Carta de amor a mi miedo

Carta de amor a mi miedo

hiding-1209131_640

Me he pasado la vida intentando vencerte. Eres tan duro de pelar, tanto como yo, compañero, y eso, créeme, son palabras mayores.

Nos hemos pasado años juntos, no creo que nadie haya sido para mí tan inseparable. Te has metido en mi cama, en mi cabeza, en mi sopa, en mi cuenta bancaria, en mis historias de amor… Estabas a mi lado cuando iba al cole y me sentía tan distinta que mi diferencia se hacía insoportable, el día en que traje a mi hija al mundo, el día en que me di cuenta de que los seres queridos se mueren y se van, cuando me despidieron de uno de mis trabajos y cuando empecé en uno nuevo… Todas y cada una de las veces que he entrado en un quirófano con la intención de salir viva de él … Y cuando miro al futuro y me aíslo de mi presente, de este momento que ahora se esfuma y pasa, como si cayera por un desagüe porque no lo vivo mientras me susurras que no es perfecto porque todavía me falta algo, porque todavía no soy algo que tal vez debería dejar de desear ser.

Creo que nuestra relación es estable y sólida, una de las más sólidas de toda mi vida. Sé que estás ahí para mí esperando que me disuelva en tus brazos, que me deje llevar por tu beso cálido y te deje contarme esas historias al oído cuando estoy cansada y la vida me ha dicho que hoy tampoco. Sé que puedo confiar en ti. Que cuando me acueste agotada, vas a sacudirme las sienes y alojarte en mis costillas flotantes un rato, que me vas a comprimir el estómago y harás eso que haces que es de traca… Esos tambores en el pecho sin tocan sin cesar que acaban por hacer que el corazón se acelere y me vuelva casi loca por arrancarme la piel que quema y escuece, por salir de mí para encontrar un poco de paz…

Eres mi novio más fiel, mi amante más apasionado. Te he eludido tantas veces… Cuando era niña, me dejé llevar por ti, me solté a tu baile y guiaste mis pasos cada día. Llegué a creer que eras yo, que yo era tú, que mi mente era tu mente, que no había en mí una sola célula feliz y en paz y que yo era solo un amasijo de átomos asustados que se movían tocando una canción triste, muy triste.

¿Sabes? no te conocía en realidad porque te confundía conmigo y con mi forma de ser. No me atrevía a nada que no te pareciera bien, porque no quería que pusieras en marcha esa voz que me anunciaba catástrofes y momentos de ridículo atroces. Eso era en lo que más me apretabas, en que era ridícula e infeliz. Lo hiciste bien, así me sentía, eres muy eficaz.

Durante años pensé que estabas ahí para protegerme y recordarme lo poco afortunada que era. Pensé que esas canciones de desamor que me cantabas eran para que me resignara y me quedara quieta sin intentar, para que no me hiciera ilusiones, para que no me frustrara. Me ha costado mucho comprerderlo, amor, mi miedo inmenso a la vida, mi compañero fiel, pero ahora entiendo que no venías a pedirme que me pusiera la venda sino que me curara la herida… Que la dejara sin tapar al sol y la mirara sin esperar más que a descubrir que no soy esa brecha en mi piel ni el mi corazón, que no soy tú ni todos los pensamientos que has orquestado para que despertara a la vida, a la vida sin ti…

Llegué a pensar que eras el final, pero eres el principio. Creía que estabas conmigo para lastimarme y estás para sacudirme el polvo, el asco, la pereza, la angustia… Te evité cuanto pude porque eras tan grande que dolías, hasta los huesos, hasta las fibras que no conozco que hay en mí… Estabas en cada crujido, en cada vómito, en cada lamento, en cada instante de paz fingida para soportarte, en cada risa contenida, en cada viaje a mí misma que jamás tenía intención de acabar…

Pensaba que existías para que te sorteara y eludiera, para que corriera ante ti y tú te pasaras toda la vida persiguiéndome. Y resulta que ahora te persigo yo para comprenderme, para poder aceptarme y encontrar mi mapa. Porque para salir de ti primero necesito sumergirme y notarte, sentir tu latido y entender cuál es tu mensaje, de dónde viene, qué me cuenta de mí y de todo aquello en lo que creo y me está frenando la vida… Y luego podré soltarte. Podré dejarte marchar, decirte adiós con un abrazo cargado de gratitud por el gran trabajo hecho conmigo estos años… Por todo lo que aprendí de ti mientras eras yo y habitabas mi cuerpo, mi esencia, mi mente.

