Lo siento, no hay fórmulas mágicas, pero estás tú

Lo siento, no hay fórmulas mágicas, pero estás tú

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Creo profundamente en el hecho de que una misma situación puede hacerte feliz o destrozarte por dentro con sólo cambiar la forma de mirarla y percibirla… Con atreverse a aceptar que es lo que es y asumir la responsabilidad de cambiar lo que es posible cambiar. Creo que eso tiene que ver directamente con el hecho de confiar en uno mismo y en la vida y comprender que, aunque duela (porque duele) es un aprendizaje… Eso no significa que nos guste, que no nos rompa, que nos tenga que parecer justo y que todo lo que deseamos vaya a suceder a golpe de insistencia, aunque ayuda y mucho… 

Ya lo sé, nos vienen a la cabeza mil situaciones en las que lo que hay que aprender es tremendo y el dolor acumulado de días y meses se hace insoportable. Esas situaciones en las que te sientes encerrado en una jaula sin poder respirar aire puro ni salir al mundo y te ves abocado al horror de caer por el precipicio sin encontrar una rama a la que agarrarse. Sin embargo, creo que la forma en que decidimos afrontarlo transforma el resultado, aunque no lo es todo… Creo profundamente en la necesidad de soltar lo que no podemos controlar y lanzarnos a vivir lo que es y deleitarnos en este ahora, como el único momento posible que realmente existe… Creo profundamente en soñar y asumir retos, en motivarnos y dar el primer gran paso hacia lo que deseamos… Creo profundamente que para cambiar de vida hay que cambiar por dentro y actuar para llevar a cabo ese cambio de paradigma… La vida te pone contra las cuerdas a menudo para que no tengas más remedio que salir del cascarón y decir en voz alta «aquí estoy yo»…

Creo que para hacer esto, hace falta que en tu cabeza y en todo tu cuerpo se detone una especie de «click» que genera el gran cambio…. Pero por favor, seamos serios, seamos profundamente (he usado esta palabra varias veces porque me parece que tiene el calado necesario para transmitir mi intensidad emocional en este momento) honestos y no contemos que eso pasa rápido… Ni que es fácil… Lo que es es tal vez sencillo como paso, como «fórmula» que aplicar, pero para llegar a abrazar tu miedo y ser tú sin culpas ni reproches ni bloqueos, para gestionar emociones y reconocer creencias hay que hacer un largo camino y es duro (tal vez eso sea mi creencia, puede, no lo niego, puesto que soy profundamente sincera y tengo que hablar desde mi experiencia). No hay fórmulas mágicas para todos ni siquiera hay fórmulas, la magia llega sólo cuando ya has hecho el click, nunca antes, porque la única magia que puede «salvarte» eres tú…

Dejemos de vender cambios exprés y lavados de cerebro… Esto es un entrenamiento diario que se hace con muchas ganas y con la ayuda de profesionales que saben de qué hablan… Con personas que toman distancia pero saben empatizar (complicado pero maravilloso)… Y dejemos también de vender resultados rápidos y concretos. Lo maravilloso y terrible es que nadie puede garantizar que el sueño se cumpla tal y como lo deseas, que el resultado sea como pretendes… Lo que sí es verdad es que cuando te decides a iniciar un camino de autoconocimiento es porque decides amarte y aceptarte, decides respetarte y tomar las riendas de tu vida y eso lo cambia todo siempre…. Aunque no lo hace de la noche a la mañana, es un camino a veces amargo y otras dulce a ratos, pero siempre apasionante…. Es un camino lleno de recovecos oscuros en los que a menudo no hay paz ni luz para que te veas obligado a buscarlas dentro y vivir a través de lo que eres de verdad, no de lo que sueñas, para que tengas que sacar lo mejor y no conformarte con una mediocridad inventada para resistir y evitar el miedo que te acobarda y aísla de ti.

Es un camino compartido con otros que aunque no lo parezca están tan asustados y perdidos a veces como tú, pero disimulan porque alguien tan asustado y perdido como ellos les dijo que aquello era la fórmula… Es un camino roto para que tengas que pegar sus pedazos y descubras que es un rompecabezas que lleva a ti, siempre a ti.

