Lo que importa es lo que eres

Lo que importa es lo que eres

flowers-2562079_640 (1)

Hay un momento en tu vida en el que dejas de buscar. No porque no te quede nada por surcar ni conocer, sino porque necesitas sentir lo acumulado… No porque no te queden reinos por conquistar sino porque quieres aprender a conquistarlos con tu mirada… No porque estés cansado sino porque quieres volver a dibujar tu mapa. Necesitas bucear más en ti y reescribirte. Saber qué te quedas de lo que llevas en la mochila de viaje y qué dejas porque te pesa, qué sueltas al vacío esperando que no vuelva y qué dejas ir para saber si vuelve y es para ti de verdad.

Hay un momento en el que ya no tienes miedo de estar contigo y descubrirte, en el que sueñas pasar un rato a solas con ese niño que fuiste y pedirle perdón por haberte hecho el loco y dejarle de lado… Por las culpas que has cargado sin sentido y la veces que te has castigado a ti mismo por tus errores maravillosos.

Ese momento en que te miras y te ves. No eres ninguno de los falsos enemigos que te has buscado ni esa máscara que te pusiste para que otros te aceptaran y que es tan falsa y ridícula que cada vez que te molesta más…

Ese momento en el que te quedas quieto, justamente tú, el que nunca para y siempre estás imaginando algo nuevo, una aventura, una historia que contar, una experiencia que vivir… Y te encuentras contigo y te miras a los ojos y te cuentas historias. Esa soledad deliciosa del que se ha descubierto libre y sabe que ya no va a huir más de su sombra ni de su pasado ni de su dolor más antiguo porque se tiene y se quiere cerca. Esa soledad del que ya no piensa tanto en mañana porque ya no quiere huir de este instante que vive… Porque este momento es maravilloso, a solas con su alma, con su miedo más profundo, con su pesadilla más intensa… Y a pesar de todo, tan entero y en paz porque sabe que se nota la vida fluir por las venas, porque sabe que está afrontando su destino y convirtiéndolo en magia… Porque pase lo que pase lleva las riendas de su vida y se siente feliz por haber sido capaz de sentarse a esperar a que pase cartero y le de esa carta que durante siglos no quiso recibir ni leer…

Porque sabe quién es de verdad y nada perturba a quién realmente conoce su esencia.

Hay un momento en el que cuando te sabes y te conoces, todo lo demás se ve desde una distancia maravillosa… Se vive intenso pero se observa de lejos, calienta pero no quema, te zarandea pero no te hace caer. Porque estás en tu centro, porque ya no te peleas con la vida sino que te adaptas cuando llega la ola y luego recuperas tu forma. Más sabio, más atrevido, más mojado pero más libre, sin duda…

Y miras al cielo y eres el cielo. Y miras al viento y eres el viento. Y miras al león y eres el león que espera para devorarte si te asustas.  Y miras al suelo y ahí estás, sentado, al lado de las hojas secas y los sueños que dejaste caer porque los leones te daban miedo. 

Y te paras y todo se para. Y puedes descansar de medir, de pesar, de aparentar, de representar, de demostrar… Y te sientas bajo el sol y callas por dentro como de verdad se calla, y el silencio te repara, te alcanza, te cura. Y vuelve esa niña que eras y baila, y pide deseos al aire mientras canta una canción que ya no recordabas. Y algo se borra por dentro y algo dulce te calma. 

Y el mundo se rompe, se rasga, se cae, se divide, se llena de moscas, del calor más intenso, del frío más insoportable… De la noche más larga, de la tarde más triste, del viento más huracanado… Y también de las historias más dulces, los gestos más amables, los días más hermosos, las personas más extraordinarias… Porque es y será como debe, como puede, como sabe, como tú eres capaz de verlo con tus gafas de detectar miedos y tus ojos de soñar corto y limitado.

