Yo también, a veces

Yo también, a veces

woman-1581202_640

Yo también, a veces me siento pequeña y cansada. Me falta un poco el aire y las ganas de dar ese paso más que te acerca a lo que buscas.

A veces, yo también llego a casa y no tengo ganas de nada pero tengo que hacer mucho y no sé cómo e intento no pensar y no parar.

A veces, yo también quiero bajar de mi vida y esperar a ver si pasa otra con mejores vistas y me subo, pero luego miro los ojos de mi hija y me doy cuenta de que tengo la mejor de todas la vidas posibles.

No pasa nada… No es el fin ni el principio. Permítete, escúchate, siente este momento y descubre que no te arrastra. 

A veces, yo también lloro sin comprender por qué y me regaño porque no me entiendo. Y ando por ahí sin ser mi mejor versión ni perseguir ningún sueño porque con tenerme en pie en ese momento me basta…

A veces, yo también me pierdo en las baldosas en un patio esperando que se empiecen a mover y me hagan un espectáculo como hacían cuando era niña las de mi patio de casa, que era particular y cuando llovía se mojaba…

A veces, yo también me descoloco cuando no puedo más y veo que otras personas lo pueden todo o eso parece. Y tengo ganas de que me den una moratoria de un par de días o de cien años para poder parar y darme cuenta de qué falla. ¿Te pasa?

No lo evites, vívelo y nota que no te invade, que no eres tú, que no es obligatorio que eso determine tu vida y tus pasos.
Sumérgete en lo que sienes y vuelve a salir. Deja que te toque lo que temes y descubre que no eres lo que estabas evitando.

Podemos hundirnos y no pasa nada. Esto no es una carrera. No hace falta sonreír siempre, es más, es absolutamente necesario estar tristes y abrazar tu tristeza. Es absolutamente necesario romper platos y perderse un rato para luego encontrarse…  Es absolutamente necesario renunciar a lo que no llegas y decidir qué quieres y qué no en tu vida.  Es maravilloso soltar para dejar de cargar el peso y luego decidir si queremos cargarlo o no…

Esto es sólo un ejercicio de consciencia, de notar, se sentir, de comprender que estás y que eres, de darse cuenta para poder encontrar el camino… Y lo encontraremos seguro, solos o con ayuda, porque nos levantaremos y volveremos siempre a nosotros mismos pero al regresar seremos más sabios.

Podemos caernos y no pasa nada, lo único indispensable es no construirnos una casa en ese lodo ni creernos que pertenecemos a ese lugar porque en realidad es algo pasajero… 

A veces, yo también digo que sí cuando quiero decir que no y luego me siento incómoda, pero lo hago porque me han educado para asumir esa incomodidad a cambio de no llevar a la culpa ficticia por haber dicho que no… A veces, me rebajo porque no me acuerdo de que merezco lo mejor y trago sapos para no quedar mal y que me reprochen… Sí, lo hago… Porque como me siento culpable de no ser perfecta, a veces, siento que tengo que pagar un peaje todavía y sufrir un poco para expiar mi culpa… Lo sé, qué mal suena, pero digamos las cosas por su nombre porque así podremos aceptar que pasan, comprenderlas y empezar a soltarlas y no depender de ellas…

Yo también creo que habrá un día en el que llegará la magia a mi vida pero lo voy postergando porque todavía no me siento digna de ella… ¿Lo haces tú también?

Pues no pasa nada… Dejemos de reprochárnoslo porque ya somos conscientes y nos hemos dado cuenta y eso le da sentido a todo. Ahora que sabemos que podemos fallar y no es sólo inevitable sino saludable y necesario vamos a mirarnos a la cara con las cuentas saldadas. Y descubrir que no había cuentas que saldar sino amor que todavía no nos habíamos dado, valor que no sabíamos ver en nosotros.

Y eso tal vez haga que ya no se nos pasa por la cabeza querer ser otros y envidiar otras vidas y aprendamos a darnos espacio y tiempo para respirar. Tal vez eso haga que comprendamos que ya somos perfectos en nuestra imperfección necesaria y podamos observar nuestra angustia desde fuera para descubrir que no somos lo que ella es… Y observar nuestros pensamientos más tristes sin que nos engullan en esa espiral de dolor y sufrimiento que nos arrastra siempre pensando que no hay esperanza. Y descubrir que no somos lo que pensamos y que podemos cambiar lo que nos da la gana.