No se trata de llegar, se trata de aprender a convivir con uno mismo desde la autoestima y la paz y a partir de ahí el resultado es pura anécdota…

Siempre digo que nuestros sueños son la excusa para crecer, para superar situaciones duras y seguir adelante, la forma en que nos motivamos y nos reconocemos pero no son lo que nosotros somos…

Prometamos camino, no cima… Y ni siquiera eso, tan sólo prometamos compartir el primer paso desde la distancia necesaria… Dejemos de prometer a otros lo que tal vez ellos no puedan prometerse a ellos mismos porque no sabemos nada de nada… Sólo sé que no va a ser fácil, pero sí que valdrá la pena… 

Lo siento, no hay fórmulas mágicas, pero estás tú… Eso es mucho, mucho…

Te invito a leer un poco de mi último libro «Manual de autoestima para mujeres guerreras» aquí 

Las personas que encuentro en mi camino

Las personas que encuentro en mi camino

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Hay personas que llegan a ti y te muestran tu luz y otras que te muestran tu sombra. Las primeras vienen a enseñarte toda la belleza que no sabías que estaba en ti. Las segundas, toda esa oscuridad y los miedos que te niegas a ver porque no confías en tu capacidad para asumirlos, porque todavía no te amas suficiente. No dudes ni por un momento. Ambas son maestros maravillosos que te están haciendo un regalo valioso, conocerte, aceptarte, amarte. Y por ello, a todas ellas les debemos dar las gracias, porque nos ayudan a crecer y confiar. Porque nosotros también somos lo uno y lo otro y tanto en nuestra luz como en nuestra oscuridad, somos seres increíbles y enormes… Personas poderosas que no saben que tienen poder y que, por tanto, no lo ejercen. Al encontrar a otras personas, nos sincronizamos y nos proyectamos en ellas para poder aprender qué estamos evitando o dejando de afrontar.

Las personas que se cruzan en nuestro camino traen un valioso mensaje… Con gestos, con palabras, con desaires, con abrazos, con historias de amores perdidos o sin alma, con decepciones, con desencuentros, con sorpresas… Nos dicen aquello que no somos capaces de decirnos a nosotros mismos. Lo que callamos desde hace tiempo y llevamos enquistado en algún lugar de nuestra conciencia. Nos cuentan lo maravillosos que somos porque a veces no nos damos cuenta, no apreciamos nuestro talento y nuestra capacidad para compartir y ofrecer algo valioso a los demás… Nos ayudan a dar importancia a lo que nos parecía pequeño… Nos permiten hacer relativo aquello que nosotros habíamos convertido en una montaña muy alta o un obstáculo insalvable.

Hay personas que vienen a darnos la mano para cruzar un mar bravo lleno de dificultades. Otras nos enseñarán a construir un puente para poder cruzarlo. Algunas llegan a nuestra vida para decirnos que ese mar hostil en realidad no existe, que es fruto de nuestra forma de mirar al mundo con ganas de pelear, con resentimiento, con miedo, con la mirada de alguien que busca hostilidad y la encuentra… Nos explican que podemos aprender a mirar ese mar de otra forma y ver que tiene rincones hermosos por descubrir, que guarda belleza y magia… Que si lo cruzamos con actitud positiva y con ganas de aprender, nos traerá grandes lecciones para seguir… Nos explican que el mar será como decidamos verlo si somos capaces de aceptarlo y no juzgarlo. Que nada es bueno o malo, que se convierte en lo que decidimos que sea al juzgarlo… Como las personas que se cruzan en nuestro camino.

Algunas personas nos dirán que no crucemos. Si somos capaces de mirar en su interior, si comos capaces de mirar en el nuestro, sentir qué nos pide la conciencia, notar que nos dice la intuición… Nos daremos cuenta de que tienen tanto miedo a cruzar como nosotros… Puede que nos pidan que no crucemos porque nos quieren sanos y salvos aunque eso nos suponga no crecer, no sentir, no evolucionar. Es una forma de amor que se confunde con el egoísmo y que está tan plagada de miedo que se consume… Puede que no quieran que crucemos porque ellos no se sienten capaces y no quieren que nosotros lo consigamos, ya que eso les haría sentirse pequeños y ridículos… Porque no se aman suficiente y echan mano del ego para sentirse cómodos… Tienen miedo también. Nos nos enfademos con ellos, no va con nosotros, forma parte de su lucha interior por descubrir su verdadero poder, por encontrar su misión y descubrir su grandeza oculta tras el rencor, la envidia y necesidad de amor. Ellos no son nosotros. No nos obsesionemos con demostrarles nada ni responder a sus humillaciones, sencillamente, comprendamos su dolor y no nos dejemos enredar en sus palabras y gestos, no les juzguemos porque sus errores son los nuestros y sus dudas forman parte de nuestras dudas… Están ahí para recordarnos lo que podemos arreglar en nosotros.

