No me gustan los prejuicios. Ni los clichés. Ni todo aquello que ya se supone que tiene que ser de una forma concreta. Me molesta mucho la gente que va por la vida dando lecciones de ética, los amargados que esperan agazapados a que te equivoques para saltarte a la yugular… Esperando que tu desgracia sea su gloria…
No soporto que algunos se crean en posesión de la verdad absoluta, por muy maltrechos que estén en la vida, por mucho que les cueste arrastrar su peso… Por pesada que sea su cruz.
No me gusta la gente que se victimiza, se regodea en ese sentimiento y se queda sin hacer nada. Adoro a la gente que se ríe de sí misma, que se como a bocados la vida y siempre piensa en el siguiente paso. Gente que se levanta cuando cae y piensa cómo superarse.
Me provocan desazón, angustia y bastante asco aquellos que se creen con la razón siempre y no admiten opiniones contrarias. Me da lástima que no se admitan matices y que muchos se esfuercen cada día más en generar un mundo de contrastes, de blancos y negros, de buenos y malos, de extremos.
No me gustan los que gritan, aunque alguna vez el grito sea necesario… nunca es la única respuesta. Se puede luchar por mejorar el mundo desde cualquier rincón, bajo el sol o a cubierto de una lluvia densa. Como criado o como señor, sin que ninguna de estas dos realidades se superen entre sí. Se puede cambiar el mundo en un despacho, con un libro, con una pancarta o con un tweet. Se puede cambiar el mundo empezando por ser mejor con nuestro limitado entorno y respetar las miradas y las palabras. No hacen falta grandes actos. Se puede cambiar el mundo pensando cómo cambiarlo… Hacer la revolución desde un pequeño cuarto oscuro. En la cima o en el valle.
No me gusta la gente que juzga sin conocer, aunque admiro profundamente a aquellos que se guían por la intuición.
No me gusta la gente que otorga porque calla verdades aunque a veces sean básicos los silencios…
No me gusta la gente que dice “no me gusta” por eso ahora, me callo.
Un fuerte abrazo, Mercè 😉 Coincido contigo. La revolución de domingo es más sencilla y llamativa al lado de la revolución diaria y silenciosa, la del trabajo y el esfuerzo, la del compromiso, la que lucha contra las propias contradicciones, consciente de ellas, intentando superarlas a cada paso, viendo en los problemas y discrepancias una oportunidad para continuar avanzando y mejorando.
Coincidimos en planteamientos y eso nos hace compañeros, aunque no nos conozcamos. Estoy seguro de que, mediante el respeto y el diálogo, conseguiríamos superar nuestras posibles (y más que seguras) diferencias para continuar mejorando nuestro mundo.
Besos, compañera 😉
Cada vez que leo una nueva entrada tuya en el blog, comparto absolutamente cada una de tus frases y envidio sanamente tu forma de expresar.
A mi me gusta… me gustas tú!
Un abrazo
comparto Merce excelente
«No me gusta la gente que juzga sin conocer, aunque admiro profundamente a aquellos que se guían por la intuición.
No me gusta la gente que otorga porque calla verdades aunque a veces sean básicos los silencios… MARAVILLOSO
No me gusta que te calles. Cada palabra tuya es de oro. Un fuerte abrazo. Y muchas gracias por todo.
A veces un silencio vale mas que mil gritos,dice un «no me gusta» sin palabras..y cambia el status de una situación sin haber ejercido violencia alguna…y es una discrepancia con el sistema,una lucha (GHANDI Pj)…el dialogo,el debate,es lucha tb contra las injusticias,contra el sistema inapropiado…….ESTOY EN TU LUCHA
Gracias 🙂