liberar. Hay miedo, mucho miedo, un miedo que siempre va a estar ahí y debes convivir con él, no pasa nada. Necesitas empezar de nuevo contigo y para ello tienes que mirarte con ojos nuevos… Con esa mirada que te observa y por su forma de calarte te dice que eres capaz de lo más grande y te empodera, te llena de vida, pero no te exige ni te pide que te rompas y sacrifiques por nada… Tú mirada… La mirada de alguien que ama lo que es y ya no busca nada que no tenga… No hay mirada que impacte tanto en tu vida como la tuya propia… 

Esa es la única mirada que puede cambiar tu vida. La única que te da la fuerza para seguir y saber cuándo parar y volver a empezar… La que te permitirá aceptar lo que pueda parecer inaceptable y vivir lo que duele, la que te tenderá la mano para levantarte y te dirá que no pasa nada a cada error porque era absolutamente necesario. La mirada de un amor incondicional que no espera de ti más que comprendas que todo pasa… Que no necesitas subir más montañas ni arañarte las manos con las espinas de las rosas que quieres coger porque son hermosas pero claven espinas demasiado profundas… La mirada de alguien que te dice basta de intentar deslumbrar al mundo para que te acepte… Brilla para ti y comparte lo que eres.

Gracias por compartir este camino conmigo y dejarte acompañar por mis palabras.

Aceptarse a uno mismo es una de las tareas más complicadas que he vivido. Por ello, grabé una guía que puedes ver aquí de forma gratuita

Guía práctica para aprender a aceptarte 

Espero que te sea útil.

AMARSE ES UN REGALO PARA TI MISMO, UN FIN Y NO UN MEDIO, UN LUGAR EN EL QUE TE SIENTES COMPLETO Y A SALVO.

Si quieres saber más de autoestima, te invito a leer mi libro.

Manual de autoestima para mujeres guerreras 

Disponible aquí 

amazon llibre merce amazon

Acompaño a personas y organizaciones a a desarrollar su #InteligenciaEmocional con formación, conferencias y #coaching

Escritora y apasionada de las #palabras

Más información sobre mí y sobre mis servicios en www.merceroura.es

Pequeño manual para distinguir amores mediocres

Pequeño manual para distinguir amores mediocres

candados

 

No es amor si no te arrastra y te revuelve. Si no te da la vuelta y te revienta las costuras del alma. Si no te conmueve y desconcentra. Si no te esculpe de nuevo. Si no te zarandea y apacigua las penas. No es amor si puedes explicarlo y encontrar fácilmente las palabras para definirlo. Hay amores inmensos. Amores que sólo se definen con el roce…

Si no te espera ni aguarda emocionado, no es amor… Es aburrimiento. Los verdaderos amantes viven el momento, nunca pasan el rato. Hay amores lisonjeros y absurdos.

No es amor si no te imagina y cuenta los minutos, si no se le hacen eternas las horas. No es amor si no te sueña y no puede dibujarte con la mente y encontrarte en todo lo que ve. No es amor si amarte no le cambia en nada. Si a tu lado no se siente gigante… Tan gigante como tú… Hay amores enormes y amores diminutos.

No es amor si no parece que tus pies no te pertenezcan y tu cabeza no imagina locuras. Si no te quita el sueño, es un amor falso, un amor pasajero. Si te quita siempre el apetito es un amor peligroso. 

Si es capaz de medirte y pesarte, no te quiere. Si es capaz de negarte y apartarte, no te merece. Si no es capaz de escucharte y encontrarte las cosquillas en los malos ratos, no te conviene. Si no te busca, no te ama. Si te persigue, no te ama… Te acosa. Hay amores cobardes.

Si no ve que guardas llanto y necesitas risa a gritos, no te entiende. Si no sabe leerte la mirada y tienes que pedirle que te diga que te quiere, es que el amor no le desborda, no le sobrepasa, no le invade. Si se lo pides y dice “ya sabes que sí” es que su amor es pequeño, ridículo, minúsculo.

Si le dices “te quiero” y responde “yo también” es que no sabe quererte, te quiere a medias o se quiere a él mismo.

Si repite cien mil veces cada día que te ama, es obseso. Hay amores demasiado concentrados.

Si no lo gritarías, no es amor. Hay amores mudos…

Si preguntas una tontería y no responde, es que se cree que él no pregunta nunca tonterías. Los amantes perfectos son insufribles. Las personas que nunca dicen tonterías no son de fiar… Hay amores estúpidos.

No es amor si no duele algunas veces y no compensa otras muchas. Si no da vértigo.