Habrá personas que nos incordien para que crucemos, que nos llamen cobardes y se rían de nosotros, personas que cada día con su actitud y su mirada nos recuerden lo pequeños que somos… Cuando vemos la pequeñez en los demás es porque descubrimos la nuestra propia, porque todavía no sabemos que podemos ser tan grandes que veremos grandes a los demás y dejaremos de exigirles que sean como queremos, como creemos necesitar que sean… Porque todavía no nos hemos dado cuenta de que son como son y que de esa forma nos llegará un regalo maravilloso… Los que nos increpan se increpan a ellos mismos, se gritan, se menosprecian, se infravaloran, se queman en una hoguera interior espantosa en la que todo el rato deben demostrar algo para salvarse… Se confunden y creen que si bajan tu autoestima, si merman tu valor ante el mundo ellos podrán bajar la guardia y dejar de sufrir… Mirémosles con compasión y sigamos nuestro camino. Sus palabras nos refuerzan y revalorizan.

En realidad, se trata siempre de decidir qué tipo de persona somos. Las llevamos todas dentro y somos capaces a cada minuto de escoger con cuál nos quedamos. Si hoy damos la mano. Si mañana nos lanzamos al mar y decidimos que pase lo que pase es maravilloso… Si le decimos a otro que es capaz de todo… Si le abrazamos y no decimos nada… Si un día cansados y hartos recriminamos a alguien lo que nosotros no nos sentimos capaces de hacer y le vemos diminuto y ridículo porque creemos que de esa forma seremos grandes y ocultaremos nuestra cobardía… Se trata de decidir si nos amamos suficiente como para aceptarnos y aceptar a los demás como son y dejar de enfadarnos porque las cosas no pasan como deseamos… Aprender a soñar lo que realmente nos hace sentir bien y nos llena por dentro y no lo que nos dijeron que debíamos soñar…

Hay tantas personas que nos ayudan a conocer quiénes somos… Desde el primer momento de nuestra vida vamos recibiendo lecciones de lo que somos o deseamos ser, de lo que no vemos y no queremos ver, de lo que nos asusta, de lo que no aceptamos y en realidad nos hará libres… Somos un pedazo de todas ellas porque dejan en nosotros una huella y nosotros dejamos otra en ellos y en muchos otros… Y siempre tenemos el poder a cada instante de escoger quién queremos ser, qué huella dejamos. Todas las huellas son necesarias. Todos las lecciones son valiosas. Por ello no podemos aferrarnos al dolor que nos han dejado esos encuentros sino a la persona en quién nos han convertido, al mensaje que nos traen sobre nosotros mismos y lo que vamos a hacer con él. Hagamos el sano ejercicio de quedarnos con la rosa y olvidar la espina, amemos la lección y perdonemos al que nos dejó la cicatriz porque mientras nos hería también se estaba clavando en sí mismo el aguijón…

Todo lo que le hacemos a los demás, en el fondo, nos lo hacemos a nosotros mismos. Todo lo que damos nos lo estamos dando… Si damos lo que no queremos, recibiremos lo mismo… Si damos lo que valoramos, recibiremos algo muy valioso… Hay quién nos enseña echando sal a nuestras heridas y quién lo hace con caricias. Los primeros están en el fondo intentando cicatrizar sus heridas abriendo las nuestras porque tienen miedo y no saben cómo… Nosotros a menudo también estamos perdidos y golpeamos sin saber… Sólo podemos comprender su dolor y no aceptarlo en nuestras vidas. Y a los que nos ayudaron a aprender con caricias, honremos su gran trabajo siendo nosotros mismos, brillando tanto que nuestro brillo les recuerde siempre cuánto brillan ellos…

Las personas importan, importan siempre. Por ello, a todas las que encuentro en mi camino, les doy gracias… Porque sé que nada es casual y todo tiene sentido y porque vienen a mi vida con algo importante para mí…

Nosotros decidimos siempre. Y el mar siempre estará ahí pendiente de cruzar. En algún momento asumiremos que somos inmensos y que el mar es un reflejo en nuestra inmensidad.

