El arte de dejar de hacer

El arte de dejar de hacer

girl-932400_640

Me he pasado media vida pensando que no hacía suficiente… Y la otra media haciendo, sin parar. Desde niña me metí en una espiral de acción imparable para conseguir… No sé, a veces lo intento comprender y no llego, la verdad, pero supongo que quería conseguir comprensión, amor, aceptación… En realidad, creo que me he pasado años intentando ser normal. Para mí ser normal era no tener que preocuparme porque me señalaran con el dedo, no sentirme pequeña, insignificante, poco valorada, soltar de una vez esa sensación de molestar… Ser normal era ir a jugar y no tener que preocuparse por hacerlo todo perfecto para que no te rechazaran o sentirte integrada en un grupo, sentir su calor, su cariño, pertenecer a algo y notar la compañía…

Supongo que para que pudiera aprender algo sobre ello, la vida me mantuvo en soledad. Una soledad tan sólida que rebotaba en las paredes como los balones y que me sujetaba las piernas y me anclaba los pies al suelo cuando quería correr. Sentía una carga tan pesada por no ser como creía que debía que me desbordaba esa sensación de impotencia y la rabia se apoderaba de mí… Si algo tiene esa emoción poderosa es que, al contrario que pasa a veces con la tristeza, la rabia te empuja a hacer y se come tu miedo para que creas que no está. No es que las personas que se dejan llevar por la ira o la rabia no tengan miedo,  lo tienen, pero no es miedo a caer, es miedo a quedarse quieto. No es miedo a morir, es miedo a no ganar, a no demostrar, a no imponerse y dejar que los demás te consideren menos… ¡Cuánto por aprender! para empezar, cambiar de planteamiento y empezar a notar que nada de esto es necesario, que nada hace falta, que nada tiene sentido más que estar en paz.. Que ser coherente con uno mismo.

No importa qué hagamos, en el fondo, importa que seamos conscientes de para qué lo hacemos y si estamos reaccionando o realmente actuamos desde nuestra voluntad. 

Me ha costado un siglo descubrir que tenía que parar de hacer. Dejar de sentir que todo debía de ser perfecto para que fuera mío, humano, lleno de mi emoción y sentimiento. Cuando decides parar de hacer cosas a lo loco, a la desesperada, es cuando más haces. Nada es más productivo que parar para pensar y sentir quién eres y a dónde quieres realmente llevar. Y luego, soltarlo, decidir que te pones a ello con ganas y pasión pero sin quedarte enganchado al objetivo, porque sin duda tú y tu paz sois más importantes.

Me he esforzado tanto para llegar que me he perdido mil veces por el camino, me he quedado corta porque me han fallado las fuerzas o me he pasado de largo por no haber podido gestionar la rabia acumulada… Cuando te esfuerzas mucho y no vives el camino que has escogido, cuando te tomas ese camino elegido como un calvario, la meta nunca sabe a gloria ni a nada que valga la pena. Y cuando llegas, enseguida te planteas otra y otra, para no detenerte nunca, Las metas, los retos, los sueños, son necesarios pero no podemos quedarnos sujetos a ellos, no podemos permitir que nos amarguen la vida por no alcanzarlos.  Es necesario decir que en realidad nos la amargamos nosotros por no ser capaces de darnos cuenta de que la forma en que intentamos llegar a ellos no es la que nos hace fluir con la vida. Exigirse sin piedad, castigarse una y otra vez, vivir en un mar de reproches continuo por no ser nunca suficiente… Eso te rompe por dentro, te deja muerto y devasta tus defensas… Siempre fue eso, una y otra vez, no parar hasta llegar y luego ser incapaz de valorar ese hito porque ya se dibujaba uno nuevo… Más duro y complicado, más devastador.

No hay nada malo en querer superarse, al contrario, pero sí en sentirse superado siempre. En sentirse insignificante si no llegas en un tiempo concreto y pagarse con desprecio por todo lo trabajado. Esa obsesión por hacer para demostrar, por encajar, por tener que dejarle claro al mundo algo que ni siquiera le importa, que vales, que mereces la pena, que eres digno de formar parte del club.

No hay nada malo en ponerse metas, es maravilloso, aunque no podemos subir tanto el listón del golpe y castigarnos y sentirnos culpables por no conseguir algo, cuando precisamente la amargura con la que intentamos alcanzarlo es la que nos aleja de ello.

A veces, llegas a la meta tan cansado y devastado por no haber tenido piedad contigo, por haber arriesgado tu salud y haberte maltratado tanto que cuando te cuelgas la medalla te desplomas. Y no la notas, no la vives, no la disfrutas. Es el precio a pagar por no hacer nunca suficiente, por meterse en una carrera para suplicar perdón por no ser perfecto y no por disfrutar, por superarte o por aprender de uno mismo.

