Cien años y un día

Cien años y un día

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A veces, pienso tanto que no existo…
Busco tanto, que no encuentro…
Me angustio tanto, que desaparezco. Me fundo con el salvapantallas de mi vida, me cuelo en una nube gris de miedos y rutinas.  Me dejo cubrir por la telaraña oscura de mis pensamientos más tristes… Me oculto tras la cortina de mi vida… El lugar donde permanecí escondida mientras ensayaba para vivir y perdía momentos… Me disuelvo en un desagüe de risas perdidas que esperaban turno para salir a escena y quedaron atrapadas en mi garganta… Me fundo con el abrazo cálido de la desesperanza. Con las ganas de ceder y tocar lo obvio, lo necesario, lo conocido.
Siempre esperando que empiece una función que nunca empieza.
Siempre rogando un milagro que no llega…
A veces, camino tanto que nunca llego.
Porque ando en círculo. Porque no salgo de mis límites ni surco más que mis entrañas dolidas y rotas. Porque vuelvo una y otra vez sobre mis pasos dudosos… Porque piso mi sombra y me mezclo con el manto oscuro de esta noche tan líquida, tan hermosa, tan extraña.
Y yo sigo dando vueltas tan rabiosa, tan arisca, tan enfadada… Y me pierdo las estrellas que brillan como si reventaran porque llevo puesta una capa roja y miro al suelo.
A veces, sólo ven mis labios rojos las paredes desnudas de mi alma cuando buscan besos… Las esquinas de mi cuarto pequeño de sueños por cumplir y las puertas de mi armario repleto de vestidos incómodos por estrenar, como mi vida…
A veces, parece que vuelve pero en realidad no he salido de mí… No he hecho más que circundar mis miedos y bordear mis heridas para ver que siguen abiertas.
Creo que vivo, pero sólo pienso que vivo.
Siento que vivo, pero siento poco, porque apenas habito fuera de mis angustias.
Me gusta mecerme en mis imperfecciones y bucear en mis errores favoritos…
Estoy aprendiendo a quererme así… A veces rota y otras cosida. Aturdida por no ser y cansada de habitar este cansancio dulce que es el sueño de los que no saben que duermen y por ello nunca despiertan.
Con ganas de vivir y salir de mí para explorar el mundo a partir de mis ojos hambrientos. Con la furia de una bestia que estuvo encerrada  y la paz de quién confía en que los sueños se cumplen…
Con la esperanza de dejar la jaula que yo misma construí para protegerme de mí misma y ver el mundo sin tocarlo y sin bajar del tren ni mojarme con la lluvia…
Me he perdido media función por la necesidad de amortizar miedos y no gastar zapatos. Por si llegaba el diluvio o todos se giraban para reírse de mi nuevo peinado…

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Y ahora, tengo prisa por caminar descalza y arañarme los pies con la vida.  Por pisar la hierba mojada y caer rendida ante la lluvia más intensa.
Tengo ganas de besos y de versos. De tropiezos y nubes negras… De trapecios gigantes desde los que caer e historias hermosas en las que perder las llaves para no poder regresar nunca a mi vida diminuta y aburrida.
He pagado mi descortesía para con la vida no viviéndola… He cumplido condena morando con mis demonios en un inframundo de aburrimiento pequeño y asequible…
Cien años y un día esperando… Casi me vuelvo loca y me salen escamas. En mis ojos salvajes hay un poco de todas las noches soñadas buscando risas y alegrías accesibles.
A veces, tengo tantas ganas de salir de mí misma que la impaciencia me cierra todas las puertas…Y sólo la lluvia me calma.

Eres lo mejor que te ha pasado

Eres lo mejor que te ha pasado

Foto : Gimena Escariz

Foto : Gimena Escariz

Vayamos de viaje a nosotros mismos.

¿Te atreves?

Aunque sabemos que vamos a salpicarnos y ensuciarnos, no nos pondremos el impermeable como hacemos siempre, porque necesitamos sentir… Si pasamos por este camino de puntillas o nos ponemos los guantes, no servirá de nada.