Podré mirarte sin perderme en ti, sin ser tú, sin comprar tus mantras ni meterme entre tus sábanas, sin beberme tus filtros rancios y creerme tus cuentos tristes. Podré verte a distancia y comprender que no soy mi miedo más intenso y rotundo, que no soy mi resignación, ni mi lucha, ni mi sensación de injusticia eterna, ni mi rabia acumulada a golpe de soportarte y creer que no puedo hacer nada para arrancarte de mí.

Podré escoger vivir a través de ti o a través de mí.

Podré soltarte como un globo lleno de helio que se escapa porque no está lleno de lo mismo que estoy yo.  Aunque antes quiero darte gracias por el excelente trabajo que has hecho conmigo, meciéndome en tus fauces terribles y besando mi frente cada noche para asegurarte de que soñaría una de esas pesadillas que tenías preparadas para mí para que pudiera comprender que me hacía daño, que no me amaba, que no sabía que tenía que revisar mis creencias…

Gracias por tanto golpe en la nuca y sacudida en el estómago, por los tambores del pecho y las rodillas dobladas sin poderme mover… Gracias, mi miedo, por ser tan insistente y pedirme día tras día que te escuche para que sepa que no soy tú, para que diga no a lo que me cuentas y encuentre mi libertad.

Gracias por la paz de descubrir que siempre fui yo y no tú cada día la que escogí llevarte a mi lado y obedeciste sin rechistar para que llegara un día en que me diera cuenta de que no te necesito.

Gracias porque contigo a mi lado siempre me he dado cuenta de que para cambiar mi destino sólo tenía que amarme y aceptarme, ser yo y ejercer de mí sin ti… Dejar de temer las miradas ajenas sobre mi superlativa imperfección porque sólo eran un reflejo de las miradas crueles que yo me dedicaba a cada día de mi vida… Gracias porque ahora tengo claro que el único camino posible para vivir en paz es el amor a mí misma, sin condiciones ni chantajes, un amor real y sólido que no se escurre ni desvanece según la ropa que llevo, los kilos de más, las miradas que percibo y las circunstancias que me rodean.

img_20190105_130012_762

Esta soy yo a pesar de todo y para todo lo que venga… Imperfecta, ansiosa, cansada pero cada día más de mi parte, más entera, más serena, más sólida

No es un adiós, amor, es un canto de tolerancia y respeto, un sé que estás pero no compro, un sé que lo haces para protegerme pero no lo necesito, un gracias pero no voy a preocuparme… Un mirarte a distancia y sentirte sin dejarme someter.

Queda mucho camino, lo sé, nos vemos por aquí,  pero ya no seremos amantes, seremos viejos conocidos que se reconocen y deciden que ya no comen juntos. Seguramente bailaremos alguna noche hasta la madrugada, pero ten por seguro que al llegar el día, yo estaré de mi parte y tú tendrás que aceptar que no me quede con tus historias melodramáticas…

Gracias por mostrarme lo que nunca fui y recordarme lo mucho que queda por explorar… 

Al final, no tenía que vencerte, sólo abrazarte, aceptarte y comprender que no somos lo mismo.

Te invito. Lee un poco de mi último libro «Manual de autoestima para mujeres guerreras! aquí 
Y conoce un poco más de mí en  www.merceroura.es 

Yo también, a veces

Yo también, a veces

woman-1581202_640

Yo también, a veces me siento pequeña y cansada. Me falta un poco el aire y las ganas de dar ese paso más que te acerca a lo que buscas.

A veces, yo también llego a casa y no tengo ganas de nada pero tengo que hacer mucho y no sé cómo e intento no pensar y no parar.

A veces, yo también quiero bajar de mi vida y esperar a ver si pasa otra con mejores vistas y me subo, pero luego miro los ojos de mi hija y me doy cuenta de que tengo la mejor de todas la vidas posibles.

No pasa nada… No es el fin ni el principio. Permítete, escúchate, siente este momento y descubre que no te arrastra. 

A veces, yo también lloro sin comprender por qué y me regaño porque no me entiendo. Y ando por ahí sin ser mi mejor versión ni perseguir ningún sueño porque con tenerme en pie en ese momento me basta…

A veces, yo también me pierdo en las baldosas en un patio esperando que se empiecen a mover y me hagan un espectáculo como hacían cuando era niña las de mi patio de casa, que era particular y cuando llovía se mojaba…

A veces, yo también me descoloco cuando no puedo más y veo que otras personas lo pueden todo o eso parece. Y tengo ganas de que me den una moratoria de un par de días o de cien años para poder parar y darme cuenta de qué falla. ¿Te pasa?

No lo evites, vívelo y nota que no te invade, que no eres tú, que no es obligatorio que eso determine tu vida y tus pasos.
Sumérgete en lo que sienes y vuelve a salir. Deja que te toque lo que temes y descubre que no eres lo que estabas evitando.