Si no da pánico pensar que puede terminar no es amor, es juego. Hay amores escasos, amores menores. Amores que enseguida se hacen viejos.

Si no te hace sentir que importas, no es amor, es vasallaje. Si no te demuestra que le importas es condena.

Si crees que no importarle es culpa tuya, sal corriendo. Hay amores esclavos.

No es amor si da sueño. No es amor si da frío. Si da pena, no es amor. No es tampoco amor si amando no te hace sentir grande, si no crees que vuelas o que lo puedes todo. Hay amores mediocres, rutinarios.

No es amor si no te vuelve loco y te calma al mismo tiempo. Si puedes calcularlo, no es amor. No es amor si te cabe en el pecho. No es amor si siempre lloras. Si siempre ríes… Tampoco es amor, es guasa. Hay amores vacíos.

Si tienes la sensación que lleva impermeable es que su amor es profiláctico, de plástico, de diseño.

No es amor si le cansa. Si se siente encerrado o si a cierta hora pone mala cara porque toca retirada…

No es amor si se rinde, si ve sólo los obstáculos que sortear para tenerte, si busca la salida antes que la entrada. Si sólo viene cuando te necesita y siempre está ocupado cuando tú le buscas.

No es amor si promete demasiado y cumple poco.

Si no quiere devorarte no es amor. Si sólo quiere devorarte tampoco.

No es amor si calla siempre y tampoco si nunca guarda silencio. No es amor si siempre habla y nunca quiere beso. Hay amores demasiado castos.

Si te pone horarios, no te quiere. Si te limita las pasiones, no te ama, te recorta.

No es amor si no se queja si no te tiene. Y si se queja demasiado no te quiere, te posee.

No es amor si no disculpa ni perdona. Si encuentra demasiadas explicaciones racionales para quererte.

No es amor si no crees que será eterno. Hay amores fugaces.

Gracias por estar ahí siempre y compartir este camino. Siempre que escribo espero que a alguien le sea útil compartir este proceso complicado y apasionante. Sin prisas ni fórmulas mágicas, sin agobios ni marcas que cumplir… 

AMARSE ES UN REGALO PARA TI MISMO, UN FIN Y NO UN MEDIO, UN LUGAR EN EL QUE TE SIENTES COMPLETO Y A SALVO.

Si quieres saber más de autoestima, te invito a leer mi libro.

Manual de autoestima para mujeres guerreras 

Disponible aquí 

amazon llibre merce amazon

Acompaño a personas y organizaciones a a desarrollar su #InteligenciaEmocional con formación, conferencias y #coaching

Escritora y apasionada de las #palabras

Más información sobre mí y sobre mis servicios en www.merceroura.es

No es delito…

No es delito…

No es delito no amarse todavía. No es delito no conocerse suficiente ni andar perdido sin saber cuál es tu lugar en el mundo… De hecho. no hay una ley, ni natural ni inventada, que diga tengamos que tener uno concreto… No es delito no saber cuál es tu misión en la vida, ni siquiera no llegar a encontrarla ni descubrirla o decidir que no tienes ninguna porque estás bien así…
No es delito estar un rato en la zona de confort mientras tomas impulso para seguir adelante. Ni siquiera lo es si decides no seguir. No pasa nada, no hay expedientes que cumplir ni marcas que batir en esto del autoconocimiento… 
No es delito llorar y patalear un rato porque por más que haces no llegas, no sale, no hay resultados… Ese dolor acumulado necesita salir y contarte cosas de ti y necesitas bailar con él un rato para aprender a llevar, a soltarlo, a vivirlo sin que te condicione.
No importan tanto los resultados como el hecho de respetarte a ti mismo aunque no los consigas. Eso sí que supone un antes y un después, como te tratas a ti mismo cuando no llegas a dónde crees que deberías llegar y no consigues lo que quieres conseguir. 

No importa tanto no amarse todavía, es peor culparse por no hacerlo y machacarse todo el rato porque no sabes cómo… Nadie nos enseña a hacerlo y hacemos lo que podemos y está en nuestra mano para conseguirlo.
No es delito no perseguir tus sueños ni cambiar de idea a media carrera, ni perder foco… No pasa nada… Nuestra motivación no tiene que venir de fuera sino de sentirnos en paz ahí dentro. Y esa paz llega de verdad, la paz duradera y real, no viene de conquistar una cumbre ni colgarse una medalla ni de conseguir un ascenso o un aplauso, llega de sentirse bien con uno mismo tanto si se alcanza como si no…
Eso es amor de verdad, incondicional, es autoestima de la buena, de la que no se condiciona a unos objetivos, aunque puedas tenerlos, que no somete a una mejora en nada, aunque mejorar sea la consecuencia…
No necesitas mejorar para quererte más. No necesitas cambiar para quererte más. No necesitas aprender más para valorarte más…
Eso es no aceptarte y si no aceptamos lo que es y aprendemos a verlo con otros ojos, no hay mejora, no hay reconocimiento, no hay cambio.

