Dale trabajo a tu talento

En mi casa, cuando yo era niña, siempre que se debía llevar a cabo un gran cambio se discutía mucho y luego se acababa diciendo «ahora no, que hace frío, cuando venga el buen tiempo» y así, se postergaban desde las capas de pintura en las paredes hasta las grandes decisiones… Yo cada vez me ilusionaba con la misma intensidad y llegaba a creerme que era posible, pero nunca sucedía, hasta que un día me di cuenta de que si quería cambios, los tendría que llevar a cabo yo misma. Claro está que “el buen tiempo” nunca llegaba y cuando el verano despuntaba hacía ya mucho calor para acometer tales tareas y asumir riesgos poco calculados. Esto me  lo recordó una frase que dijo el otro día Alfonso Alcántara @yoriento en la presentación de su libro #SuperProfesional en Barcelona, hablando de esta ardua tarea de reiventarse y cambiar de rumbo. Alfonso, huyendo de tópicos, decía que cuando no tenemos trabajo  ya no estamos a tiempo para pensar una estrategia de marca personal porque nos urge emplearnos en cualquier cosa y cuando lo tenemos, lo dejamos pasar porque no nos corre prisa… “Como el buen tiempo” que siempre estaba esperando mi abuela. Cosa que me recuerda también algo que no hace mucho leí sobre aquellos que realmente desean cambiar, algun sabio decía que ese tipo de personas nunca espera el momento adecuado. Cosa que me hace saber que mi abuela realmente no quería hacer cambios, pero le gustaba creer que era de ese tipo de personas que los hacen.
Hay tantas ganas de cambio perdidas por el camino. Tantas estrategias a medias, cursos empezados, lecturas pendientes… Una vez me dijo un amigo hablando de amor  que «si alguien te quiere, hace todo lo posible para estar contigo. Si no lo hace, es que no te quiere». Es cierto. Y eso me sirve para aplicarlo a todo desde entonces. La voluntad y el empeño acompañados de la acción separan los mares. Si quieres cambiar, cambias. Lo demás son excusas. A lo mejor tardas un mes o un año, pero durante ese tiempo no paras de maquinar y actuar hasta conseguirlo. Y además descubres que es un trabajo continuo, que ya no para nunca porque siempre evolucionas. Si quieres mejorar, mejoras. Lo intentas desde varios frentes y con estrategias paralelas o cruzadas. Llamas a cien puertas y tomas cien decisiones que afectan a tu vida día a día. Topas contra un muro y buscas una rendija, caes y te levantas, cavas un túnel si hace falta. Si no puedes andar, vuelas. Si no tienes alas, te fabricas unas. Si quieres, haces todo lo que está en tu mano y lo que está en tu ingenio para conseguirlo. Si pasado un año, no hay avances y no se abre ninguna de las puertas y no te ves llamando a otras nuevas o dibujándolas tú mismo si hace falta… Es que no quieres cambiar. Es que sueñas con ello, pero no te importa lo suficiente como para dar un vuelco a tu vida y arriesgar la posición que tienes… Es que te da tanta pereza que no te compensa. La pereza es algo que cuesta mucho admitir, la mayoría preferimos admitir que tenemos miedo antes de pasar por vagos. Cuesta admitir que prefieres hablar de ello a llevarlo a cabo. Planificar una estrategia que te lleve a ser cómo quieres ser no es fácil. Trabajártelo a conciencia tampoco es garantía, pero sí que es condición. Aunque siempre se consigue algo, siempre se gana algo… Alfonso nos recordaba que la vida te lleva a muchas situaciones que nunca habrías imaginado y que no entraban en tus planes. Muchas de ellas, esto lo digo yo, soy maravillosas. Otras, a pesar de no parecerlo, acaban siendo buenas lecciones. Trabajar en ti supone redescubrirte en el proceso, crecer. Tal vez no para llegar a tu meta, pero sí para encontrar otra que te llena del mismo modo. 