Podemos hundirnos y no pasa nada. Esto no es una carrera. No hace falta sonreír siempre, es más, es absolutamente necesario estar tristes y abrazar tu tristeza. Es absolutamente necesario romper platos y perderse un rato para luego encontrarse…  Es absolutamente necesario renunciar a lo que no llegas y decidir qué quieres y qué no en tu vida.  Es maravilloso soltar para dejar de cargar el peso y luego decidir si queremos cargarlo o no…

Esto es sólo un ejercicio de consciencia, de notar, se sentir, de comprender que estás y que eres, de darse cuenta para poder encontrar el camino… Y lo encontraremos seguro, solos o con ayuda, porque nos levantaremos y volveremos siempre a nosotros mismos pero al regresar seremos más sabios.

Podemos caernos y no pasa nada, lo único indispensable es no construirnos una casa en ese lodo ni creernos que pertenecemos a ese lugar porque en realidad es algo pasajero… 

A veces, yo también digo que sí cuando quiero decir que no y luego me siento incómoda, pero lo hago porque me han educado para asumir esa incomodidad a cambio de no llevar a la culpa ficticia por haber dicho que no… A veces, me rebajo porque no me acuerdo de que merezco lo mejor y trago sapos para no quedar mal y que me reprochen… Sí, lo hago… Porque como me siento culpable de no ser perfecta, a veces, siento que tengo que pagar un peaje todavía y sufrir un poco para expiar mi culpa… Lo sé, qué mal suena, pero digamos las cosas por su nombre porque así podremos aceptar que pasan, comprenderlas y empezar a soltarlas y no depender de ellas…

Yo también creo que habrá un día en el que llegará la magia a mi vida pero lo voy postergando porque todavía no me siento digna de ella… ¿Lo haces tú también?

Pues no pasa nada… Dejemos de reprochárnoslo porque ya somos conscientes y nos hemos dado cuenta y eso le da sentido a todo. Ahora que sabemos que podemos fallar y no es sólo inevitable sino saludable y necesario vamos a mirarnos a la cara con las cuentas saldadas. Y descubrir que no había cuentas que saldar sino amor que todavía no nos habíamos dado, valor que no sabíamos ver en nosotros.

Y eso tal vez haga que ya no se nos pasa por la cabeza querer ser otros y envidiar otras vidas y aprendamos a darnos espacio y tiempo para respirar. Tal vez eso haga que comprendamos que ya somos perfectos en nuestra imperfección necesaria y podamos observar nuestra angustia desde fuera para descubrir que no somos lo que ella es… Y observar nuestros pensamientos más tristes sin que nos engullan en esa espiral de dolor y sufrimiento que nos arrastra siempre pensando que no hay esperanza. Y descubrir que no somos lo que pensamos y que podemos cambiar lo que nos da la gana.

Tal vez eso haga que nos demos cuenta de que estamos cansados porque gastamos mucha energía intentando parecer y culpándonos de todo, pensando demasiado lo que debería y no disfrutando lo que es. Y no llegaríamos a casa tan agotados …

Tal vez eso nos haga recapacitar y darnos cuenta de una vez por todas que la felicidad no es un chute de nada sino coherencia pura y paz interior… La paz de saber que estamos de nuestra parte y vamos a respetarnos pase lo que pase.

Tal vez eso hará que las baldosas se ponga a bailar de nuevo en el patio de mi casa y me de cuenta de que siempre estuvieron haciendo un espectáculo pero yo no lo podía ver porque no me permitía sentir.

Siente lo que eres ahora, sea lo que sea, no pasa nada. Vive este instante aunque haga frío o sea incómodo. Todo pasa.

Dí que no quieres, que no te apetece, que no va contigo a ver qué pasa.

Y si no lo haces, no te reproches porque a veces nos ahogamos con la venda que ponemos a la herida y muchas heridas se secan al aire. 

No eres lo que eres ahora, eres más grande y muy capaz. Puedes caer, llorar, fallar, perderte, sentirte absurdo… No dejes de respetarte por ello. Esto no es más que un momento que pasa. Y mereces parar mil veces para comprender y conocer qué hay en ti, para tomar impulso o para hacer nada y hacerlo todo al mismo tiempo…

Yo también a veces me cuento historias tristes y me las creo… Y no pasa nada, porque sé que forman parte de una gran historia que seguro que acaba bien… La mejor historia jamás vivida y contada, la mía. Y tú tienes la tuya…

Echa un vistazo a mi último libro «Manual de autoestima para mujeres guerreras» aquí

Mi lista de miedos

Mi lista de miedos

people-2570816_640

Esta vez lo voy a hacer de otro modo… Ya basta de listas de retos y deseos… Vamos a ser sinceros, lo que realmente te cambia la vida es hurgar en ti y encontrar aquello que te callas, aquello que te asusta y que escondes del mundo porque te avergüenza, lo que sigue arañándote y llevas prendido en ti esperando a que busques una solución… Este año mi lista de propósitos será una lista de miedos, de temas pendientes de afrontar, de las verdaderas heridas que tengo por cicatrizar… Una lista de todas las cosas de las que hace tiempo que huyo y me resisto a mirar a los ojos. 