Desde hace tiempo que me pregunto para qué hago lo que hago y si el camino hasta ello me compensa. Si sonrío cuando cada día trabajo en ello, si cuando lo hago fluyo y me siento más vida, si lo amo tanto que no me importan las horas, si llegar a conseguirlo tiene sentido por sí mismo o es sólo un logro más que apuntar en el curriculum o una foto que colgar para decir «aquí estoy yo».

Podemos dejarnos el alma en la pista, echar el resto por lo que deseamos pero sin perder el norte, sin dejar de amarnos y respetarnos, sin dejar de preguntarnos si todavía nos compensa… Sin hacerlo para que el mundo nos admire y acepte sino porque sabemos que hacerlo nos hace crecer y nos lleva a aportar algo al mundo.

Hay que parar y comprender a dónde vamos y qué deseamos hacer allí. Saber si nuestras metas nos definen. Actuar desde la consciencia y no desde la desesperación. Sentirnos libres, dejar de producir como locos por llegar antes a tener que tomarnos esa pastilla para poder parar esos tambores que te suenan en el pecho y que te dicen que te has pasado mucho contigo… Hay que parar para decidir que lo que nos define son las ganas de superar lo que nos asusta, nuestra capacidad de entusiasmarnos y el camino que andamos…

No salgas a la pista para demostrar o dejar boquiabierto a nadie. No salgas para castigarte porque no crees en ti. No lo hagas porque crees que tienes que hacer cosas sin parar para compensar una culpa que no existe… Ni para encajar, ni para que te perdonen por nada, ni para que te acepten en ningún lugar o te den el visto bueno…  No hagas porque crees que si no haces no mereces. No hagas porque crees que complacer a los demás es tu forma de pagar por el amor que no te dan. No hagas para llamar la atención de nadie, no hagas para que te hagan caso… Hazte caso tú y siente qué quieres realmente. Perdónate por no llegar a veces y descubre todo lo que has conseguido en el camino, cómo te ha cambiado cada gesto, cada empeño, cada risa…

Sal a la pista por ti y porque te llena, te hace vibrar, te hace sentir. Sal a la pista a disfrutar y llenarte de emociones nuevas, de sensaciones auténticas. Sal porque puedes aportar y quieres compartir.

No importa si no haces suficiente hoy, tú eres suficiente siempre. No importa si no es perfecto porque es como realmente necesitas que sea ahora… Siéntete grande y extraordinario tal y como eres ahora y eso te dará la energía para llegar. La meta es esto… Sentir esa grandeza en tu humildad, verte pleno a medio camino, amarte tanto que sepas que ya eres quién sueñas. Crecer desde dentro sin necesitar la medalla porque sabes que entrarás la forma seguro… La meta eres tú y todo lo que te hace sentir pequeño te aleja de ella. 

Por eso tuve que parar y dejar de hacer desde la necesidad de confrontar, dejar de luchar desde la necesidad de medirme y decirle al mundo que se había equivocado cada vez que me menospreciaba… Y ahora intento hacer por gozar, por compartir, por llegar a un meta que sólo se alcanza cuando estás en paz contigo… Y curiosamente, llega la recompensa… Siento que hago más, siento más, llego más lejos que nunca…

Suelta la obsesión por que todo sea perfecto y descubrirás que todo tiene sentido y que lo que realmente cuenta que lo que has aprendido intentándolo… Y verás que tal vez, ya es perfecto para este momento. Acepta lo que es y en seguida verás que ya es perfecto.

Deja de hacer un momento y siente, nota, respira. Fúndete contigo mismo y sé tu mejor obra… Dejar de hacer para contarlo y empieza a hacer para vivirlo… Deja de hacer para demostrar y empieza a hacer para ser y para sentir. 

Haz lo que ames y, a veces, no hagas nada, porque si estás bien contigo, llenarás esa nada de todo y encontrarás algo mejor que hacer que pelearte contigo…

Haz lo que quieras, sin límite, pero quiérete mientras lo hagas sin tregua. Confía… Eso hará sin duda que el resultado esté asegurado. Porque ya está en ti

No vamos a conseguir todo lo que soñamos y no pasa nada…

No vamos a conseguir todo lo que soñamos y no pasa nada…

equinox-2194645_1280

El otro día escribía Elena Arnaiz sobre dejar de decirle a la gente que todo es posible siempre, porque genera mucha frustración… Además es obvio que hay miles de personas que nunca llegan a cumplir sus sueños… La verdad es que yo creo que no hay nada imposible, pero no todo ni todos vamos a conseguirlo y hay que darse cuenta de que no podemos exigirnos sin piedad ni culparnos por no llegar… Al fin y al cabo, lo que realmente importa no es conseguir algo concreto si no llegar a sentir esa emoción que asociamos con ello… Paz. plenitud, felicidad. Y todas esas sensaciones tienen que ver con lo que llevamos dentro,  con la forma en el que nos vemos a nosotros mismos. Lo que hay ahí a fuera es sólo un estímulo que nos muestra un cambio que en realidad se ha gestado en nuestro interior. Con ello no quiero decir que conseguir metas no sea maravilloso, lo es, pero la vida nos enseña que sin conocernos y amarnos, las metas se quedan cortas siempre y el vacío regresa.