Tal vez eso haga que nos demos cuenta de que estamos cansados porque gastamos mucha energía intentando parecer y culpándonos de todo, pensando demasiado lo que debería y no disfrutando lo que es. Y no llegaríamos a casa tan agotados …

Tal vez eso nos haga recapacitar y darnos cuenta de una vez por todas que la felicidad no es un chute de nada sino coherencia pura y paz interior… La paz de saber que estamos de nuestra parte y vamos a respetarnos pase lo que pase.

Tal vez eso hará que las baldosas se ponga a bailar de nuevo en el patio de mi casa y me de cuenta de que siempre estuvieron haciendo un espectáculo pero yo no lo podía ver porque no me permitía sentir.

Siente lo que eres ahora, sea lo que sea, no pasa nada. Vive este instante aunque haga frío o sea incómodo. Todo pasa.

Dí que no quieres, que no te apetece, que no va contigo a ver qué pasa.

Y si no lo haces, no te reproches porque a veces nos ahogamos con la venda que ponemos a la herida y muchas heridas se secan al aire. 

No eres lo que eres ahora, eres más grande y muy capaz. Puedes caer, llorar, fallar, perderte, sentirte absurdo… No dejes de respetarte por ello. Esto no es más que un momento que pasa. Y mereces parar mil veces para comprender y conocer qué hay en ti, para tomar impulso o para hacer nada y hacerlo todo al mismo tiempo…

Yo también a veces me cuento historias tristes y me las creo… Y no pasa nada, porque sé que forman parte de una gran historia que seguro que acaba bien… La mejor historia jamás vivida y contada, la mía. Y tú tienes la tuya…

Echa un vistazo a mi último libro «Manual de autoestima para mujeres guerreras» aquí

Perdónate

Perdónate

relax-3506180_640

Todo tiene que ser perfecto siempre.

Todo tiene que estar listo a la hora indicada. No puede fallar nada. Todo tiene que parecer lo que es y ser lo que parece. Si algo al final no es correcto o como crees que debería, que no sea por ti. Porque tú tienes que ser intachable. Estar preparado para pasar la prueba del algodón cada día, cada minuto, cada segundo… Sea de noche o de día. Tras una larga jornada de trabajo duro, llegando a casa, cuando no puedes con tu alma y te arrastras haciendo lo que siempre has pensado que debes… Incluso entonces, te miras al espejo y ves tu maquillaje corrido dibujando unas ojeras enormes bajo tus ojos y te regañas porque no estás perfecta… Te culpas porque no te amas suficiente como para perdonarte por no estar impecable. Te sientas en el sofá y te susurras cosas terribles porque te permites un respiro.

Incluso después de haber llegado a la luna, levantado una empresa solo, solucionado un conflicto importante y dedicado todo tu día a otras personas a las que amas, llegas a casa y piensas en todo lo que te falta todavía. Te enfadas contigo y te reprochas. Te llamas vago, inútil, fracasada, te miras y no te ves porque sólo ves tus fallos (algún descubrirás que no lo son porque en realidad son la forma en que la vida te dice que puedes permitirte no ser esa versión rígida y estudiada que tienes de ti y que te está llevando a al profundo foso del desamor contigo mismo). Incluso cuando ya se te has desdibujado la cara de tanto llevar una sonrisa puesta para satisfacer a otros y negarte el llanto necesario para soltar y dejar de medir y evaluar y buscar resultados… Incluso cuando te has perdido el descanso y actúas con el piloto automático para no faltar a tus citas con la exigencia propia y ajena, cuando caminas por inercia para no defraudar ni dejar de demostrar un minuto que vales, que mereces, que aportas… Incluso entonces, cuando has echado el resto buscando la perfección imposible y (lo siento, voy a decirlo) totalmente indeseable, eres incapaz de darte una pequeña tregua y decirte que ya basta, sentarte a sentir y tomarte un respiro sabio que te dará una perspectiva distinta y te permitirá ver que no es necesario morir para demostrar que mereces la vida…. 

