No somos libres. Al menos no, todavía. Estamos atados por nuestros convencionalismos, algunos necesarios y otros totalmente faltos de sentido. Nos atamos a una idea de nosotros mismos que nos hace pequeños, nos jibariza el pensamiento, nos entumece las neuronas, ya muy chicas de tanta doctrina repetida. El agobio y el asco comprimen la conciencia.
A veces estamos atados a la estupidez de sentirnos ridículos, diminutos. Otras veces, lo que nos une a lo absurdo es el creernos divinos, sabedores del todo, capaces de entrar diez segundos en la vida de los demás y vomitar en ella todos nuestros complejos en forma de prejuicio.
No somos libres ni cuando nos creemos cucarachas, ni cuando pensamos que somos dioses. A veces, somos fuego y somos paja.
No somos libres. Nos educan para creer que sobresalir es malo, que la mediocridad es cómoda, que la excelencia es agotadora. Nos piden que pensemos en círculos como si fuéramos lavadoras, que no salgamos del decorado… que ensayemos tres gestos básicos para la risa, la tristeza y el miedo y cerremos los ojos. Y los cerramos. Al asco, a la incertidumbre, a la mentira; a todo lo que no es simple y necesita matices. La masa es facilona, se deja; medio narcotizada es mansa… y somos masa. Nos convertimos en masa amorfa capaz de ser usada para todo, tomando la forma que otros necesitan… permaneciendo quieta y silenciosa.
No somos libres porque en la cuna nos explican que hay modelos de vida y hay que seguirlos. Porque nos dicen que salir del camino tiene consecuencias. Y hacemos caso siempre, casi. Nos entretienen con historias inmundas, nos dan carnaza fresca… nos mantienen cansados…
Y luego cualquiera va y se levanta con ganas y dice en voz alta que quiere opinar distinto… que en su mundo interior hay matices, que su vida es suya. No nos atrevemos… nos han educado para el subsidio y no para el estímulo. Para saciar el instinto más primario y hacerse pocas preguntas… las preguntas son peligrosas.
Aunque si ahora no nos atrevemos a pensar distinto ya es cosa nuestra. No nos podemos pasar la vida mirando atrás y echando culpas. No podemos imaginar conjuras ni tragedias ni levantar el dedo para disculparnos por existir. Somos lo que queremos ser. Lo que buscamos. Lo que imaginamos y soñamos. Somos lo que nos permitimos ser. Somos lo que permitimos a los demás que nos hagan.
Cada uno cultiva su huerto y sabe lo que en él planta. Todos sabemos si quitamos malas hierbas o si echamos las semillas a tiempo. Nadie espera cosecha si se tendió más de lo debido a mirar como otros sembraban.
Y somos responsables de lo que elegimos. Somos responsables también de pasar de largo y no elegir nada. Nos tragamos cada día nuestra consecuencia. Sobrevivimos a nuestra miseria. Somos lo andado y lo que nos queda por andar.
No somos libres del todo, pero somos responsables de intentarlo. Somos nosotros quienes debemos escoger a qué o a quién seguir atados. Somos nosotros quienes decidimos si nos quedamos con el gato o la liebre… ya nadie nos engaña… basta de excusas.
La libertad, si no se tiene, se busca. Se persigue, se araña.
Muchos, con lo que tenemos, decimos que no podemos, ahora (que es siempre) no. Muchos no somos libres, porque tampoco tenemos esa actitud, la que incita a pensar que quiza si podamos.
‘Libertad’, bonita palabra. Lástima que le pase lo que a ‘salud’. Nos acordamos de ellas cuando nos faltan. Mientras las tenemos, o creemos que las tenemos, ¡Viva la Pepa!.
Nacemos ya presos de las mentes que nos rodean y nuestro cuerpo. Mientras crecemos, si no tenemos la suerte de un entorno familiar, educativo, que nos proporcione un mínimo de herramientas para pensar como entes individuales, críticos; estamos condenados a vivir un ‘espejismo’; muy contentos y ufanos, si, hasta que nos vemos en la que nos vemos ahora. Y todo son lamentos y rechinar de dientes.
El Ser Humano, dese el momento que se convierte en ser social, pierde su Libertad. Por eso, prefiero hablar (cómo en Física, al describir sistemas) de ‘grados de libertad’. Y, sí, Mercè, ahí hay que arañar y luchar. No perder ni un ápice de ellos. Y a ser posible conseguir otros. Y eso, requiere esfuerzo y energía. No se regala ni se subvenciona.
Gracias Mercè.
Estoy de acuerdo contigo y pienso que cuando a un persona se le acaban las preguntas,es porqué ya esta muerta ,tenga la edad que tenga.Un abrazo
«No somos libres. Nos educan para creer que sobresalir es malo, que la mediocridad es cómoda» …… Ara és quan venia el comentari….però a coincidit amb uns tuits creuats que l’han substituït perfectament del que volia dir.
Gràcies Mercè!
Moltes gràcies… és difícil ser lliure, però és un exercici que ens devem a nosaltres mateixos.
Gracias a ti siempre!
No somos libres del todo, pero somos responsables de intentarlo. Somos nosotros quienes debemos escoger a qué o a quién seguir atados. Somos nosotros quienes decidimos si nos quedamos con el gato o la liebre… ya nadie nos engaña… basta de excusas.
Este párrafo en concreto debería aplicármelo yo en mi vida personal.
Gran post ¡Como siempre!
No sólo tú, todos vamos tropezando con la misma piedra una y otra vez. Si al menos nos damos cuenta…
Mil gracias!
Mercè