El resto de tu vida

El resto de tu vida

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Se acabó esconderse. La vida no es un armario. Tú no eres un muñeco que pueda meterse en la caja y salir cuando no hace frío o el viento es propicio. Si no sales cuando las cosas pintan mal, no saldrás nunca. Porque te harás pequeño y diminuto. Porque siempre pensarás que no es el momento y te acurrucarás plácidamente a esperar. Y un día te darás cuenta de que eres viejo… Y aunque nunca es tarde, ¿por qué no gozar antes? ¿por qué no intentar antes ser como sueñas? ¿por qué esperar a mañana para vivir?

Tu forma de ver la vida no es negociable. No puede haber regateos ni rebajas. Si aceptas menos de lo que mereces, vas a tener que sobrellevarlo siempre o hasta que no puedas más y vuelvas a reclamar lo que es tuyo, las riendas de tu vida. Si te tragas lo que no soportas, si te callas lo que suplicas decir… Un día estallará dentro de ti.

Lo cual no significa que no aceptes algunas situaciones adversas, al contrario. Las aceptas, buscas la forma de aprender de ellas y empiezas a cambiarlas con tu actitud. Imaginando cómo darles la vuelta. Sólo con que en tu mente ya exista esa posibilidad de cambio, ya existe ese cambio en la vida real. Ya estás incubando una oportunidad. Ya cambia todo porque tú cambias por dentro.

¿No te has dado cuenta de cómo has cambiado ya sólo por planteártelo? ¿No te has fijado en las palabras que usas ahora y que no usabas antes?

Has pasado del no puedo al me gustaría…

Del no va conmigo al “tal vez”. Eres otra persona, el de siempre con esperanza… La esperanza lo mueve todo si eres capaz de conseguir que se instale en tu vida y se convierta en en confianza.

Del Imposible al posible hay dos letras. Y las escribes tú.

Tus pensamientos crean tu camino. Lo que imaginas empieza a existir en el preciso momento en que lo dibujas con en tu cabeza. Tus palabras esculpen cada uno de tus pasos. Tus ideas cobran vida. Tus sueños construyen tu presente y tu futuro.

Y no tiene que ver con la situación, ni con tus habilidades. Tiene que ver con tu forma de mirar. Para saber si eres de los que pasan por delante de ese lugar donde reparten alegría y nunca entras o si estás construyendo un puente imaginario para llegar al otro lado donde sabes que pasan cosas.

A veces, hay que gastar el último euro que nos queda en una libreta donde hacer una lista de lo que será nuestra vida en el futuro. En un libro que nos ayude a encontrar respuestas, en un café en buena compañía que nos dará fuerzas para seguir, en subir a la noria para ver que cuando el mundo no gira, giras tú… Aunque el miedo nos diga que será mejor ahorrarlo y guardar. Y seremos un euro más ricos, económicamente ricos… Y más pobres en emociones, en respuestas, en sensaciones… No habremos conseguido activar en nosotros esa palanca que un día se pone en marcha y notas como lo cambia todo…

Ese momento en que te cruzas con alguien en la vida y te dice una frase, una palabra sólo tal vez, y esa palabra lo es todo. Es la palabra que estabas necesitando oír y notar. Te zarandea tanto por dentro… Te remueve los cimientos y te conmueve las entrañas. Te trae recuerdos, te inspira, que insufla unas ganas tremendas de devorar una vida que hasta hoy simplemente mordisqueabas… Te saca de dentro esa persona capaz que estaba dormida y sumisa a un destino que no le pertenece.

A veces, hay que apostar todo lo que tienes por todo lo que sueñas, aunque te quede muy poco y la altura de tu sueño sea vertiginosa. Nunca tenemos tan poco como creemos… Nunca son demasiado grandes nuestros retos porque siempre podemos crecer hasta llegar al tamaño necesario para que sean asequibles.

Eso es lo que importa. Ese es el gran logro. No conseguir el sueño sino convertirse en la persona que es capaz de tocarlo. Alcanzar el tamaño que requiere nuestro sueño, lo obtengas o no, y notar que a partir de entonces lo puedes todo… Prepararse para llegar a la cima y tal vez no llegar pero saber que ya nunca dudarás de tu capacidad porque ya eres ese tipo de persona que sube cimas y logra sus retos.