Que no hace falta irse dejando la vida por el camino para que otros, incluido tú, acepten que ya has llegado a ese punto de tu existencia en el que no necesitas demostrar nada…

Que todo lo que el mundo te exige en demasía no es más que tu propia mirada sobre ti, una mirada cruel, severa, que juzga sin medida y busca penetrar en ese dolor tan antiguo y guardado donde todo se vuelve oscuro y triste. Eres tú quién se pide tanto que no se deja nada… Y los demás son simples comparsas en este juego terrible de lanzar el dardo a ver quién toca directo al corazón.

Eres tan exigente que incluso te pides el máximo cuando te clavas muy dentro el aguijón lleno de veneno que tienes reservado para ti, que incluso cuando te insultas y degradas vas tan en serio que nunca fallas…

Que incluso cuando te culpas, lo haces perfecto y calas hasta los huesos… Te has convertido en una máquina eficaz de engendrarte culpa y desasosiego. Y cuando intentas dejar de culparte, te culpas todavía más por no ser capaz de hacerlo ahora y hacerlo perfecto.

En tu mundo completamente abocado a resultados imposibles sólo falla algo, tú. Lo que pasa es que justo es esa la parte preciosa que merece la pena y lo impregna todo de una belleza inconmensurable, imposible de capturar, imposible de medir… Lo que tú eres es tan grande que no cabe en un simple molde perfecto y necesita toda la libertad del mundo para manifestarse… 

Lo que pasa es que no eres libre porque tú mismo te esclavizas. Te impones una marca, un tiempo, una etiqueta, un certificado, un diploma, un título, un mote ridículo, un archivo, un categoría… Y te ciñes, te esperas en la esquina para saldarte cuentas y te enfadas, te riñes, te reprochas, te azotas, te insultas, te juzgas…

No importa lo que has conseguido hoy ni nunca, eso no cambia tu valor ni tu capacidad de merecerlo todo.

Suelta esa culpa insoportable por lo que no tienes o no consigues ya ama cada milímetro de tu imperfección maravillosa y necesaria… 

Si vas a hablarte, hazlo como lo harías a tu mejor amigo o amiga si viniera a ti contándote tu historia. Usa tanta compasión como sea posible en tu infinita capacidad todavía mermada de ver tu grandeza y busca lo hermoso. está ahí, esperando a que lo veas. Está ahí buscando asiento en tu vida donde tienes todos los asientos ocupados por reproches, exigencias y personas que colaboración activa y eficazmente contigo en esto de tratarte mal y pedirte demasiado…

Suelta esa necesidad de cuadrar caja y vuelta un rato.

Suelta ese miedo al error y te darás cuenta de que todas y cada una de tus equivocaciones en realidad son aciertos.

Suelta esa vergüenza que sientes de ti mismo y la angustia acumulada por no llegar a nunca a una meta que en realidad no importa.

Permítete un momento de paz y verás como todo, absolutamente todo, es distinto.

Suelta esa libreta llena de listas, retos y tareas pendientes un rato y mira lo que ya eres porque lo que realmente necesitas para seguir está ya en ti y no lo ves… Porque sólo buscas resultados tangibles y sobrevives a base de cafés para no parar y sentir el dolor que acumulas.

Perdona a tu yo imperfecto por no llegar a la altura de ese listón absurdo que te impones… Perdona a tu yo exigente por haberle puesto ese listón obscenamente insoportable. 

Perdona tus miedos y da las gracias por ellos porque están indicándote el camino que debes seguir y no esquivar.

Perdónate por haberte hecho daño hasta ahora intentando ser algo que, sin duda, se quedaba corto ante lo que realmente eres porque tu esencia siempre ha sido perfecta y es imposible que deje de serlo.

Perdónate por haber creído que ser humilde es no amarse suficiente y descubrir ahora que para ello es imprescindible reconocer la propia grandeza y la grandeza ajena.

Y perdóname a mí por todo esto que te cuento porque lo hago desde ese yo que se ha roto la vida haciendo lo mismo y te miro y pienso que eres tan maravilloso que no quiero que te rompas igual que yo…

Aunque respeto tanto tu libertad que sólo te invito… Mientas busco la forma de soltar y caminar sin culpa. Mientas suelto mi dolor acumulado usando estas palabras con la esperanza de que sirvan y bajemos todos un poco de la noria en que nos hemos subido sin darnos cuenta…

Yo también me exijo demasiado, no estás sola, no estás solo… Puedes soltar eso y seguir. Puedes parar ahora y decidir que no vuelves a ponerte en marcha hasta que no te hayas encontrado. Puedes escoger dejar de pedirte tanto, hasta que no te hayas perdonado.

