por Mercè Roura | Oct 6, 2012 | Politica
Este país clama desesperado a Don Quijote. Necesita un ingenioso hidalgo de donde fuere; un genio, un loco que arrastre las sombras y sea capaz de cabalgar rumbo a la nada sin más miedo que el de perder las ganas y dejar el honor tirado en una cuneta.
Nos hace falta su escuálida figura, su verbo grácil y exaltado, su sentido de la ética y la gallardía… su sed de justicia y piedad… Buscamos su pasión por las causas justas … su don errático, su ilusión desmesurada… su jamelgo triste… su mirada traslúcida… sus ojos delirantes capaces de ver agua en la tierra yerma y seca… y de encontrar belleza en la vulgaridad.
Nuestro camino está repleto de gigantes disfrazados de molinos de viento, de causas perdidas y de agravios por desfacer…
Andamos necesitados de su espada torpe, su mente ebria de letras, historias y sueños, su conciencia limpia, su esperanza desmesurada … su lucidez insana.
Necesitamos un Quijote valeroso para que nos saque de la náusea, nos despierte de la modorra, que nos ayude en esta travesía tan ardua…
No las oímos, pero nuestras vísceras lo llaman atolondradas y ansiosas. Dicen su nombre sin parar mientras el mundo nos mantea y escarnece al intentar mantenernos en pie y resistir sus embates.
Queremos un Quijote. Que nos guíe, que nos recuerde nuestras gestas pasadas, que reavive nuestras glorias… que nos haga sentir vivos… que nos recuerde que tenemos valores y principios.
Un hidalgo pobre y cansado, que se parta el semblante por nuestras penas, que nos llene la cabeza de pájaros, que nos desate la risa… Un hombre que cabalgue con escudero fiel y yelmo abollado, buscando la virtud y confiando en la decencia…
Un caballero que acabe preso en una jaula, tomado por loco y repudiado… y aún conserve el valor en la mirada.
Necesitamos un Quijote. Un hombre con dudas que a pesar de todo conserve intacta la esperanza…
Alguien que recuerde que es mejor siempre hacer el ridículo que permanecer sin hacer nada.
por Mercè Roura | Sep 22, 2012 | Desvelos
Siempre he pensado que el otoño es un momento de sosiego, de calma. Un espacio de tiempo en el que se pone la pausa al desenfreno del verano y se empieza de nuevo. Se caen las hojas ya caducas, se afilan los lápices, el sol se atenúa y la lluvia barre los excesos.
En otoño el aire fresco revitaliza el pensamiento y aviva el seso, calma las ganas de gresca … sacude las molestas perezas. La máquina se pone en marcha, se abre la libreta nueva e inmaculada y se apuntan nuevas ideas, se dibuja una hoja de ruta… se busca un destino.
En otoño se sacan los cubrecamas y se cierran las ventanas. Se recoge uno pronto porque anochece antes, se busca el libro y se empieza a añorar la estufa. Todo en otoño ocupa su sitio habitual, cada bestia vuelve a su jaula. Se recuperan por el camino las mismas caras de siempre pero esta vez se miran con ganas, por desuso. En esta época se recuerda una historia en cada peldaño de la escalera, en cada palmo del camino… en cada arruga que te surca el rostro… Es un momento para pensar en lo que se ha sido y reconstruirse, buscarse de nuevo con una versión mejorada. En otoño se busca la palabra, se da la mano, se cierra el pasado y se camina sin mirar atrás. No se buscan excusas ni espejos que nos recuerden lo que fuimos porque el presente nos arrastra con fuerza. En otoño se sacude el miedo de la falda y el polvo de la risa y se empieza una nueva rutina, pero esta vez con ansia y empeño. Estamos en un mundo falto de ganas, falto de risas…
Es el mejor momento para aspirar aire limpio, llenar los pulmones y enfrentarse a las batallas pendientes. Y ganarlas con palabras y guiños. Porque aún no estamos ateridos por el frío del invierno pero ya no nos hierve la sangre alterada en verano. En otoño todo vuelve a su sitio. Los cansados se sientan donde siempre, los tristes lloran sus amarguras pendientes y los alegres bailan, mientras los inhibidos observan desde sus ventanas. Los acompañados se miran y los solos buscan miradas. Los inteligentes piensan y los listos traman. Los niños se tapan las rodillas llenas de heridas con pantalón largo y los ancianos se cubre la espalda. Los que sueñan buscan sueño y los quejosos buscan drama. Los que odian se consumen y los que aman buscan esperanza. En otoño los valientes tienden la mano y buscan palabras y los cobardes callan. Siempre callan.
Ando buscando, ahora que el otoño se cierne sobre nosotros, algunas palabras. Mi página está en blanco. No quiero perderme en páginas ya escritas ni antiguas batallas.
El otoño es tiempo de propiciar acuerdos. Tiempo de charla. Nunca tiempo de silencios, tiempo de palabras.