Aunque ya no importa, porque no solo te adaptas al mundo sino que aprendes a contemplarlo sin rabia. Porque abrazas tu miedo más sólido y aprendes a darle la vuelta, aprendes a usarlo como capa para las noches más frías y tumbarte sobre él al sol en los días más claros. Y tus ojos llorosos se abren sin miedo porque han descubierto el secreto… No importa lo que parece, no importa lo que temes, no importa lo que pasa, sólo importa lo que eres.

Hay un momento en la vida en el que dejas de buscar… Y dejas al mundo tranquilo y ves que durante un rato, tus grandes saltos al abismo te llevan a saltar hacia ti mismo. Y un día te levantas y el mundo está revuelto pero sigue siendo deliciosamente bárbaro y trágicamente hermoso… El mundo eres tú. El león eres tú… La niña perdida que todavía no sabe que la has encontrado eres tú. Ya sabes quién eres y todo lo demás ya no importa.

No eres tú, soy yo…

No eres tú, soy yo…

say-yes-to-the-live-2121044_640

Un día me dí cuenta de que la mayoría de personas que me encontraba por el camino eran maravillosas. Las miraba y veía en ellas su valor, bondad, belleza, actitud, su capacidad para compartir… En ese momento pensé «menuda suerte, cuando no sepas qué camino escoger o la duda te asalte, ellas te ayudarán». Me ilusionaba pensar que era fruto de haber aprendido por el camino a buscar personas que aportan y cuánto podía aprender de ellas y lo mucho que iba a crecer a su lado… Mi cabeza que siempre da vueltas a todo, demasiadas, de hecho, la gente que me lee ya sabe que pensar es un hábito que estoy dejando a favor de sentir, empezó a preguntarse por qué.

No podía comprender cómo había pasado de ir por la vida encontrando a personas injustas, crueles, con maneras de actuar retorcidas o personas tristes, cansadas, hartas de sufrir, asustadas y con la esperanza perdida a topar ahora con personas llenas de alegría e ilusión… ¿Qué podía haber supuesto el gran cambio de escenario en mi vida, el pasar de encontrar personas rotas y con ganas de romperse más a personas que se habían cosido a ellas mismas e iban por la vida enseñando a otras a coserse solas? ¿Qué me llevó de encontrar dolor y sufrimiento a calor y esperanza…?

Intentaba recodar en qué momento activé el mecanismo que convirtió a las personas que me rodean en sabios que comparten su capacidad y aprendizaje, en personas amables que desean aprender, en personas que dan y se alegran de tus logros y que te cuentan historias hermosas y llenas de valor, en personas humildes llenas de ganas de seguir a pesar de las contrariedades, en personas que te escuchan y te preguntan y que te hablan con palabras hermosas…

Y la respuesta no tardó en llegar. Había sido yo. Todo pasa dentro, no hay nada ahí afuera que pueda perturbar tu esencia si realmente estás contigo y te aceptas en toda tu totalidad… Nada perturba ni ensombrece a un corazón que ha decidido escucharse y empezar un camino en busca de su valor…

Era yo, que me amaba y supe ver ese amor en los demás y apreciarlo. Era yo que tenía esperanza y atraje a mi vida gente esperanzada que también tenía ganas de aprender y hacerse preguntas. No es que no se acercaran personas sombrías, es que a los cinco minutos ya se daban cuenta de que no tenían nada que vender… Era yo que dije no a los que pisan para sentirse falsamente dignos y los que se engañan pensando que tanto sus penas como las soluciones vendrán de otros y no de ellos mismos (eso hice yo durante mucho tiempo). Era yo que dejé de culpar y culparme y entonces dejaron de aparecer culpables… Que en lugar de monstruos vi maestros y en lugar de salvadores vi compañeros. Era yo que miré hacia dentro y busqué mis heridas para cerrarlas y dejé de huir de las personas reconstruidas a pedazos… Que dejé de apuntar con el dedo a los demás como autores de mis males para acariciar mi alma cansada y decirme «no pasa nada, volvemos a empezar».

