Si quieres llegar, vas a tener que venderte y venderte bien. Venderse no es rebajarse, ni aparcar la dignidad a un lado, ni ponerse de oferta, ni ser un saldo. Venderse es conocerse, buscarse las diferencias, motivarse… Ser más uno mismo que nunca y superarse. Encontrar tus talentos, potenciarlos y ponerlos en el escaparate. Para que sepan lo que vales, para que conozcan tus puntos fuertes y si necesitan alguien con tus rasgos, te compren. Suena mal, pero es porque estamos acostumbrados a pensar que cuando nos venden nos timan y no es cierto. Nadie nos obliga a vender barato, nadie nos atía a comprar caro. Se trata de buscar las oportunidades. Ser honesto.
Venderse es quererse. Es contar al mundo lo que quieres y lo que buscas y, sobre todo, lo que vales. Desde el primer minuto de nuestra existencia, nos vendemos. Lloramos para que nos amamanten, ponemos caritas dulces para que nos compren golosinas… Nos maquillamos para estar más guapos y nos ponemos nuestro mejor traje para ir a una cita o una entrevista. Hacemos marketing con nuestra sonrisa y cuando hablamos buscamos las mejores palabras, nuestra cara más amable para dejar el efecto de un buen eslogan.
Lo que no podemos es vendernos mal. Venderse mal sería fingir lo que no somos, traicionar nuestra esencia, aparentar. Venderse mal sería decir que sabemos lo que no sabemos, que tenemos lo que no tenemos, que hemos llegado a donde nunca hemos llegado… Ser otros y esperar que nos compren a nosotros. Venderse mal sería aceptar un trato injusto. Que no sea entre iguales. Que tú des mucho y recibas poco. No tiene porque ser dinero lo que recibimos, ni nada tangible o contable. Uno puede dedicar horas a enseñar a cambio de un “gracias” muy sentido y considerarse bien pagado. Otros dar un minuto y cobrar lo que tú y yo ingresamos en un año… Y sentirse maltratados.
El acto de venderse pasa por el trámite ineludible de estimarse, poner aprecio a tus valores y actitudes. A menudo, vende más una sonrisa sincera que una retahíla de explicaciones retóricas. Vende un guiño, una frase de aliento en un momento oportuno. Vende un esfuerzo continuado. Vende un riesgo poco calculado porque la ilusión a veces va más allá que las facultades. Y eso es lo grande y lo que hace que se superen los límites. Vende un fracaso bien asumido. Vende un pequeño logro en un mar adverso. Venden tus talentos y tus actitudes. Vende la aptitud cultivada y la insistencia. Vende la paciencia y la constancia… Venden las ganas de todo. Vende el intento.
Y vende el sueño imposible que se te dibuja en la cara cuando piensas en él. Ese brillo es lo que más vende.
Me ha encantado! lo comparto 100%… ser auténticos para acercarnos más a la felicidad… un gusto leerte :=) Feliz día
Muchas gracias!! Me alegro de que te guste 🙂
Compro. Y abrazo. Porque tu buen paño en el arca se vende.
Un beso enorme 🙂
Muy bueno amiga, como de costumbre! Como vendedor que soy, siempre creí que lo que más vende, es la autenticidad, el ser tu, y no intentar llenar huecos imposibles. Y aunque ser tu, en la sociedad actual se convierta en un acto revolucionario… Al final, los auténticos de verdad, te acabarán comprando, y evitarás que nadie, compre por error!
Somos energía y emoción… Y juntas, si las dejas fluir…. No engañan a nadie.
Ellas, acaban hablando pr ti!
Felicidades de nuevo!!
Espero que nos mantengamos en esa linea. No desistir, no caer en el desaliento. Un abrazo enorme. Muchas gracias! Un petó 🙂
Las cosas no se dicen, se hacen, porque al hacerlas se dicen solas. Una persona auténtica (como tú), actúa. Una persona vendedora, solo habla. 🙂
Actuar con ganas e ilusión vende también. Un beso 🙂
Que buen artículo Mercè. Me ha gustado mucho leerlo, sobre todo porque soy uno de esos que no terminaba de entender lo de «venderse bien». Moviéndose en la naturalidad, en la sinceridad, en la ilusión, todo es diferente. Me sumo a vender ese brillo» 🙂
Muchas graicas. Sé tu mismo, lo demás vendrá. Creo 🙂
Buen coaching, y buen automárketing .,. 🙂 Cuesta pensar en me vendo, más motivo para felicitar la reflexión de tu artículo.