Perdónate ahora.

Quieres conocer mi último libro «Manual de autoestima para mujeres guerreras», haz click aquí.

 

Al otro lado de la pared

Al otro lado de la pared

graffiti-3097785_640

A veces no sé cómo se ama… Sólo sé cómo se quiere, cómo se necesita. Cómo se topa con esa pared mil veces esperando que un día se derrumbe y me deje ver qué hay al otro lado y vivir sin estar sujeta, sin sentirme provisional… Sólo sé de deseos incumplidos y hechizos fallidos… Sé cómo se desea algo tanto hasta que pierde el sentido porque empieza a ser una necesidad y no una meta, porque suplanta tu vida hasta el punto en que te levantas y respiras para conseguirlo. Hasta que no hay en ti nada más que no sea ese deseo y pierdas de vista el mundo mientras esperas una respuesta, mientras suplicas que otra persona te de permiso para seguir con tu vida…  Queremos desde la necesidad y eso hace que ese amor nazca roto, mutilado de cualquier posibilidad de crecer por sí mismo y ayudarnos a crecer a nosotros. Amamos a medias porque nos sentimos seres a medias, desgajados y estropeados por tanto intento loco de parecer dignos de amor, por convertirnos a en material deseable y asegurarnos así nuestra NO soledad eterna… Para levantarnos cada día y poder decirle al mundo que alguien nos quiere y nos tiene en cuenta y que eso forzosamente significa que somos dignos y merecemos amor…

Creemos buscar amor pero en realidad buscamos permiso, oxígeno para continuar respirando sin sentirnos ajenos a la vida ni tener que seguir pidiendo perdón por no ser perfectos… Sin volver a avergonzarnos de nuevo de nosotros mismos y de nuestras rarezas .

El problema es que este mecanismo no funciona, es más… Se convierte en la fórmula más eficaz para acabar siendo el juguete roto, el corazón desgarrado, el apéndice de alguien que tampoco se ama suficiente como para no necesitar sucedáneos pero que ha decidido llevar el mando en la relación.

En realidad, esto de amar va al revés. Primero te amas y luego dejas de buscar porque ya tienes, porque ya te notas digno sin aparentar ni demostrar ni tener la necesidad de ser aceptado por nadie… Porque descubres que ya está en ti lo que llevas mil años  buscando y todo lo que has encontrado hasta ahora no era más que el espejo de tu dolor y tu incapacidad de darte cuenta de que ya eres un ser entero que merece lo mejor… Que te guiabas por el mapa que lleva a la cárcel segura de la dependencia, de la soledad interior más absoluta que no es más que la soledad de sentirse separado de uno mismo estando rodeado de personas que te hacen sentir invisible, irrelevante, insignificante…

A veces no he sabido cómo se ama porque me enseñaron a vivir amores a medias esperando que una sonrisa me corroborara que merecía sonrisas, que un beso me confirmara que merecía besos, que una mirada me transmitiera que era digna de miradas… 

No es fácil amarse a uno mismo en un mundo de ruido constante donde todos los mensajes que podemos escuchar hablan de subir a podios, demostrar lo que somos y ser más joven cada día para que los que te rodean que también luchan contra el tiempo te acepten y no te rechacen. Vivimos en un mundo de seres rechazados por ellos mismos que juegan a fingir que no lloran cuando están solos porque temen demostrar que a veces no soportan su vida, porque suplican no sentir nada y se alienan de ellos mimos, porque huyen de sus fantasmas en lugar de abrirles la puerta y cerrar heridas.

Vivimos pendientes del marcador cuando los que realmente viven en paz son aquellos que han decidido dejar de jugar a parecer y han aprendido a merecerse, a sentir, a notar lo que la vida les cuenta y a mirarse al espejo para descubrir que ahí afuera no hay nada a lo que agarrarse.