Era yo que abracé mi sombra y puede entonces abrazar todas las sombras y dejar de topar con la misma piedra… Era yo que vi mi luz y empecé a ver la luz en todos los que me rodean. Que me miré con los ojos de la comprensión y encontré mi belleza y desde ese día nunca he visto a nadie que no sea hermoso…

Era yo que decidí que perdonaba y ahora sólo recuerdo la lección y no veo al verdugo.  Yo dejé de resistirme a la vida y de empujar… Y la vida me mostró sus infinitas posibilidades.

Me tomé el antídoto y el veneno de la envidia dejó de surtir efecto cuando miraba a otros conseguir lo que yo soñaba y la injusticia latía en mí… Como no tuve que competir, todos fueron mis aliados. Como no tuve que juzgar, dejé de ser juzgada y cuando lo fui ya nunca me importó… Como no tuve que engañarme más a mí misma, todos los que se toparon conmigo vivían una verdad sincera… Como ya no tuve que culpar a nadie, empecé a encontrar personas cien por cien responsables de sus vidas.

Porque fui capaz de coserme las heridas a mí misma a base de perdón, ya jamás he tenido la tentación de volver a herir a nadie, ni siquiera a mí de nuevo.

Porque ya no me dolía la indiferencia del mundo, ya no tuve que mostrar mi corazón abierto en canal para llamar la atención ni pasarme los días susurrando quejas y lamentos… Y mis palabras fueron tan hermosas que crearon realidades nuevas y mundos paralelos donde descansar un rato cuando este se pone gris… Y algunos pudieron usar mis palabras como bálsamo… No se me ocurre nada más hermoso que pueda suceder con lo que escribes, dices o cuentas…

Era yo que superé el miedo y entonces me di cuenta de que todos eran valientes.

Yo solté a los que creían que necesitaban arañarme para quedarme con los que dan abrazos. Y nos es que no haya voluntarios para herir, es que no me encuentran tan dispuesta a la riña y sí para la risa y salen corriendo…

Algunos se fueron de golpe. Otros se desvanecieron sin darme cuenta… Muchos persisten pero parecen otros porque cuando les miro sólo veo su cara amable y les siento todavía más cerca, más grandes, más extraordinarios.

Era yo que dejé de llorar y quejarme y al levantar la cabeza vi que todo era distinto.

Cuánto cambian las personas cuando tú cambias… 

Y muchos son nuevos. Llegaron a mi orilla con ganas de compartir, comprender y evolucionar para que yo aprenda de ellos. Su sola presencia en mi vida, sea por una hora o por una eternidad, es un regalo… Una muestra de que sigo el camino que lleva a ser libre, el que ve oportunidades y no conflictos, el que ve aprendizajes y no errores… El que mira con compasión y no con miedo, el que lleva a uno mismo.

Vemos lo que somos, lo que llevamos dentro por coser y remendar, lo que más nos asusta ver para poder arreglarlo y curarlo… Vemos lo que esperamos encontrar, tanto si es desde el amor como si es desde el miedo… Vemos lo que esperamos no volver a ver, porque así podemos afrontarlo… Vemos lo que soñamos,  tanto si es cielo o es pesadilla, para poder asumir desde el valor…

Vemos lo que está en nuestro lado opuesto para poder equilibrar nuestra balanza interior y dejar de aferrarnos a todo. Vemos lo que detestamos para que lo podamos asumir y abrazar. Vemos lo que amamos para poder lanzarnos a ello, aunque esté lejos y tengamos que dar un salto tan grande que nos asuste caer… Vemos lo que no hemos soltado todavía para que sepamos que lo hemos de dejar ir... Vemos lo que damos y lo que no estamos dispuestos a dar… Vemos lo que vibramos, sentimos y escondemos para poder comprender qué camino tomar.

Nunca fueron ellos, siempre fui yo… No eres tú, soy yo que ahora te veo y no tengo miedo de que tus ojos me digan lo que escondo y lo que me asusta… Soy yo que ya no temo tus palabras ni me duelen tus logros porque he encontrado mis propias metas y me siento libre de ir a por ellas… No eres tú, soy yo he aprendido a mirarte y he descubierto que eres grande después de encontrar mi grandeza.. 