No lo pienses más. Hazlo. Pensamos tanto… Está bien pensar, es necesario. Lo que pasa es que acabamos haciendo una bola de pensamientos que nos recorre la cabeza  y nos deja anestesiados. Y llevamos dormidos algunos siglos…

Pensamos siempre lo mismo, nos falta  ese punto de osadía que nos permitiría imaginar qué podría pasar si dejamos que nuestros pensamientos salgan del cauce habitual. Nunca rompemos las normas que nosotros mismos nos hemos impuesto. Y nuestros pensamientos no sirven porque están corruptos, estancados, asfixiados… Porque son cíclicos, porque van de la cama al sofá y como mucho pasan por la nevera de los pensamientos fríos, congelados…

¿No te sorprendes siempre pensando lo mismo? ¿No te vienen a la cabeza siempre las mismas ideas y palabras y notas las mismas punzadas en el pecho cuando las revives?

¿No te has dado cuenta de que paseas siempre por los mismos peldaños de escalera y nunca llegas al rellano?

Vamos del “necesito hacer algo con mi vida” al “mejor quedarse callado y no decir nada no sea que pierda lo que tengo” Y ¿qué tienes? ¿eres lo que crees que puedes llegar a ser? ¿te sientes bien contigo mismo o eres un sucedáneo de ti?

Cuando estamos en crisis, buscamos respuestas en el cajón de pensamientos tristes, de culpa, de asco, de rencor, de resentimiento, de rabia y frustración… Y nos pringamos con ellos hasta arriba, hasta que nos sentimos tan poco responsables de nuestra vida que decidimos sentarnos en el sofá y mirar otras vidas… Y criticarlas, envidiarlas, maldecirlas…

¿Cómo te hablas a ti mismo? ¿qué te dices? ¿usas siempre las mismas palabras para definirte y definir tu vida?

Y a veces, nos asalta una nueva idea. Algo distinto, insólito… Lo imaginamos, lo tenemos en cuenta, pero enseguida nos refugiamos en ese rincón donde todo es fácil y predecible, cómodo, asqueantemente tranquilo… Es como el rincón de pensar en pequeño.  De matar al mensajero y encogerse. El del lamento, de la queja, el llanto estéril porque no vacía sino que llena de dolor… El rincón de maquinar venganzas, tragarse la rabia y programarse para la envidia… El rincón de los que se conforman con mirar.

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Y pensamos mucho. Pensamos más, pero siempre lo mismo. Desde el mismo ángulo. Con la misma mirada. Nos contamos siempre las mismas historias y nos sorprendemos siempre en las mismas frases… Nos contamos los mismos chistes con los mismos clichés y nos reímos de las mismas personas para poder soportar que ellas hacen lo que nosotros no nos atrevemos a hacer… Nos creemos que así pierden valor sus actos y somos menos desdichados… Y volvemos a pensar… Otra vez, como el hamster que da vueltas en la rueda buscando algo sobre sus pasos estériles… Lo hacemos usando las mismas palabras para contar nuestro relato interno, llegando a la misma conclusión (llegar a otra es prácticamente imposible). Y nos cerramos. Cerramos nuestra puertas interiores presas del pánico porque esa idea extraña casi hace tambalear nuestras vidas…  El susto nos deja petrificados. Aunque es el mismo susto de siempre, con los mismos gestos y las mismas sensaciones. Como si hubiéramos hecho un pacto con nuestros miedos para que nos asaltaran siempre en el mismo sitio a cambio de no movernos, de no ir nunca más allá…

Y a pesar de todo, una avalancha de pánico y sudor frío nos encoje el pecho y nos besa la nuca… El miedo siempre te besa la nuca cuando estás a punto de decidir algo nuevo… Y tú puedes interpretar ese beso macabro como un freno o como una señal de que estás en el camino correcto para salir de ti mismo y encontrarte de verdad.

