Confío en ti

Confío en ti

woman-1031314_1280

Confío en ti.

Por si no te lo ha dicho nadie en la vida, ni siquiera tú…

Confío en tus idas y venidas y en tus dudas que parecen eternas… En tus momentos más oscuros y tus regateos para imaginar un futuro más asequible porque el futuro soñado se te hace cuesta arriba.

Confío en tus alas rotas y tus miradas vacías buscando algo a lo que agarrarse cuando la lluvia no para y no encuentras un rayo de sol que se cuele por el quicio de tus puertas y alcance tus manos cansadas. Confío en que amarás la lluvia tanto como yo cuando descubras que está ahí para que aprendas a vivir. 

Confío en tus heridas, incluso las más profundas, las más abiertas y descarnadas… Todas tienen un sentido trágico y maravilloso, un momento amargo y uno dulce, un por qué que no se ve si no decides verlo y aceptarlo… Una oportunidad que asumir y aprovechar… Confío en tus errores y en todos y cada uno de tus lamentos agotadores que suplican un pedazo de cielo, un poco de magia al que sujetarse para flotar y no notar el camino de guijarros en los pies y los noches sin luna.

Veo tu espalda rota de cargar sueños sin verlos y tu pecho hundido de respirar sin retener más aire que para andar ansioso, recortado, medio triste, medio acelerado… Confío en ti porque sé que sabes que puedes, aunque te olvidas, aunque se te escapan las palabras de desaliento por la boca y los pensamientos negros te invaden la mente… Confío en ti porque sé que tienes pendiente esa palabra hermosa surcando tu garganta y estás apunto de decirla y soltar amarres hasta llegar al final de un camino que es el principio de otro…

Confío en ti, porque a pesar de que no confías a veces en ti ni en tu talento sabes que podrás, que hay en ti una fuerza intensa que nunca se apaga y siempre te impulsa a seguir…

Confío en ti, lo digo en voz alta por si se te olvida, por si hoy te levantas cansado de días y días sin ver la luz y empiezas a pensar que no existe.

Por si al despertar, un sabor amargo te ha invadido la boca y una nube gris te caído en las sienes…

Para que dejes de buscar, porque ya eres, ya tienes, ya estás…

Confío en ti porque ya eres lo que buscas y esa luz que no ves eres tú, pero andas sólo medio encendido porque no recuerdas que le diste al interruptor de apagado porque un día viste cuánto brillabas y cómo molestaba algunos y tuviste miedo…

Porque bajaste la cabeza y dijiste sí y aceptaste un destino que no te pertenecía porque estabas demasiado asustado como para imaginar que había otros finales posibles… Porque sé que acabarás amándote a ti mismo como mereces y descubrirás que la única persona que se aparta de lo que realmente le pertenece eres tú. Porque sé que el día que te conozcas y te veas por entero sabrás lo mucho que tienes dentro por compartir…

Tú eres todos los caminos que estés dispuesto a recorrer, todos los sueños imposibles a los que darles la vuelta y convertir en realidades cotidianas… Eres la puerta que se abre y la luz que entra por las rendijas cambiando el color de la tarde, de las caras, de los suspiros, del aire que respiramos y de la voz que nos habla en nuestro interior… Confío  en tu miedo y en tu necesidad de control, sé que van a llevarte a caer y fluir, a dejar de necesitar y soltar emociones gastadas y ataduras absurdas… Sé que vas a dejar ir esa parte de ti adicta a demostrar, a acumular y nunca dejar escapar nada, cuando en realidad es ese apego tonto que te hacer perderlo todo. Confío en todas y cada una de tus debilidades porque sé que cuando descubras que no puedes evitar ser vulnerable, te convertirás en alguien invencible… Porque sé que has empezado un camino para llegar a ti y conocerte, porque no es fácil pero le estás empezando a encontrar el lado hermoso… 

Confío en ti porque estás hecho de un material tan resistente que jamás se rompe en suficientes pedazos como para que no pueda reparase, remendarse o volver tomar forma… Lo que pasa es que no sabes cuánto aguanta hasta que no lo pones a prueba, hasta que no lo estiras y le das la vuelta, hasta que no lo zarandeas lo suficiente y lo haces tocar fondo para ver si rebota, si sube, si remonta, si se adapta… Para descubrir que es flexible y que lo puede todo, incluso fracasar y aceptar el fracaso como parte del éxito, como parte del camino.