 

No estás solo

No estás solo

VIENTO DIENTE LEON
No estás solo, estás contigo. Es mucho, lo es todo. 
No eres lo que se ve, eres todo lo que puedes llegar a alcanzar si no desistes. Eres todo lo que ya está en ti sólo por atreverte a imaginarlo. Cada vez que te mueves, mueves el mundo.
Tienes tus raíces y todo un baúl de sueños por surcar y sentir.
En los días más oscuros, cuando ignoras que brillas, que eres tu propia luz, que no necesitas nada más que confiar para ser tú mismo, algo en ti te dice que sigas, que no te pares…
En los días más dulces, te sientas en un rincón y contemplas la belleza que te rodea para que logre invadirte y entrar en ti…
No hay nada en el mundo que pueda vencerte si estás de tu parte. No hay camino que no puedas recorrer si eres tú quién lleva tus pies. Sólo tienes que entender que no siempre andarás por los caminos que sueñas y que a veces los caminos que sueñas no te llevarán a lo que imaginas… Suelta todas las expectativas y decide vivir lo que la vida te propone, sigue trabajando para conseguir lo que anhelas pero no te aferres a nada, sólo a ti… 
Lejos quedan esos días en los que andabas caminos para otros o compartías el tuyo con personas que se comían tu pan y te hacían creer que eras tú quien perdía las migas…
Yo no eres ese que se aferraba a cualquiera para evitar que al llegar la noche, la soledad le oradara el pecho y construyera en él un nido de cuervos.
Ya no eres esa persona que nunca levantaba el dedo para opinar porque sentía que sus opiniones eran absurdas y su voz era demasiado débil para llegar a otros oídos.
Yo no llevas ese escudo para protegerte, ni esa máscara por si no gusta tu cara. No arrastras la manta con la que te cubrías siempre esperando un invierno perenne y suplicando primavera. Ya no dependes de si llueve, de si hace sol o si graniza porque sabes que pase lo que pase cuentas con tu mejor aliado…
No estás solo y no te asusta quedarte solo porque has hecho un pacto con tu sombra y duermes con ella. Conoces todos y cada uno de tus miedos y has besado y abrazado todas y cada una de tus debilidades hasta descubrir lo hermoso que entrañan y aprender a sacarles punta…
Ya no eres el que se sentaba al final para no molestar con su presencia ni el que decía siempre que sí para mendigar amor.
No eres el que durante un tiempo quiso estar siempre perfecto ni el que se cansó y pasó años sin mirarse al espejo porque sentía que no podría alcanzar esa perfección. No lo eres, pero todo lo que aprendiste siendo así está en ti, es tu herencia, tu legado, tu hermoso aprendizaje para seguir. 
Ya no haces nada buscando nada que no sea estar mejor y crecer.
El único destino que esperas está en ti.
La única puerta a la que llamas cada día es a la tuya… Y siempre te abres con una sonrisa y te dejas pasar… ¿Recuerdas ese tiempo en que te cerrabas a cal y canto e ignorabas y no querías saber nada de ti?
Ya no eres esa persona que se cambiaba por otras y soñaba con vivir sus vidas y suplicaba no ser, no sentir…
Ya no eres el que saboteaba sus logros y se maltrataba recordando sus errores sin cesar una y otra vez.
Ahora, atesoras cada una de tus equivocaciones y las ves como los peldaños de una escalera que supiste subir.
Y te hablas tan bonito que inventas cada día nuevas palabras para animarte a seguir… Y usas esas palabras para hablar a otros y contarles que pueden, que sigan intentando… Para motivarles a seguir… Y sus risas felices son tus risas y sus «gracias» son el bálsamo maravilloso que cura el cansancio al legar la noche…
Ya no eres el que se guardaba lo bueno porque temía perder, ahora lo compartes todo y al acabar el día no sabes cómo siempre te queda más…
Has descubierto que la única forma de ser grande es ver la grandeza en otros y compartir la tuya cada día más…
No estás solo nunca. Estás contigo, te cobijas, te esperas, te reconoces, te amas, te haces cosquillas cuando decaes y te cuentas historias llenas de esperanza cuando te vas a dormir. Te topas con otros que te piden historias e inventas algunas nuevas para repostar un poco de motivación…Porque ya no necesitas mitigar el brillo ajeno para ver el propio y es más… Te sumerges en él y lo celebras…  ¡Y gozas de los triunfos ajenos como si fueran tan tuyos que al final lo son! Y acaban salpicándote de felicidad, de oportunidades, de buenas ideas, de pura magia…
No estás solo. Eres un universo inmenso de semillas que cada día se esparcen y se plantan y mientras caminas vas sembrando a tu paso… Y cuando miras atrás ves un reguero verde, un camino nuevo, un montón de caras que te agradecen el gesto y que a su vez ya son universos inmensos que empiezan a sembrar… Qué más da que a veces no veas a dónde te lleva el camino, lo verdaderamente importante es ponerse a andar… 

