Cuando nos ponemos la máscara y decidimos obviar lo que somos no podemos crecer. Nos ocultamos y escondemos de los demás y de nosotros mismos nuestros «defectos» y eso nos impide hurgar en ellos y verlos como lo que realmente son, oportunidades. Los llevamos pegados a nosotros como si fueran una etiqueta pero no los afrontamos, sin embargo, forman parte de nosotros. Si no los amamos como amamos nuestras virtudes y fortalezas nunca podremos superarlos. Ser vulnerables no nos hace débiles, nos hace fuertes y con el tiempo más sabios. Los sabios saben ver una ventaja en sus debilidades y transformarlas en fortalezas.