Camino por la calle rumbo a casa y una niña de unos cuatro años me enseña el pequeño bolso que se ha hecho ella sola esta mañana de verano. La miro y unas ganas tremendas de abrazar a mi hija me invaden todos los sentidos… No entiendo por qué, pero mientras piso la calle bajo un sol imposible de esquivar, me inunda la sensación de haberme perdido algo, tal vez mucho, demasiado… Las lágrimas me caen por las mejillas mientras intento recordar a mi hija con esa misma edad, cuatro años, con ese vestido blanco que poco le duraba limpio, aquel verano, cuando dejaba una etapa de la niñez y como ella decía se convertía en una niña «mediana» y ya no pequeña.
Una necesidad loca por acariciar a esa niña que ahora la dobla en edad me provoca una gran angustia… Esa niña creció y no está, habita en algún lugar de su memoria y la mía y no volverá a decir palabras como ella las decía ni a aprender las mismas cosas nuevas, ni a ponerse ese vestido blanco que se ensuciaba en dos minutos cuando ella se tiraba por los suelos…
No ha perdido su espíritu salvaje, ni ha dejado de preguntar porqués. Tiene los mismos ojos rebeldes y esas ganas inmensas de vivir aventuras. Aunque yo me perdí una parte de eso, porque no conseguí compaginar a la madre con la profesional y me tragué dosis de angustia, de dolor, de pérdida y una culpabilidad inmensa que se alojaba en pecho y de noche hacía sonar unos tambores que me recordaban que estaba fracasando… Mil tardes la dibujé en un despacho triste, intentando arañar emociones y recrear su voz dulce en mis oídos sordos al mundo… Viví de llamadas buscando sus «te quiero», de fotos de momentos perdidos y nunca recuperados y de la tortura del «vendré un poco más tarde» suplicando que el tiempo se detuviera… Busqué mil formas, pero no supe encontrarlas, tal vez ofuscada por esa misma angustia.
Me sentí tan rota que hubiera parado el mundo para bajarme de él y le hubiera gritado a la cara que era injusto, que no hay derecho, que lo quiero todo y lo merezco todo… Que yo la quiero a ella y ella me quiere a mí y que deberíamos poder estar juntas sin renuncias porque necesitamos regirnos por el sentido común y no por la sinrazón de una sociedad que se afana en producir de forma desaforada, sin darse cuenta de que la felicidad es también productiva… Y que olvida que la coherencia conduce al éxito y que la humanidad tiene recompensa siempre.
Y ahora camino cansada viendo sus ojos en los ojos de otra niña y los míos se sumergen en lágrimas y remordimientos por no sé qué… No haber sabido más, no haber podido, no haber encontrado fórmulas para hacerlo todo… Y noto en la boca el mal sabor de no llegar a todo y no saber decir no o encontrar la manera de gritar un basta… Y pienso que los ratos pasados con ella fueron hermosos, pero cortos, los siento diminutos y salvajemente escasos, robados a un reloj que marca los minutos sin alma y a unos horarios sin sentido. Siento que debe de haber otra forma, otra fórmula para encontrar la manera de conciliar todo esto sin morir de miedo, de asco, de desesperación por ausencia, por no estar cuando quieres estar, cuando mereces estar, cuando necesitan que estés…
Siento que el mundo está organizado por una especie de fanático de las bromas crueles y cedo todo mi poder a sus ideas sin remedio y sus pensamientos atroces… Me siento atrapada y agotada de pelear por algo que es mío, que es nuestro, que es básico… Para mí, para todos, para ellos, para nosotros… Me desespero y la esperanza se va por el desagüe. Me siento atrapada en el pasado no vivido y me ato la conciencia para poder parar de sentirme vacía… Vivo en una culpa que no es mía, pero que arrastro sin poder soportar ni dejar de sentir.