Muchas personas se fijan una meta y la miran de lejos. Les encanta decir que tienen un sueño, pero nunca se ensucian las manos amasándolo, nunca se despeinan por conseguirlo. Lo meten en una caja y lo sacan para mirarlo de vez en cuando como los niños que encuentran un pequeño tesoro. Leen un libro, uno bueno, como el de @yoriento para fijar objetivos y estrategia (uno de esos libros que subrayas y dejas llenos de anotaciones). Les gusta la idea, les encanta, casi les roza el alma pero no les apremia lo suficiente cómo para empezar a moverse… O tal vez se muevan poco a poco, pero un movimiento calculado que les permita poder decir que hacen algo, pero que no dé demasiados resultados no vaya a ser que les obligue a dar más pasos y tengan que salir del decorado de vida que han dibujado. A veces, estamos cómodos en la incomodidad de ser algo que no nos gusta y soñamos con cambiarlo por el puro acto de soñar, porque nos gusta pensar que somos otro tipo de personas… Esas que cambian y sobresalen, esas que brillan y hacen lo que les gusta. El cambio exige unos sacrificios que no todos estamos dispuestos a llevar a cabo.
Las redes sociales dan oportunidades a quién ya tiene oportunidades, dijo el otro día Alfonso. Seguramente, porque las oportunidades te las tienes que crear tú mismo. Porque la motivación son un montón de migajas que se van encontrando en el camino y están más en la última palabra que escribes que en la primera frase que se te ocurre. La motivación de verdad es la que te llega al final de la carrera y no en el primer paso. Es el movimiento que engendra la forma, el «por qué» que crea el «cómo», es en el camino que descubres el camino…
Si quieres escribir, debes ponerte a escribir. Deberás ensuciar algunas páginas hasta que lo que sacas de dentro merezca la pena ser leído. Lo que está claro es que el éxito no te viene a buscar al sofá y no se activa con el mando a distancia. Ni tampoco se encuentra encriptado en una frase de un libro… Si sabes verlo, puede estar en todas partes en forma de oportunidad, aunque las oportunidades se fabrican, es casi una cuestión de estadística.
El pensamiento positivo es necesario. Mantiene el ánimo, aumenta la serotonina, te predispone las neuronas… Te ayuda a hacer algo indispensable, gestionar tus emociones y tus palabras. A visualizar tus objetivos e ilusionarte y focalizar tus metas. Aunque no hay conjunción astral que te traiga a casa lo que sueñas por mucho que te concentres. Los sueños se construyen y se trabajan. Los sueños se sudan…
No hace mucho mi admirado José Sánchez-Mota hablaba en su blog del pensamiento positivo. Osaba poner en tela de juicio estas dos palabras mágicas. Lo hacía para poner en valor el optimismo y el esfuerzo. Decía que el pensamiento positivo es necesario pero que de quedarse en este estadio “el de pensamiento” y no actuar no nos acerca a lo que queremos. Los pensamientos pueden ser un motor pero también suponer un ancla, un lastre. Dice Sánchez-Mota que «el llamado pensamiento positivo, por sí solo, no es útil y anula la motivación del optimista compulsivo para cambiar las cosas»… Vamos, que es útil para enfocarse y motivarse viendo lo hermoso y lo positivo de cada situación, pero que si no se acompaña de acción, es como tomar veneno y antídoto al mismo tiempo. Porque además de ver el vaso medio lleno, es necesario levantarse pronto para ponerse a trabajar en nuestro objetivo. 
Y la esperanza… La esperanza nos mueve, pero debe ser un punto de apoyo para actuar y perseverar, una catapulta para seguir con ganas hasta llegar.
Alfonso Alcántara asimila Marca Personal a trabajo, a esfuerzo, a estrategia y sentido común. Habla de ponerse manos a la obra para hacer un cambio en nuestras vidas, con decisión. Nos recuerda que nos debemos tomar nuestra vida profesional como algo personal. Nos invita a aplicar nuestros superpoderes, a poner nuestro talento a trabajar. Y nos deja claro que la mejor actitud es la de hacer.
«Siempre recuerdo que mi madre-dijo Alfonso- lloraba mientras fregaba los platos». Porque a pesar de los malos momentos y  todos los vasos medio llenos o medio vacíos, tiene claro que si se para se le acumulan las tareas. Tal vez mejor lamentarse y actuar para cambiar que pensar en positivo y no hacer nada esperando el momento adecuado y ver si los astros son propicios… Y es que a veces la vida se nos escapa mientras estamos haciendo planes.  
Escribo este artículo porque quería compartir mi reflexión sobre lo que aprendí el pasado lunes escuchando a Alfonso. Espero no haber traicionado el sentido de sus palabras. Y lo hago también porque sigo su recomendación de ser #SuperSocial y hacerme visible. Como dice él en el libro, cuando alguien nos gusta, hay que decírselo de manera especial. ¡Gracias! 