El efecto dominó

El efecto dominó

angel-2939548_640

Hay que poner límites. Hay que de marcar unas líneas para decidir qué quieres en tu vida y qué no. Asomarse a la ventana de tus asuntos pendientes y escoger uno y sacarle el polvo… Hay que acortar la cola de espera para tomar decisiones en tu vida y borrar… Quitarte de encima lo que sobra y lo que ya no pinta nada. Tirar los vestidos que disimulan lo que no te atreves a afrontar y sentirse libre de hacer mucho el rídiculo para descubrir a los cinco minutos que el ridículo no existe… Que sólo estaba en tu mente.

Hay que dejar un vacío para llenarlo con lo nuevo y soltar lo que pesa, lo que araña, lo que te aleja de estar contigo, sea lo que sea… Mineral, animal o bestia parda. Tenga la cara de un amigo o la de anciano sabio… Sea cómodo o tristemente conocido… Si te aprieta, desabrocha. Si te ahoga, afloja… Si te habla mal, cierra la puerta y apártate.

Buscar lo que te asusta y zarandea pero que sabes que te libera y lanzarse a ello sin pensar.

Hay que dejar de pensar un poco y sentir mucho más.

Hay que decir basta a lo que no te llena, a lo que no te apasiona, a lo que no te hace sentir como realmente eres. Aunque eso suponga correr el riesgo de encontrarse solo, perdido, sin nada ni nadie a qué sujetarse, sin botón de alarma ni salida de emergencias.. La solución eres tú… Sé que no me crees, porque no está en este tú que duda en poder y que no se atreve a intentar… Está en el tu que sueña, que vibra, que decide, que camina, que resuelve, que confía, que suelta… ¡Qué difícil encontrar ese tú! yo lo pierdo muchas veces, se me escapa, se esconde de mí porque le arruino la risa y le recuerdo que tal vez no puede… Y no es que lo podamos todo, es que todo es posible y si no, no pasa nada porque hay algo mejor esperando a que nos decidamos a decir que no a lo que no deseamos… A lo que nos denigra, a lo que nos hace sentir insignificantes.

Lo imposible está buscando una puerta para entrar en nuestra vida y siempre nos encuentra haciendo guardia en ella y no lo dejamos pasar. Porque creemos no merecerlo, porque lo ahuyentamos con nuestra mirada cansada y nuestros apegos absurdos. Porque queremos controlar cada detalle de una ceremonia que no conocemos, porque queremos poner cadenas a nuestra libertad porque nos da miedo usarla… Porque tenemos miedo a qué nos depara un futuro sin sufrimiento, puesto nunca antes hemos vivido sin agarrarnos a una seguridad ficticia… Sin buscar refugio a cambio de perdernos a nosotros mismos.

Hay que decir no. Hay que decretar lo que somos y seguir ese decreto hasta el final. Hay que callar y escucharnos y sentir y tomarnos vacaciones de lo que nos preocupa, de lo que nos asfixia.

Hay que asumir la realidad y luego imaginarse lo contrario a lo que vemos cuando lo que vemos nos dice que no existimos… Hay que notar lo que sentimos hasta las últimas consecuencias y luego soltarlo para poder seguir, para flotar, para volar.

Hay que decir sí a lo que quieres, aunque dé tanto miedo que no sepas qué pasará mañana y te sientas tan perdido que durante un rato no sepas quién eres.

Hay que encontrar un pedazo de silencio y habitar en él hasta que todo vuelva a tener sentido.

Cuando no sabes quién eres, a veces, es porque te has quitado la máscara que ocultaba tu yo verdadero y estás buscando tu lugar. Es porque te has quitado las ataduras y estás empezando a usar tu libertad sin saber cómo todavía. Es porque andas por ahí tan ligero por el peso que has soltado que has descubierto que todo pasa más rápido y todavía no te has acostumbrado a volar.