El verdadero triunfo es conseguir ese estado de plenitud que deriva de hacer el camino hacia lo que deseamos y ver cómo crecemos sin apegarnos a lo que podremos conseguir. Y será entonces, cuando entre en juego algo que me parece primordial para vivir con sentido y ser feliz, la aceptación… Aceptar es aprender a vivir. Diré más, osaré pensar y creer que aceptar es la única forma de permitir la magia…

Soñamos y eso es necesario, básico… Aunque, tal vez no llegaremos a dónde deseamos y ¿sabes qué? No pasa nada. Nada es para siempre, nada es definitivo, nada es inmutable… Todo cambia si quieres, si eres capaz de comprender que puedes. Si aceptas que no todo va a ser como quieres porque hay mil cosas que no puedes controlar. Porque no todo depende de ti, pero tú sí, tu actitud, tu percepción del mundo, tu interior. 

Porque lo que realmente cuenta es estar bien contigo y evolucionar. Para conseguirlo, hay aprender a gestionar lo que sentimos y asumir que el fracaso forma parte del aprendizaje y que es primordial para tener éxito.

A menudo, no conseguir lo que soñamos es una bendición que no sabemos valorar. La lección que entraña aceptar que de momento no es posible, que no está pasando tal y como desearías, que la vida es incontrolable y que es mejor así es bárbara, inconmensurable… 

¿Significa esto que ya no creo en la magia? ¡No!! Creo siempre… Creo cada vez más y en los milagros, hay miles cada día… Lo podemos contar a puñados… Sin embargo, la vida no nos da lo que queremos sino lo que somos, lo que creemos que somos y pensamos que merecemos, lo que atraemos y, a veces, por más que luchemos por algo y nos dejemos la piel, no pasa. Y no me malinterpretes, no quiero decir que no podamos llegar a todas nuestras metas, pero no siempre tenemos la actitud ni sabemos generar las oportunidades y eso no nos hace culpables de nada… A veces, no conseguimos lo que perseguimos porque antes necesitamos aprender algo que está en ese rodeo que la vida nos obliga a dar… Otras porque desistimos antes de tiempo o porque no confiamos en nosotros mismos.

Porque hay que actuar para llegar,  pero hay que hacerlo con enfoque y con la mentalidad necesaria…

Porque hay que crear el estado de ánimo que te lleva a conseguir y afrontar esos momentos, vaciarse de creencias que te limitan y de las ataduras del pasado… No lo sabemos, pero estamos programados para perder una y otra vez porque no nos creemos ganadores… Y si no somos capaces de detectarlo, estamos dando pasos adelante y pasos atrás al mismo tiempo. Nos saboteamos los planes… 

running-573762_1280

Y ¿qué es ganar? ¿a caso la victoria no es crecer y aprender? ¿qué precio le ponemos a crecer, al camino recorrido y sus risas, sus momentos deliciosos, sus pequeños tesoros…?¿Cuántas veces has encontrado un sueño nuevo y maravilloso justo cuando perdías el que estabas buscando? ¿No podemos dejarnos sorprender por otras propuestas que nos trae la vida y que no esperamos?

Si no llegas a la final, pero te lo pasas en grande intentándolo ¿de verdad has perdido? ¿no te sientes ganador? ¿No miras atrás y ves que has podido? ¿Necesitas el podio para sentir que has hecho una gran carrera? Y no te pido con esto que corras para perder y no busques medalla, te digo que valores cada momento y no te quedes amarrado al resultado ni condicionado por el premio… Porque si no, sólo serás feliz y estarás satisfecho si llegas primero. ¿No te das cuenta de que el que corre por el placer de aprender corriendo gana siempre? llegue el primero o el último… Y si además supera su marca y sube al podio, seguro que sabrá gestionar esa grandeza porque nace de humildad de no necesitar nada que la demuestre, de no pretender demostrar nada. Por experiencia sé que a menudo los sueños que perseguimos para demostrar al mundo nuestro valor se vuelven inalcanzables… Y cuando los tocas, saben amargo y se desvanecen o se hacen pequeños porque lo que buscabas no era el sueño en sí mismo, sino la prueba tangible para decirle al mundo que tienes valor, para tapar ese vacío que hay en ti porque te ignoras a ti mismo… 

A veces, no conseguimos lo que deseamos porque para ganar hay que aprender a perder y mucho… Diría más, sólo se gana de verdad cuando no te preocupa el resultado. Si te aferras a él y eres incapaz de ver más allá, tu triunfo es algo pasajero porque no conlleva aprendizaje…

No vamos a conseguir todo lo que soñamos y no pasa nada… Es maravilloso, en realidad. Sin embargo, eso no significa que no vamos a intentar y conseguir mucho. No vamos a dejar de soñar a lo grande, grandísimo, enorme, descomunal… Hasta que la palabra imposible no exista en nuestro vocabulario… Pero sabremos aceptar lo que suceda porque parte del logro del sueño es el recorrido, el cambio de mentalidad que experimentamos andando hacia él. 