La persona a la que buscas está al otro lado de todos los pensamientos estancados y congelados. Al otro lado de la vida previsible y razonable.

Cuantos más besos en la nuca sientas, más cerca de ti estás…

Nuestro viaje es largo y duro. En él vas dejando cosas que llevabas incrustadas y adheridas a la piel y que llegaste a creer que formaban parte de tu cuerpo cansado… No lo eran, no eran tú, eran tu carga, tu peso sobrellevado que extenuaba tus huesos agotados de luchar contra fuerzas exteriores cuando el enemigo era interior…

El viaje implica dejar la lucha. No como resignación sino como acto de amor supremo contigo mismo. Porque cuando batallas contra el mundo, batallas contra ti, en realidad. Es un dejar de destruir para empezar a construir. Es usar la fuerza del guerrero para llegar a tu paz interior.

El viaje pide desnudez y humildad. Pide paciencia, tanta que a veces se hace casi insoportable… El viaje implica renuncia. Implica decidir entre lo fácil y lo incierto. Entre el dulce engaño y la verdad cruda pero liberadora… Implica salto al vacío confiando en una red que jamás has visto.

Y dejar de pensar un poco… El viaje a ti mismo, implica más sentir que pensar. Dejar las obsesiones y los pensamientos cíclicos para apuntarse a los pensamientos valiosos, nuevos, arriesgados, prácticos, incómodos pero reveladores, casi mágicos, responsables… Pensamientos que te hacen sentir que estás contigo, pensamientos que hablan de lo que tú haces y no de lo que esperas que otros hagan por ti… Pensamientos llenos de emociones vividas, analizadas, conocidas, asumidas… Pensamientos para crecer y curar. Pensamientos que cierran heridas y borran culpas…

El viaje exige tomar las riendas. No te permite delegar funciones básicas ni sujetare en barandillas ni muletas, no puedes compartir el peso con otros compañeros para evitar decidir si llevarlo encima o soltarlo… No te permite dejar en otros la responsabilidad de elegir ni marcar el camino… No te deja mantener apegos porque corta lazos que parecían indestructibles… El viaje te deja solo para que aprendas a amar tu soledad. y descubras tu valor.

Durante el camino, el viento está muchas veces en contra y la luz que llevas para poder ver dónde pisas se apaga en los tramos más oscuros, tú decides si pensar que es una conjura contra ti o si precisamente eso pasa para que aprendas que todo lo que necesitas para seguir lo llevas dentro…

A veces, el camino es enorme y todo está a cinco palmos de dónde alcanzas… Y eso es para que te des cuenta de lo mucho que aún puedes crecer…

Lo importante es seguir. Aceptar el camino y usarlo para descubrir lo que hay en ti.

Cambiar de pensamientos. Cambiar de palabras. Cambiar nuestra forma de mirar para que ante nosotros se abran caminos que hasta hoy no hemos visto… Dejar de ir a buscar las soluciones a nuestros problemas en el cajón de los pensamientos prestados, tristes, rencorosos, ofuscados, repetidos con ansiedad, perezosos… Dejar de poner nuestras emociones en la nevera para cuando seamos capaces de asumirlas y afrontarlas…

Sentir mil besos de terror en la nuca y pensar que es la señal inequívoca de que nos acercamos a nuestra meta.

Soltar todo lo que no nos sirve para hacer el paso ligero. Amar cada paso y cada tropiezo.

Y una vez pisado, sellar el camino… Para que no haya vuelta atrás… Todo lo que necesitamos del pasado después de revisarlo y entenderlo  es lo aprendido.

La salida fácil lleva a seguir buscando en el mismo cajón donde nunca hay soluciones o se quedan a medias.

La respuesta rápida es un paso atrás.

Encontrar salvavidas y compañeros de viaje que lleven tu carga es retrasar el momento de asumir tu vida.