Hay que decidir lo que ya no nos define y sacar las tijeras de cortar por lo sano con la pereza, el miedo y la vergüenza de ir a por lo que amamos. 

Es porque lo que eres no necesita etiquetas, ni resultados concretos y estás empezando a vivir para este preciso momento sin preguntar a dónde vas. Porque ya lo sabes, vas a ti, vas por el camino que eres, vas hacia tu propia esencia…

Hay que tomarse un respiro y parar para notarse las alas.  No sea que vayamos arrastrándonos a todas partes cuando en realidad siempre hemos podido volar.

Hay que poner en marcha un mecanismo en tu vida que arrase lo que ya no sirve para que lo que está por llegar pueda venir. Un efecto dominó que una vez comenzado sepas que nunca va a parar.

Trátate bien

Trátate bien

woman-1082056_640

Basta ya de complicarte la vida en vano, gratis, porque sí… Y no hablo de subir montañas ni correr una maratón. Eso es fácil…  Hablo de complicarte la vida de verdad. De ponerte la zancadilla. De no pensar en ti. De no reservarte un momento para mirarte y sentirte, de no escucharte las ganas acumuladas de vivir, de no dejarte libre y ni abrirte paso. Es maravilloso que pienses en los demás, pero si no te tienes en cuenta, un día caerás en un bache profundo y tampoco podrás ayudarles desde ahí… Mereces que te den lo que das, que te cuiden como cuidas, que te ayuden como ayudas, que te mimen como minas y para ello debes permitirte recibir y abrir tu mente, tu corazón y tu vida…

Notar que estás en ti, que confías en tus posibilidades y percibes que son infinitas… Que puedes cambiar tu mirada y con ella cambiar tu percepción de la vida… Aunque ahora crees que son los demás que no te tienen en cuenta y no digo que no sea cierto, en parte, pero cómo quieres que te vean si tú te has olvidado de ti… Si te tienes postergado, escondido, te tratas como si no supieras nada, como si valieras tan poco… Te miras y te ves los defectos y no te das cuenta de lo mucho que vales y brillas. Hablas siempre de tu nariz pero no te has fijado en tus ojos preciosos que miran con una pasión que desborda, que calma, que revive, que transmite amor a raudales.. Ignoras tu mirada y tu forma de compartir y de dar, tu forma de ser maravillosa que contagia amor pero transmite pena, la pena de alguien que no se ve por más que mira y no se encuentra porque ya no se busca…

¿No te das cuenta de que mereces que te pasen cosas buenas? abre la puerta a ellas y no te escondas…

A veces, nos sentimos incapaces de querernos, pero siempre hay una puerta por abrir para llegar a nuestra autoestima.  Y el ejercicio de encontrarla merece le pena, nosotros lo merecemos… Merecemos lo mejor, aunque a veces no nos acordamos de permitírnoslo y escucharnos, nos callamos y tragamos, nos sepultamos tras nuestro cansancio, miedo y quejas pero no nos damos lo que realmente necesitamos… No nos reconocemos ni aceptamos, no nos ponemos las cosas fáciles… Nos ponemos trabas, obstáculos, piedras en el camino… Nos ajustamos para decir que no cabemos, subimos el listón para no llegar nunca, siempre dando sin pedir, siempre queriendo demostrar lo que ya no hace falta, lo que nunca ha hecho falta…

Sin dormir suficiente, sin respirar hondo, sin más aliento que el de la prisa, sin concederle al miedo un momento para darnos cuenta de que en realidad es muy chico a nuestro lado… Sin permitirnos la tristeza que viene a contarnos que ya no nos acordamos de estar alegres por nosotros mismos y solo nos apuntamos a la felicidad ajena porque no invertimos ni un soplo en la propia… Y no es que esté mal celebrar el éxito ajeno pero eso no ocupa el vacío de no intentar el propio, de haber postergado tus sueños y borrado tus metas…

Sin prisa para descansar. Sin pausa para seguir… No nos ponemos fácil la vida y la vida nos responde siendo cada día más complicada, más árida e inhóspita, más amarga, más oscura… Aunque también es dulce y llena de magia, vibrante, serena, llena de oportunidades para comprender lo poco que nos amamos y lo mucho que lo necesitamos… Por eso, basta de imaginar todo tipo de tragedias para mañana, deja de alimentar a tus fantasmas y saca de tu vida a las personas que te restan energía.