Confío en ti y sé que vas a saltar. Sin red, sin seguro, sin más agarre que tu fuerza y tus ganas de saber qué pasa si lo intentas… Sin más destino que probarte que puedes, aunque al final no salga, no llegues… Porque sabes que tu meta es el salto, el cambio, el momento en que tus pies se despegan del suelo y notas que estás vivo, que has decidido, que te has atrevido a ser tú. Porque ocultas algo maravilloso en ti que todavía no has descubierto… 

Confío en ti porque yo ya salté y justo antes de hacerlo tenía tanto miedo como tú. Porque estaba sola y todo estaba oscuro, pero sentía algo dentro de mí que me invitaba a bailar… Un voz que decía «confío en ti»…

Aquí te espero, si quieres, si decides, si te atreves, si te das cuenta de que lo único que te separa de lo que deseas es el salto y la confianza.

Por si decides besar tu sombra y darle la mano y asumir tu irresistible grandeza…

Renunciar a ti

Renunciar a ti

nina-bailarina

He oído mil veces eso de que si quieres puedes. Que cuando te propones llegar y te comprometes contigo mismo, lo consigues. La verdad es que nos hace falta confianza, creer en nuestra capacidad para poder alcanzar nuestras metas. Sabemos que cuando creemos, creamos, pero abandonamos el barco a la primera… O nos lamentamos porque no nos lleva a dónde queremos cuando no sabemos en qué dirección navegamos o estamos tomando el timón con las manos flojas…  Nos han dicho que todo aquello que se materializa, antes estuvo en la mente de alguien. Porque cuando imaginas que algo es posible, ya haces que exista. Sin embargo, nos llenamos la cabeza de todo lo que no queremos y nos inventamos todas las tragedias posibles en lugar de pasarnos la mitad del día en ese otro mundo que estamos creando en el que ya tocamos lo que deseamos… Queremos ser otras personas pero nos llenamos la agenda de actividades que ya no nos sirven y la vida de quejas que nos arrastran al pasado…

Muchas personas lo consiguen. Y cuándo te preguntas por qué, te das cuenta de que es porque esas personas han hecho un trabajo muy intenso con ellas mismas. Porque se han sumergido en su nueva realidad sin perder el suelo que pisan como referente, pero sin olvidar a dónde van y qué equipaje les sirve para llegar allí… Y lo que no les sirve, lo sueltan, se lo arrancan, lo dejan a un lado y siguen caminando… Lo hacen posible …No sólo porque cada día al levantarse han puesto en marcha mil acciones encaminadas a sus sueños y objetivos, sino porque han cambiado primero su mundo interior. Actuar es indispensable, pero para que sea útil esa acción, es necesario hacerla desde la actitud que te lleva a ser tú mismo. Si la actitud es adecuada, en el fondo, da igual qué hagas, porque tendrás tu recompensa e incluso los errores serán aciertos y te permitirán aprender para rectificar…

Cuánto más vueltas le doy, más lo veo, el secreto está en sentir lo que haces y vibrar con ello. Convertirte en uno con tu sueño y llevarlo contigo. Si primero no te conviertes en la persona que realmente eres. Sería como llegar disfrazado a la meta. Y para hacerlo, ahí llega la complicación de verdad, a veces es necesario renegar un poco de tu mundo y de lo que has sido tú hasta entonces. Desertar del mapa de tu vida que has conocido hasta el momento presente… Cuestionarlo todo, por si algo sobre lo que basas tus pasos, resulta que ya no te sirve. Y ese “renegar” no es con dolor sino con cariño, sabiendo tomar lo hermoso y lo bueno pero cuestionando cada paso y cada creencia. Sin miedo o sin dejar que el miedo se te trague las alas o ponga freno a tus acciones. Cuestionarlo todo no es perderlo todo, es descubrir que no todo lo que creías que era sagrado es real para ti, que no todo lo que pensabas era cierto era incuestionable… Porque lo que realmente forma parte de lo que somos, seguro que permanece después de este zarandeo…

Cuando somos niños nuestro mapa es inmenso, ilimitado, un lienzo desnudo que no se acaba nunca y que no se recorta por nada. Sin embargo, cada vez que escribimos sobre él ideas prestadas o ideas propias basadas en los prejuicios de alguien se va haciendo pequeño. Cada vez que nos dicen que algo no es posible y nos lo creemos, hay un camino que se borra en nuestro mapa. Cada vez que pensamos que no podemos, seguramente influidos por esta presión social que nos lleva a ponernos etiquetas y catalogarnos, nuestro mapa se transforma. Cada vez que nos conformamos con un atajo, el camino principal se corta… Cuando dejamos de imaginar, cuando dejamos de creer que podemos llegar a ser nuestra mejor versión, el héroe que llevamos dentro, se vuelve un poco mediocre y pierde poder.

