Harto de las mismas caras tristes y airadas en las noticias. De frases vacías y eslóganes absurdos.
Harto de primas de riesgo y bancos malos. De bonos, de rescates y encuestas. De catálogos.
Harto de excusarse en la crisis incluso cuando la crisis es la excusa.
Harto de anuncios. De caras simétricas. De personas que ríen y caminan por grandes avenidas y lanzan consignas.
Harto de que todo esté a la derecha o a la izquierda y sea blanco o negro, bueno o malo, día o noche. De vivir sin matices.
Harto de ineptos y descastados.
Harto de oír mucho hablar de dinero y poco de compromiso. Mucho de números y poco de palabras. Nada de ética. Nada de sentido común. Nada de valor y mucho de precio.
Harto de definirse en los curriculums como si fueran su código de barras. De repetir que es responsable y que está disponible desde ya.
Harto de buscar ofertas y encontrar saldos.
Harto de noches sin dormir y días dormitando.
Harto de encontrar desidia por la mañana y pasar la tarde intentando despegársela de la espalda…
Harto de que le evalúen y pesen, que le calculen y le pongan en la lista. Harto de sentirse una pegatina.
Harto de tomar una pastilla para olvidar por qué la toma.
Harto de pancartas. De autobuses saturados de carne humana y caras avinagradas. De bocinas, de silbatos, de sirenas, de timbres… Harto de oír gritar al vecino y nunca poder escuchar cantar al gallo.
Harto de planchar las camisas para no sacarse nunca las americanas. De pasar por la vida sin apenas catarla.
De buscar abrazos y encontrar risas forzadas. Harto de querer encontrar un camino y de que todos quieran venderle un atajo.
De buscar sirenas seductoras que cantan y sólo encontrar merluzas.
Harto de amaneceres grises y tardes cobalto. De cansarse de todo y no saciarse de nada. Harto de luna llena y poco sosiego.
Harto de ganas. De deseo de salir de su rutina y colgar las ojeras y las legañas… harto de chismes y voceros. De mentiras y de sombras alargadas. De rituales absurdos y malentendidos.
Harto de buscar la sal en todo y encontrar un mundo insípido.
Harto de eludir espejos y esquivar miradas. De quedarse con los titulares y consumir debates tontos. Harto de ser audiencia.
Harto de repetirse esta retahíla cada día y no ser capaz de decir NO. Insaciablemente harto. Incómodamente harto.