Y  luego un golpe, otro, uno de repente sin avisar… Otro que era esperado, casi deseado porque la incertidumbre de lo que no llega pero sabes que vendrá te angustia… Traiciones, abandonos, injusticias, personas raras que se cuelan en tu vida y te prometen mucho y dices sí porque tienes tan poco para conseguir tanto, porque estás tan cansado de pelear para alcanzar lo mínimo, de ver que todo es esfuma, que buscas que te salven…

Y nadie te salva si no te salvas. Nadie te da si no te das. Nadie te honra si te honras, nadie te ve si no te ves…

Nadie te pone la vida fácil sino te decides a hacerla fácil, si no te pones a trabajar en ti y te escuchas las penas y te cantas nanas por las noches. Si no te reconoces las heridas.

Nadie verá tu luz si tu no aceptas tu imperfección.

Nadie te ama si no te amas primero ni te dice sí si antes tú no te dices sí… 

Dite sí ahora y acorta el tiempo de espera. Alza el vuelo en este preciso y precioso momento de encuentro contigo, en el que te das cuenta de que si logras amarte ya no habrá inviernos tan fríos o serán fríos pero no va importarte.

Dite sí ahora y baila contigo este baile prohibido para los que no se sueñan ni consienten, para los que lloran en silencio y nunca se calman la sed porque creen que nacieron para suplicar y no para pedir lo que les toca y se merecen…

Acepta ahora toda tu magia y empieza a usarla como jamás te has atrevido… 

Dite sí ahora y reclama tu herencia de risas, de momentos dulces, de juegos sin tregua, de responsabilidad sobre tu vida, de abrazos, de besos, de momentos sinceros, de regalos sorpresa, de soledad querida y aceptada contigo, llena de amor y de vida… Reclama lo que mereces a la única persona que puede dártelo… TÚ.

Queda claro que no nos educaron para la risa sino para el llanto, para callar y bajar la cabeza, para sufrir esperando algo que no existe de alguien que no tienen intención de dar… Para preocuparnos por lo que no pasará nunca y pasar la vida intentando eludir lo inevitable hasta que al final de tus días te topas con ello y descubres que en realidad no era nada…

Basta de sacrificios inútiles y lamentos ahogados… Basta de creer que el mundo se hunde si paras, si descansas y te tomas un respiro para notar que estás vivo…

A veces nos falta sólo aprender a vernos y escucharnos… Decirnos que sí y decidir que vale la pena vivir sin darnos la espalda. Que ya basta de que todo sea siempre tan difícil y arrastrado… Ya basta de esperar a que todo sea propicio para amarte…

Para un momento, piensa en cómo te tratas… Empieza a tratarte bien, empieza ahora. 

