El gran reto

El gran reto

FOTO MONTAJE

El mundo que nosotros conocimos y casi inventamos hace tiempo está cambiando. Cambia ante nuestra cara incrédula y zarandea nuestras rutinas y hábitos. Ya nada volverá a ser igual que antes, nada. Todo se mueve constantemente y da vértigo. Y nosotros podemos verlo como algo terrible que nos obligará a ponernos manos a la obra para cambiar nuestra manera de trabajar y de vivir o como un apasionante reto que nos prepara para una nueva era de oportunidades. Una era de conexión entre las personas, de valores, de coherencia… Una era donde se premia el esfuerzo y el camino andado, pero también el entusiasmo y la creatividad. Donde se valora la capacidad de asumir riesgos y la valentía para afrontar miedos. Un momento en el que se puede llegar a millones de personas en un instante y osar cambiar el mundo desde el lugar más pequeño de la tierra. Un buen momento para agitar los cimientos de lo establecido y salir reforzados de este desafío.

Entre todos estamos generando un nuevo espacio de colaboración en el que nada es fijo, todo se mueve.  Nuestros hábitos, nuestra forma de conocer a otras personas, nuestras relaciones y nuestros puestos de trabajo. Ya nada es igual que antes. Tenemos que adaptarnos, tenemos que diversificarnos y asumir multitareas sin perder la cabeza, sin perder el entusiasmo, sin dejar de ser lo que somos ni acabar vendiendo nuestros sueños a precio de saldo. El gran reto es adaptarse sin dejar de soñar. Ser resistente y ser elástico, al mismo tiempo. Soñar a lo grande y dar cada día un paso que nos acerque a lo que buscamos.

Es el momento de reinventarse y conectar con nosotros mismos. Con ese “yo” esencial que sabe lo que quiere y está dispuesto a sudar y dejarse la piel para conseguirlo. Sin rebajarse y empujar, sin pisar a nadie, sin perderse en sucedáneos. El tiempo de las envidias, rabias, prejuicios y discriminaciones agoniza porque no puede sobrevivir en un mundo interconectado en el cada vez se demandan más el talento  y el esfuerzo vengan de dónde vengan. Las rutinas tóxicas deben acabar para dar paso a un mundo de conexión y aprendizaje mutuo. Eso es lo que buscarán las empresas, personas capaces y con actitud sanamente competitiva. De otro modo, no podrán seguir con esquemas del pasado en un universo tan cambiante.

Lo que ahora es tendencia es compartir información, generar inercias para colaborar. Darle la vuelta a lo que conocemos para cuestionarlo.

Se lleva potenciar nuestra marca personal. Lo que mostramos de nosotros mismos y que habla de nuestros valores, nuestros logros, nuestros deseos, nuestra forma de ver la vida. Siempre con honestidad y sin artificios. Se lleva la sencillez…

Lo que ahora se lleva es la verdad, pura y dura. Cogerla entre las manos y mirarla a los ojos. Para asumirla y cambiarla, para no esconderla y esperar a que se disuelva.

Se lleva llamar a los problemas oportunidades e intentar resolverlos desde muchos ángulos. Con la lógica, con la razón, con la emoción… Peguntarse por todo y creer en imposibles.

Se lleva tener a mano todos los recursos y nuevas tecnologías para trabajar en el día a día y darse a conocer, mostrarse al mundo y posicionarse. Se lleva borrar fronteras.

Se lleva conectar y difundir lo bueno, lo que vale la pena. Se lleva alegrarse por los logros ajenos y difundirlos, incluso si son de profesionales que compiten contigo, porque eso es bueno para ellos y te hace mejor a ti como profesional, porque te estimula, y como persona, porque te hace grande.

Se lleva soñar y ponerse el listón muy alto. Esforzarse y superar tus límites. Se lleva no tener límites para crecer.

Se lleva que el jefe te pregunte qué opinas y escuche tu respuesta. Se lleva que el jefe se convierta en líder. Se lleva que tú seas tu propio jefe, que seas un líder…

Se lleva potenciar tus rarezas y diferencias.  Exponerte  y no pedir permiso para brillar y actuar ahora como la persona que deseas ser. Se lleva no esperar el momento propicio para lanzarse. Se lleva lanzarse… Siempre le podrás poner peros a los momentos.

Se lleva sobrellevar la incertidumbre apostando por muchos proyectos al mismo tiempo. Se lleva organizarse y priorizar.