Y pasados los años, seguimos sujetos a ese mapa recortado. No lo vemos, no vemos sus dimensiones porque nos hemos acostumbrado a vivir en él, como el que se acostumbra a vivir en la penumbra y cree que el sol es un resquicio de luz que se cuela bajo la puerta… Vivimos en una caja e interpretamos la realidad que creemos conocer a partir de lo que pensamos que sabemos. De lo que nos han dicho, de lo que a muchos les interesa que creamos para que no digamos nada o no estorbemos… Es casi como si creyéramos que el mundo se acaba detrás de las montañas que nos rodean porque nunca hemos puesto un pie más allá… Hace mil años, la visión que había del mundo era más remota, más pequeña… Más allá de los mares, la gente imaginaba monstruos terribles y temía ir a explorar… El miedo nos achica el mapa y nos achica  la vida.

Nuestro mapa de la vida afecta a todo. A veces, nos creemos que sólo nos podemos permitir viajar hasta la esquina. Nos creemos que el amor es una relación tóxica en la que otra persona nos dice qué vestir y qué sentir y nos castiga si no lo hacemos. Nos pensamos que es mejor un trabajo seguro (de eso no queda ya) aguantando vejaciones que la incertidumbre de luchar por convertirnos en lo que realmente somos…

Tu mapa delimita tu vida. Tus sentidos delimitan tu mapa… No crees si no ves, si no tocas, si no hueles…  Aunque tus sentidos te engañan a veces. Hay tantas cosas maravillosas que no se pueden acariciar, pero están ahí, esperando a ser descubiertas… Como las costas de un país hermoso donde se supone que viven esos monstruos terribles que según nuestros ancestros colmaban los mares… ¿Te conformas con esta versión de la vida?

Nuestros sentidos mienten. Nuestras palabras se quedan cortas… Nos quedamos en la superficie… Hemos recibido un regalo maravilloso y sólo vemos el papel que lo envuelve… Nos creemos limitados porque nos lo han dicho, cuando en realidad podemos ser tan grandes como alcancen nuestros pensamientos.

Y sólo aquellas personas que son capaces de borrar su mapa y empezarlo de nuevo consiguen llegar a tocar sus sueños. Los que son capaces de romper con todo lo que nos les deja ser ellos mismos, aunque duela. Los que se miran y ya ven a esa persona que llevan dentro, como los niños que se ponen un disfraz y durante un rato cambian su mundo y viven dentro del personaje, sin que nada les perturbe, sin derrotas ni fisuras…

El camino no es fácil. Requiere un trabajo interior duro  y maravilloso. Consiste en creer y confiar, en quererse tanto que ello implique no desfallecer hasta encontrar las respuestas… Es un trabajo de compromiso y tenacidad que te lleva a lugares imprevistos…

Para rehacer el mapa hay que cuestionárselo todo. No basta con pequeños retoques estéticos que nos hagan sentir casi bien y nos hagan creer que hemos cambiado. Hablo de dejar la compañía si esa compañía te hace sentir triste. Hablo de cambiar de casa si en esa casa te empequeñeces al entrar. Hablo de plantarse y dejar la rutina que se te come la conciencia. Y todo eso, sin dejar de hurgar en ti para que, además de dejarlo externamente, seamos capaces de madurarlo por dentro y conseguir que no nos afecte.

Hablo de voluntad para ser tú mismo en un mundo que te pide que seas como todos los demás. Porque los que consiguen ser ellos mismos, siempre hay un día en el que primero renuncian a encajar, a meterse en un molde y dejarse llevar.

Si quieres ser tú mismo, no sólo debes estar dispuesto a renunciar a la comodidad de vivir con el piloto automático, sino a arrancar todas las barandillas en las que te sujetabas hasta ahora para tener una falsa sensación de seguridad.  Si quieres ser tú, tienes aceptar que sólo vas a poder agarrarte a ti mismo y darte cuenta de que esa siempre es la mejor opción… De reaprenderlo todo y darte cuenta de que tal vez lo que crees hasta ahora que es tu realidad es sólo un placebo para seguir y no arriesgar.

Requiere dejar la fuerza, esa fuerza física que levanta pesas (que no está mal)  por conseguir el poder, no ese que te lleva a dominar el mundo sino el que mueve montañas. Porque si empiezas este camino vas a tener que decir que no a muchas cosas a las que te han acostumbrado a decir que sí. Y cuando lo hagas, una parte de ti, educada para resignarse, se rebelará y te hará sentir culpable…

Aunque la culpa es algo estéril que no crea nada, tan sólo nos daña y nos hace retroceder. Por tanto, cuando no te sientas culpable de llevarle la contraria al mundo, piensa que en realidad eres responsable de de darte una oportunidad a ti.