Y si no lo consigues, si no llega, dará igual porque ya eres otro y eso te capacita para levantarte al día siguiente y alcanzar algo que no soñabas, pero que también te fascina. Y será más fácil, porque ya eres un experto en aceptar y seguir.

Aceptar tiene magia, la tiene toda. Es el paso previo para conseguirlo todo, la antesala de éxito más rotundo… Ese lugar donde aguardan los ganadores para pasar a recibir el premio. En la aceptación hay un mar de paciencia y una montaña alta, altísima de sabiduría. Es el acto más mágico posible… Porque cuando algo llega nuestras vidas, hay que bucearlo, sondearlo, vivirlo y sentirlo… No huir, no desistir, no arrugarse… Está ahí para desenvolverlo y asumirlo, para ver qué significa y sacarle el sentido y la moraleja, como a los cuentos infantiles… Aceptar cómo eres, lo que implica, cuál de tus miedos saca a la luz, cómo te incomoda… Mirar cómo es tu vida, lo que hay en ella, cambiar tu mirada… Aceptar sin batallar de forma absurda, pero sin resignarse. Asumir que el regalo es tu actitud ante las cosas y no el resultado. Dejar de lado el marcador, la medalla, el premio… Dar las gracias por la adversidad, por la sombra, por el miedo que te paraliza y abrazarlo hasta que desparece o se hace tan pequeño que se esfuma si soplas… Amar al obstáculo porque es un trampolín… Unirse a él, bailar bajo la lluvia y decir sí a lo que más te asusta. Y justo al darse cuenta de que no te importa el resultado porque la actitud es la victoria, dejar que llegue la magia… 

A veces, no conseguimos lo que soñamos porque no aceptamos las etapas previas, porque no nos damos cuenta de que nos equivocamos y no queremos ver que fallamos, que somos vulnerables y que eso en realidad es un regalo.

No vamos a conseguir todo lo que soñamos, pero nos pondremos manos a la obra, que por nosotros no sea, que no nos quede la espina clavada ni pasados los años pensemos que nos quedamos cortos… Y lo haremos sin ansiedad, desde el amor y la paz interior, desde la confianza en nosotros mismos.

No vamos a conseguir todo lo que soñamos porque a veces nuestros sueños son los de otros y los hemos tomado prestados. Han nacido del qué dirán, del querer aparentar y demostrar que somos sin pensar en lo que sentimos. Porque no nos conocemos suficiente como para descubrir qué talento ocultamos y qué podemos aportar al mundo… Porque los hemos escrito a partir de dogmas falsos y prejuicios… Porque los queremos usar para amarnos, porque los vemos como medallas que colgarnos para conseguir un amor que nosotros no nos sabemos dar… Porque no hemos visto qué nos hace distintos y únicos y nos empeñamos en parecernos al vecino… No vamos a conseguir todos nuestros sueños, pero conseguiremos muchas cosas que jamás nos atrevimos a imaginar y que son grandiosas, mágicas… A nosotros mismos. 

Porque hay cosas que no son, que no pasan, porque es necesario que así sea para que nos demos cuenta de muchas otras a las que no prestamos atención… Porque antes tenemos algo que aprender y la vida nos obliga a repetir esa asignatura que se nos resiste. Porque tenemos que entender que hay cosas que no podemos controlar, que casi no podemos controlar nada y que cuando creemos saberlo todo es cuando menos aprendemos en realidad.

A veces cuando sueltas la necesidad de conseguir, te transformas en esa persona que ya es lo que sueñas y todo llega, de repente… Y si no, ¿qué importa? ¿no te has conseguido a ti mismo? ¿no eres a caso una mejor versión de ti?

Es verdad, creamos lo que creemos pero el verdadero sueño es lo que esa creación hace en ti… Si lo imaginas, lo haces posible, pero tienes que ser honesto contigo… Si no comprendemos eso, jamás llegamos a la meta porque es el último empujón que necesitamos. Si no nos damos cuenta de que en realidad la meta es una excusa para crecer, nos apegaremos tanto a ello que nunca podremos alcanzarla.