Siento que se me escapa mi pequeña diosa de ojos brillantes y preguntas impertinentes, que una parte de ella se va y no la toco, no la veo, no la retengo (tal vez, no debo). Lamento no haber vencido el cansancio y haberle hecho más cosquillas, más fotos, dado más besos, más caricias, más abrazos… Amo sus manos todavía pequeñas y sus cabellos repletos de reflejos dorados y preciosos… Quiero ser un submarino en sus risas, un camino en sus pecas, una mano cuando intente levantarse después de caer… Quiero que aprenda a vivir sin que yo le haga falta, pero para eso le hago falta ahora, siempre… Para contarle cuentos, para explicarle que debe intentar siempre, apostar por ella misma, confiar, aceptar las derrotas como tesoros valiosos y administrar los triunfos con toda la humillad posible… Quiero verla bailar y oír como canta con su voz de plata… Quiero que me cuente por trigésima vez la misma anécdota y yo vuelva a reírme como si fuera la primera…
Quiero dejar de dedicarle los momentos más recios y duros del día, aquellos en los que estoy tan cansada que grito sin sentido y se me cierra la mente sin saber por qué… Quiero paciencia para comprenderla y un mar de calma para apoyarla, escucharla, sentirla… Quiero tiempo, sobre todo, quiero tiempo, para dejar de escurrirme sin sentido y acumular losientos y quejas.
Y se me escapa, a marchas forzadas, con un frenesí loco, cada día muta, cambia, da la vuelta y lo que ayer era novedad ahora es viejo, pasado, gastado… Aprende rápido y el viento la lleva sin tregua cada día a una vida distinta… Y yo la busco, reconozco, a veces con las ganas ahogadas porque no puedo más, pero deseando poder y estar a la altura. Con los ojos llenos de lágrimas culpables y la garganta inundada en rabia por no estar, no ser, no saber, no poder.
Hay tanto amor surcando el aire buscando sus pasos alegres y su mirada inquieta que puedo masticar mi angustia por no poderla abrazar ahora. Notarla cerca, sentir como late, ser su madre como deseo y como me corresponde…
Lo digo con todas las letras… No es sólo que ella me necesite, es que la necesito yo.
Por todas las veces que me perdí sus primeras veces… Por las que pude o no supe estar… Lo siento, mi amor, ando perdida en un marasmo de días buscando maneras de conseguir más horas para estar junto a ti. Te tengo ganas, ganas inmensas…
Tal vez puedas advertir a tu hija sobre ese sentimiento . Tal vez las madres no son como los padres. Tal vez no se dice qué es lo importante . El circulo seguirá y los sentimientos se enterrarán. Ah…#lavida
Ya lo sabe, se lo conté… Y es verdad, a menudo, las madres no son como los padres… Mil gracias 🙂
Hola Merce
Te entiendo todo lo que sientes. El tiempo pasa muy rápido, mi hija tiene ya 17 años aunque todavia pasamos mucho riempo juntos. Esa niña de 4 años, pequeñita, graciosa, de la que tu hablas todavía está ahí en la de 17, la acompañará toda la vida lo mismo que también está el niño o la niña de 4 años que fuimos tu y yo.
En estos ultimos años de mi crecimiento personal he sido consciente de que mientras recuerdo la niña de 4 años que fue con nostalgia me pierdo la niña de 17 que es ahora, con sus miedos, sus neuras, su lucha contra el mundo, porque a pesar de tener 17 años siempre será mi niña, y yo quiero seguir trabajandome para ir soltandola poco a poco y estar muy pendiente de que cuando necesite un abrazo, un hombro para llorar que sepa que yo estoy ahi y que puede venir sin preguntas, sin juicios. Pero todo esto no me quita echarla de menos al día siguiente de cada uno de los viajes y excursiones que ha realizado y realizará con su instituto y sus amigas.
Bueno este es mi testimonio y lo que a mi me sirve para mirar el pasado solo para darme una vuelta sin reproches porque al fin y al cabo mis padres lo hicieron lo mejor que sabian y yo ahora con mi hija y tu con la tuya tambien lo hacemos lo mejor que sabemos.