Antes de que la tierra tiemble

Si lo tocas un instante, agárralo. No te lo pienses mucho, ese momento de magia se agota. Lo bueno es altamente combustible y se consume rápido. Lo breve hay que apurarlo, lograr que se meta en tu piel y puedas retenerlo. No te pierdas un segundo de su rostro mirando tus zapatos y pensando si das el paso, si te atreves a cruzar la calle, si doblas la esquina. Surca sus facciones y bucea en sus venas. Degústalo con avidez. Salta sin mirar al suelo porque sólo te interesa lo que hay al otro lado. Que no se escape lo que deseas, que no demore más el tacto de tus esquinas descuidadas y deseosas de caricia. Que no le alcance el viento a lo que sueñas y acabe en un rincón olvidado, en una calle oculta esperando ser encontrado por otro o tragado por el tiempo.

Si casi lo notas, haz que exista. Que sea algo más que una idea. Que habite en ti como sensación, como una punzada que quema y arrastra. Que tus entrañas no se resistan más a ser ocupadas por su calor dulce, su mirada tibia, sus palabras duras con voz sinuosa. Mécete en sus sílabas, déjate llevar por sus pupilas. Sucumbe. Mejor ahora que mañana. No pierdas tiempo.

Si lo buscas, que sea con todas las consecuencias. Que no temas encontrarlo y vaciar todo el asco que pueden acumular tus sienes agotadas de esquivar rutina, de sacudirse las lágrimas. Que lo sujetes con todo tu ser y sea capaz de hacerte dar la vuelta y dejar atrás todas esas tardes sin poder evitar preguntarte por qué. Que te coja con cariño por tus costuras deshilachadas para no romperte en mil pedazos y te convierta en un ser elástico y maleable al abrazo y firme en las convicciones.

Que te ocupe las sombras y los huecos. Que te revista de besos y te esculpa de caricias. Que no te falte, ni sobre. Que no te endurezca ni derrita. Que disipe tus nieblas y condene tus temores a la nada absoluta.

Sé tan grande a su lado que se sienta grande. Sé tan brillante que no tenga más opción que brillar. Sé tan libre que no pueda más que ser libre.

Y si lo sueñas aún, sucumbe otra vez. Frota la lámpara imaginaria y que salga ese genio que hay en ti que todo lo puede cuando lo imagina. El que todo lo vive de cabeza y lo toca antes que exista.

Que todo tu ser acabe exhausto de intentarlo. Que todo tu empeño lo consiga. Que lo celebre antes de tenerlo, que lo viva cinco minutos antes de alcanzarlo. Que tu carne suave note el roce y la efervescencia antes del contacto… Que tu columna vertebral se arquee esperando saltar la duna … Ve por delante de todo. No te conformes con las vistas, sé la montaña. No sueñes sólo con llevar la barca, sé la marea. Eterniza el beso, prolonga el abrazo. Haz que el paseo no se acabe nunca y toca todo lo tocable incluso antes de tenerlo cerca. Que se te acabe el fuelle por falta de aire no por falta de ganas. Que se te rompa el misterio y no el deseo.