No vamos a desistir si realmente lo que soñamos nos hace sentir vivos, si nos entusiasma, si va con nuestra esencia, pero aceptaremos lo que sucede porque eso nos permitirá llevar las riendas de nuestras vidas…

No vamos a conseguir todo lo que soñamos, por suerte, porque así nos daremos cuenta de que lo importa es vivir… Porque nos espera algo mucho mejor… Y aceptarlo es hacer magia. Y la magia es la que consigue los imposibles… 

No sé qué buscas, pero ya lo tienes…

No sé qué buscas, pero ya lo tienes…

MARGARITAS
No pasa nada si por un rato dejas de soñar en lo que amas. Los sueños también necesitan barbecho y descanso para luego poder crecer… 
No pasa nada si algunas de tus acciones de hoy no te llevan a lo que deseas o crees que se escapan del camino trazado a tu futuro, a veces los rodeos son necesarios para descansar un rato y respirar… Otras, te hacen darte cuenta de cosas que nunca percibirías si no dieras esas vueltas. Y de todas formas, sin notar el presente no es posible dibujar el futuro. El mañana se construye a partir de las emociones de hoy, a partir de los pensamientos que tienes ahora mismo y que te llevan a escoger caminos a cada momento e ir cambiando tu mapa… A veces es necesario liar la madeja para tener que tomarte un respiro hasta encontrar el hilo y saber dónde estás y qué sientes.
No pasa nada si hoy no tienes la actitud adecuada al cien por cien, no somos perfectos y eso es maravilloso. Necesitamos salirnos del margen para comprobar que hay margen… Necesitamos bajar para impulsarnos a subir. Necesitamos comprobar que nos nos hemos perdido obsesionados con algo que brilla, porque el brillo real es el que desprendemos nosotros. 
No pasa nada si maldices o vuelves a ser una víctima un rato. Quejarse vacía angustias y nos ayuda a sacar la rabia acumulada… Lo que importa es darse cuenta y no convertirte en tus lamentos, ser capaz de verlos desde fuera…
No pasa nada si no sonríes tanto hoy ni muestras tu mejor rostro… Podemos caer e incluso rompernos, renegar de todo y sacudirnos el dolor, culpar a otros y decidir que no somos responsables de nada… Podemos hacerlo un rato mientras sepamos que somos infinitos y volvemos a nuestro estado natural. Mientras nuestro yo más sabio nos recuerde luego que somos responsables de nuestras vidas y que todo lo que pasa forma parte de nuestra forma de ver el mundo.
Puedes fallar y no ser mejor que ayer, mientras lo intentes y te sientas digno. Mientras seas consciente de quién eres y lo mucho que vales.
Puedes desistir porque estás en un camino y vas cambiando tú y tus prioridades. Porque a media tarde puedes descubrir que ya no necesitas que te vean, porque ya te ves… Que ya no buscas que te lo digan, porque te lo dices… Que no se trata de recibir sino de dar… Que no buscas gloria, sino que buscas paz.
No pasa nada si te retiras y dedices que en lugar de llegar a la cumbre quieres vivir un tiempo en el campo base. Si decides que te ha gustado tanto este camino que te quedas en él a oler las flores y contemplar como se pone el sol y no sigues andando hasta el que creías que era tu destino.
No tienes que pelear, tienes que estar contigo.
No tienes que llegar, tienes que sentirte pleno.
No tienes que conseguir, ya eres.
Se trata de incorporar a ti lo que aprendes a cada paso, eso te hace grande. Y las personas que saben que son grandes no necesitan metas, ellos ya son su meta.
Tal vez te has convertido en tu propio sueño mientras ibas a por él y ahora poco importa si has pasado de largo o te faltan cinco minutos. Ya eres. Ya está.
Cuando uno reconoce su grandeza, poco importa si tiene un mal día o dos o si cae o de retira para sentir por dónde continuar…
No pasa nada si te derrumbas y crees que no puedes, porque si sigues adelante, podrás. Porque tú ya eres lo que buscas, sólo tienes que sacarte de encima la pesadumbre de no estar a la altura o imaginar que no llegarás.
No te sujetes a tus metas, supéralas siendo tú.
Ama el caos necesario que a veces circunda tu vida y que está ahí para que te des cuenta de que tú eres calma, eres paz.
No te preocupes por perder de vista lo que sueñas porque ya es tuyo y sólo tienes que permitirte abrazarlo y comprender que mereces eso y más.
No pasa nada si te sientes pequeño cinco minutos si te acuerdas de que eres enorme y luego vuelves a tu tamaño real.
Ya somos però no nos acordamos, no somos conscientes de la magnitud de nuestra capacidad y de lo que somos capaces ya no sólo de hacer sino de crear mientras soñamos, mientras imaginamos que podemos conseguirlo y nos atrevemos a vernos ocupando nuestro lugar en el mundo.
No necesitamos demostrar nada, llevamos la capacidad incorporada pero hemos olvidado poner en marcha ese mecanismo interior que nos conduce a nosotros mismos.
No pasa nada si sales un rato de ti mismo, mientras tengas claro que merece la pena volver y asumir tu poder.
¿Y si hoy nos sentamos un rato y dejamos de desear?
¿Y si dejamos de mirar a la luna con ojos hambrientos y vemos como brota en nuestro suelo algo nuevo y maravilloso?
¿Y si dejamos de estresarnos por ser mejores y somos simplemente nosotros?
¿Y si descubrimos que ya somos nuestra mejor versión y sólo tenemos que dejar de creer que algo nos falta?
No pasa nada si te cansas y sucumbes al desánimo porque mañana te levantas y vuelves a caminar.
Decía  el otro día mi querida Celia Domínguez en Facebook que «sabes que eres abundante porque te despiertas agradecido y no pidiendo» porque «la abundancia es algo que se siente, no sólo que se tiene». Y es cierto, hay que apostar por sentir, por notar, por agradecer lo que ya eres aunque sea en potencia, aunque está ahí en ti a la espera de estallar y hacerse enorme.
No sé qué buscas, pero ya lo tienes… No sé qué quieres, pero ya lo eres… Tal vez si descansas un momento, descubrirás que ya lo llevas incorporado. Es cuestión de sentirlo y aceptarlo. No pasa nada si te detienes a mirar las flores y te olvidas de tu destino, tú eres tu destino. No sé que sueñas, pero ya es tuyo…
 