Y cuando todo el mundo opine distinto a ti y la vocecita que te inculcaron de niño para protegerte te diga “estás loco, vas a hacer el ridículo, te señalarán con el dedo” debes preguntarte si deseas pasar la vida obedeciendo a los que te piden que tengas miedo de todo… O si deseas vivir amando lo que haces y lo que eres.

Y al final, llega una gran prueba. Es dura, la verdad, pero el resultado de superarla tiene  el gran premio, el regalo más grande jamás soñado.

Vas a tener que renunciar a ti para llegar a ser tú.

Suena raro, lo sé, pero no creo que haya muchas más cosas con más sentido.

Para que tu mapa está limpio de nuevo, sin recortes, sin prejuicios ni límites, vas a tener que vaciarte de tú primero. Vas a tener que arrancar de ti aquello que te limita. Darte cuenta de que tal vez no conoces quién eres porque tampoco te has visto aún con todo tu potencial… Mirarte sin acogerte a esa idea que tienes ya establecida de ti mismo y dejarte sorprender por ese ser enorme que tienes dentro aguardando salir…

Vas a tener que mirarte sin juzgarte. Con los ojos del amor y no del miedo.

Sólo de esa forma podrás saber que eres realmente tú.

Porque has dejado atrás esa versión tuya recortada y mutilada. Porque notas que mereces lo mejor y estás dispuesto a aceptarlo y recibirlo.

Y ahora, tal vez, te sea difícil definirte porque, las palabras con la que lo hacías se quedan cortas y escasas… Ni tú imaginas hasta dónde puedes llegar porque no hay nada que te frene, ni siquiera tú mismo. Vuelves a empezar, esta vez, sin limitarte…

Y además, no sólo te verás de ese modo a ti, sino al mundo y a las personas que se acerquen a ti. Cuando consigues renunciar a la máscara que llevas puesta y muestras tu verdadero rostro, el mundo cambia… 

No eres un héroe por lo consigues, eres un héroe por lo que sientes, por lo que haces, por lo que eres capaz de dejar atrás…

Ese es el gran regalo. Tú. El de verdad…

 