Creer que todo cambiará sin cambiar de pensamientos es engañarse para soportar el miedo que nos da asumir riesgos…

Conformarte con lo que ya vives si no te sientes bien es renunciar a ti mismo.

Tú eres tu propio equipaje.

Tú eres tu propio refugio.

Tú eres el único líder de tu vida…  En este viaje sólo puedes agarrarte a ti mismo… Va de ser y de sentir.

Tú eres lo mejor que te ha pasado.

Aprende a amar la lluvia

Aprende a amar la lluvia

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Lo que buscamos, a veces, no es lo que realmente queremos. Lo que suplicamos no es lo que necesitamos… Demasiado a menudo, nos conformamos con un sucedáneo, porque no nos atrevemos a ir más allá o pensamos que no llegaremos…

A veces, lo perdemos todo antes de empezar porque nos asusta decepcionar y fracasar.

Nos quedamos con nuestra segunda mejor opción, porque no osamos a aspirar a la primera.

Buscamos un amor verdadero y nos conformamos con un amor pequeño, porque no hemos sido capaces de darnos cuenta de que el vacío que tenemos sólo lo llenaremos con nosotros mismos… Porque si no nos queremos, cualquier amor que encontremos será una tapadera para fingir que todo va bien, un parche para tapar el agujero por donde se nos escapa el aire que no conseguimos respirar… Una maniobra para poder soportar que aún no nos hemos aceptado… Un pasatiempo para laminar la soledad que nos corroe por dentro y nos amarga el gesto mientras miramos alrededor buscando dónde sujetarnos.

Pensamos que queremos un trabajo mejor pagado, cuando en realidad queremos dedicarnos a algo que nos haga recuperar nuestra grandeza, sentirnos útiles, servir a otras personas, saber cuál es nuestra misión en la vida…Cuando lo que deseamos es reír sin parar y notar como pasan las horas cerca de lo que amamos y nos llena por dentro.

Pensamos que queremos un coche más potente cuando en realidad queremos libertad…

Creemos que si damos la vuelta al mundo, podremos huir de nuestras vidas…

Confiamos en olvidar el pasado tirando fotos antiguas…

Guardamos el reloj en un cajón, porque pensamos que así dejaremos de perder el tiempo.

Y todo eso es genial, a veces. Los rituales se fijan en nuestra memoria y nos sirven para no desfallecer… Son incluso necesarios para seguir, pero no pueden ser la alternativa sino parte de la estrategia… No hay amor si no nos amamos… No podemos cerrar heridas tirando fotos… Debemos mirar atrás para aceptar, entender, reconocer y perdonar y poder seguir adelante… Dejar de juzgar y mirarlo todo con nuestros ojos nuevos… Y luego, hacer todas la ceremonias necesarias para sellarlo.

Si no te sientes libre, el coche más rápido te hará sentir más atado. El lugar más hermoso te parecerá triste y sucio.

Si no te perdonas, por más vueltas que des por el mundo, tu culpa imaginaria te perseguirá… Tomará café contigo en París y dejará sus huellas en la arena caliente de la playa más alejada en un paraíso…

Todas las batallas se libran dentro de ti… Lo que buscas está dentro…El amor de tu vida se ve en los espejos… Aunque tú pasas de largo y nunca le das una oportunidad porque alguien te rechazó y pensaste que había algo en ti que no era digno de amor.

Quererte con todas tus fuerzas y aceptarte es complicado… Aunque, si ya estás en ese punto en el que amas tu dolor porque te ha permitido mudar la piel y sacarte de encima la escarcha…Si ya adoras tus penas porque con ellas has encontrado tus fortalezas…Si ya besas tus cicatrices porque gracias a ellas has superado tus heridas…Si miras atrás y ves cómo encontraste el camino y abrazas cada una de tus torpezas…

Ya lo has conseguido. Estás a un paso de la libertad absoluta que es dejar de luchar y para empezar a vivir.