Ámate en silencio…

Ámate en silencio…

flores-azules
Corre cuando sientas que no puedes, hazlo porque la carrera te traerá las ganas y la fuerza para poder seguir.
Cuando notes que todo se acaba, lávate la cara y vuelve a empezar. Eres tú quién decide si tiras la toalla o sigues caminando… No pierdas ese poder.
Cuando no haya luz, sé tú la luz. No necesitas nada que esté ahí afuera, te bastas y te sobras, aunque suene duro y asuste oírlo.
Cuando no haya tiempo, pasa por encima del tiempo. A veces, tenemos que ver cómo se nos escurren los momentos para entender que necesitamos paciencia para tener paciencia…
Si las caras que te rodean no te animan, no las mires, no las asumas, no dejes que te calen hasta el alma y te reordenen los pensamientos. No estás obligado a nada.
Si el desánimo te acaricia la nuca, intenta escuchar tu voz diciendo que puedes. Busca el recuerdo más hermoso y alentador y aférrate a él con fuerza desmesurada… Recuerda su calor, su olor, su tacto, su música. Vívelo hasta pensar que estás en él y afronta el momento presente con esa energía acumulada que ya no malgastas batallando contra el mundo sino invirtiendo en ti .
Si todavía no has encontrado las palabras que pueden acompañarte en este viaje, busca más y no te preocupes, ellas vendrán a ti… Si las palabras que te dices no son las palabras que mereces, calla un rato. El silencio es el antídoto que estás buscando… La quietud de ver pasar tus pensamientos y salir de ti mismo para encontrar el camino… No te angusties, todo lo necesario llegará en el momento adecuado.
Escucha tus latidos, nota como fluyen tus venas, escucha el vals de las olas del mar bailando en tus pies… Baila con su cadencia, mécete en sus vaivenes y déjate llevar por su calma.
No dejes que tus pensamientos te lleven a donde no perteneces. No habites ideas que te hagan sentir pequeño, frágil, herido, maltratado, náufrago… No eres víctima de nada ni de nadie, eres tu propio guía. Si lo dudas, sal de ti mismo para ser más tú que nunca.
No te permitas personas que te rebajen y te hagan sentir mal… No importa si están o no están, no dejes que te posean el ánimo… Si consientes que te menosprecien, eres tú en realidad quien se menosprecia.  Decide, escoge, reina en tu vida y en tu voluntad.
Aléjate de gurús de egos hinchados que ocultan en realidad autoestimas flojas…
Aléjate de aquellos que tienen fórmulas mágicas para todo y venden éxito embotellado a cambio de perder la esencia. Mírales con compasión porque es lo que merecen y necesitan.
No pienses que no perteneces a donde sueñas. Si lo sueñas, es que ya es en parte tuyo, es que ya estás preparado para tocarlo aunque todavía no lo sepas.
Llora si lo necesitas, pero no acabes viviendo en tu llanto… Llora para vaciarte de asco y de pena… Ponte tu mejor traje para que el fracaso te pille de gala y eso te deje ver que en realidad es un triunfo.
Que te llegue la noche con los sentidos saciados, los besos dados y al menos una meta cumplida… Que antes de cerrar los ojos tengas claro el reto de mañana. Vacía tu agenda de citas mediocres y déjate tiempo para estar contigo, eres quién tiene todas las respuestas a tus preguntas…
Busca el silencio para amarte… Eses espacio dentro de ti donde nada te golpea ni araña. Encuentra tu paz y para todos los relojes para notar tu presencia y amarte sin prisas. Allí es dónde están todas la respuestas, donde han estado siempre.
Rebusca en todos los cajones hasta sacar a la luz todos tus secretos… Ya sabes dónde los escondes, no te hagas trampa. Mírales a la cara para descubrir que no importan porque no hay culpas ni perdones, sólo personas que están aprendiendo a vivir y a veces, cuando se olvida de amarse, hacen cosas difíciles de entender.