Eso es porque tenemos prejuicios… Venderse honestamente es bueno. Gràcies!!
Has escrito,exactamente,lo que me gustaría oir tomando un cafe después de una comida en el campo..y paseando …suena como esa musiquilla de amor que alguien que te quiera te susurra para que sigas luchando y no te hundas…te lo agradeceremos muchos
Gracias a ti, no te hundas… Y si pasa, levántate 🙂
Y pensar que casi me pierdo este artículo… La naturalidad y el saber hasta donde podemos llegar es un buen comienzo para ser un buen vendedor y también es indispensable ser honestos con aquellos que sea acerquen a nosotros y con nuestra propia persona.
Me ha encantado leerte nuevamente y como comenta Jose, tus artículos son musiquilla motivadora para nuestros oídos.
Un abrazo.
Muchas gracias, guapa! Un abrazo 🙂
Sólo un matiz. Sin duda la propia historia vende, vende la coherencia, vende mi reputación, vende lo que otros han comprado y cómo les ha ido, vende mi «marca personal», vendo yo… pero yo no me vendo. Vendo un servicio que aporta valor. Y parte del valor que puedo aportar se deriva precisamente de que no me vendo, de que mantengo mi soberanía personal y profesional.
Y puesto a vender un servicio, personal, pero servicio, absolutamente de acuerdo en que es mejor venderlo bien y sin complejos.
Pero creo es bueno separar el ser del hacer. Así como quien me compra un servicio no me compra a mi, quien no me compra un servicio no me rechaza a mi; aunque quizá me esté dando información valiosa acerca de mis oportunidades de mejora.
Hecho el matiz, que no desmerece el conjunto en lo más mínimo y que no dudo que cabe sin problemas en el sentido de la entrada, mi enhorabuena por el mensaje.
Creo que hay ciertas cosas que es bueno decir alto y claro, como las has dicho.
Gracias, Mercè, por ayudarnos a poner nuestra atención sobre ellas.
Muchas gracias por todo!! Un honor!!
Aunque yo nunca he hablado de venderse a uno mismo. Si no a una forma de trabajar, hacer o ver la vida. La personas no deberíamos tener precio sino valor. Hablo de mostrar ese valor en cada momento y que la gente la vea, sea para contar contigo en un trabajo o saber por donde andas como compañero.
Lo que somos no se separa de lo que hacemos. Nuestros actos nos «venden» con una acepción en positivo de esa palabra tan denostada. No sé si me he explicado bien…
Muchas gracias por el comentario. Mejora el blog!! Y por el reblog!! Como digo, un honor 🙂
Estaba tomando un café de sobremesa y mientras me entretenía con twitter, pero, gracias a Cristina Rubio me he encontrado con este artículo (aunque te sigo este no lo había leído), y quería comentar que me ha encantado, muchas veces no soy consciente de lo importante que son esos valores, honestidad, naturalidad, sinceridad, en fin ser un mismo, … Gràcies Mercè.
Gracias a ti por leerme y a Cristina, como siempre por apoyarme también!! Besos 🙂
Ha sido un placer, que espero repetir. Todo un descubrimiento tu blog: se lo debo a Cristina Rubio, otro grato descubrimiento reciente.
Sí, está muy claro el sentido de tu entrada. Ocurre que me suele gustar tirar de las palabras y de los discursos, en pequeños recorridos algo fuera del suyo original; así, al soltarlas de nuevo, suelen lanzar el sentido algo más allá, como un buen arco. ¡Y tu arco me pareció muy bueno… y provocador! De forma que, en ese juego, nacen los diálogos.
Creo que volveremos a ser contertulios de blog a blog, algo así como «blogtertulios», más de una vez.
Lo dicho, un placer.
¡Nos leemos!
Soy una apasionada de las palabras y sus efectos. Me encantará dialogar… Un placer! Muchas gracias 🙂