¿Por qué tienes mala suerte?

¿Consideras que eres una persona afortunada? ¿tienes suerte? ¿qué es para ti la suerte?
Nos han educado para pensar que es algo que cae del cielo y que, además, cuando se posee, se va a usar mal. Nos educan para temerla y desearla. Para tener miedo a la felicidad y no salir del camino trazado. La suerte no es magia, es insistencia, es actitud. Vemos muchas personas que han tenido suerte y cuando hurgas un poco en sus vidas te das cuenta de que lo que algunos llaman suertes es tesón, esfuerzo, osadía, riesgo, trabajo duro… Repetir mil veces algo de formas distintas hasta que consigues el resultado que buscas…
Cicatrices

Cicatrices

Tengo una nueva cicatriz. Tiene forma de sonrisa cansada. Surca mi piel y mi pasado. Posee la belleza de lo roto, de lo cosido y de lo remendado. Sé que estará ahí para siempre para recordarme que es el final de una batalla ganada. Para que cuando la mire y siga su cauce con mi dedo índice recuerde que pude, que supe, que tuve el valor, que cuando confío soy un ser mejor, capaz de todo. Para que sepa que los momentos más oscuros preceden a la luz más intensa, que sé manejarlos porque aprendí cómo hacerlo andando a tientas, con un miedo atroz pero con ganas infinitas de arrancármelo de dentro y buscando la manera de poder continuar sin parar… Para que me vengan a la cabeza de repente todas las palabras que he tenido que usar para sobreponerme y sobrellevar la situación. Para que no me pierda, cuando el pánico me invada los sentidos y la noche sea muy larga… Las noches largas están llenas de momentos en los que ese tú más cobarde te roba los sueños y las ganas y los sustituye por pesadillas y desesperanza.
Esta cicatriz será un refugio, un hatillo de palabras y pensamientos amables, destinados a confiar en mí y en mi capacidad de encontrar la moraleja que subyace en las cosas, el lado bueno, el chiste malo que te ayuda a limar las aristas que se clavan en ti cuando algo va mal…  Será un amuleto para alejar la tristeza y cauterizar el dolor… Será un antídoto contra la desgana y el miedo de afrontar, de seguir… Será el espejo en el que mirarme cuando me caiga, un espejo donde mi imagen siempre estará de pie, con cara de victoria y dignidad infinita.
Será  como una medalla que recuerda la carrera luchada. Una barandilla en la que sujetarse para no caer y mirar al mar y al mundo con unos ojos renovados. Para ahuyentar a los fantasmas que a veces nos rondan y buscan nuestras rendijas para colarse dentro y decirnos que no podemos, que no sabremos, que no llegaremos…
Mi cicatriz será el punto de partida de un mapa nuevo en mi cuerpo, un mapa que lleva a mí misma, sin más cimas que las que yo dibuje, sin más mares que los que me atreva a surcar para llegar a mi sueño. Y cada vez que la mire, sabré que he llegado. Más cansada, más dolorida, más gastada por el uso de mis días, pero infinitamente orgullosa de haber soportado la presión y ganado la batalla.
Me recordará cómo he cambiado para soportarlo. Cómo he tenido que inventar historias hermosas para llegar sin partirme en dos, cómo me he sujetado a mí misma para no caer en un marasmo de angustia y perder mi norte… Me recordará que yo tengo la brújula y marco el camino. Que cuando quiero soy grande, enorme, increíble… Que todos los somos si queremos y lo creemos.
Y le daré las gracias. Por estar. Por existir. Por encontrar en mí la prueba definitiva de que estoy viva y a punto para continuar.  Por marcar un punto y parte en mi camino, una cordillera que separa lo vivido, un antes y un después en mi aprendizaje, en la necesidad de conocerme y amarme. Daré las gracias por la oportunidad de darme cuenta de cómo cambia el mundo cuando tú cambias para poder estar a la altura, para no caer al vacío. Por todo lo que aprendí mientras luchaba por no dejarme llevar por el miedo en un camino oscuro y largo… Daré las gracias por la vida, por notar el sol y al aire y el peso de mis pies en la arena de esa playa que me busca cuando no la visito.
Aquí estoy, me diré, zurcida como un calcetín, remendada como las redes de pesca para salir al mar… Para poder seguir dando gracias, asida a la vida con ganas porque es el material más precioso y deseado. Con rendijas y recovecos, más fuerte, más suelta que nunca… Más sólida y a la vez más ingrávida… Más yo que nunca.
Y ya nada será igual. Y si en algún momento flaqueó y se me olvida lo bella que es la vida, surcaré mi cuerpo menudo para buscarla. Será mi remedio contra la estupidez pasajera, contra la bobada máxima, contra todos los domingos por la tarde de ñoña y desgana… Para que me cuente cómo pasó, para que me recuerde cómo lo conseguí, para que me ate a la vida y me quite a golpe de realidad todas la tonterías que acumulo en la cabeza.
Para que no vuelva sobre mis pasos y pierda fuerza.
Para que no pierda la confianza…
Para que nunca más corra el riesgo de olvidar quién soy.
Nuestras cicatrices están ahí para recordarnos el camino vivido, el recorrido de la evolución que hicimos en nuestras horas más bajas… Para que sepamos para siempre que saltamos, que fuimos capaces de agarrarnos con fuerza a nosotros mismos y vencer al gigante. Con miedo, con recelo, con los ojos llorosos y el corazón casi encogido, tal vez, pero lo que cuenta es el gesto, el ánimo, el salir de la cueva para ver el mundo aunque sepamos que en el mundo nos aguardan momentos duros… Saltar sin saber con certeza si hay suelo… Andar hasta quedar agotado sin conocer cuántos kilómetros quedan para la meta. Confiar…
Ahí estoy ahora. Con un nuevo trofeo de vida que me surca y me dibuja de nuevo… Yo misma, un kintsugi humano, una muestra de ese arte japonés que repara lo roto y agrietado con polvo de oro porque cree que así es más hermoso… Porque le da valor a todo lo que te marca y te deja huella. No hay duda, soy más hermosa, porque nada hay más hermoso que estar vivo…
Gracias.
GRIETA