Me quedo aquí

Me quedo aquí

lens-1209823_640
Me quedo con los que se olvidan de odiar y de reprochar las faltas… Con los que nunca harán vudú ni se pasarán media vida quejándose de otros mientras ellos hacen lo mismo.
Me quedo con los tristes que se convierten en dueños de su tristeza y la miran a los ojos cada madrugada. Con los locos que han llegado a creerse que se puede saltar y la red se dibuja… Con los que se ensucian y se arrugan la ropa. Los que caminan sin saber a veces a dónde pero no dejan el camino…
Me quedo con los que ya saben que no saben nada.
Con los que se han dado cuenta de que no se puede escapar porque tu miedo siempre te persigue…. Hasta que no lo abrazas.
Me quedo con los que nunca se hacen viejos. Con los que siempre intentan ponerse en piel ajena aunque, a veces, eso les arañe la propia piel… Me quedo con los que hacen el ridículo por lo que aman y con los que se ríen de su cara de susto.
Me quedo con todas la tardes de lluvia mirando por la ventana y soñando un sol que luego cuando sale abrasa y a veces espanta. Porque lo deseado siempre parece más hermoso que lo que ya están contigo. 
Me quedo con todas las noches imaginando otras vidas que no fueron posibles y las vacío en mi papelera para cerrar todas esas puertas. Lo tiro todo, incluso lo que tal vez pueda necesitar porque todo está impregnado de ese antiguo asco con el que me despertaba esperando que alguien me salvara.. Porque yo siempre busqué a alguien que me salvara de mí misma, que me ayudara en este camino tan arduo y complicado. Hasta que descubría que nunca lo haría nadie… Hasta que yo no decidiera que el camino podía ser distinto. 
Me quedo con este momento presente, sea como sea. Porque está, porque es, porque ha tenido el honor de llegar y pegarse a esa sucesión de momentos en los que parece que no pasa nada pero en realidad se está creando una vida, un destino, un futuro… Porque este día se nos va a escapar mientras imaginamos cómo nos gustaría que fuera y desdeñamos cómo es ahora… Sin darnos cuenta de lo que perdemos no estando presentes ni respirando sin esperar nada. 
Me quedo con mis enfados absurdos y los repaso uno a uno para comprender por qué soy tan humana. Me quedo con mis emociones contenidas en la espalda, en la garganta, en las lágrimas que no caen porque no les doy permiso.
Me quedo con mi gato que ahora maúlla y me mira, aunque se que no me ama tanto como yo y sólo quiere comida… Aunque no me importa, porque sé que incluso lo que falta significa algo de lo que aprendo. 
Me quedo conmigo, aunque a veces no esté a la altura de mi yo más puro. Aunque haya hecho cosas que no me gustan ni gustan… Aunque huyendo de mis miedos, me metí entre sus redes…  Huyendo de la injusticia fui injusta… Huyendo de los gritos y las malas caras, me desgarré la garganta… Gritando…
Me quedo con la niña perdida que llevo dentro que me hace ser tan arisca y desconfiada, que me obliga a mirar de reojo y pedir explicaciones a otros por esas cosas que yo también hago… Que se siente sola, cansada de pedir y no recibir, que quiere que le hagan caso y que llora mientras ríe, que se ha quedado helada jugando a lo mismo de siempre y mezcla los recuerdos y a veces no sabe quién es.
Me quedo con cada uno de mis errores. Con mis caminos perdidos y equivocados buscando sentirme menos vacía y darle sentido a mi vida gastada buscando sentido… 
Me quedo con este día y lo amaré como si fuera el último mientras pienso que es el primero de muchos que vendrán sin sombra, muchos que ya no marearán mi alma cosida ni mis pies exhaustos de tragar caminos llenos de piedras.
Me quedo aquí, aunque no sea el mejor lugar, ni el mejor momento, pero es el mejor posible… Y voy a intentar amarlo como si lo hubiera inventado y vivirlo como si lo hubiera elegido.
Me quedo a ver qué pasa, porque moverse no es siempre avanzar y quedarse no es siempre un acto cobarde… A menudo pensamos que seguimos adelante, pero en realidad estamos huyendo. Creemos que escogemos y en realidad somos escogidos por nuestro miedo… Creemos que bailamos con nuestros problemas, cuando en realidad sólo nos dejamos llevar por ellos… A veces, pensamos que llevamos las riendas y en realidad sólo nos sujetamos a ellas mientras ese el carro nos arrastra…
Me quedo aquí, mirando sin perder detalle. Perdida en lo que nunca me pierdo y dejándome llevar por la magia de no saber, no comprender, no controlar, no pertenecer, no esperar… 
Me quedo aquí… Por que siempre tuve miedo a quedarme por si no aguantaba la envestida, pero me dice mi intuición que el viento huracanado que temo que me arrastre es en realidad un brisa fresca que va a impulsarme a mi nueva vida…
Tengo una sensación, una corazonada…
Hoy me quedo, a ver qué pasa…
 

Lo que dejo atrás

Lo que dejo atrás

piano-571968_640

Lo he dejado todo atrás.