Insiste siempre si crees que compensa. No importa que seas la nota discordante, que desafines, que canses y que algunos te miren mal por recordarles que hay más mundo que su mundo… Hazlo con amor, sin acritud, con mirada compasiva y comprendiendo otros puntos de vista. No batalles por batallar. No busques dar patadas al mundo para desahogar la ira que te quema dentro por algunas injusticias que en realidad son oportunidades, aunque el dolor, a veces inmenso, no lo permita ver. No sabemos más que nadie, cada uno lleva su camino como puede…
ropa-tendida-rojo
Usa el rojo cuando todo sea gris…
Brilla tanto que sea imposible apagarte o desconectarte. Porque eres tú quién te enchufa a tu vida, quién tiene el interruptor… No te lo escondas ni se lo cedas a nadie. Que los que no soportan que brilles, tengan que aceptar tu grandeza y eso les lleve a conocer la suya propia… Brilla para que brillen.
Camina bajo la lluvia para que la lluvia te lleve.
Cuando estés muy cerca de tu sueño y el miedo y el cansancio te tumben o te paralicen los pies, mantén la calma y sonríe, es el momento de respirar… Es la última prueba antes de llegar. El peldaño más complicado de subir es el que más te acerca a tus retos.
No huyas de lo que sientes. No cierres la puerta a lo que te duele porque te perseguirá hasta el final. Afróntalo de cara y permítete entenderlo y aceptarlo hasta que dejes que se vaya si  ya no forma parte de ti.
Suelta lo que te pesa. Gran parte de tu cansancio es porque cargas una culpa que no existe. Afloja la conciencia absurda y aprendida de un mundo que te pone normas para que no te quede más margen para vivir que el que le conviene.
Sucumbe a todas la tentaciones de las que llegado el momento puedas prescindir… No seas adicto a nada que te evada de ser tú, pero no te niegues el placer.
No te subas a trenes que no te lleven a donde quieres ir. A veces, lo hacemos porque eso nos entretiene y distrae de afrontar lo que nos asusta. Aunque, si ya vas en uno, no te apures, seguro que estás en él porque era necesario para aprender. Todo pasa para algo…
Ilusiónate mucho  sin perder tu calma y no temas para caer. Cae sin miedo, porque sabes que cuando te levantes serás aún más increíble y poderoso…
Ponte las botas de atravesar charcos llenos de lodo y lleva siempre en el equipaje los zapatos de baile, por si invitas al destino a bailar y dice que sí y luego cambias de rumbo.
Sé tu amante y tu sosiego. Sé tu refugio y tu sol.
Arráncate las etiquetas absurdas y sal de la fila de los que esperan que alguien les solucione la vida. En esa fila todos fruncen el ceño y siempre se cuela alguien ante ti y nunca se consigue nada.
No guardes la llave de ninguna puerta que ya no quieras abrir. No dejes puertas por cerrar ni habitaciones oscuras sin iluminar.
No encierres tu alma, ni sometas tu consciencia.
No beses más sapos pensando que serán príncipes porque serán siempre sapos… Y tú no necesitas príncipes.
No te asustes si a medio camino no te reconoces, el camino te cambia y tú cambias al camino. A cada paso irás soltando capas y desnudándote de historias tristes.
No te preocupes si no te reconocen los que nunca se ocuparon de saber realmente quién eras. No les escuches cuando te pidan que vuelvas a tu versión anterior. Confía en ti.
No dejes un baile a medias porque pare la música, sé tú la música.
No escuches a los que han perdido la esperanza porque tal vez no quieren ayudarte sino hacer que la pierdas tú.
No envidies nada, lo tienes todo. A veces, no lo ves porque el ruido te empaña los sentidos y las percepciones.
Deja de mirarte con ojos cansados y rencorosos.
Cuando te pierdas, no te busques entre los trastos viejos y en los rincones sucios… No visites los lugares más tristes ni los valles más oscuros… Nunca más.
Si te pierdes… Búscate entre las flores. Ese es tu lugar.
 