¿Qué sentido tiene adelgazar siete kilos si dentro de ti sigues sintiéndote indigno de amor? ¿Para qué hacer una carrera y entrenarnos para ganarla si lo hacemos para demostrar que merecemos medallas y no para superarnos y disfrutar cada momento? ¿Qué gracia tiene ir al gimnasio si lo haces porque crees que debes y no te hace feliz? ¿No sería mejor ir sin expectativas e intentar disfrutar de la experiencia? ¿No nos estamos engañando con nuestra lista de deseos cada año? Lo digo porque esos deseos están genial y os animo a llevarlos a cabo pero no se mantendrán en el tiempo si no somos capaces de curar la herida que hay detrás de ellos… Si no vamos más allá y comprendemos qué miedo están ocultando… ¿Y si buscamos la esencia de lo que nos paraliza e impide avanzar? ¿Y si nos hablamos claro a nosotros mismos? 

Voy en serio conmigo,  me comprometo con mi felicidad y mi paz interior… ¿Vas en serio contigo o eres una aventura pasajera?

Es cierto, cuando cambias tu exterior o tu entorno eso supone una motivación, un empujón para tu autoestima, un primer paso… Eso es maravilloso, el caso es que no se puede quedar ahí, al menos, no podemos fingir que el problema está solucionado porque no es cierto… Si marchándote no afrontas por qué te vas, estás huyendo… Si quedándote no aceptas lo que hay y no cambias tu forma de vivirlo, estás resignándote… Podemos dejar una adicción, eso es necesario sin duda, pero tenemos que comprender qué nos lleva a ella y qué vacío está tapando, de lo contrario, volveremos a ella o la cambiaremos por otra… Cuántas veces cambiamos de pareja y la siguiente nos sigue haciendo lo mismo… Lo trucos no sirven, hay que ir en serio con uno mismo, porque si no, eso nos llevará a repetir la situación una y otra vez hasta darnos cuenta de que no estamos afrontando la situación real sino que nos andamos por las ramas.

Lo digo porque eso sería como maquillar la imagen que ves de ti mismo en el espejo y creer que eso ya nos hará ser más guapos, o mejor dicho, sentirnos más guapos porque lo que cuenta es lo que sientes que eres y en todo ser humano hay belleza, está esperando a ser rescatada por nuestra autoestima y el respeto… Lo digo porque yo me he pasado la vida maquillando el espejo en lugar de aprender a amarme y respetarme.

Gastamos mucho dinero con productos (me parecen válidos) para sentirnos mejor, para parecer más delgados, más altos, más firmes, más felices, más sabios… Buscamos respuestas en los libros, en las revistas, en los gurús (me parece genial, yo escribo libros, no tengo nada en contra) pero lo que cuenta es lo que interiorizamos y estamos dispuestos a hacer para nosotros… Nuestro compromiso con nuestras ganas de cambiar y transformar nuestra vida… Las acciones y renuncias que somos capaces de llevar a cabo para dar un vuelco a nuestra vida de verdad… Muchas de ellas, ni siquiera requieren movimiento, sólo pararse a sentir y aprender a pensar, decir no a lo que no nos llena, vivir desde la consciencia… Haciendo incluso lo mismo que antes pero desde la comprensión, sin el piloto automático… Cambiar nuestro mundo interior y estar en paz, dejar de traicionarnos, y eso de forma inevitable se verá reflejado en nuestro vida… Podemos ayudarnos de lo que queramos, libro, cremas, cursos… Lo que importa es que nos lleguen dentro, que aprovechemos lo que nos ofrecen para transformar nuestra forma de vivir… Sino, todo lo gastado es como si se lanzara a una especie de vertedero de ilusiones perdidas. No porque lo que compremos no sea válido, sino porque pretendemos que sea la solución cuando si lo usamos como tapadera se convierte en parte del problema… Con ello no digo que no compremos lo que queramos para estar más cómodos o sentirnos más guapos, al contrario, pero que eso no se convierta en un parche sino en un estímulo para curar la herida que ese problema pone en evidencia… Si te amas, amarás tus arruguitas, tus kilos de más o tus kilos de menos… Si no te amas, nunca serás perfecto y siempre estarás peleando contigo y con la vida para conseguir algo que ya tienes, que ya está en ti, que es cuestión de un trabajo interior… A base de conocerse, comprometerse contigo y si es necesario acudir a un buen profesional que te oriente.

