A solas con ella…

A solas con ella…

nina-espejo
Ayer por fin me encaré a mi jefa y tuve el valor de decirle lo que pensaba. Es terrible esa mujer… Si oyeras cómo me habla…
Llevaba tanto tiempo retrasando ese momento, encogida, asustada y ya no podía esperar más, hay cosas que si las llevas dentro demasiado tiempo se acaban enquistando.
Le dije que no podía soportarla más, que ya no aguantaba sus maniobras por controlar cada uno de mis movimientos y exigirme cada vez más. Que me atosiga y me hace sentir aturdida y pensar que nunca llegaré a satisfacer sus expectativas. Que ella quiere que sea perfecta y que esa sensación me vacía por dentro porque es inasumible y al no dejarme margen para el error no puedo soltarme… Necesito soltarme, se lo he dicho, necesito  que confíe en mí y no tener que estar cada día demostrándole nada ni a ella ni al mundo… Le he dicho que no entiendo por qué me trata así porque yo nunca ha fallado. Que tratándome de esa forma se pierde lo mejor de mí, porque no me siento en paz y eso no me deja volar, no puedo ser creativa ni explorar nada nuevo, no puedo sentir la vida, ni notar nada, no puedo conectar conmigo y siempre tengo el pecho comprimido y apunto de estallar.
Le he explicado que me siento atada, encerrada, que me da demasiadas cosas por hacer y me pone el listón altísimo.
He sido muy sincera con ella. He sido dura. Me pone histérica sólo verla… Me pone enferma y lo digo en el sentido literal. No me gusta como me habla… Cuando me veo a través de sus ojos, me duele mirarme… Sus palabras me hacen sentir pequeña, diminuta, me encogen el corazón y me llenan de angustia…  Su exigencia me ha llevado mil veces a sufrir dolores terribles. La he llamado para decirle en algunas ocasiones que no podré ir a trabajar… Y aunque me encontraba fatal, era casi un alivio no verla, no estar con ella… Creo incluso que mi cuerpo ha llegado a provocarme esos dolores no sólo para avisarme de que se pasa de rosca conmigo sino para librarme de ella y de su obsesión por el control y la perfección… Para escapar de su rigidez y hacerme reflexionar sobre si ella me conviene.
Le he suplicado confianza para poder seguir, palabras hermosas para agarrarme a ellas, gestos de aprobación a los que aferrarme cuando estoy cansada…
Ella se ha quedado mirándome, perpleja. Tenía los ojos fijos en mí, llorosos, cargados de rabia y resentimiento. Sufría, lo he visto, cuando ha bajado la guardia un minuto, he visto lo mucho que ha sufre en silencio.
Entonces, ha llorado. Sus lágrimas infinitas han mojado casi mis mejillas cansadas. Ha llorado como una niña perdida que no encuentra su norte, ni su casa, ni a su madre. Justo en ese momento, me he dado cuenta de que fui yo hace mil años quién le dio las riendas de mi vida y la convirtió en mi jefa. Que no debía de habérselo permitido nunca…
Ella ha dicho que no puede más. Que sabe que se pasa pero que muchas veces no sabe evitarlo. Que es consciente de lo mucho que me exige pero que lo hace porque tiene mucho miedo a fallar. “No podemos fallar” ha dicho con esos ojos líquidos y resentidos…
Me ha contado que durante años se sintió distinta, acosada por ello, y decidió dar la cara ante el mundo pero siendo perfecta. Luchando por demostrar que valía la pena, que tenía talento, que tiene mucho por ofrecer,  que oculta mucha belleza… Para demostrar a los que no esperaban nada de ella que se equivocaban. Y que de tanto tiempo está agotada de intentar controlar no caer, no fallar, no dejarse llevar y quedar en evidencia…Por eso, siempre se excusa de todo, incluso cuando no hace falta.