Los sueños sin alma, las almas sin sueño… Los recuerdos que punzan el pecho a pesar de haber quedado amarillentos y rotos. He dejado atrás las fotos viejas que muestran una yo que no soy yo, más triste y avergonzada por lo que no era y más arrepentida por no llegar a ser.

He dejado atrás esas tardes que se hacían tan largas esperando una respuestas que era obvio que la vida no iba a darme, para que me diera cuenta de que no las necesitaba, de que todo lo que buscaba estaba en mí… He dejado los libros que hablan de anatomías muertas y luchas pendientes. Las noches sin tregua pensando en volver a ese lugar sin cielo, analizando sin cesar porqués y sintiéndome tan víctima y desgraciada que al llegar la madrugada el asco me vencía…

He dejado las guerras, nunca tienen sentido… Cuando las pierdes vuelves a la carga, cuando las ganas, al minuto, se quedan pequeñas, cortas, absurdas. He dejando a la guerrera que siempre se pide más, la que busca méritos y medallas, la que sueña con conquistar colinas altas y no ve las flores del camino, ni nota las risas, ni las miradas, ni el aire que le cruza la cara y huele a mar y genista…

He dejado a los vendedores de humo que lo saben todo y ahora me acerco a los que comparten el pan, a los que no saben nada y admiten sus errores, a los que hurgan en sus mazmorras buscando las respuestas en lugar de ir a surcar el mundo buscando culpables de sus desdichas… El mundo está en mí, ahora. Está pausado si estoy pausada, está roto si estoy rota… Es inmenso si me siento inmersa. Un espejo enorme de mis inquietudes más arraigadas…

He dejado lo complicado porque amo lo fácil, lo sencillo, lo ligero, lo simple… De sumar uno más uno, de vaciar antes de llenar, de soltar sin acumular, de dejar de medir y contar… He dejado lo que no me permite dejarme llevar y no me pondría para un baile. Lo que sobra, lo que no se usa, lo que se quedó viejo esperando en un armario, en un cajón, en una garganta asustada…

He dejado de esperar que algo pase, que algo me sacuda, que algo me reinvente. He dejado de esperar que me den, que me llenen, que me comprendan, que me quieran, que me acepten, que me admitan… Y cuando necesito explicaciones, me miro a mí, hasta dentro… Al fondo de mi inconsciencia más bárbara y oscura… Agarro de un hilo largo y tiro del tapón de mi niña perdida… Y le pregunto qué le pasa. Y ella me cuenta siempre una historia triste y yo la abrazo y le cuento una historia de esperanza… Y el mundo cambia. Cuando la niña suelta lastre y libera miedos el mundo cambia… Y me doy cuenta entonces, tanto buscar en las esquinas, surcando vidas ajenas, buscando excusas, buscando cómplices, buscando amor en otras caras… Cuántos momentos sin gozo ni risa esperando abrazos y besos, cuántas noches llorando por no llegar y súplicas por parecer y pertenecer a algo que yo no era… Y el secreto estaba en hurgar en mis miedos y vaciar mis duelos a medias… En mi oscuridad más rotunda.

He dejado de mirar fuera y miro dentro y cada nueva mirada encuentra más y más luz… Y cada vez estoy menos sola y perdida, porque formo parte de algo inmenso que todavía no puedo comprender. Porque todo está conectado y cobra sentido, porque no hay más azar que la decisión de ser uno mismo y comprender que lo que importa no se acaba nunca.

Ahora comprendo porque ha sido tan duro… Porque nunca pedí a quién realmente podía darme lo que necesitaba… Yo.