Todo está dentro. Lo que fuera es un espejo. Un marcador que no siempre funciona porque a veces la lección es aprender a hacerlo sin que funcione, sin que marque ventaja…
Amarse no es una carrera, es un camino…

No ganas al llegar a la meta, ganas cuando das en primer paso.

Decidir amarse es en sí mismo un acto de amor maravilloso. Una acción que pone en marcha ese mecanismo que parecía averiado y que desencadena la magia…
Amarse es no culparse, no obligarse ni someterse a normas rígidas ni exigencias bárbaras.
Es no fustigase por entrar en Facebook y leer que si no te amas no vas a conseguir nada cuando no sabes cómo… Es no ir por la vida sintiéndose ridículo porque no sabes qué deseas…

Primer gran paso para amarte… Acepta esto. Este miedo, esta desgana, este desasosiego, esta sensación de estar perdido y no saber… Acepta este enorme vacío. Acepta que no te amas todavía y no pasa nada, no tienes que llegar ahora… Acepta que no te aceptas y respira…
Con calma… Sin hostigarte ni pedirte soluciones ahora. 

Amarte a ti mismo como mereces no es una lucha, es un baile. Cada uno lo baila como quiere, tal como oye la música. No hay cronómetro ni jueces, hay compasión y cariño y respeto y ganas de de cambiar y sentir paz.

Ya has hecho algo grande, te has dado cuenta de que no te amas suficiente. Has tomado consciencia de dónde estás y has decidido descubrir quién eres y qué deseas…

Has dado un paso gigante… Quédate con eso por el momento.
No te lo creas si te dicen que es delito quedarse ahí por el momento a ver qué pasa… No hay delitos cuando intentas conocerte… Que no te vendan prisas ni fórmulas mágicas.
Has empezado un camino largo y maravilloso que lleva de vuelta a ti. Un camino que no se gana ni se pierde, que consiste en sentir y respirar.
Nadie puede juzgarlo porque no hay dos caminos iguales y nadie sabe si vas bien o vas mal…
Sencillamente camina. Y si te paras, no pasa nada, forma parte de este trabajo parar…

Lo que importa siempre es cómo te sientes por dentro cuando haces lo que haces.

No es delito tener miedo, es habitual, es necesario para evolucionar. Es la forma en que lo vivimos lo que marca la diferencia y lo que hacemos a pesar de él… 

 

 

Gracias por estar ahí siempre y compartir este camino. Siempre que escribo espero que a alguien le sea útil compartir este proceso complicado y apasionante. Sin prisas ni fórmulas mágicas, sin agobios ni marcas que cumplir… 

AMARSE ES UN REGALO PARA TI MISMO, UN FIN Y NO UN MEDIO, UN LUGAR EN EL QUE TE SIENTES COMPLETO Y A SALVO.

Si quieres saber más de autoestima, te invito a leer mi libro.

Manual de autoestima para mujeres guerreras 

Disponible aquí 

amazon llibre merce amazon

Acompaño a personas y organizaciones a a desarrollar su #InteligenciaEmocional con formación, conferencias y #coaching

Escritora y apasionada de las #palabras

Más información sobre mí y sobre mis servicios en www.merceroura.es

Amarse a pesar del dolor

Amarse a pesar del dolor

sad-2182545_640

Hoy quiero hablar de dolor físico. Es algo que me ha acompañado gran parte de mi vida, no recuerdo casi desde cuándo pero siempre que echo la vista atrás allí está. Se me ocurren pocos compañeros más fieles que un dolor crónico… Tan puntual, tan insistente, tan presente, tan incondicional… Las personas que no viven ese tipo de dolor no saben cómo actuar ante las que sí lo habitan, porque llega un momento en el que el dolor te habita y tú habitas en él y no sabes dónde empiezas ni dónde acabas.