Lo que buscas está ya en ti

Cada decisión que tomas te cambia. Cada día vas construyendo tu camino cada día. No necesitas más que ser tú mismo y confiar, darte cuenta de que para conseguir lo que deseas, sólo necesitas mirar en tu interior. No puedes esperar a que otros hagan lo que necesitas o deseas, no puedes dejar tu vida y felicidad en sus manos… Lo que necesitas para ser feliz y triunfar como ser humano está ya en ti. Ya eres lo que quieres ser, sólo necesitas darte cuenta y actuar en consecuencia.
 
 

Déjate llevar

Pensamos que la felicidad es control y que si lo controlamos todo en nuestra vida evitaremos que pase lo que no nos gusta. Pensamos que controlaremos el mundo y nuestras circunstancias. No es cierto, el control no existe, es falso. Hay que dejarse llevar por la vida y dejar margen a la sorpresa, porque a veces, en esa sorpresa está lo que esperamos. Debemos abrir la mente para que las oportunidades pasen aunque no las tengamos planificadas. No se puede planificar todo. Aunque seamos disciplinados y nos esforcemos, que es muy necesario, hay que soltarse y dejar margen al error, dejar margen a la vida..
 
 

Eres lo que sueñas

Eres lo que sueñas

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Llega el momento en el que hay que dejar de buscar fuera, porque te das cuenta de que lo que quieres lo llevas dentro. Ya eres lo que buscas y lo que sueñas y sólo te hace falta ponerte en marcha. Encontrar ese botón que todos tenemos que acelera el mecanismo que nos hace invencibles, que nos da la confianza para no desvanecernos. La palanca que debemos activar para descubrir que la fuerza que necesitamos lleva toda la vida en nuestro interior esperando que la usemos. Que muchas de las respuestas que ibas buscando en miradas ajenas están en ti.
Fuera hay mucho que aprender. De las grandes personas y de las personas diminutas que están creciendo. De lo mucho que amamos. De lo mucho que lloramos. De lo que nos pasa y nos hace felices. De lo que viene a nosotros y nos golpea… Todo ese cúmulo de circunstancias nos impulsa a evolucionar, pero la osadía necesaria para seguir, para caminar, para saltar, está dentro de nosotros. Lo que nos llega y nos sacude es sólo el detonante. Y que funcione y nos sea útil y nos haga ser mejores depende de nosotros.
Estamos cambiando siempre. Cada paso que damos nos modifica. Cada decisión que tomamos nos modela, nos esculpe para estar preparados para escoger la siguiente. Somos el resultado de todo lo que elegimos ayer, lo que captó nuestra atención, lo que observamos con curiosidad, lo que nos llenó de alegría y lo que nos hizo temblar de tristeza. Somos todos y cada uno de los pensamientos con los que hace un rato ocupamos nuestra cabeza y todas las emociones que esos pensamientos crearon en nosotros… Somos las palabras que usamos para definir nuestros momentos, nuestras vidas… Las palabras que dijimos en voz alta y las que dedicamos  a otros. Las que nos hemos callado y ahora anidan en nuestro pecho esperando salir y, si no las dejamos, se convertirán en lágrimas, en dagas afiladas, en piedras pesadas que iremos arrastrando hasta que nos atrevamos a soltarlas.