Porque has alcanzado la medida necesaria para asumirlos.

Porque tal vez tu sueño estaba ahí para ser un primer paso, una excusa, un cebo gracias al cual poder transformarte.

Aunque para eso hace falta salir de debajo de la cama, del armario, del servicio, de la rutina, del traje gris y detrás de la pantalla del ordenador.

Se acabó esconderse aunque haga frío. Aunque esté oscuro. Aunque los pies pisen suelo desconocido y las piernas flaqueen.

Se acabó esperar a saber que todo está bien para explorar la vida. Se acabó buscar seguros y escondites.

La vida se nos escapa mientras esperamos el momento adecuado.

Se acabó esa sensación de que hay cosas que no van contigo, que están fuera de tu alcance, que nunca te pasan a ti.

Se acabó esperar a que todo sea perfecto para empezar a vivir…

El mundo gira mientras te detienes a ponerte el impermeable.

El tiempo se acaba mientras tú buscas la mejor forma de hacer algo que sabes que no harás nunca…

El reloj se rompe mientras encuentras la palabra que buscas. Mientras te entretienes en un recuerdo que ya no da más de sí y que cuando saboreas te trae a la mente los mismas emociones de siempre que no llevan a nada que te ayude a decidir…

Mientras te decides, el árbitro pita el final del partido.

¿Te has dado cuenta de que te duermes y no haces nada? ¿No ves que necesitas un zarandeo?

A veces, sólo tienes lo que dura un suspiro para decidir si el resto de tu vida va a ser como sueñas o como detestas.

¿Y si fuera ahora?

Para que no desaparezcas

Para que no desaparezcas

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No te contengas, no cabes. No has sido imaginado para comprimirte y enclaustrarte. Eres demasiado grande para quedar atrapado en una presa imaginaria y demasiado libre para creer que no eres capaz de volar.
Si no vas a saber encoger tu entusiasmo para entrar en una versión de ti mismo más reducida, no te rebajes a intentarlo ni creerlo.
Si necesitas que te digan quién eres, no escojas para ello a quién te engaña o te envidia. Escucha a tus entrañas y ama tus locuras. Ellas saben a dónde vas y qué te niegas.
Recuerda siempre que cuando te sueñas triste, te asfixias, te desgajas.
Cada vez que sólo buscas sueños asequibles, te haces pequeño. Cada vez que dejas que tus sueños sigan siendo sólo sueños sin ponerles fecha ni trazar un mapa, te encoges.
Cada vez que te pruebas un sueño y dices que te va grande, te conviertes en esa persona a la que ese sueño le va grande.
Cuando dibujas un círculo a tu alrededor, reduces tu perímetro, recortas tu mundo, comprimes tu conciencia y tu cabeza.
Si buscas besos, no vendas abrazos baratos ni te conformes con un deseo deshilachado.
Cuando te imaginas seguro y oculto, te alejas de ti mismo para aferrarte a un ser menor que necesita salvavidas para nadar en su conciencia.
Cuando te acercas a la fuente y no te atreves a beber, te fundes.
Cuando te sueñas con miedo, tu alma se queda virgen y tu cuerpo se cubre de escarcha.
Cada vez que ocultas tus lágrimas y reprimes tu osadía, caminas hacia atrás en el camino hacia ti mismo.
Cada vez que dices en voz alta que no puedes, una muñeca de vudú gigante te clava una astilla en el alma. Cada vez que insinúas que no mereces, un duende caprichoso borra tu nombre de la lista de milagros.
Cuando no te atreves, uno de tus dones se esfuma.
Cuando dices que no deseando decir que sí, uno de tus superpoderes se atrofia.
Cuando te sueñas cobarde, te arañas y encoges.
No te borres las ganas creyendo que no eres capaz de dar el salto porque entonces tus pies serán más pesados y el pasado te explotará en la cara.
Cuando la pereza te invade, tu aroma se vuelve rancio…
No deshojes margaritas preguntando algo que ya no te importa porque has descubierto que el amor te viene de serie…
No bajes la cabeza escondiéndote por no llegar a ser la imagen del espejo que otra persona busca… No busques espejos, busca personas que te permitan brillar.
No busques perfección, busca deseo. Busca pasión y si la encuentras, atrápala.
No busques simetría, busca pura belleza, sin medidas ni condiciones.
No contengas tus fibras en una mueca amarga porque podría quedarse retenida en ellas y hacerse una cabaña.
No abras la puerta al sufrimiento porque podría instalarse en tu casa, devorar tu alegría y meterse en tu cabeza.
No busques respuestas vacías, piensa bien las preguntas porque son las que marcan el camino.
Cuando dices que no sirves, tu brillo se apaga.
Cuando suplicas ser como todos los demás, te desdibujas…
Porque cuando te pones fronteras te podas la vida, te cercenas el alma.
Cuando te imaginas pequeño, te achicas, te contraes, te suprimes… Te conviertes en un ser diminuto.
Cuando te sueñas cansado, te desconectas de ti mismo.
Por eso, no pares, no te detengas, no caigas en la tentación de pensar que no puedes, no cedas ante ante esa versión de ti mismo que se asusta…
No desaparezcas de tu vida.
No te metas en un traje pequeño y esperes hacer cosas grandes…
 