El dolor va muy acompañado de rabia, no sé si porque esa es una de mis emociones más habituales o porque va pareja a él. Lo que no sé, la verdad, es si primero llega al dolor y luego la rabia o va al revés. Esa sensación de injusticia, de impotencia, esa ira acumulada con ganas de salir al mundo a gritarle «basta, no puedo más, no me merezco esto». Ese llanto sordo de súplica para que pare, para pedir una tregua aunque sea corta y recordar quién eras sin dolor, sin quejidos ni lamentos…  Sin sentirse atado a esa imposibilidad de sentir paz o alegrarse o de sentirse dueño de tu cuerpo o de tu risa, de tus horarios o de tus ganas… Amarrada a algo que te estorba y denigra o eso crees.

Siempre he creído que el dolor y la rabia caminan juntos o al menos comparten gran parte del camino. Hay personas que almacenan mucha rabia y no lo saben. Para los que siempre hemos sido de soltar exabruptos y  de enfado habitual como yo es fácil darse cuenta, pero hay personas que acumulan mucha rabia y no se han dado cuenta. Parecen en calma y dentro de ellas hay un mar bravo y tormentoso suplicando salir y desbordarse. Viven una tormenta interior que no consiguen desatar y van por la vida contenidas y sin sosiego. El dolor va ligado a las emociones, en general, a pesar de ser físico y necesitar todo un arsenal médico para calmarlo muy a menudo.

El cuerpo es el mapa del alma. Una especie de pergamino donde podemos ver apuntadas y significadas todas nuestras batallas, miedos, rencores y emociones almacenadas esperando ser sentidas. Mi rabia se queda obstruida en la garganta y mi culpa en la parte superior de la espalda… Y cuando todo va muy mal, una manaza enorme me presiona el estómago y me dice barbaridades para que haga algo que no sé qué es y acabe de una vez por todas con mi sufrimiento.

A menudo nos sentimos tan culpables por no ser como creemos que deberíamos que materializamos esa culpa a cada paso y eso encuentra caminos en nosotros para tomar forma y decirnos que ya no podemos seguir así. Eso no significa que seamos culpables de nada… Esta es la parte importante de este mensaje.

Quiero que se me entienda, el dolor es algo físico, pero a parte de tratarnos con lo que nuestros médicos decidan que es mejor, necesita que nosotros también usemos un antídoto para poder sobrellevarlo. Un trabajo que podemos hacer solos o acompañados, pero que tiene que ver con nosotros mismos y que hace que los tratamientos médicos se optimicen… Y es el amor. Cuando más duele es cuanto más hay que amarse.

El otro día alguien me preguntó en una conferencia cómo amarse a uno mismo. Y la verdad es que me quedé un momento callada antes de proponerle algunos ejercicios que yo pensaba que serían de ayuda y hacerle alguna reflexión sobre esos pequeños actos diarios que nos permiten tratarnos mejor y que son muy necesarios. Sin embargo, me di cuenta de algo al responder… A veces, es muy difícil amarse porque no te conoces, no te respetas y no sabes cómo, al menos para ti mismo, para otros resulta más fácil… Y eso no se puede imponer. Descubrir que no te amas y decidir amarte sin saber cómo puede ser otra carga pesada más que añadir a las muchas que llevamos encima.

Muy a menudo, empezamos un proceso de autoconocimiento destinado a conocernos para incrementar nuestra autoestima y acaba convirtiéndose en una carrera más para obtener resultados. Y eso es todo lo contrario a lo que pretendemos. Amarse es no exigirse más de la cuenta, permitirse ser, permitirse el error, permitirse soltar lastre, permitirse incluso no amarse suficiente por hoy porque no sabes cómo o no puedes más… Es comprender que cada uno tiene un camino.

Culparse por no amarse es amarse todavía menos. La autoestima no es una carrera, es un camino de compasión y paz. Muchos han convertido el pensamiento positivo en una dictadura en la que, con un buen fin, acabamos pervirtiendo los medios y haciendo que no merezca la pena… Te animan a conocerte y confiar en ti para optimizar tus resultados,  cuando el amor a uno mismo es en sí la gran finalidad, la paz de sentir que te respetas y aceptas y a partir de ahí construir sin urgencias. Si sólo te amas cuando llegas a la cima, ese amor de no es de verdad… Si sólo te amas cuando otros te aplauden y reconocen, no te amas como mereces… 

Si sólo te amas cuando estás sano, no te estás respetando como mereces y, por tanto, no te amas de forma incondicional. 

El mundo debería dejar de perseguir sus sueños y empezar a vivir en paz consigo mismo y los sueños llegarían poco a poco. Algunos aparecerían de repente y otros no llegarían nunca y nos daríamos cuenta de que da igual, porque en realidad lo único que necesitamos es ser coherentes con nosotros mismos. El verdadero sueño es vivir de forma coherente. 