No sabemos amar porque no nos amamos y a veces, sé que es duro reconocerlo, no buscamos compañeros de viaje sino muletas, barandillas, puntos de apoyo para poder recordar lo que somos sin salir corriendo… Y no es que sea perverso sujetarse a otro en algunos tramos del camino, lo que realmente es perverso es olvidar que nosotros somos nuestro gran sustento…

Es maravilloso amar sin medida, siempre que ese amor intenso e incondicional empiece por uno mismo.

A veces cuando amas, cuando te amas de verdad, sencillamente lo que te rodea da un vuelco. Entonces, descubres la pasión por todo lo que te llega y se cruza en tu camino, por cada brizna de vida que encuentras a tu paso.

No sabemos amar porque no sabemos amarnos. Porque nadie nos explicó que esto no va de encontrar la luz en otros esperando que eso nos ayude a escoger el camino correcto, sino de encender la propia luz y compartirla. Porque lo único que hay al otro lado de esa pared eres tú mismo… Tú eres la pared. Tú siempre has sido la pared.

 
¿Quieres conocer mi nuevo libro «Manual de autoestima para mujeres guerreras»? haz click aquí
 

Date un tregua

Date un tregua


woman-3637135_640

Vamos a hacer una prueba. Un día como hoy, si quieres, te levantas y te permites que todo resbale. Que lo que te araña te arañe menos. Que lo que te parece urgente salte de tu agenda hasta perderse en el olvido… Que nada te zarandee tanto como para quedarte muerto o roto… Notar lo que pasa hasta el final pero sin dejar que te inunde y te haga perder el equilibro, sintiendo que no importa, que dentro de ti, en algún momento que no este, encontrarás solución… Y que si no la encuentras, tampoco pasa nada porque la vida no es morir en los intentos sino estar presente. 

Y no te hablo de no sentir, al contrario, te hablo de sentirlo todo, pero lo de hoy, lo de ahora… No lo de hace años que llevas adherido a la piel y no consigues soltar o lo que piensas que pasará un día de estos porque te crees un ser predestinado al fracaso o al sufrimiento. Te hablo de sentir cada instante, cada miedo, cada sensación, cada risa, cada sonido… De ir por la calle notando este viento fresco que eriza tu vello y pone en alerta tu piel y disfrutar del tacto de los que amas como si fuera la primera vez y al mismo tiempo la última.

Te propongo por un rato no pensar más allá de la vuelta de la esquina, para no perderte este ahora que se escapa y que mientras lees esto (por cierto, gracias inmensas por dedicar una parte de tu valioso tiempo a mis palabras) se va y se esfuma.

Ya lo sé. Tienes tantas cosas pendientes… Algunas complicadas y duras. Sin embargo, no las vas a solucionar desde esa sensación que te golpea el pecho, que cuesta soltar y que no se irá en dos días. Sin embargo, no se irá nunca si no te permites respirar, si no te sientes merecedor de ser libre y vivir como si mañana no importara. Porque en realidad, no importa… Y no porque no vayamos a hacer todo lo posible (y mucho de lo imposible) porque esté lleno de lo que amamos y soñamos, sino porque no existe todavía y le estamos dedicando un tiempo maravilloso de nuestro presente…

Preocuparse no sirve de nada. Lo que realmente sirve es comprender qué nos cuenta la vida con cada conflicto y ponerse manos a la obra en lo que sentimos que podemos hacer para solucionarlo… Hacer desde la consciencia y no desde la necesidad de mantenerse desesperado para demostrarle nada a nadie. Vivir desde una compasión inmensa por lo que realmente somos y amarnos pese a reconocer nuestros errores, sabiendo que están ahí para que los usemos de puente a nuestra nueva vida.

Todo cambia en un instante. Cruzas una calle y encuentras a alguien que hace un siglo que no ves y que tiene la respuesta que buscas. Recibes una llamada y algo se apaga, se rompe pero en pocos días abres un libro y todo cambia. A veces, el sol sale cuando cierras los ojos porque estás demasiado cansado de enfadarte con la vida porque llueve y nunca lo ves… 

Te propongo que ahora no te enfades. Que te des un tregua a ti y tus problemas pendientes. Que durante un rato (un minuto o un siglo, el tiempo no existe en realidad) te permitas que todo sea tan relativo que nada cuente, ni sume, ni reste, ni encienda ni apague la luz… Tu luz…  Que no tengas que hacer nada concreto más que lo que te apetece, que no vayas a mirar tu lista de objetivos para tachar algo que debes hacer hoy (si no es que te entusiasma)… Que pares y vivas y sientas qué deseas realmente. Que hoy no importe nada más amarte y amar y vivir en consecuencia a eses amor loco y maravilloso que nunca te permites porque te castigas cuando crees que fallas.