 
No estás solo porque cuando decides sentir y aceptar toda tu grandeza entras en un bucle de vida que no tiene fin…
Porque eres todas y cada una de las personas que habitaron tus días y cuentan tus historias y abren nuevos caminos a su vez… No estás solo si compartes, si das, si asumes lo que eres y aportas tu valor. 
No hay nada que pueda evitar tu grandeza, sólo puedes tú, si dejas de creer en ti.

¿Vives en bucle?

¿Vives en bucle?

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¿Vives en bucle? Siempre soñando las mismas cosas, de la misma forma, en el mismo sitio… Siempre esperando un mazazo que te devuelva al que crees que es tu lugar cuando te extralimitas y te dejas llevar por una valentía que no parece tuya… 

Buscando respuestas a unas preguntas que ya no te importan, que no te interesan, que no te definen…
Siendo una figurita en un tablero que no se mueve y no avanza, que salta una casilla y retrocede cinco… Que busca explicación, que busca el porqué sin darse cuenta de que lo que le pasa es que piensa demasiado y vive poco… Que piensa siempre en lo mismo y de la misma forma… Que arriesga nada y no consigue nada a cambio. Que no ventila sus ideas ni pensamientos y siempre son los mismos y le conducen al mismo sitio. Que se come los miedos en lugar de comprenderlos y luego llora porque no los puede digerir… 

Soñando que vuela y nunca vuela.

Soñando que baila y nunca baila.

Soñando que llega y nunca llega, porque siempre lleva los mismos zapatos y se para en las mismas esquinas para mirar los mismos semáforos y respirar el mismo aire que huele a rutina.

Te sujetas a algo que parece seguro, pero no es nada… Lo sabes, la vida te lo arrancará cuando más creas necesitarlo, para que te des cuenta de que no forma parte de ti, de que eres inmenso y no necesitas agarrarte a nada, de que te tienes a ti… Tarde o temprano caerán los mitos a los que sigues y veneras para que sepas que el único ídolo está en ti y que los demás son tan maravillosamente imperfectos como tú… Para que observes tu belleza inmensa tal y como merece y dejes de ver en otros lo que crees no tener y de detestar lo que reconoces de ti en ellos. Para que dejes de culparte por lo que no eres y empieces a ejercer desde tu grandeza. 
Si te escondes bajo un techo, la vida arrancará el techo para que entiendas que eres tu propio cobijo, que estás a salvo siempre y que mereces todavía algo mejor… Aunque nunca lo consigues porque sueñas corto, acomplejado, en voz baja… Porque sueñas con una especie de limitador conectado y unas tijeras enormes siempre le recortan las esquinas a tus sueños y a menudo se les va la mano. 
Si consigues para acumular, te lo quitará todo, para que comprendas de una vez por todas que no se trata de tener sino de ser y sentir, para que no te aferres a nada porque todo está a tu alcance…

Si corres mucho para todo, te hará parar para que sepas que debes detenerte a oler las flores y mirar cómo el sol se pone, acariciar el cabello de tu hija y degustar el plato que tienes ante ti en la mesa.

Si tienes miedo a algo, te pondrá esa algo en bandeja, porque llevas tanto tiempo pensando en ello y que has conseguido que venga a ti para que deje de asustarte, para que te des cuenta de una vez por todas de que el miedo está a tu servicio y no dirige tu vida… Y que lo que te asusta es un regalo para salir aún más entero de este trance.