Cada vez que decidimos, estamos construyendo un nuevo camino. No sólo fuera de nosotros, también dentro. Todo lo que hacemos nos cambia y cambia a las personas que nos rodean. Porque ellos son para nosotros como nosotros escogemos verlos y cumplen el papel que les asignamos hagan lo que hagan. Y lo mismo hacemos con nosotros. Elegimos estar bien o mal. Sentir esa presión en el pecho que nos oprime o cortar con ella, cambiar el por qué de ese dolor, reconducir esa sensación, ese miedo a ser, a perder, a no llegar.  Cuando elegimos crecer en lugar de escondernos, ponemos en marcha mecanismos que ni siquiera conocemos ni sabemos cómo funcionan, pero nos modifican y nos preparan para estar a la altura de lo que queremos, lo que necesitamos. Cuando escogemos afrontar en lugar de salir corriendo o cerrar los ojos para imaginar que no pasa, nuestro cuerpo nos convierte en seres más elásticos, más capaces de saltar obstáculos, de encontrar alternativas.
Cada vez que soñamos con encontrar la solución y creemos que vamos a encontrarla, nos acercamos a ella. Porque todo nuestro ser se pone en marcha para conseguirlo, porque dibuja en camino que deberemos seguir para llegar…
Cada vez que pensamos, creamos. Nuestra realidad se esboza a golpe de pensamiento. Definimos como serán los próximos minutos, los próximas horas… Y cada pensamiento de hoy fabrica un refugio, una cabaña en nuestro futuro. Nosotros escogemos de qué la llenamos para cuando lleguemos a ella, una tarde dura de invierno, podamos encontrar lo que necesitamos. Nos pasa desde siempre… Hemos ido construyendo refugios desde que éramos niños.
A veces los hemos llenado de energía extra para afrontar un momento duro, que puede llegar a ser un momento mágico, de evolución y cambio con esa energía acumulada. Los hemos llenado de confianza, como un amuleto guardado al que sujetarnos para recordar que podemos por si en ese momento nos flaquean las fuerzas.
Aunque también hemos llenado nuestras futuras cabañas de ansiedad sin disolver, de monstruos que nos esperan ocultos tras la puerta, de pereza y desánimo, de lágrimas acumuladas, de complejos por resolver, de malas caras, de conversaciones a medias y palabras por pronunciar.
Somos maestros de la no acción. De dejar pasar a ver si primero se pudre y luego se seca y desaparece. Somos líderes del mirar a otro lado, como cuando los niños se tapan la cara y dicen que no están… Somos genios del escapismo, del no asumir responsabilidades, del pensar que irá mal y que todo es culpa de otros… Somos máster en victimismo y tenemos Cum Laude en resignación, desesperación y catastrofismo.
Asumir que nuestra felicidad depende de nosotros mismos es uno de los grandes retos a los que nos enfrentamos cada día. Una de las asignaturas más complicadas…
Darnos cuenta de que el camino que seguimos depende de nosotros da vértigo, asusta, paraliza… Descubrir tu poder marea, agota, aturde… Aunque abre un mundo de posibilidades en las que siempre eres tú quién toma las riendas y se deja llevar por la imaginación, por la confianza en ti mismo, por las ganas de ser mejor… Que en realidad ya tenemos todo en nuestro interior lo que necesitamos para ser quiénes soñamos…
Hay un día en el que debemos empezar a ejercitar ese poder. Mejor antes que después. Mejor hoy que mañana. Hay muchos refugios que llenar, muchas reservas de entusiasmo y confianza que dejar repletos para el día a día…
Lo de estar bien contigo mismo es un trabajo.  Una carrera de fondo que vamos a ganar sin creemos que podemos, que lo merecemos, que sabremos cómo… Si descubres que eres tu propio refugio y todo lo que necesitas para ganar ya está dentro de ti. Si te enteras de una vez que ya eres lo que sueñas y que sólo te hace falta decir que sí…