Y recuerda que eres y seras la mejor madre que puede tener. Un abrazote Merce
Mil gracias por tus palabras… Sé que tengo que estar en el ahora, pero es que el ahora también tiene ausencia… Y no me quiero resignar a esto… Un abrazo y me quedo tus palabras maravillosas!
Buenas tardes, Merce. Ufff… Sin palabras. Aún no soy madre y por ello quizás no pueda llegar a empatizar lo suficiente, por mucho que quisiera, pero sólo decirte, que por el simple hecho de pararte a reflexionar sobre el contenido de éste post ya le estás garatizando a tu hija poner a su disposicion, no sólo una gran madre, sino una gran persona. Eres muy valiente; has sido capaz de plasmar, muy delicadamente, el reflejo de «las culpas, necesidades y dudas» de la madre trabajadora del siglo XXI. Gracias por llevarme a la reflexión incluso desde mi rol de no madre, pero sí de mujer que trabaja «fuera de casa». Un saludo.
Gracias por tus palabras… Es verdad, pararse a pensar es el primer paso pero hay que cambiar las cosas… Siempre desde la aceptación, claro! un abrazo 🙂
😭👏👌
❤❤❤❤❤❤
gracias 🙂
gracias 🙂
Como hija te diré que las hijas nunca olvidamos, pese a «errores» (que todos cometemos) pese al tiempo y pese a quedarnos sin madre, a las madres empapadas de puro derroche de corazón como el que muestras 😉
Pese a que puedas pensar que no le dedicas más tiempo del que quisieras u otras cosas, le das lo más importante! : Tu esencia, ¡tu amor incondicional! y ¿eso? NUNCA Jamás lo olvidamos!. Ella tampoco lo olvidará. Quédate con eso …Nunca lo olvides… 😉
Y como madre que seré: me quedo con tus palabras, y tu sabiduría.
Como decía mi madre: No sé qué clase de mundo dejaré a mi hija, pero sé la clase de hija que dejaré al mundo…
El tiempo es AHORA!. En este momento!. Moriremos todos (hay quienes se creen eternos y jamás lo entendí!).
La vida nos regala cada día derroches eternos e infinitos de magía. Hoy también es un día mágico. Hay eclipse.
Los que tenemos la suerte de poder verlo en directo, ahí estaremos, viendo esa magía… !
Para los que no se encuentren en zonas visibles o en otros países, aquí va el enlace :
https://www.nasa.gov/eclipse2017
A dejarse llevar por estos regalos de vida…
Espero verlo algún día con mi hija…y hacerla ver que… ¿la vida? es pura magía ! .
A disfrutarlo!.
Nunca más volverá este día. Cada día es único, y tal vez… ¿mañana?….mañana ya no estemos aquí para contarlo, y ¿vida? sólo hay una!.
Un beso
…Sorry ! han bailado hasta las tildes con tanta magia… 😉
Take care !
Mil gracias! somos magia! un beso 🙂
Thank you 😉
Con cuatro hijos y tres nietos, ¿qué quieres que te diga? ¿Cuántas veces puedes llegar a pensar que no estás cuando tienes que estar? Pero, ¿sabes una cosa? Que aunque no estés, ellos sienten ese gran minuto que les dedicas porque estás derrochando amor. Aprovecha ese minuto, aprovecha ese segundo y entrégate, fúndete en su interior. Y no te sientas tan culpable, porque aún en la distancia los corazones se unen y el amor se siente. Poco a poco te irás liberando y el tiempo será tuyo, porque como tú dices «los muros están ahí porque tienen algo que enseñarnos». Y siempre nos enseñan. A mi me han enseñado a estar orgulloso de mi mujer y de mis hijos y ahora ellos me demuestran que he estado más cerca de lo que yo me pensaba. Un saludo. Sabes donde me tienes.
No sé, ya llevo tiempo y no me libero y el tiempo no es mío todavía… No me sirve de nada cuando ella sea mayor (no porque no vaya a verla entonces, sino porque me habré perdido aún más cosas)… Ojalá pase.. gracias 🙂