Si confías tanto en ti que sabes que pase lo que pase usarás tu intuición para saber por dónde caminar y qué ruta escoger…Si cuando te pierdes un poco, te encuentras fácilmente y vuelves a ocupar tu lugar en el mundo…Si estás ahí, es que ya has descubierto tu grandeza…

Cuando te cruzas contigo en la calle, viéndote en otros ojos  no sales corriendo…Cuando te miras y te acaricias con las pupilas igual que acaricias a quiénes amas…Cuando adoras tu soledad porque cena contigo y eso te parece hermoso y ya no triste…Es que te amas.

Si te vistes de gala para ti y enciendes las velas porque te encanta vivir en ti mismo…Si te calma y consuela la sorpresa de no saber qué te depara el camino, cuando antes te desconcertaba la incertidumbre… Cuando tu compañía te reconforta y buscas momentos para hablarte y sentirte… Cuando no te escondes de nadie, ni de ti…

Entonces, has crecido, has aumentado tu volumen hasta salir de tus límites y borrarlos…Estás preparado para dar a raudales sin quedarte seco ni triste… Porque es cuando das que recibes el gran regalo de ser quién sueñas.

Ahora me doy cuenta… Sí no hubiera recorrido mis cloacas, jamás hubiera encontrado mi cielo…  Sin riesgo no hay triunfo. Sin miedo, no hay obstáculos con los que crecer al saltar…
Sin entender el dolor, no hay cura.
Sin escuchar a tu conciencia no hay respuesta.
Sin amar tu oscuridad, jamás encuentras tu luz .

Sólo cuando has recorrido ese camino interior, descubres realmente lo que quieres… Y te enteras de que ya está en ti y que hace siglos que te pertenece, aunque no lo veas… Aunque a veces no lo sientas porque estás ocupado en lo que no importa y no eres consciente de tu valor.

Todos los paraísos que buscas están en ti.

Sólo cuando ya no te importa si brilla el sol, porque lo llevas en tu interior, aprendes a amar la lluvia.