No sé qué buscas, pero ya lo tienes…

No sé qué buscas, pero ya lo tienes…

MARGARITAS
No pasa nada si por un rato dejas de soñar en lo que amas. Los sueños también necesitan barbecho y descanso para luego poder crecer… 
No pasa nada si algunas de tus acciones de hoy no te llevan a lo que deseas o crees que se escapan del camino trazado a tu futuro, a veces los rodeos son necesarios para descansar un rato y respirar… Otras, te hacen darte cuenta de cosas que nunca percibirías si no dieras esas vueltas. Y de todas formas, sin notar el presente no es posible dibujar el futuro. El mañana se construye a partir de las emociones de hoy, a partir de los pensamientos que tienes ahora mismo y que te llevan a escoger caminos a cada momento e ir cambiando tu mapa… A veces es necesario liar la madeja para tener que tomarte un respiro hasta encontrar el hilo y saber dónde estás y qué sientes.
No pasa nada si hoy no tienes la actitud adecuada al cien por cien, no somos perfectos y eso es maravilloso. Necesitamos salirnos del margen para comprobar que hay margen… Necesitamos bajar para impulsarnos a subir. Necesitamos comprobar que nos nos hemos perdido obsesionados con algo que brilla, porque el brillo real es el que desprendemos nosotros. 
No pasa nada si maldices o vuelves a ser una víctima un rato. Quejarse vacía angustias y nos ayuda a sacar la rabia acumulada… Lo que importa es darse cuenta y no convertirte en tus lamentos, ser capaz de verlos desde fuera…
No pasa nada si no sonríes tanto hoy ni muestras tu mejor rostro… Podemos caer e incluso rompernos, renegar de todo y sacudirnos el dolor, culpar a otros y decidir que no somos responsables de nada… Podemos hacerlo un rato mientras sepamos que somos infinitos y volvemos a nuestro estado natural. Mientras nuestro yo más sabio nos recuerde luego que somos responsables de nuestras vidas y que todo lo que pasa forma parte de nuestra forma de ver el mundo.
Puedes fallar y no ser mejor que ayer, mientras lo intentes y te sientas digno. Mientras seas consciente de quién eres y lo mucho que vales.
Puedes desistir porque estás en un camino y vas cambiando tú y tus prioridades. Porque a media tarde puedes descubrir que ya no necesitas que te vean, porque ya te ves… Que ya no buscas que te lo digan, porque te lo dices… Que no se trata de recibir sino de dar… Que no buscas gloria, sino que buscas paz.
No pasa nada si te retiras y dedices que en lugar de llegar a la cumbre quieres vivir un tiempo en el campo base. Si decides que te ha gustado tanto este camino que te quedas en él a oler las flores y contemplar como se pone el sol y no sigues andando hasta el que creías que era tu destino.
No tienes que pelear, tienes que estar contigo.
No tienes que llegar, tienes que sentirte pleno.
No tienes que conseguir, ya eres.
Se trata de incorporar a ti lo que aprendes a cada paso, eso te hace grande. Y las personas que saben que son grandes no necesitan metas, ellos ya son su meta.
Tal vez te has convertido en tu propio sueño mientras ibas a por él y ahora poco importa si has pasado de largo o te faltan cinco minutos. Ya eres. Ya está.
Cuando uno reconoce su grandeza, poco importa si tiene un mal día o dos o si cae o de retira para sentir por dónde continuar…
No pasa nada si te derrumbas y crees que no puedes, porque si sigues adelante, podrás. Porque tú ya eres lo que buscas, sólo tienes que sacarte de encima la pesadumbre de no estar a la altura o imaginar que no llegarás.
No te sujetes a tus metas, supéralas siendo tú.
Ama el caos necesario que a veces circunda tu vida y que está ahí para que te des cuenta de que tú eres calma, eres paz.
No te preocupes por perder de vista lo que sueñas porque ya es tuyo y sólo tienes que permitirte abrazarlo y comprender que mereces eso y más.
No pasa nada si te sientes pequeño cinco minutos si te acuerdas de que eres enorme y luego vuelves a tu tamaño real.
Ya somos però no nos acordamos, no somos conscientes de la magnitud de nuestra capacidad y de lo que somos capaces ya no sólo de hacer sino de crear mientras soñamos, mientras imaginamos que podemos conseguirlo y nos atrevemos a vernos ocupando nuestro lugar en el mundo.
No necesitamos demostrar nada, llevamos la capacidad incorporada pero hemos olvidado poner en marcha ese mecanismo interior que nos conduce a nosotros mismos.
No pasa nada si sales un rato de ti mismo, mientras tengas claro que merece la pena volver y asumir tu poder.
¿Y si hoy nos sentamos un rato y dejamos de desear?
¿Y si dejamos de mirar a la luna con ojos hambrientos y vemos como brota en nuestro suelo algo nuevo y maravilloso?
¿Y si dejamos de estresarnos por ser mejores y somos simplemente nosotros?
¿Y si descubrimos que ya somos nuestra mejor versión y sólo tenemos que dejar de creer que algo nos falta?
No pasa nada si te cansas y sucumbes al desánimo porque mañana te levantas y vuelves a caminar.
Decía  el otro día mi querida Celia Domínguez en Facebook que «sabes que eres abundante porque te despiertas agradecido y no pidiendo» porque «la abundancia es algo que se siente, no sólo que se tiene». Y es cierto, hay que apostar por sentir, por notar, por agradecer lo que ya eres aunque sea en potencia, aunque está ahí en ti a la espera de estallar y hacerse enorme.
No sé qué buscas, pero ya lo tienes… No sé qué quieres, pero ya lo eres… Tal vez si descansas un momento, descubrirás que ya lo llevas incorporado. Es cuestión de sentirlo y aceptarlo. No pasa nada si te detienes a mirar las flores y te olvidas de tu destino, tú eres tu destino. No sé que sueñas, pero ya es tuyo…
 

Conmigo

Conmigo

sunset-2037921_640

Voy a tomarme vacaciones de mí. No sé hasta cuándo.

Lo más curioso es que cuando uno se toma vacaciones de algo, se va y yo tengo que quedarme. Salir para volver a entrar y llegar más dentro, más profundo, más en mí.

Quiero dejar del todo los pensamientos cíclicos, repetidos, gastados, los que nada aportan y sentir lo que pasa.

Dedicarme a notar sin preguntar. Ser sin esperar. Vivir por vivir sin que por un rato tenga que cumplir ninguna expectativa ni obtener un resultado concreto, ni siquiera un resultado… Ya somos un resultado, el de lo que sentimos y pensamos ayer… No quiero asumir cuotas de nada ni conquistar ninguna meta…

Lo sé, a algunos les parecerá que entonces nada tiene sentido… Sin embargo, para mí lo tiene todo. Porque la meta es ser, es estar conmigo un rato sin analizar, sin evaluar si cada paso es el camino correcto… De hecho, si el camino te hace sentir que estás bien contigo, te lleve donde te lleve, es el correcto.

Porque al final, la verdadera meta es la paz interior, la felicidad de saber que estás contigo sin reservas y te sientes entero, completo… Y eso no se consigue al conquistar una cima sino a cada minuto que pasas siendo tú, el de verdad, el que suelta lastres y deja de preocuparse por encajar y aparentar. Lo que nos construye y nos lleva a nuestros sueños es ese camino y la forma en que transitamos por él.