Las personas que me inspiran

Las personas que me inspiran

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No conozco a nadie que sea extraordinario que no haya vivido un conflicto importante. Nadie que sea único que no haya tenido que librar una batalla dantesca con sus propios demonios… La excelencia surge siempre de ponernos a prueba y dar un paso más. Aunque no resolvamos ese conflicto, aunque no ganemos, sencillamente por el hecho de afrontar ya creces. Es un poco como pasar a un nivel superior donde te cruzas con personas que saben más y tu cabeza se despeja de todo aquello que te ofusca para que puedas concentrarte en lo que te hace evolucionar. Surge de vivir intensamente y llegar a ese punto en que debes ser mucho tú mismo para soportar la presión, cuando ya no te avergüenzas de nada… Nace del no poder más y gritar, de decidir explotar explotar de una vez y seguir tus ideas y sensaciones pase lo que pase.

Nunca he encontrado en el camino a nadie maravilloso que no llevara algunas espinas clavadas, ni la marca de unos dientes en la conciencia o la espalda. Nunca he visto a nadie que valga la pena que no tenga cicatrices … Los arañazos son dolorosos pero te despojan de capas de piel cubiertas de miedo…

No sé de nadie que haya crecido sin tener que serpentear, arrastrarse, mutar de forma o cambiar de estado. Los que acaban descubriendo que saben volar es porque un día estuvieron al borde del precipicio y no tuvieron más remedio que saltar confiando en desplegar unas alas que jamás habían tenido la certeza de que estaban en su espalda… Aunque las habían soñado y casi notado mil veces. El mero hecho de encontrar en ti esa confianza para saltar ya te transforma.

Las personas más sólidas que he conocido llevan a sus espaldas los miedos más terribles. Y todas han aprendido a tenerlos a raya y sacarles partido. Los han superado, aunque los lleven un poco prendidos en la espalda y, de vez en cuando, al bajar un poco la guardia, sus temores más rotundos les enseñan los dientes y les mordisquean la nuca para que recuerden que siguen ahí… Y esas personas hacen lo mismo, miran a sus miedos y los identifican, para tomar una posición de poder ante ellos. Al final, no se trata de no tener miedo, sino de manejarlo.

La personas más grandes que he conocido han aprendido a reírse cuando el asco sube por su garganta y a atisbar un hilo de esperanza que casi no se ve, suplicando encontrar la madeja para sobrevivir.  Se han remendado por dentro mil veces y han encontrado alguna razón para levantarse después de una noche eterna de lágrimas. La más importante, reírse de ellos mismos y llevarle la contraria a la adversidad.

Las personas que me han inspirado son fuertes y  al mismo tiempo tiernas. Han salido de su mundo para verlo desde otra perspectiva. Han convertido el dolor en algo hermoso, hay conocido su punzada y han sabido mantenerla a distancia sin esconderse… Conocen hasta donde llegar en cada momento y saben ir superando esos límites. De tanto intentar, subir y bajar, adaptarse y cambiar, son elásticas. Siempre se recomponen. Se pegan, se empastan, se cosen. Encuentran la forma de buscar alicientes de manera constante… Encuentran un tiempo para todo y viven.