Hoy no produzcas. No generes. No taches nada en la lista ni planifiques… Deja que la vida te cuente y te marque… A ver a dónde vas y qué pone en tu camino. Si llaman a la puerta y no te apetece, no abras. Afloja el cinturón y déjate el pelo ondulado, a su aire, sin que tenga ese liso perfecto de cada día. Pierde deliciosamente tu tiempo tomando café con alguien y charla sobre lo maravilloso que es tomar café sin mirar el reloj. Entierra tu móvil y deja que los mensajes que los envía la vida, el mundo que late y descubre caminos más allá de una pantalla.

Déjate llevar por un aroma y sigue su rastro. Come con pausa y llénate de vida. Si tus planes te rompen, rompe tus planes hasta que a media tarde estés aquí y ahora, y sepas que estás justo donde deseas estar haciendo lo que realmente necesitas, no lo que el mundo te vende… Y tal vez, sea hacer nada. Hay que hacer mucho de nada para saber con qué llenar tu vida, para aprender a notar la necesidad real de lo que amamos, de lo que nos apasiona y entusiasma…

No hagas, pero mantente despierto a la vida. No pierdas detalle porque alguien o algo, mientras encuentras tu calma, te va a susurrar todas las respuestas que buscas y necesitas… Hace tiempo que las tienes pendientes de escuchar pero no podían llegar a ti porque no paras ni escuchas… Y no es que no pare tu cuerpo, no para tu mente. No paran tus pensamientos terribles sobre lo que sucederá mañana ni los pensamientos tristes que se ocupan de golpearte de nuevo por lo que pasó ayer…

Te propongo que hoy decidas no tener futuro ni pasado y notes este momento como si fuera el único, pero con la extraordinaria sensación de que si lo vives, conseguirás que haya otro, y otro, y otro, hasta que tu vida sea un sinfín de momentos deliciosos y llenos de ti…

Deja que lo vida te toque y te cuente, que te invada y te marque el camino. Deja que te cale tan hondo que te des cuenta de una vez por todas de que tú eres la vida y en realidad eres tú quién lo marca pero has sido hasta hoy incapaz de notarlo porque no te sueltas ni permites dejas de angustiarte. Mientras te preocupas, no vives y es justo cuando vives que encuentras las respuestas y las herramientas para solucionar tus preocupaciones.

Te propongo que hoy te mires con tanto amor que comprendas que te mereces una tregua entre tanto aviso loco y exigencia bárbara… Que te quieras tanto que te permitas descansar y no buscar rendimiento y resultado a todo… Que te comprendas tanto que mires tus debilidades con cariño y te des cuenta de que llegarán a ser tus fortalezas si sabes abrazarlas… Que seas tan amable contigo que te permitas decidir que no puedes hacerlo todo hoy y busques un lugar hermoso donde darte cuenta de lo mucho que mereces y amas.

Deja de castigarte por lo que no eres y vive tu esencia. Te propongo que te trates como mereces y comprendas que ya eres perfecto y no esperes nada… Porque todo lo hermoso y lo bueno que va a llegar está a dos minutos de este silencio maravilloso que te permites ahora y que casi nunca vives ni habitas. 

Quieres conocer más sobre mi nuevo libro… Manual de #autoestima para #mujeres #guerreras echa un vistazo aquí

La vida te invita a parar

La vida te invita a parar

woman-1209862_640

En algún momento en la vida llega ese día en que estás un rato a solas, contigo. A solas de verdad. Sin más interrupción que tus propios pensamientos ni más demora que la de acabarte ese café para poder cerrar los ojos y notarte la piel… Llega porque lo has estado postergando mil años y ya te toca. Llega porque te lo mereces y ya no te basta con buscarte a pedazos, te necesitas por entero.