De nada sirve tocar un sueño si por el camino nos hemos vendido o hemos perdido la esencia porque cuando llegamos descubrimos que ya no somos reales y que no sentimos lo que pensábamos sentir… Es el precio altísimo que se paga por la incoherencia contigo mismo.

Llegar a la meta y descubrir que has conseguido lo que deseabas, pero que te has traicionado tanto para hacerlo que no puedes paladearlo porque el resultado de la experiencia no eres tú sino un sucedáneo triste y agotado de fingir.

Necesito vacaciones de mí. De mi yo absurdo que a veces olvida que estoy en esto de crecer por el puro cielo de crecer y no para llegar a nada. De mi yo triste que deja de confiar en sí mismo cuando no ve resultados. De mi yo guerrero que se hostiga y evalúa de forma constante y se pone nota y se suspende y se castiga cuando cree no dar la talla y cumplir los plazos. De mi yo controlador siempre pendiente de lo que pasa borrando con su obsesión toda la magia de lo inesperado y de lo que pasa sin avisar…

Vacaciones de medir y de pesar. De contar, de ponerse objetivos inflexibles y fustigarse cuando no se alcanzan… Vacaciones de demostrar, de forzar la máquina y perder la autenticidad porque lo quiere hacer todo en dos días cuando necesita dos meses para que sea real y fluya… Vacaciones de exigir sin medida y sufrir sin sentido…

De todo aquello que hace siglos que intento borrar de mi vida, pero que de vez en cuando vuelve a ella cuando me canso y no veo un horizonte asequible… Cuando me vence el miedo y apuesto por forzar una máquina que necesita su tiempo y que ya hace tiempo que va sin freno…

Y con ello no dejo nada, no tiro la toalla,  al contrario, voy a por más. Lo sueño todo… pero sin morir en el intento.

Dejo la desesperación, la obsesión por ser mejor ahora, el deseo de vencer cada día, olvidando que estar y sentir ya es una victoria… 

Dejo la necesidad, el delirio de la inmediatez, el empacho de pasado y la sobredosis de futuro…

Salgo de mí para entrar en mí del todo y notar qué debo hacer de verdad. Para escuchar qué me cuento y actuar en consecuencia. Me voy para amar y amarme sin tiempo ni medida, sin parámetros ni escalas, sin clichés ni moldes… Amar sin ver y casi sin tocar. Amar como medio y como fin.

No abandono mis metas, las honro más que nunca porque decido que lleguen a mí cuando tocan, cuando me haya convertido en la persona que las puede abrazar, cuando esté madura para apreciarlas como merecen… No me alejo de nada, me acerco a mí para besar la coherencia necesaria para poder ser, para asumir el poder que llevo dentro hasta las últimas consecuencias.

Amaré el camino porque ese amor me llevará de forma inevitable a mis sueños.

Amaré mis dudas porque sé de que ellas saldrán mis atinos y fortalezas.

Amaré tanto mis sueños que antes de tomarlos por la fuerza trabajaré para darme cuenta de que ya soy digna de ellos, de que ya son míos, pero la impaciencia me aleja de su lado.

Notaré cada miedo como si fuera el más grande de los regalos, el mapa que me llevará a mis grandes tesoros…

Abrazaré los obstáculos porque sabré que están ahí forjando a ese ser que llevo dentro y que merece lo mejor, pero a veces lo olvida y se esfuerza en parecer algo que ni siquiera le llega a la suela del zapato de todo su potencial…

Visualizaré mis logros con tanta confianza e ilusión que me convertiré en ellos, porque ya soy capaz de tocarlos, pero no me acuerdo a veces. Prestaré atención a lo que importa y no a las copias baratas que a veces nos ciegan. Me enfocaré en lo que me llena y no en lo que me vacía, en la belleza, en la bondad, en la alegría y la risa. Amaré mi libertad aunque asumirla me dé vértigo…

Y, sobre todo, recordaré que no hay meta que valga que me pierda, que me lastime, que me comprima o convierta en una versión inferior a lo que soy… Que sufrir no me acerca a lo que sueño sino que me acerca a lo que temo… Y que no vale la pena si el camino no te hace crecer y aprender.

Me tomo vacaciones de mi yo que espera y me sumerjo en mi yo que ya es, que ya asume su responsabilidad de vivir con paciencia.

Desconecto de la angustia… Me adentro en ese ser que está presente y se suelta lágrimas y prejuicios mirando con atención las pequeñas cosas que le rodean y descubre que son esas pequeñas cosas lo que busca en realidad y no los grandes méritos ni los grandes elogios…Si las grandes metas no conllevan disfrutar del proceso que nos lleva a ellas, en realidad son metas mediocres… Son metas irreales que no van con nuestra esencia. 