Pobrecilla, se sentía tan sola, tan exhausta de intentar mostrarse al mundo para ser juzgada y pasar la prueba victoriosa…
Le he dicho que se calmara. Que no hace falta demostrar nada. Que aquellos que no esperaban nada no importan y ya no están. Que no necesita luchar contra el mundo porque eso sólo le hace daño a ella y a mí de rebote… Que ahora es el momento de soltarse y confiar en nosotros mismas porque somos extraordinarias y podemos ayudar a muchas personas… Para cambiar el mundo y hacer que nadie se sienta así ni mendigue cariño…
Le he dicho que confíe en mí, que estoy de su parte pero que para poder brillar necesito respirar y curar mis heridas y dolores…
Le he dicho que se muestre tal como es porque es hermosa y que en mí tiene una amiga cuando no se comporta como una déspota conmigo ni me exige demasiado…
Le he prometido que si me suelta las cadenas imaginarias con la que me ata, yo usaré palabras hermosas como merece y no la criticaré nunca más. Que dejaremos de juzgarnos y culparnos la una a la otra de nuestros problemas y buscaremos soluciones. Que ya basta de resentimientos y rabias contenidas, que le seré leal como ella es capaz de serlo conmigo.
“Juntas podemos volar si nos dejamos llevar por nuestros sueños… Si nos queremos tanto que nos deseamos todo lo bueno que merecemos y nos acercamos a cogerlo. Si nos creemos que valemos la pena y lo compartimos con el mundo… Si dejamos ver nuestra mejor versión sin que nos importe mostrar también nuestros defectos. Vamos a ser felices pero para ello tenemos que ser valientes y mirar a nuestros miedos de frente”.
Le he pedido que me deje cometer más errores y explorar el mundo. Le he dicho que sé que lo que buscamos está más allá del recinto que ha construido para que me mueva sin perderme la pista, que nunca podré conseguir lo que anhelamos si no me deja saltar los muros y tropezar, caer, arañarme las rodillas y fracasar. Le he asegurado que siempre estaré cerca y que hablaremos a menudo como hoy… Y nos hemos fundido en un abrazo. Había mucha calidez en ella, lo he notado.
Ella ha bajado la guardia y su gesto amargo ha dibujado un rostro tan hermoso que no parecía la misma…
Yo he sentido que me salían las alas para volar y he notado que era capaz de todo si ella me deja,  me suelta, me sonríe…
Lo necesitaba mucho ella. Lo necesitaba mucho yo. Estaba tan indefensa… Era tan rebelde… Luchaba y se hacía daño. Tenía la creencia que si conseguía lo que soñaba y todos la aceptaban y reconocían sus méritos, ella conseguiría quererse a sí misma, aunque ahora ya lo sabe… El amor no es nunca la consecuencia de tener o conseguir, es la causa, el origen, el paso previo para poder brillar y vibrar y acercarte a tus sueños.
Ya nada será igual. Ahora ella confía en mí y está de mi parte. Tengo una amiga, una aliada, una persona que apuesta por mí pase lo que pase.
Y ella sabe que no está sola.  Que ya nunca más se sentirá sola tirando del carro y llevando la carga, que puede soltar lastre y dejar que la gravedad se aligere a su paso…
Me alegro mucho de haber sido capaz de hablar con ella, de haberme sincerado, y haberme sacado ese dolor de encima… Hacía un siglo que se lo debía, que me lo debía…
Hacía un siglo que huía de los espejos y ayer al despertar me tuve que detener ante uno y ahí estaba ella, mirándome triste y huraña y supe que no podía dejarlo pasar…Era mi ocasión.
No hay nada más liberador que saber que estás de tu parte y confías en ti. Y que al quedarte a solas contigo mismo estás bien acompañado…
 