Esto va de ser muy sinceros con nosotros mismos y dejar de hacernos trampa… Va de decirnos la verdad, aunque duela y moleste, cuánto más molesta, más necesario es decírnosla y escucharnos… Somos un todo, cuerpo, mente, emociones, alma… Lo que afecta a una de nuestras facetas afecta a todas ellas y debe curarse en todas… Dejar de sentir que no vales nada, dejar de decir que no vales nada, dejar de pensar que no vales nada… Y en consecuencia, tratarte como lo valioso que eres… Encontrar tu coherencia.

El caso es que este año que está apunto de empezar, he decidido dejarme de listas de retos e ir a por todas… Voy a hacerme una lista de miedos. Una lista de fantasmas… De cosas y situaciones de las que huyo para salir a encontrarme con ellas… Una a una, sin prisa pero sin hacerme la remolona. Tomando conciencia de cada una de ellas… Notando y comprendiendo de dónde vienen y qué han supuesto y suponen en mi vida… De lo que me he privado por no abordar esos miedos antes, de lo que me alejan y a lo que me acercan… De las máscaras que me he puesto para soportarlos y esconderlos… De qué emociones liberan en mí… Rabia, tristeza, vergüenza, asco… Apuesto a que la primera es la que predomina en mí pero voy a dejar que me sorprendan… Voy a hacer arqueología de mis emociones para ver a dónde me llevan . Voy a ver dónde noto mis pensamientos, qué me duele cuando me niego a mí misma o me digo esas cosas que no merezco oír… Voy a perdonarme por no haber hecho mi lista hasta ahora y darme cuenta de que no pasa nada, que todo llega a su tiempo… Que he hecho lo necesario y que ya no voy a dejarlo más… Merezco superar mi lista y luego, si al quitar esa capa, soy capaz de ver que hay más, ir a por otras…

Y no se trata de hacer una lista facilona, se trata de una verdadera lista que ahonde en ti y que te confronte con tu realidad, que toque de pies en el suelo y te haga saltar las costuras… Reconociendo tus verdaderos miedos para enfrentarte a ellos y hacer que de una vez por todas dejen de perturbarte y dirigir tu vida…

Para hacer visible lo invisible que está ahí, dentro de nosotros, dando la lata y doliendo un horror…

Para hacer consciente lo inconsciente y dejar salir la presión, la angustia y reconocerte a ti mismo que puedes y que ya basta de ocultarte cosas y fingir…

Para reconciliarte contigo y con todas tus partes y convertir tus debilidades (nunca lo fueron) en fortalezas y retos. Para dejar de mentirte y de traicionarte a ti mismo, como si mercadearas con tu vida. Para asumir la responsabilidad de vivir tu propia vida y dejar esquivar tus conflictos pendientes.

Esto es un ejercicio de honestidad y honradez, de reconocer y reconocerse, de encontrar la verdad que subyace en cada gesto, en cada momento, en cada hábito o costumbre para comprenderse y aceptar… No me voy a quedar en la superficie de retos que lo que hacen es poner una capa de pintura a mis verdaderos miedos para taparlos ni voy a dejar que mis monstruos sigan viviendo en el armario o bajo la cama… Ya basta de dormir con la luz encendida por si acaso, es la hora de dejar de temerle a la oscuridad… Y mientras tanto, podemos hacer todo lo que nuestra otra lista (la ordinaria, la de retos) nos sugiera porque seguro que nos ayuda…

Esta lista nos hará libres porque podremos abrazar nuestra oscuridad y descubrir que en realidad era sólo una puerta que abrir para tomar impulso, que lo peor que creemos que hay en nosotros es lo que nos va a cambiar la vida…

Ya la tengo hecha, mi lista de miedos es larga, no hay prisa pero hay compromiso… El compromiso que todos nos debemos a nosotros mismos… Esto no va de puntuar o conseguir méritos ni premios, ni siquiera va de ser mejores o tener éxito, va de ser libres y eso ya nos hará sentir que hemos llegado a la cima… Y en la cima hay paz y equilibrio.