No te asustes, todo esto forma parte de algo grande, tan grande como tú, que busca que sepas que no te quieres como mereces, que no te ves como realmente eres, que no puedes seguir limitándote porque vas a estallar dentro de ti… Para que abandones esas ideas gastadas que te hacen sentir pequeño y ocupes el lugar que te corresponde. Para que de una vez por todas asumas que no hay más sentido en la vida que vivirla, sentirla, abrazarla y asumir todos sus cambios como nuevos caminos que llevan a ti mismo… A ese tú olvidado y escondido que se pasa los días intentando salir mientras ahogas su voz en un marasmo de quejas. 

¿Vives en bucle? Te acuestas con los mismos miedos y das los mismos besos en los mismos pliegues de piel… Ves las mismas caras tristes de ver las mismas caras tristes y caminas por los mismos adoquines en la calle sin osar al sacrilegio que sería cambiar de acera y encontrar un destino que te haga reír… Le dices siempre que le quieres con el mismo rictus acongojado en los labios, como si supieras que puedes amar todavía más pero te reservaras amor para otro momento, para otra vida, para otra forma de vivir.

Buceas en tus entrañas buscando un pizca de amor propio que te haga llegar hoy a la reunión para decir no pero sabes que no vas a encontrarla porque cuando la tengas en tus manos la disfrazarás de «no puedo hacer eso». Te sumerges en esas otras caras, en este viejo tren que lleva siempre al mismo sitio porque no te atreves a bajar en otra estación o tomar un tren distinto o dejar de subir a trenes que no son tu tren y no te llevan a tu vida… Y todo volverá a empezar cuando llegues… Te pondrás el mismo traje u otro tan parecido que te hará sentir que no creces, que no avanzas, que nunca llegas al jaque mate ni abandonas el tablero… Que nunca pasa nada especial, ni cuando naciste, ni cuando lloras, ni cuando te caes, ni cuando te haces daños… Ni cuando mueras…

Y cumplirás un año más…  

Y soplarás las velas deseando tirar el pastel contra la ventana y subirte a la mesa y decirle al mundo que en realidad ese o esa no eres tú… Que dentro de ti hay alguien que arde en deseos de darle la vuelta a su vida, caminar por el lado más salvaje de la calle de la incertidumbre y arriesgarse a lanzar por los aires una rutina que a veces le hace no querer despertar.
Y que cuando alguien te mire raro porque actúas distinto y te ve esa mirada ida de felicidad, de persona que hace de persona, y te diga ¿pero qué haces? Tú le respondas… Todavía no lo sé, pero da igual… Ahora sólo quiero ser yo.

Aprendiendo a vivir

Aprendiendo a vivir

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Este tal vez sea mi texto más personal. Lo escribo sin tanta poesía, quizás, porque quiero asegurarme de que se entiende y no me enzarzo en las ramas y me dejo llevar por las palabras sin tener en cuenta lo que siento…
Se me quedan cortas a veces y me gustaría dejar claro algo… Me metí en esto porque necesitaba soltar dolor y demostrar que la niña perdida y humillada podía hacer cosas hermosas… Para decirle al mundo que después de menospreciarme iba a enterarse de que se había equivocado y yo valía la pena… Para ayudar a todas las personas que como yo durante mucho tiempo se sintieron tan miserables que pensaron que nunca podrían salir del pozo… Lo que pasa es que no era el mundo el que debía cambiar sino yo… Es más, ni siquiera debía cambiar yo, tan sólo tenía que quitarme el disfraz y dejar de pelear y demostrar para sólo sentir y existir. El mundo no nos debe nada, somos siempre nosotros que nos lo debemos a nosotros mismos porque no sabemos amarnos… 