Desprográmate

¿Tropiezas siempre con la misma piedra? ¿la vida te hace aprender una y otra vez la misma lección? a veces estás a punto de tocar la meta pero nunca llegas… Hay algo dentro de ti, algo que aprendiste de niño que te limita. Está tan dentro que ni siquiera te das cuenta de que existe. Lo confundes con tus experiencias o tus razonamientos… Es casi sagrado y te impide alcanzar tus objetivos. Vas a tener que identificarlo para poder seguir, para eliminar ese programa que te limita e instalar en ti otro que te dice que todo es posible.

Aprende a ser tú

Aprende a ser tú

nina-casita
Tal vez te preguntas a menudo por qué no llegas a tus metas. Por qué siempre que ya estás tocando el cielo, parece que se cierran las compuertas y alguien cuelga el letrero de “aforo completo”. Y tú nunca entras en él…
Examinas todo lo que haces, cada día. Cada paso, cada uno de los puntos de la lista de listas que te has confeccionado para poder seguir, para no perder de vista tus objetivos.
He notado eso que sientes. Esa sensación de tenerlo vetado. De quedarse a un suspiro de tu sueño y sentir como huele mientras otros lo degustan. He sentido esa rabia contenida que tan sólo sirve para contracturarse la espalda y notar un dolor de estómago terrible…Para amargarse y culparse a uno mismo y a otros de tus fracasos.
He dormido con la sensación de ser invisible y me he despertado sin encontrarme la risa. He sentido que el mundo giraba  al revés mientras yo corría hacia la meta y parecía que estaba quieta… Que era un eterno segundón. Con la sensación de tener el deseo y el talento suficientes pero quedarme al otro lado de la línea. De ponerme a volar  y, de repente,  tocar techo y no descubrir por qué. Esa certeza de creer que tu vida no es tuya y hagas lo que hagas eso nunca cambiará… Que el éxito te esquiva y la fortuna se ríe de ti.
Sí, yo también he buscado en mil libros. Me han resucitado las ganas entre sus palabras… He aprendido mucho de ellos mientras me buscaba a mí misma. He escuchado a mil sabios… Algunos de ellos me han regalado una parte del mapa que me faltaba para llegar a ese tesoro que es mi esencia, mi coherencia…
Y he andado mil caminos. Algunos de ellos ni tan sólo sé cómo he osado pisarlos, de dónde he sacado el valor para sondearlos, cómo he soportado la soledad inmensa que me han impregnado… Aunque me han llevado a mil respuestas y han cambiado mis preguntas por otras preguntas nuevas…
Y el final del camino, siempre eres tú mismo. La meta lleva tu cara. La respuesta a la pregunta es tú… El por qué tiene tu nombre.
Siempre. Lo que hoy no logramos entender es lo que ayer decidimos no conocer o no preguntar. Lo que ahora no logramos es lo que ayer pensamos que no nos pertenecía. Lo que no vivimos es aquella experiencia que un día, sin casi darnos cuenta, decidimos que no nos merecíamos.
Somos el resultado de lo que hicimos y dejamos por hacer…
Cada uno de nosotros lleva ocultas dentro las claves para despejar las incógnitas de su camino. Somos el fruto de nuestras decisiones pasadas, de las presentes… Y llevamos en la cara dibujadas las decisiones futuras que ya sabemos que vamos a tomar y que nos recortan la esencia, la felicidad, la vida.
Somos un amasijo de normas autoadjudicadas que cada día nos coagulan las acciones. Llevamos en los huesos nuestras emociones comprimidas… Nuestros lamentos y quejas circulan por nuestras arterias y definen nuestros gestos, nuestros actos, nuestras ilusiones…
Cuando soñamos, nos achican los sueños porque intentan convertirlos en asequibles, en probables, en realidades que no nos decepcionen… Nos protegemos de nosotros mismos hasta el extremo de anularnos, de traicionarnos.
Cuando caminamos, esos pensamientos prefabricados nos cansan, nos paralizan.
Cuando razonamos, nos limitan, nos dibujan un círculo para que no salgamos de él y tengamos pensamientos viciados, corrompidos… Los pensamientos cortos de un niño que piensa que no podrá y no puede.
Cuando llegamos a la esquina de nuestro sueño y vamos tocarlo, lo apartan, lo envían lejos y nos agarrotan los dedos…
Y ni siquiera nos damos cuenta de cuánto nos reprimimos y recortamos. De esos esquemas que repetimos siempre, esas conductas reiteradas… Y cuando nos preguntamos por qué, la lista de razones del fracaso viene dictada por nuestros miedos, por nuestros pensamientos rancios, por unos parámetros de conciencia que nos reprimen y hacen menguar.
Y un día, descubres que eres siempre el segundo porque en tu mundo, en tus pensamientos, siempre has imaginado que no mereces más… Porque no confías en ti.
Porque te visualizas siempre a un metro de la meta.
Porque no te sueñas llegando al final ni te emocionas al pensar que podrás…
Porque te crees que no eres la persona que consigue lo que tú deseas y cada día te alejas más de ti.
Porque no aceptas lo bueno que te da la vida, porque no lo ves.
Porque creaste una imagen de ti demasiado pequeña para el tamaño de tus sueños y no te la has cuestionado nunca.
Porque hace mucho tiempo te programaste para resistir, para sobrevivir y dejaste que tus temores e inseguridades escribieran tus normas secretas, que quedaron marcadas a fuego en ti… Y sigues obedeciendo a ese programa, aunque eso te supone perder alegría, soltar vida, amarrarte a una versión de ti mismo que no te representa.
La respuesta está dentro de ti. Y no sabes cómo sacarla, cómo encontrar la manera de empezar otra vez, de pensar distinto, de construir nuevos esquemas y empezar a soñar de verdad…
¡Cuánto trabajo por hacer!
¡Cuántos límites por borrar!
Sacar tu esencia de entre la maraña de normas absurdas… Reescribirte, reautentificarte, redibujarte… Desaprender y empezar a vivir.
¡Qué complicado y qué apasionante!
No hay nada malo en el ser el segundo, ni el último… Lo importante es no resignarse a una vida que no te llena y no renunciar a ser tú.
 