La meta siempre somos nosotros mismos, nuestra paz interior y en realidad ya está en nosotros si somos capaces de amarnos y aceptarnos. Si lo que soñamos nos altera hasta perder el sentido, en realidad, nos alejamos de ello.

Me tomo vacaciones de juzgar, de anticipar, de comprobar compulsivamente si rinde, si da, si funciona… Dejo de preocuparme y me ocupo de ser, de aportar, de dar sin esperar recibir más que lo que llega, sabiendo que siempre recogemos lo que sembramos y vivimos lo que hemos imaginado que íbamos a vivir.

Suelto mi necesidad de pelear y defender, puesto que no necesito defensa ni tengo que convencer a nadie de nada… Dejo las excusas y las explicaciones largas y tediosas, los porqués y las razones absurdas.

Me tomo vacaciones del ser que se sobresalta con los ruidos y elude los tiempos muertos y me sumerjo en el silencio delicioso y la calma a ratos para encontrar más palabras maravillosas, para escuchar el latido que me cuenta historias que debo conocer.

Me tomo vacaciones de exigirme que todo tenga una respuesta y una razón y me dedicaré a aceptar cómo es y descubrir a dónde me lleva… Me alejo de culpas, quejas y lamentos en mi yo más gastado en batallas inútiles que perpetúa sus heridas porque quiere llamar la atención y mendigar una compasión que ya no necesita…

Me tomo vacaciones de tiranías impuestas, relojes faltones e irreverentes, complicidades absurdas, rutinas amenazadoras… Y eso no significa que no vaya a hacer lo mismo de siempre, que vaya a dejar mi vida tirada, significa que a partir de ahora voy hacerlo con sentido, notándolo y sintiendo si me colma, maravillándome de cada momento y de su belleza, sea como sea… Haciendo lo que amo y amando lo que hago, para sentir la vida y homenajearla a cada instante. Para dejar de engullir tiempo y momentos y tragar la angustia de querer que todo se adelante y pase cuanto antes, sin saber que todo es perfecto como es… Aunque asuste, aunque duela, aunque tarde tanto que te deje paralizado sin saber a dónde ir, aunque la incertidumbre me bese la nuca… Me tomo un tiempo para encontrar otra actitud que me acerque a mí misma, a plena consciencia, sabiendo que eso también me acerca a lo que sueño… Que en realidad es para mí el único camino para llegar a lo que deseo, a través de mí, siendo realmente yo sin regatearme y escatimarme nada.

Porque noto que la forma de conseguir lo que deseo no es precipitarse a ello sin medida sino darme permiso para recibirlo y ser coherente conmigo.

No cambio de lugar, cambio mi forma de verlo y apreciarlo. No dejo mi vida, al contrario, voy a surcarla, a sentirla, a saborearla. No hace falta siempre ir al otro lado del mundo para encontrar el silencio porque en realidad está a tiro de emoción y pensamiento… No huyo, me quedo, pero sin máscaras ni escudos protectores que te evitan sentir y arriesgarte a notar. No cambio de objetivos ni de camino, descubro que yo soy el camino.

Me doy permiso para fluir y vaciarme de lo que sobra, de lo que acumulo sin sentido… Suelto mis apegos para dejar lugar a lo nuevo, a lo hermoso, a lo maravilloso que descubriré y que tal vez siempre ha estado ahí y no fui capaz de ver porque no noté su brillo.

Me tomo vacaciones de mi incoherencia y mi fatiga crónica, mis parches para todo y mis mentiras piadosas para no asumir lo que soy. De mi  yo que se complica la vida buscando lo fácil sin sentido y la réplica de la réplica en todo. Me abro a todas las posibilidades y me dejo flotar, volar, resurgir.

Suelto el equipaje pesado, el lastre sin sentido y el fardo de reproches siempre apunto. Suelto el dolor, la rabia, la culpa y la necesidad de comprenderlo todo y acepto lo que llega sabiendo que me conviene.

Me tomo vacaciones del ruido para vivir cada momento como merece, como el espectáculo maravilloso que es y el privilegio que supone estar aquí.

Ahora me toca estar conmigo.

No me voy, en realidad, vuelvo.

Des-Amor

Des-Amor

LLUVIA CRISTAL

Visito tu tarde. Tan plácida, tan quieta, tan triste.

La lluvia se arrastra por tus cristales buscando tus ojos cansados de buscar siluetas.

Puedo caminar por tus sábanas blancas con mi presencia diminuta.

Puedo verter sobre tu espalda la furia de todas mis batallas perdidas.

No eres mi héroe porque ya no necesito héroes ni salvavidas.