Me he sentido perdida tantas veces, algunas de ellas, hay personas que me han leído y habrán pensado «menuda suerte, qué claro lo tiene todo» y no es cierto. No sé nada. Lo que escribo y cuento es fruto de lo que he sentido y me he encontrado por el camino… Cuando te enfrentas a situaciones duras en la vida, los cursos, los Máster de inteligencia emocional y las lecciones sobre coaching no te salvan… Te recuerdan lo poco que sabes todavía y lo mucho que te falta para aprender… Lo mucho que evitas mirarte dentro y el miedo que sientes todavía. La teoría te recuerda lo lejos que estás de conocerte y lo que te falta para amarte… El otro día escuchaba a Covadonga Pérez Lozana decir algo así como que uno siempre acaba siendo un «maestro» de aquello que más le ha costado conseguir, acaba enseñando a los demás eso que más se le ha resistido en la vida… Y es cierto. Yo no soy maestra de nada porque no sé nada, sólo puedo contar lo que he descubierto a base de fastidiarla… Lo que aprendí mientras intentaba conseguir mis sueños, mientras mis deseos se resistían… Mientras me di cuenta de que los soñaba porque necesitaba demostrarle al mundo que valgo la pena…
¿Sabéis qué pasó? que mientras escribía para soltar lastre y mostrar al mundo de lo que era capaz, empecé a tropezar más que nunca y a darme cuenta de que cada tropiezo era magia… Me convertí en experta de mis miedos, en comadrona de estupideces y en el más hábil testimonio de un ser humano que se resiste a ceder, a aceptar, a dejarse tocar por la vida y soltar en control… Y me convertí en esto que ahora soy, que todavía es algo a medias, por supuesto… Y mientras escribía para gritarle al mundo que estaba harta de ser del montón… Me enamoré de la vida en el montón y descubrí que el montón es lo extraordinario, lo mágico… Mientras os quería decir que estoy aquí y puedo aportar, solté mi resistencia y descubrí que en realidad no necesitaba demostrar nada y quería hacerlo por amor… Por amor a mí y a todos los que me cuentan que necesitan que alguien les escriba porque están encontrando su voz y todavía no saben lo maravillosos que son…
Mientras me desnudaba para sacar lo mejor de mí y recibir reconocimiento, me di cuenta de que lo que buscaba era amor… Quería formar parte de ese club donde la gente se siente segura y pisa fuerte, donde todo parece perfecto y nadie te mira de reojo y si lo hacen es por envidia- Que quería encajar en un mundo en el que para encajar hay que recortarse y perderse… Me he sentido tan rechazada, siempre… El rechazo me convirtió en una fiera peleona que buscaba justicia y estaba enfadada con el mundo por no amarme, no quererme como era, no aceptarme… La rabia se me acurrucaba en la garganta y una manaza enorme me sujetaba del cuello y no me deja gritar… Si algo tiene la ira es que es osada y poco temerosa porque no te deja recapacitar si por ir detrás de algo a luchar y pedir justicia te caes por el barranco… E incluso, cuando aprendí a quererme, tenía todavía tantas ganas de encajar que no me encontraba… El mundo no te ama si no te amas. El sueño más maravilloso es humo si no te amas… Nada tiene sentido si no te amas y no encontrarás ese amor en nada ni en nadie si no eres capaz de dártelo tú… Y el club de los seguros y envidiados es en realidad una invención de alguien que se siente pequeño y mira a los que son como él como si fueran gigantes.
Y mientras perseguía sueños, aprendí a quererme y buscar mis debilidades… Encontré mi oscuridad y me atreví a ponerla en primera fila porque me di cuenta de que si no eres capaz de admitir que no eres perfecto, que no siempre tienes razón, que guardas secretos y que hay cosas en ti que te asustan, no te queda nada…
El mundo te trata mejor si tu te tratas como mereces. Y las miradas inquisidoras cesan cuando tu dejas de mirarte con esos mismos ojos a ti mismo.
El caso es que mientras buscaba ahí afuera mil parches para tapar mis heridas y llenar el vacío, me di cuenta de que no necesitaba nada que no estuviera en mí… Y me sumergí en un camino lleno de fantasmas que llevaba a mi pasado para ser capaz de vivir el presente. Y saqué tanto dolor acumulado y basura emocional que me sentí desboradada… Aunque aprendí que el mundo sólo puede echarte en cara lo que no eres capaz de decirte a ti mismo… Y que si ya no te callas nada, los gritos cesan y el camino se dibuja a casa paso…
Y escribo esto para que sepas que no pasa nada. Que no hace falta descubrirlo todo hoy. Que puedes estar años sin notar nada y luego dar el gran salto en un mes… Que lo más terrible que descubras es lo que más va a ayudarte a salir del pozo… El campo base para tu ascensión y el paso necesario para llegar a la cima…
Sin ti no hay sueños. Sin amarte no hay nada. No eres menos que nadie… No te encierres cuando no lo soportes, sal y muestra lo que escondes… Eso aprendí yo, que me equivoco tanto, que quise ser faro y me di cuenta de que aspiro a farero y que eso me llena todavía más…
Mientras quería deslumbrar al mundo, encontré mi luz y descubrí que no estaba ahí para recibir amor a cambio de su brillo sino que era el resultado de haberme amado antes... Si no te amas, no brillas. Si nos surcas todos tus miedos y besas tus miserias, no eres pan, ni camino ni sueño. Yo no me amaba porque hace mil años, cuando era niña, decidí que era mejor no ser yo misma porque cuando lo era, el mundo no me respetaba…
Todos somos maestros de nuestros miedos más absurdos, de nuestros tropiezos más salvajes… Podemos contar lo que más nos ha roto y como nos hemos zurcido y recompuesto… Y siempre estamos aprendiendo, de todos… Si supierais cuántos por quererme tirar al suelo me dieron el empujón que necesitaba… Cuántos para aprovecharse de mí me enseñaron a cambio la más hermosa de las lecciones de la vida… Y ellos podrán contar lo mismo de mí, en otra versión, porque seguro que he dado mil golpes mientras intentaba encontrarme y no podía soportar existir sin no parecerme a mí misma…
Y hasta que no ves lo que es en realidad, motivo de gratitud y aprendizaje maravilloso, no eres capaz de abrir la puerta y subir el siguiente peldaño.
Y junto a los que te arañan porque no soportan verse en ti, en tu reflejo, están los que te aman sin pedir… Los hay a puñados, pero a veces no se muestran porque tienen miedo…
En realidad todo esto es un juego. Hay que salir dispuesto a perder para ganar y tener claro que parte del triunfo es la improvisación… Hay que confiar en la vida y en nuestra capacidad para ver las señales y decidir por dónde pisar. Hay que saber ver que tras cada muro que saltar hay un aprendizaje valioso… Y que en e fondo esto va de amar y saber llevar las riendas sin desesperarse… En saber dejarse llevar sin perder el equilibrio y usar el miedo para propulsarse…
Hasta que no dejas de controlar y aceptas tus cartas, no hay magia. Porque mientras te aferras a algo que ni tan siquiera es tuyo, no ves lo que se te escapa…
Mientras me caía me di cuenta, no sé nada, pero cada vez le encuentro más sentido a cada golpe y cada risa y me caigo cada vez con más ganas de levantarme…
La vida es decidirse a intentarlo y asumir que no importa si no sale bien porque en el trance aprendes a amarte tal y como eres…

