por Mercè Roura | Sep 22, 2012 | Desvelos
Siempre he pensado que el otoño es un momento de sosiego, de calma. Un espacio de tiempo en el que se pone la pausa al desenfreno del verano y se empieza de nuevo. Se caen las hojas ya caducas, se afilan los lápices, el sol se atenúa y la lluvia barre los excesos.
En otoño el aire fresco revitaliza el pensamiento y aviva el seso, calma las ganas de gresca … sacude las molestas perezas. La máquina se pone en marcha, se abre la libreta nueva e inmaculada y se apuntan nuevas ideas, se dibuja una hoja de ruta… se busca un destino.
En otoño se sacan los cubrecamas y se cierran las ventanas. Se recoge uno pronto porque anochece antes, se busca el libro y se empieza a añorar la estufa. Todo en otoño ocupa su sitio habitual, cada bestia vuelve a su jaula. Se recuperan por el camino las mismas caras de siempre pero esta vez se miran con ganas, por desuso. En esta época se recuerda una historia en cada peldaño de la escalera, en cada palmo del camino… en cada arruga que te surca el rostro… Es un momento para pensar en lo que se ha sido y reconstruirse, buscarse de nuevo con una versión mejorada. En otoño se busca la palabra, se da la mano, se cierra el pasado y se camina sin mirar atrás. No se buscan excusas ni espejos que nos recuerden lo que fuimos porque el presente nos arrastra con fuerza. En otoño se sacude el miedo de la falda y el polvo de la risa y se empieza una nueva rutina, pero esta vez con ansia y empeño. Estamos en un mundo falto de ganas, falto de risas…
Es el mejor momento para aspirar aire limpio, llenar los pulmones y enfrentarse a las batallas pendientes. Y ganarlas con palabras y guiños. Porque aún no estamos ateridos por el frío del invierno pero ya no nos hierve la sangre alterada en verano. En otoño todo vuelve a su sitio. Los cansados se sientan donde siempre, los tristes lloran sus amarguras pendientes y los alegres bailan, mientras los inhibidos observan desde sus ventanas. Los acompañados se miran y los solos buscan miradas. Los inteligentes piensan y los listos traman. Los niños se tapan las rodillas llenas de heridas con pantalón largo y los ancianos se cubre la espalda. Los que sueñan buscan sueño y los quejosos buscan drama. Los que odian se consumen y los que aman buscan esperanza. En otoño los valientes tienden la mano y buscan palabras y los cobardes callan. Siempre callan.
Ando buscando, ahora que el otoño se cierne sobre nosotros, algunas palabras. Mi página está en blanco. No quiero perderme en páginas ya escritas ni antiguas batallas.
El otoño es tiempo de propiciar acuerdos. Tiempo de charla. Nunca tiempo de silencios, tiempo de palabras.
por Mercè Roura | Ago 12, 2012 | Desvelos
Llevo poco más de un año en twitter. Miles de horas pensando la vida en 140 caracteres. Casi 24.000 tweets. Seguramente más en poco tiempo porque soy una tuitera compulsiva, de no parar… estoy enganchada… no consigo concebir el mundo sin twitter. Cuando llevo rato sin echarle un ojo, veo las caras de mi TL entremezcladas, pidiendo carnaza, exigiendo palabras… y pienso que alguien se me adelanta, que alguien tuitea antes que yo algo nuevo, algo curioso… que pierdo el tren de twitter. Yo que creo tanto en el poder de las palabras…
Voy por la calle pegada al móvil, sorteando farolas y ancianas, asida a la tecla, pensando hashtag, buscando respuesta… intentando recordar un nick…cuando no lo miro, lo sueño y lo imagino…He intentado moderarlo; dejarlo jamás, lo confieso, mas no puedo, porque twitter es magia, es vitamina, es diálogo…es debate en estado puro y opinión. Twitter es la toma de la Bastilla para los desheredados, la guillotina para los ultracríticos y el bálsamo para los complacidos.
Twitter me acerca a personas lejanas en lo geográfico y cercanas en lo ideológico, lo humano, lo visceral… Me abre la mente, me permite darme cuenta de lo equivocada que estoy a veces y lo mucho que necesito oír (leer) otras voces… aunque me contradigan, porque me sacuden y me renuevan.
He conocido a todo tipo de personas: amables, respondones, irónicos, melancólicos, activistas, divertidos, sensibles, desalmados, de derechas, de izquierdas, de ningún espectro político… cansados, agobiados, tristes, empanados… desesperados por la crisis, brillantes, opacos… con ganas de sentar cátedra, sin pretensiones… con identidades falsas… con ganas de ligar… todos, absolutamente todos han dejado una huella.
Todos han convertido este año en un amasijo de emociones que me acerca a este mundo, que es un reflejo del mundo real… donde aún se conservan las formas y la gente se saluda, se da las gracias y se trata con respeto.
Es ficticio y virtual, a veces de pose, de labia, de fachada … inmaterial, etéreo, falto de contacto humano… lo sé… pero es la faz de una sociedad capaz de decirle a un casi desconocido “gracias” y pasar por delante del vecino o compañero sin inmutarse.
Me gusta twitter y lo que encuentro en esta red social. Me gusta a quién sigo y quién me sigue. Me gusta el esfuerzo titánico de comprimir la vida en 140 caracteres… sin olvidar que ahí fuera, hay otro mundo con más caras, con brisa fresca y decisiones por tomar… y que si me atormenta o me disgusta tengo un espacio dónde exponer mi crítica.
Twitter tendría a veces que ser más como el resto del mundo y el resto del mundo un poco más como twitter.
Gracias a todos los que cada día comparten conmigo este espacio reducido y apasionante.
Y gracias a @juancvivo por inspirar este post.