Se lleva admitir errores y profundizar en ellos para que no te aten, sino para que te den alas.

Se lleva caer y levantarse.  Rodearse de personas inteligentes y escuchar. Se lleva la inteligencia emocional.

Se lleva mostrar las emociones y también saber gestionarlas. Se lleva ser vulnerable y dar la cara.

Se llevan el talento y se llevan las ganas de superarse.

Se lleva negociar y se lleva ceder. Se lleva perder para ganar.

Es el momento de la empatía, de la comunicación, de la imperfección. De soltarse, de revolucionarse, de regresar a tu esencia y hacer locuras necesarias.

Se lleva la autoestima, el aprendizaje continuo, el hambre por conocer…

Ahora, se llevan las personas…

Ojalá entre todos superemos este gran reto que se plantea ante nosotros, nos lo merecemos…

Cuatro cosas que intento recordar siempre…

Cuatro cosas que intento recordar siempre…

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Nunca digas que no, si quieres decir que sí.

No te pierdas la fiesta ni la oportunidad. Un “no” mal colocado hace caer el castillo de arena… Y los castillos de arena son el pan de los sueños, el material básico donde edificar las alegrías venideras… Si dices no y sueñas un sí, te cortas las alas… Y los deseos se cohíben, se comprimen, se desvanecen. Si los niegas, si los asfixias al llegar a tu boca, si les restringes la entrada a tu mente… Se dan por aludidos y huyen… Buscan otra cabeza donde morar y te dejan sin ganas, sin fuerzas, sin sueños. Si todo eso te abandona, serás una muñeca simple, vacía, de sonrisa estática y mirada floja. Tendrás sueños de plástico, amigos de plástico, pasiones de plástico… Tu vida plastificada se hará eterna.

Tampoco digas que sí, si deseas decir que no. No vivas la vida de otros, no confundas sus sueños con los tuyos, no seas títere ajeno ni propio. No confundas lo que quieren otros con lo que quieres tú. No inventes un tú que guste, que satisfaga sólo a los demás. No eres de goma, ni de espuma, ni de material volátil ni inflamable… No te escondas en un cajón por desuso, ni te guardes en una arca ni te expongas en un escaparate por ser distinta… Eres distinta y eso te hace grande. No puedes cambiar de facciones cada día ni esperar a que sople en viento para saber hacia adonde caminar. Hay gente así, es cierto, es de plastilina. Toma la forma que le piden a cada momento, pero su forma es inestable.

Nunca te sentirás bien si esperas que te aplaudan todos. A veces, basta que brilles un poco para que algunos intenten cazarte como a una mariposa. Es lo que hacen los gusanos, sueñan con cazar mariposas porque ellos no se deciden a hacer su metamorfosis… Muchos querrán que no vueles y te dirán que no puedes y se reirán de tus alas. Son los que se ponen a mirar a los que corren durante la carrera y en lugar de animarles para que lleguen a la meta, critican sus muecas de esfuerzo y cansancio. Para muchos es más fácil intentar pisar los sueños de otros que tenerlos propios… Intentar apagar el brillo ajeno que levantarse e intentar brillar por si mismos cada día. El miedo a veces te hace huir o te paraliza y otra veces te convierte en estúpido. No hagas caso. No les escuches, al contrario… Brilla más, vuela más, ríe más… Sé más tú que nunca, diferénciate más, siéntete más orgullosa de ese brillo y harás que sea más intenso. Y compártelo con los que se acerquen a ti con cariño, eso te hará inmensa, imparable. Contagia tus ganas de mejorar…

Y no olvides que nunca serás perfecta, pero puedes ser maravillosa. La perfección es terrible, coarta las fantasías y es poco estimulante. Quien te quiere siempre sabrá que estás buscando una meta y te tenderá la mano. Quien no te quiere, te pondrá piedras en el camino, ignorando que con ello no hace más que darte aún más fuerza y más ganas de llegar.

En tu bolsillo…

Necesito tu compañía en este tramo del camino, que compartas el peso de mi fajo de miedos y culpas. Necesito saber que a veces irás un poco por delante y otras un paso atrás, pero que siempre estarás a mi lado. Que no va a importarte que intente brillar porque sabes que lo que es bueno para mí, lo es para ti. Y cuando tú me superes, me sentiré llena, porque tu triunfo será mío, porque verte feliz estará también entre mis metas… Porque cuando crezcas, yo también me miraré al espejo y me veré crecida.