Las mejores personas que he conocido aman siempre. Aman lo que pisan y miran, lo que tocan, lo que les hace reír y, a menudo, también lo que les ha hecho llorar. Aman todas y cada una de sus sensaciones, incluso las punzadas de dolor, para aprender de cada instante… Aman a otros y se aman sí mismas. Aman intensamente, porque saben que nunca se quedarán vacías por amar.

Siempre ponen sus propias normas. Viven según su código. No se obsesionan por las palabras que dicen de ellos personas que no responden a sus valores. No esperan aplauso, ni se rinden ante el abucheo. No aceptan regateos ni caben en los esquemas de otros, no esperan ninguna señal para actuar porque saben que sería una excusa para permanecer inmóviles.

Han aprendido a perder desde la infancia. No lo han tenido fácil. Han convertido el perdonar en hábito y el fracaso en una victoria. Siempre aprenden, a veces de otros, cada día de sus titubeos.

Caminan por la cuerda floja y soportan perder el equilibrio. Aguantan la incertidumbre de arriesgarse a caer todos los días. Pueden hacerlo porque no confían en la cuerda sino en sí mismos.

Tienen sueños a puñados. Algunos nos harían reír por simples y entrañables. Otros nos causarían vértigo porque parecen imposibles. Y han descubierto que pueden superar sus sueños, porque no se atan a nada que les haga perder un minuto de felicidad. Sus metas les ayudan a arrastrarse cuando están cansados, pero no están asidos a ellas. Nada les ata a nada, más que su confianza en ellos mismos, en saber que encontrarán la forma de seguir. Porque saben que los sueños no son hipotecas y son capaces de cambiar de rumbo si hace falta en un momento…

Las personas que me inspiran se dejan llevar por sus pasiones. Se envuelven en ellas pero saben controlarlas, como si se sumergieran en el mar y nunca dejarán de nadar para que el agua no les cubra.

Las personas más increíbles con las que he topado abrazan la soledad, pero adoran la buena compañía. Han encontrado un lugar, en uno de los rincones de su ser, donde siempre hay calma.  Un lugar desde el que se puede contemplar el delicioso baile de la lluvia y decidir si salir a mojarse o acurrucarse tras el cristal. Y a menudo, se mojan… Porque saben que la única manera de llegar a la meta es lleno de barro.