Tienes que estar solo

Tienes que estar solo

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Tienes que estar solo. No siempre, pero sí ahora.
Sabes que te hace falta, aunque huyas de esa idea y te asuste quedarte contigo mismo… Precisamente por eso, tienes que estarlo. Siempre tenemos que acercarnos a conocer lo que nos da miedo, para saber por qué y afrontarlo. Si no, le cedemos las riendas y nos dejamos caer sin saber a dónde vamos.
Tienes que estar solo porque te da miedo estar solo. Aunque tengas personas alrededor que te quieren, necesitas encontrarte a ti para saber quién eres.
Es la única forma de notar por dónde entra el frío en tu casa y hacerte cargo de los muebles rotos. La única forma de saber cómo entra la luz y por qué se pierde… Qué pusiste delante para ocultar tus rincones más sucios y oscuros y qué escondes en ellos…
Tienes que estar solo un rato que parecerá eterno al principio para descubrir que la eternidad es momento en el que bajas la vista y te ves los pies y te preguntas por qué están parados y muertos… Para mirar en el espejo que nunca miras y verte a ti con tanto miedo a mirar que apenas se te dibujan las facciones…
Tienes que estar solo para amar tus huesos tristes y tus milhojas de culpas y resentimiento. Para aceptar que si no hay luz es porque tú no la enciendes, porque no desprendes luz y porque hasta ahora has buscado excusas para no hacerlo y has señalado con el dedo a otros porque decías que no te dejaban brillar…
Sólo brilla el que quiere. Nadie que no conozca sus penas más antiguas brilla… Nadie que no ame sus miserias ni sea incapaz de sacar al sol sus amarguras y debilidades puede brillar.
Nadie que huya de sus miedos ni de sí mismo brilla.
No mires a los lados buscando cómplices de tu cobardía ni culpables de tu desgracia, nadie te impide brillar ahora, dejas de brillar tú porque te escondes y no das valor a lo que eres.
Tienes que estar solo porque temes estar solo. Y sólo abrazando tu soledad conseguirás sentirte siempre bien contigo mismo, acompañado por tu esencia, cerca de las personas a las que amas no por necesidad sino por el regalo de amar.
Tienes que aprender a estar solo para poder elegir libremente estar acompañado, para dejar de someterte a chantajes y relaciones a medias, para escoger con quién quieres estar y no someterte nunca más ni mendigar cariño.
Tienes que estar solo para enamorarte y amarte. Para aceptar cada átomo que hay en ti y descubrir que es maravilloso e imperfecto y que su imperfección es necesaria, útil, fantástica.
Para borrar esa mueca triste que haces cuando te ves, el asco que alguna vez has sentido por tu forma y tu necesidad de esconderla… Para conocer todas tus aristas cortantes y tus esquinas suaves y deliciosas.
Tienes que estar solo para encontrarte y asumirte. Para bucear en tus recuerdos con ojos nuevos y dejar marchar el dolor y la rabia que acumulan. Para encontrar esa parte de ti que te entusiasma y hacerla grande, enorme, inmensa.
Tienes que estar solo ahora, porque te están creciendo las alas y necesitan paz y silencio…
Para entender todos tus errores y besar todos tus aciertos… Para abrir tu mente y hacer callar a tus pensamientos más amargos y tus predicciones más terribles… Para dibujar otra vez tu camino, si hace falta, para que sea más tuyo.
Tienes que estar solo para descubrir tu magia y encontrar la forma de contagiarla, para curarte de ti y curar al mundo de sí mismo si quiere cuando aprendas a volar. Para encontrar esa persona que habita en ti y que cuando quiere no encuentra límites ni se encierra dentro de nada, para convertirte por fin en ese ser libre y maravilloso que realmente eres.
Tienes que hacerlo porque te lo debes. Porque aún no has alcanzado tu tamaño real y el mundo te espera…
Tienes que estar solo para no tener más remedio que quererte y acompañarte. Para topar contigo en todas las esquinas de tu casa y acabar abrazándote y contándote esas historias que nunca te atreviste a contar y llevas incrustadas en las entrañas esperando que las dejes salir… Para coserte las heridas y llorar mil horas, sacando pena acumulada, y riéndote de ti mismo con tantas ganas que te quedes agotado y feliz.
Tienes que estar solo para encontrar tu luz…
Tienes que estar solo para no sentirte solo nunca más.