 

Es inevitable

Es inevitable

chica-blog-notas
Lánzate ya, ahora es el momento, pero no lo hagas sólo para triunfar, hazlo para ser feliz… Sea lo que sea, hazlo porque te transforma.
Porque te llena y llena a otros. Porque si no lo haces, tus estanterías interiores siempre están vacías y tus ojos no brillan.
No lo hagas sólo por ambición por ser y demostrar sino por amor a lo que realmente eres, por ganas, por querer compartir lo que sueñas y quieres para ti. Porque quieres aportar al mundo algo que crees que lo mejora.
Hazlo porque no imaginas vivir de otro modo, porque ya no puedes vivir desde otra actitud.
Hazlo porque buscas sentirte bien con la vida que vives, porque quieres amar lo que haces y sabes que puede ayudar en este camino.
Hazlo para compartir lo que eres.
Porque vibras cuando lo imaginas, cuando te pones la película de tus sueños pendientes y los notas tanto que se te agolpan las lágrimas en las mejillas de felicidad… Porque los tocas, porque los sientes. Porque la locura es no intentarlo y desistir.
Hazlo porque notas que pasará, que es inevitable que tu vida sea maravillosa si actúas siendo tú, ese tú de verdad…
Hazlo por la persona en quién te convertirás si lo consigues, no por el logro en sí y el mérito, sino por la transformación que tendrá lugar en tu interior.
Y a lo mejor te encuentras haciendo lo mismo que antes, con las mismas ganas, pero con otra actitud, con otra forma de mirar lo que te rodea y sin esa obsesión por el resultado… Prescinde del resultado y goza de la experiencia…
No lo hagas por el éxito y tendrás éxito.
Hazlo por ser coherente contigo y con tu forma de ver el mundo… Porque tus sueños te ponen las pilas y tus metas te hacen volar…
No lo hagas por tener, hazlo por ser. Conviértete en esa persona que no necesita demostrar nada porque sabe que es.
No lo hagas por lo que tendrás sino por el sentido que le dará a tu vida.
Ama la incertidumbre de no saber cómo ni cuándo, pero teniendo clarísimo el qué y el para qué.
Abraza la paciencia y deja de preocuparte por qué dirán. Nadie vivirá por ti la vida insulsa que te espera si no lo haces.
El mundo está lleno de ilusiones rotas que toparon con miradas inquisitivas y no supieron pasar de largo… La única mirada que cuenta es la tuya.
No te desesperes, no busques atajos, no bombardees al mundo con incoherencia… No actúes sin notar, sin sentir… No te dejes llevar por esa parte de ti que no confía y no sabe esperar mientras planifica, no te maltrates pensando que no saldrá bien… Sigue trabajando en ti y en tu sueño, sigue sembrando, sigue cuidando de lo que siembras, sigue aprendiendo, sigue sumando, sigue aportando…
Lo que importa es cómo te sientes contigo y cómo te llamas cuando te buscas, qué nombres encuentras para susurrarte, qué momentos llenan tu vida… Que encuentres tu equilibrio, que sepas que estás en ese lugar desde el cual se construye, se crea, se sigue caminando motivado y apasionado por lo que amas.
Vive la belleza del momento en que notas que lo que haces es lo que eres. Que estás en tu camino y ocupas tu lugar en el mundo.
Hazlo perfecto sin buscar la perfección, sino soñando la excelencia… Si sufrir por no llegar sino con la ilusión del que sabe que llega y del que no tiene que preocuparse por la nota final.
Hazlo con ganas sin tener que esforzarte porque te gusta tanto que te sale solo…
Porque lo amas tanto que lo harías gratis, pero es tan maravilloso que mereces recibir lo mejor a cambio.
Hazlo porque asumes que es tu misión, pero sabes que puedes elegir.
Por responsabilidad con tu vida, con las personas que te rodean, por los sueños que te zarandean y consiguen que hagas imposibles…
Hazlo porque no eres capaz de resignarte a no ser tu mejor versión y ceder al miedo.
Porque te sale el talento por los poros y no puedes más que ponerlo a circular y trabajar para que crezca y pueda ser compartido.
Descúbrete , asúmete, nótate… Hazlo porque ya no hay vuelta atrás. Porque llegado a este punto, te das cuenta de que ya puedes fingir que no ves o que no sabes, que no sientes. Porque ya estás comprometido contigo y con esa forma nueva de ver lo que te rodea.
Y si te dejas llevar por la pasión y te dedicas a hacer lo que realmente amas es inevitable que vayas a triunfar.
Planifica desde el corazón, sintiendo cada paso. No te fuerces pero no te pares…
Es inevitable que funcione porque todas tus fibras están en sintonía.
Es inevitable que salga bien porque confías en ti…
Es inevitable que tengas éxito porque ahora sabes quién eres de verdad y has sellado tu compromiso.