Amarse no es el medio para conseguir nada, es el fin. Mientras sólo esperas aceptarte y amarte para obtener algo a cambio ese proceso de autoestima es un fake, una amago de amor exactamente igual que el que usamos cuando tenemos una pareja y dependemos de ella para ser felices, aunque estar con ella no nos llene ni nos haga sentir bien.

Si ahora no te amas, no te agobies, sencillamente date cuenta, toma consciencia, comprende que todavía no te amas y acéptalo. Es un gran paso, un salto enorme hacia tu amor, un salto que hacen las personas que están a punto de amarse… Y no te culpes por no ser capaz (o no sentirte capaz todavía) no pasa nada, tienes tu ritmo y tienes derecho a no poder ahora hasta que descubres que puedes… Basta de exigencias y listones altos, basta de dogmas para perseguir sueños e insuflar confianzas de pacotilla que no surgen de tu gran verdad interior…

Vuelvo al dolor. Porque mientras escribo esto sigue existiendo. Y lo sé, lo tengo claro, no nos gusta, no nos hace bien, no lo merecemos, pero está… Sigue ahí y hay que aceptarlo como todo en la vida y empezar a ver cómo hacer que se pase, se calme, se vaya…

He llegado a la conclusión de que todo en la vida es un aprendizaje, aunque sea terrible, lo sé. Y hay mil cosas que no podemos evitar, a veces, el dolor es una de ellas… Pero podemos aprender a vivirlo mientras no llega la solución, sin pensar que es un castigo por nada (no merecemos castigos) ni sintiéndonos culpables por él. Yo me he sentido culpable a veces porque mi dolor no me ha permitido dar el máximo como yo quería o pensaba que esta sociedad me reclamaba… Y eso duele también, muy dentro, y no ayuda a tomar las riendas y sentirse digno a pesar de todo.

Somos seres dignos de lo mejor con o sin dolor. No tenemos que pasarnos la vida justificándonos por no llegar, no estar en forma y perfectos, por no poder ir o ser siempre la excepción porque algo nos duele o ya no nos duele pero no queremos tentar a la suerte…

El dolor es duro,  pero te invita a escucharte y mimarte, a quedarte contigo y reconocer tu grandeza a pesar de todo, a darte cuenta de que tienes que ponerte como prioridad en tu vida y pensar en ti y ver que no es egoísmo sino amor puro… El dolor es una oportunidad terrible para reencontrarte y descubrir que has estado evitándote y no has contado contigo, con lo que deseas, con lo que disfrutas, con lo que amas… No es culpa tuya que esté pero puedes vivirlo desde el máximo respeto a ti mismo… Tomando tus decisiones, sintiendo de una vez por todas que mereces lo mejor, parando para vivir, aprovechando para darte cuenta de que no te habías dado cuenta…

Lo sé, el dolor es a veces insoportable y nos queremos marchar de nosotros mismos. Incluso entonces, seguimos siendo seres humanos que merecen amor, todo el amor, el amor más grande posible, el nuestro…
¿Por qué comos a veces tan compasivos con los demás cuando sufren y tan poco con nosotros mismos?

Si te duele no te culpes, no te sientas mal por ir al revés, por no parecer, por no llegar, por necesitar parar y desconectar de todo menos de ti… No te excuses ni justifiques ante nadie, quédate contigo y decide amarte… Sin prisas, a tu ritmo, sin que eso de amarte se convierta también en una meta angustiosa sino en un camino por descubrir… Si te duele, no te maltrates y te sientas en evidencia por tu dolor, eso es una carga más que no necesitas y que te lastra para seguir adelante y encontrar tu paz… 

Permítete parar para sentir y suelta esa culpa inventada por no ser como el resto de personas que ahora van por la vida sin dolor… Esto ya es bastante complicado, no te añadas más trabas en el camino.

 

Gracias por estar ahí siempre y compartir este camino. Siempre que escribo espero que a alguien le sea útil compartir este proceso complicado y apasionante. Sin prisas ni fórmulas mágicas, sin agobios ni marcas que cumplir… 

AMARSE ES UN REGALO PARA TI MISMO, UN FIN, UN LUGAR EN EL QUE TE SIENTES COMPLETO Y A SALVO.

Si quieres saber más de autoestima, te invito a leer mi libro.

Manual de autoestima para mujeres guerreras 

Disponible aquí 

amazon llibre merce amazon

Acompaño a personas y organizaciones a a desarrollar su #InteligenciaEmocional con formación, conferencias y #coaching

Escritora y apasionada de las #palabras

Más información sobre mí y sobre mis servicios en www.merceroura.es