Si no propicias tú este momento, si no te das cuenta de que la vida te llama a parar y sentir, no te preocupes, lo hará ella sola. Encontrará la forma de que te pares, te calles, te rompas, te desgajes y tengas que quedarte a solas contigo mismo y decirte lo que tienes pendiente. La vida buscará el camino para que pares en tu camino y te notes las puntas de los dedos de los pies y te preguntes para qué andas. Buscará la forma de que te sientes y te preguntes a dónde vas… Buscará la forma de que te acurruques a ti mismo y llores si almacenas llanto y te rías si te quedan risas pendientes. La vida es tan eficaz haciendo que lo que tienes pendiente pase… Haciendo que lo que evitas suceda…

A veces, lo hace a golpe seco y otras como el río que remolonea buscando un mar que no se deja, que parece que no llega, que no se deja amar ni besar. Todo llega, siempre. A veces no es como lo imaginabas. Otras es exactamente igual pero al abrazarlo notas que ya no tiene tanto sentido. En ocasiones, aparece desgastado y opaco… Aunque siempre, siempre es mejor de alguna forma…

La vida te para o te paras tú antes de que lo haga la vida. Si escoges la segunda opción, cuando notas las señales y lees en tus ojos que te necesitas de verdad, que te buscas para sincerarte y tener esa conversación pendiente contigo, todo es más fácil. Tú eliges cómo parar y bailas. Tú escoges el rincón donde a quedarte quieto y la posada donde vas a contarte historias. La vida te invita a parar y tienes que aceptar la invitación para encontrarte y volver a ella con más ganas, con más serenidad, con más paz…

A veces, para cambiar de vida no hace falta dejar la antigua del todo. Sólo es necesario soltarla, estar dispuesto a pensarla de otro modo, a vivirla con otro ritmo, a buscar la coherencia en cada palmo que la habita y desechar lo que ya no te pertenece. No hace falta lanzarlo todo por la ventana, pero hay que estar dispuesto a ello si es necesario… 

Al final, lo nuevo siempre te cuesta lo viejo, lo caduco, lo que ya no tiene sentido… Hay que dejar hueco para que lo que deseamos llegue a nosotros y ese hueco es sobre todo mental y emocional… El espacio físico siempre es una consecuencia de permitirnos vaciar por dentro, soltar los pensamientos que ya no nos definen y las creencias que ya no queremos que nos limiten.

Y una vez a solas, háblate en serio. Sé pura compasión pero pura verdad. Sé amor pero también firmeza…

Quedarte con tus miedos y decirles basta. No para que se vayan (que sería maravilloso) sólo para que no muerdan. Quedarte con tus pensamientos y mirarlos desde fuera y ver que no son tú y que están ahí para recordarte que a veces no te valoras suficiente, que todavía estás aprendiendo a amarte y se te escapan pequeñas cosas. Quedarte con tus emociones y sentirlas, ver qué te cuentan y soltar cuánto puedas…

Y decir las cosas por su nombre. Y hablarte claro. Y encontrar ese miedo tan intenso que se oculta detrás de esos pequeños miedos sin sentido que son todos el mismo disfrazado de torpeza, de desgana, de angustia, de enfado, de rabia, de resentimiento, de pereza…

Y no culparte por nada. Sin reproches, sin medias tintas… Para que vayas a tope contigo. Cuando aciertas y cuando fallas. Porque todo, absolutamente todo es material valioso para seguir y crecer. Para levantarse y caminar .

En algún momento tienes que quedarte a solas contigo para darte cuenta de que le pongas el nombre que le pongas a tus metas tu destino es amarte y confiarte la vida.

En algún momento vas a tener que recordar qué te trajo aquí y descubrir si te sigues a ti mismo o tu sombra.

Para enderezar el camino si te has perdido o sencillamente seguir por el camino que parece equivocado a ver a dónde te lleva… Porque tal vez ese error pendiente es sea muy necesario para recordar quién eres y darte cuenta de hacia dónde deseas ir de verdad.

Tal vez ha llegado ese momento. La vida te invita a parar ¿aceptas?

 
 
Quieres leer un poco de mi último libro… Te invito, haz click en el enlace.
 Manual de #autoestima para #mujeres #guerreras