Este año no quiero quedarme en la superficie… 

Rompamos el molde

Rompamos el molde

gat ulls

Sólo es ahora y nada más. Lo demás no está, no existe. Dejó de tener sentido o todavía no lo tiene. No podemos controlarlo, no controlamos nada… Sólo podemos sentirnos bien, a pesar de los alambres de espino que hemos dibujado en nuestros tobillos y los muros que hemos construido mientras intentábamos encajar en una sociedad hambrienta de verdades a medias que la ayuden a seguir jugando sin romper la baraja…

Sólo tenemos este momento. El anterior es historia y el siguiente es puro misterio. Podría no ser, no dibujarse, no empezar. Hacerse líquido y derramarse, ser arena y escurrirse entre nuestras manos… O ser tan sólido y duro que nos golpeemos contra él buscando un por qué que sólo se descubre cuando te separas de todo y miras dentro de ti.

Sólo nos queda hoy y nos lo perdemos buscando el vestido perfecto y la coartada perfecta para cuando nos miren otros ojos y no nos vean perfectos… Hurgando en nuestro armario repleto de máscaras grises para que las miradas grises no descubran que en realidad somos de colores… Poniéndonos el traje triste para que nuestra felicidad incipiente no ofenda a los que regalaron su voluntad a cambio de una seguridad ficticia… Para que los que han decidido permanecer dormidos no sepan que estamos despiertos y planeamos escaparnos a una realidad paralela que estamos construyendo desde la nada…

Nos queda un suspiro y no queremos gastarlo con aire viciado,  pero nos vemos tan obligados a disimular que llevamos puesta debajo la ropa de personas libres que los ojos nos brillan y cuando hablamos nos salen por la boca palabras preciosas e imposibles de ocultar…

Si tardamos mucho en salir del país de las no maravillas que nos habita por dentro a veces volveremos a usar esos pensamientos viejos y rancios que antes nos hicieron creer que todo era imposible y no había más opción que seguir en la fila… Si no nos vamos ahora por miedo que tengamos y frío que nos digan que hace fuera de este lugar hermético y calculado, los pies se nos convertirán en raíces y nos volverá a entristecer la lluvia como nos entristecía antes cuando no sabíamos de su belleza ni llevábamos todavía el sol a cuestas… Si nos demoramos, nos dejaremos convencer por un montón de almas cándidas y cobardes que nos dirán que no podemos y no merecemos más de lo que nos cabe en la cuchara o en la libreta diminuta que nos dieron para apuntar sueños sin espinas… Si esperamos una hora, un minuto, un segundo, una ola gigante en forma de rutina pegajosa nos devorará las ganas e inundará nuestros sueños con fotografías de objetos prácticos y metas asequibles y nos dejará nadando en mediocridad…

fence-2163951_640

Si no nos vamos ya, los que siempre tienen respuestas para todo, nos recordarán que nosotros sólo tenemos preguntas y nos convencerán de que es más fácil caminar en línia recta.

No nos dejarán volver a intentarlo porque les asusta que aprendamos a bailar y luego volvamos y contagiemos a todo el mundo y les invada la risa descontrolada y gratuita.

Si nos quedamos, despareceremos y nuestro ahora será nunca y nuestro vacío en el pecho será siempre.

Nunca y siempre… Las dos palabras que más agujerean el alma y desesperan al que busca alternativas y dibuja mundos. 

El pasado es una noche pensando que lo que sueñas no llega. El futuro es un gato que regresa a casa después de pisar mil tejados.. Este momento eres tú mirándote al espejo y descubriendo que lo que te asusta va a hacerte libre… Vamos a hacerlo, saltar la valla imaginaria de nuestros límites y asumir el riesgo de nuestra autenticidad, de nuestra necesidad de sentir.

Vamos a descubrir si más a allá de la monotonía hay un mundo mágico o un acantilado sin ramas a las que sujetarnos para frenar la caída…

Vamos a ser auténticos y dejarnos de excusas para no ser nosotros mismos porque al final de la vida no nos lo perdonaríamos. Asumamos ya lo que somos y amemos tanto nuestras diferencias que ya no nos duela que no nos dejen entrar en el bar de los tristes, los cansados y los que no se atreven… Que no nos importe si nos juzgan y nos señalan con el dedo, que no nos moleste mirarnos al espejo de la vida y ver que no hay nadie más como nosotros… Saltemos del tren si nos está llevando a una decisión que nos aturde… Dejemos la fiesta de la indiferencia y busquemos un lugar donde se celebre con ganas la incertidumbre y se busquen cómplices en lugar de competidores y amigos en lugar de palmeros… Un lugar donde no importe la noche ni el día porque los segundos sean oportunidades por llenar de risa y emociones verdaderas. Donde no asuste lo nuevo, lo desconocido, lo raro y lo que no encaja y donde el final de los libros podamos escribirlo nosotros mismos.  Seamos capaces de ver más allá de nuestras creencias más arraigadas y cuestionarnos lo que jamás pensamos que podríamos cuestionar. Da igual si eso nos hace flojos o absurdos a ojos de los que nunca dudan ni se plantean nada que pueda romper sus dogmas y salpicar a sus dioses diminutos que conducen coches rápidos para llegar a la esquina… Quitémonos el uniforme de guerrero absurdo y dejamos de pelear por batallas que no son nuestras. Lancemos al abismo el insoportable manual sobre cómo vivir vidas anodinas y quitémonos el disfraz de personas normales. 