Necesito contagiarte mis risas y abrazarte cuando tirite de frío. Cuando no pueda levantarme apenas porque me duela el alma o me falle el cuerpo, te pediré que me tiendas la mano para sujetarme y que me recuerdes el rumbo. Cuando me sobren energías y esté harta de lágrimas, secaré las tuyas y te recordaré que todo lo puedes, si todo lo luchas y todo lo buscas. Repetiré tu nombre en voz alta y en seguida recordarás el hambre constante que tienes de superarte. Te dibujaré en la mente de nuevo el día que soñaste que podías, para que lo atesores y no desfallezcas… Y te diré que lo conseguirás, sabiendo que si no sucede, te recogeré del suelo, te curaré las heridas y te diré que no pasa nada… Que mañana lo intentaremos de nuevo, de otra forma… Que no se me acabarán las ideas, que me sobrarán las ganas que a ti te faltan si te hundes. Que donde no lleguen las fuerzas, llegaran las locuras… Que no desistiré ni saldré corriendo a pesar de tener miedo, digan lo que digan… Estaré siempre, siempre… No me asusta esa palabra ni lo que conlleva. 

Y que voy a estar ahí el último día suplicando que no sea el último.

Y pido mucho a cambio. Lo sé.

Quiero tus ojos cuando no pueda mirar lo que me espera y tus oídos para que me escuches si necesito calmar mi sed de vida con palabras, si mi pecho necesita vaciarse contándote mil historias. Quiero tus manos para enderezarme, si me aparto de mis sueños y me dejo llevar por estupideces y banalidades… Si me vendo a precio de saldo, si me asusto y no me atrevo a dar el paso… Si me cambian las facciones y corro el riesgo de perderme.

Quiero que me arrastres al agua si estoy seca y me apartes del fuego cuando vaya a quemarme. Y que me digas lo que piensas, aunque duela… Sobre todo si un día no merezco el respecto de tu mirada.

Y cuando pase el tiempo y me haga anciana, si me encojo y hago chica, me tomas en tus manos y me llevas en tu bolsillo. Que te note cerca y seas mi consuelo.

Voy a complicarme la vida

Lo tengo decidido, voy a complicarme la vida.  

Cuando algo no me parezca bien, diré que no. Escucharé todas la voces y pediré que se escuche la mía. Estaré dispuesta a cambiar, siempre. Mi mente será un material en continuo movimiento. Seré elástica, pero contundente. Voy a adaptarme, pero no a arrugarme. Notaré el miedo, pero no le permitiré que modifique mi camino. Tomaré yo las decisiones y me tragaré las consecuencias. Buscaré la libertad y asumiré sus riesgos. Arriesgaré mostrando mis debilidades, mis deseos, mis necesidades, mis talentos… Intentaré arañar lo que anhelo y pondré todo mi ser para conseguirlo. Espero mi recompensa, la que tengo en mente y las que encontraré por el camino y que surgiran poco a poco. Me detendré de vez en cuando. A escuchar a personas y a pájaros. A notar como respiro. A contemplar lo mucho que tengo y sentir su tacto precioso y agradable. Para saber que no me he desviado de la ruta… Para decidir si debo cambiarla después de escuchar otras razones, incluso mías. Espero cruzarme con muchos otros ojos deseosos y un poco imprudentes, como los míos. Surcar sus pupilas y descubrir sus secretos… Compartir risas, escuchar sus historias. Recordar sus palabras… y llevarlas de equipaje.

Cuando haya conseguido subir un peldaño más hacia mi luna particular, miraré atrás sólo un momento para darme cuenta del esfuerzo. Valoraré la carga y el tesoro que acumulo. El valor de las experiencias… Las palabras que guardo y que me ayudan a seguir. Y luego subiré el listón. Más. Para no quedarme quieta. Sin prisa. Con una sonrisa inmensa porque sin ella, no valdría la pena. Pediré tocar el cielo y seguiré el ascenso. Querré más. Más de eso que no se mide, no se pesa, no abulta. Eso que casi ni se toca y no es perceptible al ojo y al oído. Eso que sólo se nota cuando traspasa todas tus fibras. Eso que llena de vida poco a poco. Lo querré todo. Intentaré atraparlo todo. Pensaré que lo necesito. Que lo merezco como lo merecen todos. Estaré segura de que puedo conseguirlo. Lo tocaré con el pensamiento y las ganas. Será mío en el deseo.

