Se levanta el telón. La protagonista eres tú. Ese “tú” capaz de exponerse a las miradas ajenas y sonreír cuando tu pupila rebota en el espejo. Ese “tú” que se viste de rojo y llama la atención y resiste las envestidas y los ceños fruncidos. El que se come los tropiezos y se ríe más de sus penas que de sus alegrías.

Hoy llevas puesto ese vestido que te dibuja las formas. Alguien podría pensar que evoca demasiado, pero en realidad es generoso. Tus ojos tienen puesta esa mirada de desafío que, a menudo, corre el riesgo de quedar arrabalera, pero que ya hace tiempo que decidiste que era mejor sacarla de vez en cuando de paseo y gastarla… Y pasar por vulgar antes que cerrar los ojos. Ese «tú» que ya nunca va a quedarse corto…

Hoy vas a gastar los zapatos callejeando y cruzando miradas. Vas a mostrar tus milhojas y tus mil pasos de baile.

La del escenario es aquella “tú” que ya no se avergüenza del tiempo que ha perdido y ha decidido concentrarse en el que le queda. La que dejó de aferrarse a viejas ideas que la agarraban por la garganta y no le permitían ni expresarse ni respirar. La que quiso cambiar el mundo empezando por cambiar de zapatos y caminar… ¡Menuda mujer! Tuvo que aguantar muchas pupilas pegajosas cubiertas del lodo asqueroso de la envidia que, a veces, se disfraza de desprecio, de sarcasmo, de superioridad o de falso consejo, pero que es puro pánico a que los demás consigan lo que tú sueñas y no tienes agallas para intentar coger.

¡Vaya tía! Se lo reformuló todo, se hizo de nuevo todas las preguntas que había respondido durante toda su vida y que ya creía superadas. Y lo hizo con neuronas nuevas, con ganas nuevas, con una ansia desesperada de darle la vuelta a todo. Tuvo que dejar atrás creencias que tenía tan arraigadas que cubrían con sus raíces desde el tobillo a los cabellos. Se releyó todas las historias y todos los cuentos y se cuestionó todos los personajes. Quedó tan cansada, tanto… Que más de una vez pensó que se equivocaba en esta tarea de reconstrucción de su “yo”, que era una loca, que no habría más resultado que el desengaño y el ridículo… Sin embargo, el hecho de sentirse cada vez más viva a medida que revolucionaba todo lo que creía que era intocable, le hacía pensar que iba por buen camino…

Dudó. Cuando su tarea estaba a medias, era un híbrido espantoso. Un ser perdido y asustado, con las raíces arrancadas de cuajo sin lugar donde sostenerse, arrastrándose, buscando posada y refugio… Daba grima, asustaba… Aunque en todo momento, sus ojos llevaban escrito el proceso. Cada día eran más y más brillantes, brillaban porque la emoción de buscar y encontrar y saber dónde buscar salía por todas la aperturas de su ser.

La del escenario es “esa”, casi al final del proceso… Casi. Y es maravillosa, en esencia. No es perfecta, pero lo es del todo. Ha encontrado lugar donde morar y reposo para el cansancio de redibujarse. Es una guerrera espléndida, un precioso ejemplar animal y persona. Una superviviente de sí misma, una reina de las bestias adorable y hermosa.

Y sabe más aún. Acaba de descubrir que no ha terminado todavía. No acabará nunca. Siempre tendrá que continuar preguntando, buscando… Acelerándose, retroalimentado su hambre constante de conocer y sentir… Sabe que siempre tendrá que estar cambiando de zapatos. Es la única manera de mantener el brillo en sus ojos y vivir como ha decidido que quiere vivir.

Baja el telón.