Nos queda sólo este momento. La vida es ahora. Mañana es nunca. Ayer es siempre. Seamos como realmente deseamos ahora, sin esperar a que la placidez de lo cómodo nos agarre por el cogote y la monotonía se nos pegue a los zapatos. Soltemos el control ficticio de lo que creemos que debemos ser para convertirnos en lo que realmente nos hace vibrar… Seamos nosotros aunque a otros al mirarnos les moleste vernos que reflejamos todas sus deliciosas imperfecciones y se asuste darse cuenta que hemos roto el molde… De que lo que pensaban que no era posible es una realidad

La insoportable necesidad de ser normal

La insoportable necesidad de ser normal


mujer-rechazada

Siempre fui la rara. Al principio pensaba que me faltaba algo y luego creí que me sobraba. No sabía por qué pero siempre me sentí distinta, no encajaba. Como ese juego que les ponen a los niños para que desarrollen su capacidad donde hay que meter el círculo en el hueco del círculo y la estrella en el hueco de la estrella… Yo no tenía hueco o no era capaz de encontrarlo… Y mi forma era rara.

Si tuviera que definir mi infancia usaría una palabra, triste. Me sentía rechazada y pequeña, soñaba con no estar o con vivir muy rápido y abandonar ese estado para poder ser adulta. Me sentía vieja, cansada que buscar mi hueco.

Todo era muy complicado y doloroso. Siempre he estado muy conectada a mi cuerpo y lo he somatizado todo. Por eso, era siempre una niña enferma. Perdía el equilibrio y me pasaba días en casa sin poder tenerme en pie… En mi mundo, todo era muy… Cuesta definirlo pero hay una palabra que  me sirve, INTENSO. Cuando hacía frío hacía mucho frío, cuando algo daba miedo, daba mucho miedo… Cuando dolía, era insoportable. Una palabra me partía el alma en dos… Una mirada me rompía el corazón. Todo parecía una aventura complicada, todo era arriesgado y terrible.

En mi mundo, el invierno era la única estación del año. Siempre olía raro y mi nariz parecía loca llevándome de un lugar a otro… Hay lugares en los que no puedo entrar hoy en día porque ni nariz no me da permiso y me estómago se da la vuelta.

Caminaba encogida y siempre a flor de piel. Mi estómago se zarandeaba fácilmente. No paraba de soñar que todo pasaba, que llegaba un día en que era impermeable al mundo y nada me afectaba. Sin embargo, no llegaba nunca. No es que quisiera que fuera todo perfecto, es que necesitaba que fuera todo normal y nunca lo era, no lo fue, no lo es… Todavía hay ocasiones en que me doy cuenta de que freno mis sueños porque me asusta cumplirlos y ser distinta, especial, porque en el fondo, quiero ser NORMAL. Aunque esa no es mi verdadera forma, es la que todavía sueña la niña que llevo dentro y que no soporta que todo costara tanto de conseguir porque la vida le chillaba con un altavoz gigante. Había mucho ruido en mi mundo. El mundo en sí es un amasijo de ruidos insoportable que a veces martillea mi alma. Y no hablo sólo de mis oídos, hablo de mi piel… Siempre he estado buscando un poco de silencio… Y no podía pensar con claridad aunque tampoco dejaba de pensar… Siempre le daba vueltas a los mismos pensamientos. Los pensamientos se pudren, se acumulan, se corrompen. 

Aunque lo más duro era una pena inmensa que me quebraba por dentro. El mundo me dolía, me duele. Me afecta como si fuera mi sangre y mi carne, tal vez lo es … El dolor ajeno y la fealdad del ser humano me golpeaban las sienes. La injusticia me sacudía tanto ya entonces que era como un grito insoportable de algo que quería evitar y no podía… Tal vez por eso me convertí en gladiadora… Así reaccioné yo durante años al dolor inmenso de sentir que el mundo era un lugar sin alma, atacándolo, luchando, guerreando como una bestia para que se diera cuenta de que no podía seguir así, necesitando cambiarlo… Sin aceptarlo ni poder mirarlo porque me sentía apuñalada.

dolor

Si tuviera que definir mi despertar de todo esto, usaría otra palabra, rabia. Una ira descomunal se adueñó de mí y decidí vengarme de este mundo hostil y perverso. Sin embargo, sólo conseguí hacerme daño a mí misma.