Esta soy yo. Como tú, como todos… No sabemos nada… Vamos a tientas e intentamos descubrir con qué tropezamos. Cuando creemos encontrar el final, es el principio. Cuando adivinamos la respuesta, nos cambian la pregunta… Cuando nos sentimos satisfechos y nos creemos por encima, un  golpe de humildad nos pone en nuestro sitio… El lado, siempre… Esta soy yo… Maestra en golpearse contra el muro y ser incapaz de ver y ceder, en perder la razón aferrándose a la razón… Maestra en caer y levantarse, en andar en círculo y tropezar, en creerse que ya he llegado al final y darse cuenta de que estoy al principio… Maestra en bucear en mí y casi ahogarme… Maestra en equivocarse y no ver cómo ni por qué… Maestra en este juego absurdo de negarse a uno mismo por cumplir unas normas que nadie recuerda quién inventó. Esta soy yo. Maestra en nada… Aprendiz de todo… Aquí me tienes, aprendiendo a vivir siempre.

A Louise L. Hay un ser humano enorme, una verdadera maestra que se marchó ayer después de aportar luz a millones de personas durante años. Por su capacidad de explicar y transmitir lo que es el amor de verdad, el amor por uno mismo sin el que nada crece ni sobrevive… Porque leyendo sus palabras descubrí que me tenía a mí misma y que mi vida era mía y yo era responsable de cómo la afrontaba… Porque me mostró un camino que yo no sabía ver. Su legado maravilloso es eterno, como ella… Mil gracias por tanto… Hasta siempre.