Vencer al dragón

Vencer al dragón

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No tengáis piedad de mí, ya no me hace falta. Hace tiempo que dejé los algodones por las cumbres más escarpadas y las tardes plácidas por las montañas rusas de ideas imposibles.
No penséis que no podré, he llegado mil veces a la frontera de mis posibilidades y he engatusado al guarda que custodia la fortaleza para que me deje pasar… A veces, me he quedado a las puertas… Otras veces, he traspasado mis límites con una risa dibujada en los labios y una sensación loca de saber que ese momento es histórico… En mi pequeña historia de retos cumplidos aún por crecer y aumentar.
A veces, las fronteras se borran cuando imaginas que no existen…
No temáis, echad sal a mis heridas que me curtís el alma y me rellenáis los pliegues de noches sin freno pensando demasiado y mal. Ya nada que no esté en mí me para, nada que se imaginé más allá de los muros de mi conciencia araña mis defensas. Nada que no venga de mi esencia me importuna ni hace sentir diminuta…
Que no os importe criticarme ni murmurar a mis espaldas. Me divierte lo que a vosotros os escandaliza. Me gusta lo que a vosotros os parece ridículo. Me vacía lo que a vosotros os parece genial… Me gustan aquellas personas a las que vosotros dais esquinazo y gastáis bromas para recordarles que no caben en vuestro mundo, porque en el mío tienen un lugar preferente. A veces, los grandes se visten con trajes sencillos…
No tengáis miedo, no os voy a morder. Soy inofensiva y me reflejo en los espejos, aunque no dependo de ellos para planear mi vida ni forjar mi autoestima. Mi pasión por no perderme nada me agota tanto, que a veces, tengo que pasar varios días en mi crisálida para recordar que puedo volar. A veces, se me olvida cuando veo vuestros ojos cansados y vuestras pupilas tristes. Cuando recuerdo que un día dudé de todas y cada una de las locuras que ahora dictan mis movimientos, cuando pensaba que necesitaba que me dierais el visto bueno y  huía de los espejos porque no soportaba conocerme y sondar en mis facciones imperfectas… Cuando al bucear en mis entrañas encontraba mil razones para esconderme y no era capaz de ver que cada una de ellas era el reverso de algo hermoso por lo que luchar…
A veces, la belleza está oculta tras una piel llena de escamas…
Me falta mucho recorrido, pero soy más libre y me están saliendo alas, no sé si para volar o para ahuyentar a los moscones que buscan reírse un rato a mi costa, sin tener en cuenta que yo siempre me río con y nunca de… Porque me fascinan las personas que no cuestionan su autenticidad ni se venden a cambio de ser aceptados por la masa.
No sufráis si no me decís adiós, ni susurráis los versos torpes de mis poemas, no escribo para vosotros porque no sentís las palabras… Escribo para los que cuando miran ven más allá de la apariencia y cuando sueñan lo hacen tan a lo grande que crecen hasta sentirse gigantes y si les pilla de noche, al despertar, no caben en la cama.
A veces si no tienes un poco de miedo, no vences al dragón.
No busco vuestras lisonjas sino sus miradas sinceras, soy yo quién les da las gracias a los que toman una de mis palabras y saben construir un mundo más intenso… A los que cuando leen, se sienten a un palmo del suelo y buscan sin parar algo que tal vez no saben cómo es pero tienen claro para qué sirve… Para brillar, para crecer, para sentir, para ser mejores y vivir una vida que no sea copiada ni robada.
A veces, las palabras cosen heridas y hacen que las estatuas cobren vida…
No me preguntéis si siento lo que digo o por qué estoy en otra dimensión inventando historias y soñando nuevas palabras… No me alcanzan vuestros miedos, los míos ya me mantienen ocupada saltando al vacío y subiendo montañas rusas de palabras.
No me busquéis en la cima, no quiero estar allí sola más de un segundo si algún día llego… Estaré en la plaza, comprando fruta fresca, rodeada de cien personas que buscan pedazos de vida y surcan el paso de sus días sin parar de hacerse preguntas y sin dejar que vuestras respuestas les amarguen una tarde de lluvia.
No me busquéis en la arena, estoy en el agua. No me abrazan las rocas ni me esconden las esquinas, ni me encandilan los que venden alhajas donde se reflejan mis ojos llorosos y cansados.
No estaré esperando, nunca me quedo quieta y si me rompo, me habré recompuesto con pegamento y buenas palabras…No estaré inmóvil, seguro, mi imprudencia me habrá llevado a pisar la línea y tal vez habré quedado pegada en un cristal imaginario como los insectos que se golpean en las ventanas cuando vuelan entusiasmados…
No penséis que guardo pena ni rabia, las solté hace tiempo un día soleado y no han vuelto jamás… Creo que no eran para mí, si no, hubieran regresado.
A veces, caminas lento porque llevas un gran peso en el alma…
No os asustéis, esto que me pasa no se contagia si no deseas vivir con tantas ganas que pierdes el sentido del ridículo y descubres que lo que importa es sentir… Si no sentís la necesidad de darle la vuelta a la vida, esto no os afectará, este virus es sólo para los locos que bailan sin música y vuelan sin tener alas… A los demás, sólo les produce alguna molestia en el pecho que se pasa con una buena dosis de monotonía y un par de pensamientos tristes después de cenar…
A veces, poco es mucho. A veces, mucho es nada…
A veces, nada te sacia si cuando te miras no te encuentras ni soportas. A veces, nada te colma ni llena porque buscas algo en el camino que ya está en ti, aunque no lo ves.
No ves porque no miras donde debes… Porque buscas algo que ya tienes y no reconoces,  porque pides algo que sólo puedes darte tú mismo.
A veces, tienes que perderte para poder encontrarte y echarte de menos para saber en realidad te quieres como eres.
 