Y el mundo seguía sangrando y sangrándome. Daba vueltas sin mí porque yo me ocupaba de darle patadas. Odié tanto al mundo por no ser amable que me odié a mí… O tal vez primero me odié a mí por no ser normal y encajar y eso me hizo odiar al mundo porque no había un rincón en él que me pareciera acogedor y amable. 

Hasta que comprendí que el mundo es un reflejo de mi alma cansada y que todo lo que hay en él tiene un pedazo de mí misma. 

Hasta que no comprendí que no es malo, sino que sufre, como yo. Que no es cruel, es que tiene miedo, como yo… Que mi sensibilidad e intensidad no eran una carga sino una bendición, un privilegio que me permite tomarle el pulso a la vida y saber qué siente el mundo… Un don para encontrar mi lugar. 

¿Habéis mirado a los ojos a alguien que no conocéis y habéis sido capaces de leer su dolor, de notar qué siente y empatizar tanto que te duela? Seguro, alguna vez. Imaginad ahora que pesara casi siempre, que no lo pudierais evitar y que necesitarais salvarle y decirle que lo notas todo… Que su rudeza fuera más ruda en ti y su miedo más intenso y pudieras casi respirarlo…

Pero ¿Cómo salvar al mundo si no puedes salvarte a ti? ¿Cómo amarle si no te amas porque no encajas en él?

Hasta que decidí que no iba a salvarlo, que iba a salvarme a mí y que si era capaz de conocerme y amarme, puesto que formo parte del mundo y me reflejo en él, sería capaz de curar una parte de él…

Todos somos una de las heridas que hay en el mundo, si somos capaces de cicatrizarlas y dejar que curen, estamos cosiendo una de ellas… Somos mundo y lo que sentimos queda dibujado en él y todo cambia. 

Uno de los privilegios de sentir tanto, de sentirlo todo a flor de piel y percibir el mundo con todos los sentidos y alguno más, es descubrirte conectado a la vida y a las personas. Saber que no estás tan solo y que todos somos diferentes, especiales y en el fondo no encajamos, sólo fingimos un poco para poderlo soportar y evitar que nos señalen con el dedo. Aunque, los dedos que nos acusan en realidad son nuestros propios dedos… 

Me pasé media vida escondiéndome y avergonzándome de mí, hasta que un día decidí empezar a usar mi dolor para hacer belleza, para curarme. Hasta que decidí ver mi «defecto» como una virtud y mi vulnerabilidad como una fortaleza.

Lo que separa a un friki de un héroe es la actitud. Yo no soy una heroína pero a veces siento que tengo poderes. Todos los tenemos, pero no los usamos… Porque nos asusta descubrir que brillamos y somos capaces de mucho… Nos asusta la responsabilidad de saber que nuestra vida en realidad depende en gran parte de cómo seamos capaces de surcarla y percibirla.

Por eso me puse a escribir. Empecé a usar las palabras para sacar el dolor, para mitigarlo y decirle al mundo que me salpicaba…

Yo que me había pasado la vida ocultándome, decidí desnudarme para notar la vida del todo y dejar de intentar ser impermeable. 

Y en las palabras encontré el silencio, la burbuja, el lugar donde encajaba y desde el cuál podía pensar y sentir sin temor.

Y ahora doy gracias por no encajar, por no haber encontrado mi hueco y haber tenido que descubrir que mi hueco era yo misma… Y por haber descubierto que en realidad el mundo es un lugar hermoso, para ver su belleza sólo tengo que amarlo y no juzgarlo… Como tuve que hacer conmigo para descubrir mi poder. Esa es la clave, amar lo que eres, seas lo que seas. 

Escribí este texto para una conferencia sobre Personas PAS (Personas Altamente Sensibles)  en la Universidad de Psicología de Oviedo gracias a Jessica Buelga, gran profesional y buena amiga, una persona que siempre te contagia entusiasmo y energía. Gracias a ella, compartimos el pasado día 27 de octubre qué significa sentir y vivir intensamente, reconocer qué te pasa cuando la vida te afecta demasiado y aprender a existir con esa maravillosa carga de ser PAS que en realidad es un privilegio… Todo lo que nos hace enfrentarnos a lo que nos asusta es un don, una oportunidad… Todo lo que nos duele nos enseña a dejar de resistirnos a la vida… Todo lo que nos pone un obstáculo en el camino, en realidad, nos señala el camino… Mil gracias Jessica, mil gracias a las personas que compartieron conmigo ese momento y abrieron su alma para dejar entrar un poco de la mía y mil gracias a Asturias de nuevo… Te siento muy mía, cada vez más.