Todo es posible

Cada momento de nuestra vida está repleto de oportunidades. Algunas están escondidas y tenemos que rebuscar para encontrarlas entre la maleza y las miserias… Entre las caras de agrias de aburrimiento y las de cansancio. Otras están ante nuestros ojos y llevan tiempo ahí, pero no las vemos. Unas están vestidas de rutina y otras de novedad. Los lunes, a menudo, las oportunidades llevan traje gris o tacones de aguja y no se distinguen. No las podemos separar del fondo del escritorio en nuestra retina porque tenemos la ilusión baja y los ojos acostumbrados a la oscuridad de algunos pensamientos que nos rondan. Es necesario estar siempre de guardia, al acecho, con los ojos de lechuza y el ánimo oxigenado para no perderse detalle de lo que pasa y cazarlas al vuelo. El hambre agudiza los sentidos y agiliza la creatividad, trae respuestas y genera nuevas preguntas.

Algunas oportunidades nos llegan previo golpe seco en toda la conciencia. Nos sacuden, nos zarandean. Llevan puesta la apariencia de decepción, de traición, de frustración… Aunque en realidad, si sabemos darles la vuelta como a los calcetines, son perlas ocultas. Llevan detrás una lección agridulce que tenemos que conocer…

Algunas oportunidades son lobos ocultos en cándidas caperucitas, dragones vestidos de caballero… Nos miran directamente a los ojos y nos ofrecen un cielo, una paraíso… Cuando en realidad nos muestran, sin nosotros percatarnos, un vertedero… Las percepciones de la vista son caprichosas… A veces, tenemos tantas ganas de subirnos a un tren para escapar de todo que no nos importa a dónde nos lleve. Incluso entonces, cuando estamos montados en él y a medio trayecto sabemos que nunca debimos subir… Podemos estar seguros de que nos traerá una moraleja, una enseñanza… Y que de esa oportunidad fallida surgirá otra. A menudo, hace falta bajar al vertedero para distinguir de donde viene el aire limpio y donde se pone el sol.

Sólo vemos las oportunidades cuando estamos receptivos, cuando tenemos tantas ganas de seguir y encontrarlas que nos las inventamos, las dibujamos en los cristales con el vaho de la tarde… Las imaginamos llegando en cada coche que pasa por la calle… Las descubrimos en las ideas propias y las ajenas. Siempre están ahí, pero hay que tener hambre para encontrarlas. Y cuando el hambre de salir de la opacidad, la rutina, el tedio, lo visto, lo oído, lo que ya me hemos intentado y no sirve es muy intenso… Las oportunidades salen del escondite, como los camaleones. Son como esas ilusiones ópticas de algunos cuadros, que sólo se ven cuando estás en el punto exacto, con la luz exacta y el ánimo alto. Como esa luna inmensa y rotunda que aparece cuando hay luna nueva o llena, pero que siempre está prendida en el cielo … ¿Alguien ignora que cada noche hay luna? sin embargo, en ocasiones, no se ve y otras veces se puede atisbar incluso ya es de día…

Y cuando no las vemos, hay que crearlas. Para no parar la inercia, ni el engranaje de las ganas, para que no cese la actividad de nuestras neuronas generadoras de deseos. Como cuando éramos niños y nos disfrazábamos de bombero, princesa, médico o payaso… Lo éramos, un rato, con toda la fantasía e intensidad que nos cabía en un cuerpo pequeño y entusiasmado… Y todo era posible, entonces.

Todo es posible ahora. Abramos los ojos… Sigamos hambrientos para que suceda.

Escribamos nuestro futuro

Las horas de este 2012 se agotan. Cierro los ojos y casi no quiero sumergirme en él. Hago balance y me asusto, medio triste y medio cansada. Me vienen a la cabeza momentos difíciles. Se me agolpan en la memoria los rostros, las personas, las voces… Me observo harta, quejosa, caminando en una cuerda floja, haciendo equilibrios… mirando a un lado y a otro y suplicando no caer. Sin recordar cómo me subí ahí, cuándo me convertí en equilibrista… por qué todos me observan y gritan “uy” cuando las fuerzas me fallan… Este 2012 ha sido asco sobre asco, hambre sobre hambre, cansancio sobre cansancio. Nos ha dejado las baterías del “nosotros podemos” agotadas y nos ha saturado de risas forzadas, lágrimas contenidas, gemidos de pánico ahogados… miserias compartidas…mensajes vacíos. Es un dolor colectivo. Nos hemos quedado casi tan yermos de esperanzas que aterra pensar en el año que empieza por si nos da una patada en la cara y se nos pasan las ganas de esperar algo bueno… Nos hemos quedado secos, rancios… a veces hemos sido mojamas humanas esperando que alguien nos devolviera el alma. Que nos considerara dignos, que nos dedicara un gesto. Buscábamos un soplo, un atisbo de cambio. No ha pasado. Hemos sobrevivido solos. Lo hemos soportado gracias a las palabras de los amigos, los manos pequeñas de los nuestros buscando nuestras manos, las tardes soleadas, nuestras propias ganas y nuestros propios rincones para la risa… Nos hemos reído a carcajada de los gurús, de los falsos héroes, de las princesas sin cabeza y de los líderes de paja… si algo de bueno ha tenido este 2012 es que nos ha dejado un catálogo de vendedores de humo… y ahora ya les tenemos identificados… no volveremos a caer… ¿verdad?

Nos hemos reído de nuestras desgracias, de nuestros números rojos… nos hemos reído de cosas que hace un año nos habrían hecho llorar a reventar … Hemos llorado por los que no lo han sobrellevado, por los que se han apeado en el camino, demasiado hartos, los que se han quedado atrás y ya no siguen.

Ha sido duro, pero ahora somos más sabios. Nos hemos adaptado. Hemos sobrevivido y ahora no nos asustamos por la sombra, solo nos aterra ya, llegar a tocar al monstruo… aunque si viene le plantaremos cara… y quizá salga corriendo… porque somos más libres, al menos por dentro. Somos más dueños de nuestras lágrimas y de nuestras risas… Le hemos dado la vuelta a la historia y hemos encontrado la moraleja. Sabemos que hay momentos complicados pero también momentos hermosos. Hemos encontrado la belleza de las pequeñas cosas y la hemos incorporado a nuestras vidas. 

Ha sido duro, pero mantenemos el equilibrio. Ha sido un esfuerzo diario y constante por no venirse abajo, por no ceder al desánimo. Eso nos ha hecho resistentes. Tenemos los zapatos gastados pero pisamos más firme. No conocemos el futuro pero sabemos que, en gran parte, lo construiremos nosotros. Estamos agotados… pero con una brizna de aliento y una mirada cómplice nos levantamos y nos reímos de lo que nos espera tras la puerta.

Estamos aquí y eso es mucho. Somos más fuertes. Y lo somos sin ponernos la coraza que nos aleje de sentir y vivir, para no aislarnos del mundo, ni de otros que como nosotros están agotados y necesitan nuestras palabras. Estamos preparados para seguir, estamos blindados de ganas. Nos hemos convertido en una plaga… de vida. Si queremos, nada nos detiene. Escribamos nuestro futuro…