Ama antes de ser amado. Ríe antes de que haga gracia. Baila antes de que la música suene. Siente lo bueno antes de que suceda. Ese es tu patrimonio. Esa es tu conquista. Y cuando debas esperar, espera, pero espera con entusiasmo, sin apatía, mirándolo todo con ojos de niño curioso, con la sonrisa puesta y notando cada fibra de vida que roza tu cuerpo. Sin perder detalle, sin dejar de lamer la brisa… Sin perder la mirada de león hambriento, pero sin la angustia… Que tu silencio sea fácil de quebrar. Que te pille la risa facilona. Que la alegría encuentre un camino recto a tu pecho y tu cuerpo baile al primer compás de la música. Goza ya, porque sabes que lo bueno se acerca. Que esta espera deseosa ya es parte de la recompensa. No aparques la emoción para más tarde. No postergues tu dicha. Que hay prisa por reír y sentir… Toda gira gran velocidad. Todo se apura nada más empezar. 

Suéltate. Deja las riendas. Cae en la tentación. Paladea tu sueño antes de que llegue a tus labios.  Sé tu sueño. Hazlo ya. Mejor ahora que mañana. Vibra antes de que la tierra tiemble…

Pasos de gigante

Cómo somos… En masa no hay quien nos gane… Somos capaces de grandes hazañas, de dejar al mundo perplejo y cambiarlo, evolucionar… Hacerlo más habitable, más digno… Mejor. Y también podemos ensuciarlo, malgastarlo, pisar el destino común hasta que parezca un harapo…. Y convertirnos en lo que más criticamos.

No nos damos cuenta de la fuerza que tenemos, de lo que podemos llegar a construir si nos pillan con ganas… pero estamos tan cansados siempre y nos lamentamos mucho. Caemos en ello, todos, es sustancial a nuestro ADN, pero debemos impedir que lo que destruye, a la vez nos guíe y nos deforme la vida. Somos demasiado importantes para nosotros mismos como para defraudarnos… Y sin embargo, a veces, creo que los problemas nos envejecen en las manos… sin tomar decisiones… sin dar pasos. Los dilemas nos caducan de puro tedio, los matamos con desidia… Y parecen muertos, pero están dormidos, siguen ahí, esperando para volver, como las heridas que no cicatrizan.

Esperamos mucho tiempo para dar pasos de gigante, cuando en realidad tendríamos que dar cada día uno de hormiga… Somos a veces un colectivo respondón, con ganas de pelea… Tanta energía usada en el cacareo que podría cambiarnos la cara… esa cara colectiva que ahora está triste. Que ve al entorno desmoronarse y pedir socorro, que lamenta los aullidos de pánico que llegan desde las esquinas… de personas como nosotros que pierden todo lo que tienen. Y a veces respondemos, pero la respuesta es lenta… soporífera, llega ya sin alma… Cuando todo ya está medio marchito.

Tardamos en reaccionar. Esperamos a tener que llorar para lamentar la miseria y el dolor ajeno, a que el agua nos llegue al cuello para empezar a remar… y cuando lo hacemos, cada uno rema hacia un lado distinto. Como masa, como colectivo, como enjambre, nos puede la apariencia, el miedo al ridículo y al paso en falso…Nos vence la apatía. Nos gana el propio ombligo. No a todos, no siempre… pero si a menudo de forma desbocada…

Y podemos conseguir tanto… Tenemos la llave que abre la puerta a la sensatez y la dejamos siempre olvidada, la perdemos, se la dejamos prestada a otros que no sabemos qué buscan ni quieren… La vendemos barata…

Somos lentos y estamos aturdidos.

Ser masa no nos debe impedir ser individuos, decidir y saber qué queremos. Nada nos impide pensar, exigir y actuar. Ser masa no implica ser rebaño, ser sólo número.

Sin gritos, sin destrozos, sin golpes. Con respeto, con ímpetu, con palabras y con muchos gestos.

Sólo tenemos la vida… Y se nos escapa.