El primer paso

El primer paso

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Es tan importante dar un primer paso… Te da poder, te da fuerza. Te mete de golpe en el camino, a veces sin retorno, y te obliga seguir. Los primeros pasos nos dan la dignidad y nos devuelven la esperanza. Por ello, aunque sean pequeños, minúsculos, insignificantes… Siempre importan. Son más un símbolo que un hecho, a veces.
El primer no, el primer sí… La primera ocasión en la que eres capaz de no entrar o no salir. Cuando tomas la decisión… Cuando decides que eres tú quién escoge. Esa sensación de saltar y ver que no era tan alto, seguida de la emoción de saber que podrás saltar más porque ya sabes que eres capaz. Ayer una persona que ha dado un primer paso me decía que aquello la había reconfortado mucho y que tenía la sensación de haberse dado la mano a ella misma para poder seguir adelante…
Es ese primer paso que te remueve por dentro, que te modela, te cambia. Mirarse al espejo y dejar de ver a la persona que sueña con ser, para ver a la que ha empezado a serlo. Ver al emprendedor, al luchador, al valiente, a la que ha sabido vencer el miedo… Ver al que ha confiado en sí mismo. Esa fuerza que te impregna desde la cabeza a los pies y que te da la certeza de que vas a seguir. Tal vez porque ya no tienes más remedio, pero sobre todo, porque ya no eres la misma persona que no se atrevía. Porque ya no eres de los que nunca lo hacen. Formas parte de ese grupo selecto de personas que han sido capaces de vencer el pánico.
Siempre hay un antes y un después del primer paso. No sólo porque sea una declaración de intenciones, un manifiesto de tus valores, sino porque te transforma.
Porque una vez hecho, no hay marcha atrás. Y ves que puedes, sabes que puedes y eso implica mucho más, que a partir de ahora, siempre podrás.
Los primeros pasos te colocan en el tablero. Te abren la puerta. Te dan la llave. Y, puesto que una vez los has dado, ya eres una mejor versión de ti mismo, nunca sabes hasta dónde puedes llegar… Cada paso, te abre un nuevo camino con más posibilidades, más oportunidades, más mejores versiones de ti mismo por conquistar… Más rincones tuyos hasta ahora ocultos por conocer.
La mayoría de personas sueña con cambiar, con atreverse. Les encandila imaginarlo, les emociona pensar que algún día lo harán… Les emociona tanto pensar que lo harán que nunca lo hacen, porque lo que realmente les gusta es imaginarlo. Soñar que cambian se convierte en su droga, en su placebo. En una dosis de esperanza para seguir que nunca les llegará a suponer el esfuerzo de tener que arriesgar, de dar un paso y situarse donde hace frío y el viento sopla más fuerte y hay que hacer equilibrios para tenerse en pies y abrazar la incertidumbre… Esa mayoría de personas sólo se decide cuando luce el sol y ven que saltan sobre mullido. Esas personas que pasan la vida esperando una  oportunidad en lugar de fabricarla. Que dejan pasar trenes porque no les acercan a un metro de su casa y no tienen asientos reclinables. Esas personas que siempre esperan una señal, que creen que para hacer las cosas hay un momento correcto y adecuado y nunca cazan al vuelo las ocasiones.
Lo que pasa es que muchas veces las oportunidades llegan a destiempo, en el peor momento, cuando ya tienes planes, cuando hace más frío, cuando estás más cansado, cuando has llamado a mil puertas… Y llevan puesto un traje absurdo y tienen un nombre inesperado. Y por supuesto no tienen asientos reclinables ni te dejan al lado de casa para que estés cómodo.
Las oportunidades no son cómodas, ni fáciles. Casi no se distinguen de las complicaciones porque a menudo llevan puesto el mismo disfraz, se ven sólo si llevas puestas las gafas del entusiasmo, si estás alerta y con ganas de verlas, si las has dibujado tú desesperado, si las sueñas tanto y haces lo que sea para que sucedan…Porque, al final, todo llega pero debe encontrarte en la puerta aguardando, con los deberes hechos, los ojos hambrientos y las ganas puestas.
Si no eres de esas personas que adoran soñar que cambian para no cambiar, tienes un trabajo pendiente… Entre ellas y tú, sólo hay una diferencia, el primer paso.