Ignorantes sin fronteras

Nos hace falta una buena dosis de humildad. En este país asediado por los mercados y los especuladores, saqueado por los bancos y venido a menos por la gestión política, la ignorancia va en aumento. Se vende en las esquinas, se derrama por los discursos ante los micrófonos… se regala en las redes sociales.

Todos sabemos de todo y opinamos cual expertos, porque hemos oído que decía no sé quién o nos parece que quizás alguien comentaba… y nos metemos en berenjenales dignos de monumento. Y opinamos sin dejar títere con cabeza, sin preguntar… sin medir… sin pensar…sin contrastar, sin hacer siquiera el ejercicio de recapacitar, sobre el impacto de nuestras palabras y saber a menudo, qué soluciones propondríamos a cambio de nuestras críticas… siempre destructivas… encaminadas a defenestrar, a restar… a dividir… a hacer tertulia fácil de carajillo y sermón de domingo en un pedestal de barro.

Y esa ignorancia nos hace felices, como perritos que agitan la cola y salivan ante el plato de pienso… recordando lo que hemos dicho y pensando que somos grandes… cuando en realidad somos zotes.

Nos gusta opinar sobre los demás y si les duele… sin duda, nuestro regocijo es mayor, más intenso… orgásmico. Debe haber gente a la que solo “le pone” la burla fácil, el insulto, la sentencia facilona… el juicio pretencioso y sin base de conocimiento.

Suerte que hay muchas personas con ganas de edificar. Personas que se preocupan por conocer, que se hacen preguntas, que saben que no se juega con las opiniones ajenas… que buscan verdades y no les sirve quedarse a medias…

Y no son ni grandes expertos, ni eruditos… y tampoco se callan lo que piensan… se limitan a expresarse sin herir, sin clavar daga… sin ahondar en la herida… porque buscan ser mejores y aprender. Sin saberlo son sabios… porque la sabiduría se construye preguntando y escuchando… sin prejuzgar, admitiendo otras formas de pensar… ocupando el espacio de otros y notando sus por qués y sus temores….

Lástima que sus palabras a menudo no se oigan tanto como las que se escriben y pronuncian desde la inconsciencia… las de la ignorancia, que no tiene fronteras.