Comprar humo

Leía hoy que un multimillonario chino vende aire fresco enlatado a 50 céntimos la unidad. Lo vende porque estamos faltos de aire limpio y quiere concienciarnos contra la polución. Así de simple, toma aire limpio (no he podido averiguar de dónde lo saca, dónde está su alijo de aire puro y libre y cómo lo captura) y lo mete en latas (100.000 unidades, nada menos) para ponerlo al alcance de todos.

Es un gesto simbólico, claro. Ahora se llevan los actos simbólicos. Estamos sin líderes, nos faltan proclamas claras y nítidas… estandartes. El primero que habla alto y claro (es de agradecer porque escasea) se lleva la conga entera y alza la bandera. Se convierte en adalid por nuestro hambre de héroes, nuestra búsqueda de modelos. Aunque el héroe haga locuras, aunque transpire incoherencias… a veces hace falta estar un poco loco para soltarse y alcanzar la meta. Aunque corremos el riesgo de emborracharnos con nuestras insensateces y acabar viviendo una realidad distorsionada donde todo se permite, cargada de buenas intenciones, eso sí. Y claro está, somos pasto de un discurso fácil y pueril, de acción-reacción, de encendido y apagado.

Y necesitamos mentes privilegiadas y transparentes. Necesitamos guías o eso creemos. Necesitamos pronunciar en voz alta los nombres de nuestros miedos, que son muy intensos, para seguir este camino. El mundo que hemos conocido se resquebraja, se está deteriorando por segundos y las normas que nos enseñaron (algunas perversas, admitámoslo) ya no sirven en el nuevo escenario. Es más, a menudo, hay que aplicarlas al revés. Hemos pasado de lo uniforme a lo singular. De ansiar consumir a pasarse el día contando para no llegar a números rojos. De la opulencia al esfuerzo, a vender talento… a buscar lo distinto, lo creativo… estamos mutando. Tanto, que cuando termine el proceso, que siempre es evolutivo, no nos reconoceremos.

Buscar guías es sensato, deseable… nuestra sociedad está ávida de líderes irreprochables, éticos. Personas que sepan convencernos con discursos que no estén vacíos… pero nuestra ansiedad por seguirlos no nos debe hacer perder el espíritu crítico. No podemos ser hamsters que al encenderse un interruptor dan vueltas y vueltas a la noria, sin parar, sin deternerse un momento para decidir si su vida es este continuo movimiento.

Comprar aire en lata. Aire puro. Y seguro que muchos lo compran (aprecio el gesto) pero no nos quedemos en la superficie… no nos pensemos que con la lata en casa tenemos nuestra cuota cubierta. Nos dejamos deslumbrar por campañas de marketing, por propagandas… cuando tendríamos que buscar la esencia. Arriesguemos. Decidamos lo que queremos y hagamos gestos cada día, pronunciemos nuestros nombres en voz alta y seamos los líderes de nuestras vidas … para que luego no nos vendan esperanzas vacías, latas vacías aunque sea a precio de saldo.

Necesitamos sabios honestos como el aire que respiramos, aunque sea en lata, aunque esté corrupto. Si no, vendrá un tipo con corbata y dientes blancos y nos venderá humo. Y compraremos sin pensar.