Estaré cansada, lo sé. Pensaré que no llego, a veces. Me sentiré un poco absurda cuando crea que hay días en que he dado pasos atrás. Me cubriré de llanto, a veces, pero sabré encontrar donde agarrarme. Un punto donde fijar la vista y tomar apoyo. Una palabra, un gesto, un vistazo a mis pies cansados y la gente que me acompaña. Su aliento será mi aliento y me podré en marcha.

Me meteré de nuevo en el laberinto. Daré vueltas hasta encontrar el rumbo. Sabré que podría estar sentada, tranquila, sin sueños pendientes y miedos espasmódicos que me perturben el viaje… Que podría vivir otra vida. Que podría decir que sí siempre y bajar la mirada. Dejar que la cabeza me volara lejos mientras el cuerpo se quedara tragando rutina y acumulara un poco de rabia. Que podría sujetarme el alma al suelo para que no surcara otros universos posibles e imaginara… Que podría bailar sólo de memoria, con los recuerdos. Sería más fácil, seguro. Nadie me miraría por encima del hombro, ni susurraría que hago locuras… Me convertiría en esa versión de mí que a muchos iba a complacer.

Tanta perfección, sin duda, podría dejar morir mis sueños… Dejarme hueca, vaciarme las ganas de vida…

Lo dicho. Voy a complicarme la vida. Aún más.

 

La mejor versión de ti mismo

Alguien acaba de pedirme que sea feliz. Y para serlo me aconseja no pensar demasiado, cerrar un poco los ojos, hacerme la tonta… soltarme sin condiciones y dejar la mente quieta. Me aconseja que olvide por un rato lo que me inquieta porque tal vez no todo tenga que ser siempre trascendente, que no todo contenga un significado que vaya a cambiarme la existencia… Sé lo que me pide. Me pide que me mantenga pegada al suelo y note la vida, que si como pan note el pan, que pise el camino, que acumule risa y que me beba el viento cuando sople en mi cara. Quiere que me olvide de lo que me falta y de lo que dejé atrás. Que hoy haga pocos balances y olvide los números rojos. Que me circunscriba a este pedazo de vida que hoy me toca y que mañana se habrá escurrido… que no exista más que esta hora, esta frase, esta palabra… que me note la respiración … que me agarre a cada sensación como si fuera la última, que no me pregunte si está bien o mal… que exista. Que me ate a este pedazo de realidad.

Esta petición me agita aún más. La hiperactividad mental… me subleva… siempre hay demasiadas preguntas pendientes, demasiadas necesidades por satisfacer… demasiado control para buscar una perfección que nos acaba alejando del día a día… Demasiado rato en la nube buscando migajas de eternidad y olvidando lo efímero, lo que se puede tocar y se escapa entre las manos… perdiendo lo humano mientras intentamos arañar un ideal casi divino. Y se nos pasan las miradas, los gestos de los que nos rodean, se nos pasa el invierno y el verano, la noche y el día… se nos pasa y no vuelve.

¿Cómo se puede encontrar el equilibrio y … sin perderse esta función no dejar de pensar en cómo será la siguiente? ¿cómo detenerse a disfrutar del paisaje sin dejar de preguntarme a dónde me lleva la senda que escogí?

Miles de pensamientos me vienen a la cabeza, con tantas ideas… no voy a poder ser feliz… demasiadas ramificaciones en la mente, enciclopedias de emociones… millones de recuerdos por archivar… la noria de mi cabeza no se detiene… da vueltas y sé que las dará siempre… está programada para no cesar nunca, hasta el final.

Y entonces me doy cuenta. La felicidad es este momento… una mirada, una risa tonta, un temblor extraño, una palabra… un sabor, un pellizco… pero también es saber que vas en el camino correcto y persigues tu sueño. Saber que te haces las preguntas y que buscas las respuestas, que lo has imaginado todo, que lo has intentado todo… que solo te has detenido para gozar y no para esconderte y abandonar… que puedes más, que anhelas más… que hay más de lo que ves y más de lo que imaginas. Que la felicidad está en el suelo y en el cielo. Ser feliz es un dar las gracias y un seguir buscando nuevos retos. Consiste en agarrarse a lo que te rodea con una mano y acariciar con la otra un sueño… vivir intensamente y al mismo tiempo imaginar… saber, al final, que no te has dejado un pedazo de vida por apurar y que hasta el último instante has intentado ser la mejor versión de ti mismo…