No eres mi cielo porque todo el cielo que necesito lo llevo dentro.

Entro en tu cabeza de mapas y bestias. Siempre los mismos, en fila, en bucle, sin tregua, sin posibilidad de cambio, sin remedio para nada.

Veo en tu cara la culpa por no llegar a la esquina donde reparten momentos dulces.

Piso tu frente y busco hueco en tu nuca para susurrarte palabras hermosas, pero reconozco que todavía no me apetecen.

No busco honores ni alabanzas.

No necesito castillos, porque los únicos muros sólidos se construyen con el alma… Los demás son de arena fina y caen cuando caen las ganas.

No quiero más amor que el que me permita mi libertad.

No deseo más refugio que el de mi propia persona.

No sueño más abrigo que el de un cariño sincero y un abrazo sentido.

Visito tu tarde y la lluvia no para.

El agua que cae canta las palabras que nunca dijimos.

El viento calla porque tú no te atreves a pedir…

Tu angustia contenida dibuja la palabra «perdona» pero tu miedo a perder algo que jamás tendrás te incapacita para decirla en voz alta.

Tus ojos dibujan oportunidades que no llegarán nunca, porque tus labios jamás podrán pronunciar súplicas.

Hoy te diré que no, por todas las veces que no fui capaz y me arrancaste las lágrimas.

Hace tanto tiempo que no buscas nada que las pupilas se te han cubierto de escarcha.

Hace tanto tiempo que miras y no ves que te has perdido todas mis cicatrices de guerrera retirada.

Ahora amo tanto el silencio que me aturde incluso recordar todos nuestros gritos pasados…

Escucho tus lamentos sobre el suelo gris mientras la luz ocre de una lámpara que no recuerdo haber visto nunca te dibuja una mueca horrenda en la cara.

No seré tu cómplice en este intento burdo de darme pena para mendigar un amor que ni tan siquiera sueñas.

Me cuentas otra vez cada una de tus batallas.

Ya no me interesa la guerra, te digo, ahora busco silencio y calma.

Y no me entiendes porque hablamos dialectos distintos en esta loca carrera para soltar lastre y vaciarse el alma rota.

Tú quieres que te consuele y yo ando por tus esquinas vencidas porque esta tarde me aburría y vi tu cara en una foto antigua y amarillenta.

Tú eras el personaje sordo que nunca escuchaba y yo la muñeca desmembrada del rincón del armario que nadie mira.

No seremos amantes, porque tú nunca usas el gerundio, estás demasiado dormido para vivir sin guantes y besar sin miedo.

No seremos viejos, porque ya lo somos, cuando callamos lo que sentimos y nos envolvemos en esta capa de miedo y mansedumbre casi obscena.

No seremos ángeles, porque el peso de la culpa nos rompería las alas…

Podemos ser lo que queramos, si somos capaces de abrir las ventanas y unirnos a la lluvia.

Si dejamos el paraguas de la rabia cerrado y salimos a buscar un rayo que nos parta porque tal vez nos devuelva la vida.

Pero… No lo haremos porque yo he superado  tu ausencia y tú ni siquiera te has dado cuenta de que ya no estoy.

No uso besos prestados, ni caricias alquiladas.

No vendo carne fresca esperando calor de segunda mano.

No necesito más compasión que la que regalo a quién la necesita.

No quiero más medalla que este corazón que ocupa mi pecho y late con ganas.

Visito tu tarde y está hueca.

Sé que tú sueñas con que la llene con mis versos sin rima y mis pies pequeños, pero yo no he nacido para suplir ausencias.

Ya no…

Sé que me buscas porque estás triste y cuando te vuelva la risa, me negarás la palabra y preferirás una sirena…

Y yo soy demasiado gigante para ocupar un el diminuto vacío que ha dejado en ti quién sea.

Visito esta tarde contigo y apago las luces para no ver y poder imaginar que nada fue.

Para que el vals sea lento y la noche llegue sin avisar y nos pese el silencio como una losa gigante.

Para que no me importe si vas o vienes, porque ya no tengo que esperar tus caricias ni leer tus miradas.

La lluvia me recuerda que somos sólo un episodio en una serie que ya no ve nadie. Y ahora noto que ya no tengo miedo a ser nada que te moleste.

Te visito de recuerdo y te encuentro tan roto que me doy cuenta de que la entera ahora soy yo.

¿Sabes? El desamor no es tan amargo cuando se toma conciencia y se elige comprender.

Y las bestias no son tan terribles cuando descubres que estás de tu parte cuando se ponen fieras y buscan tu cuello.

No eres mi amigo porque no sabes guardar secretos ni contener tempestades.

No eres mi héroe porque ya hace tiempo que la que ostenta los superpoderes soy yo…