Hoy te toca a ti

Hoy te toca a ti

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Ya lo sé, estás cansado… Es complicado seguir el ritmo de una vida que a veces parece que se rompe… A veces, incluso parece que sólo se rompe para ti, pero no es cierto. Hay millones de vidas rotas y echas pedazos que se recomponen cada día… Millones de alas rotas que vuelven a volar… Millones de árboles con ramas desnudas que vuelven a brotar…
A veces la vida te deja desnudo y la soledad más rotunda te golpea el estómago. Y no entiendes por qué y no sabes cómo. Intuyes que todo tiene un sentido y una enseñanza, pero te duele demasiado para pensar en ello…
Para los que llevan la noche dentro es más complicado encontrar un atisbo de luz… Aunque al final, creo, esa noche está ahí para que busquemos la luz con más ganas… Como si nos hubieran subido el listón de repente para que no nos durmamos a la hora de saltar…
He pensado mucho y mal, a veces… He dado vueltas en mi conciencia a los obstáculos y a las noches que llevamos metidas dentro que no nos dejan brillar y ver por dónde vamos.  Me he perdido mil veces en esas noches, en mil noches distintas, pero con el mismo perfume y angustia… Las he habitado hasta sentirme tan pequeña que nunca creí tener fuerza para abrir la puerta y salir a encontrar la respuesta. Y al final, considero que la noche se mete en ti porque la necesitas, porque necesitamos oscuridad para ansiar la luz y pisar la cuerda floja para amar la tierra firme… Y al mismo tiempo, acabar amando la noche por lo mucho que nos ha sido útil para encontrar nuestra propia belleza.
Creo que el antídoto es esa belleza. Encontrarla y sentirla, vivirla,  pero no en la luz sino en la noche. En el momento de más angustia, en el instante en que más se nos retuerce el rostro y menos nos reconocemos las facciones…
Vivir es confiar en encontrar la luz en el momento de más oscuridad.
Ver tu belleza cuando más harapos te visten.
Amar cuando menos amor recibes.
Ser justo cuando más injusto es contigo el mundo.
Vivir es creer en nosotros  cuando nadie cree. Cuando más desesperados estamos y menos nos responde el cuerpo y las personas con las que contamos para seguir están más ocupadas mirando a otro lado…
Eso te hace sentir que estás solo, pero no es cierto. Lo que pasa es que hay cosas que sólo puedes hacer tú. La soledad no viene a separarte de los demás, viene a ti para que entiendas que tienes el poder. Para que sepas que debes asumir tu responsabilidad con tu vida… Para que te enteres de una vez que la solución está en tus manos.
Creo que cada uno tiene un aprendizaje distinto, pero todos pasan por amar. Por besar a tus monstruos y entender a los que te han hecho daño… Comprender su dolor, sus miedos, sus rarezas y a veces su incapacidad para hacerlo mejor, como la nuestra…
Tal vez todo esto consiste en perdonar al mundo por no ser como sueñas y entender que así es mejor. Que necesitas este mundo tal como es para llegar a ser tú tal y como eres… Que sus sombras son las que te obligarán a sacar tu luz y brillar intensamente…  Amarlo tal y como es sin esperar que cambie, mirarlo con otros ojos y ser capaz de apreciar sus pequeños avances y sus errores más espantosos… Usar otras palabras para definirlo  y vencer sus reticencias con un abrazo incondicional. Cuando amas a algo o a alguien lo conviertes en algo digno de amor. Todos lo merecemos y quiénes menos saben amar es quiénes más lo necesitan…
A veces, cuando miras al mundo de otra forma, el mundo cambia de golpe.
Y también consiste en perdonarte, comprenderte y asumirte. Bailar con tus momentos más amargos, reírte de tus quejas y tus penas. Verlas como una oportunidad para crecer y saltar… Convertir tus miedos en una palanca… Catapultarte a ti mismo y descubrir que aquello que tal vez te has esforzado en esconder de los ojos ajenos durante años es justo lo que necesitabas mostrar para llegar a tus sueños… Descubrir que lo que no has querido conocer de ti hasta ahora era la clave para llegar al otro lado de tu conciencia, para tener la vida que anhelas.
Y esa vida  no es perfecta tampoco, pero es tuya. Tiene momentos complicados también. Es el resultado de elegir, de decidir sin dejar pasar un solo día más sin rumbo, sin perder más tiempo en ningún plan que no sea el tuyo.
Todos los grandes planes de futuro llevan a ti. A ser más tú y estar mejor contigo.
Cuando consigues eso, miras al mundo y lo ves hermoso. Miras al necio y entiendes su necesaria necedad… Miras al orgulloso y comprendes su orgullo, miras al cruel y sabes que es su forma de suplicar amor porque aún no ha sido capaz de amar sus sombras…Decides al lado de quién quieres caminar y de quién no, pero borras el resentimiento de tus venas… Eso te transforma, te invade, te cambia de forma inmediata.
Y te miras a ti y ves que eres un poco ellos y un poco el mundo. Y te das cuenta de que esto de vivir va en dos sentidos…
Hacia ti.
Hacia ese mundo salvaje y maravilloso…
Hacia los millones de personas que viven en él y están tan perdidos como tú y tienen mucho miedo. Millones de personas que cada día buscan su luz. Algunos ya han descubierto que pueden.  Otros ya la usan con una fuerza que ilumina el mundo… Quién sabe cuántos van a encontrar hoy la suya y vivirán ese momento mágico…
Tal vez hoy te toca a ti.
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