 

Gracias

Gracias

chica-nieve
Gracias por cada vez que me han dicho que no.
Las tengo todas guardadas en los cajones de mi alma y las miro de vez en cuando para recordar que supe remontar.
Gracias por las noches dando vueltas, porque me han obligado a descubrir porqués.
Gracias por los caminos oscuros y acerbos, porque curtieron mis pies y esponjaron mi alma.
Por cada vez que creí que no podía y supe ver que me equivocaba.
Por los errores maravillosos y los enojos sin sentido que me ayudaron a ver qué tipo de persona no quería ser.
Gracias por los amigos sinceros que no juzgan.
Gracias por los que planearon derrotarme y me hicieron invencible…
Gracias por los sueños…Están todos en el mapa de mi vida.
Gracias por la sombra, porque me impulsó a buscar la luz.
Gracias por todos y cada uno de mis miedos, han sido mis autopistas, mis catapultas… Mis caminos retorcidos hacia una versión de mí más libre, menos cansada.
Gracias por todas las risas.
Gracias por intuir y acertar.
Por todas las oportunidades, sobre todo las ocultas tras un semblante rudo o una capa de dificultad.
Por los saltos sin red que acabaron en fondo mullido.
Gracias por las decepciones, se han convertido en grandes amigas, en confidentes, en palancas…
Gracias por las cajas de tesoros. Gracias por la imaginación que permitió verlos e inventarlos.
Gracias por las lágrimas que sacaron de mí de todas las palabras que llevaba almacenadas.
Gracias por los cuentos y las moralejas.
Por mi amor la lluvia y mi gran necesidad de mar.
Por todas las personas que no me han entendido y han hecho que tuviera que aprender a explicarme mejor…
Gracias por ese viento fresco que viene y se lleva las miradas amargas.
Gracias por el otoño y su inmensidad ocre y roja.
Por el frío insoportable  y el abrigo dulce.
Por la pasión sin cauce y por todos los besos, los recibidos, los dados, los soñados.
Gracias por mis torpezas, porque son las semillas de mis aciertos, las madrugadas de mis amaneceres más hermosos…
Gracias por las caídas y los arañazos, cuando los recuerdo y revivo ya no siento el dolor sino la vida…
Gracias por las cuerdas flojas que he tenido que atravesar y todos los momentos incómodos que me han dejado desnuda…
Por la fuerza que me permite mostrar al mundo que soy vulnerable y que, muchos días, me siento diminuta.
Gracias por sentir.
Por desear.
Gracias por dudar y por vacilar.
Gracias por no saber fingir.
Gracias por no llegar y tener que volver a empezar.
Gracias por ser.
Por existir.
Por buscar sin parar.
Por apreciar lo pequeño.
Por aspirar a lo grande.
Por darme cuenta de que a veces lo grande es lo más pequeño.
Gracias por mis ganas de bailar.
Por el aire en mi cara y la arena en mis pies.
Gracias por amar… ¡El más grande de los regalos!
Por medrar.
Gracias por el camino de cada día.
Por haber aprendido a mirarme con los ojos de la conciencia.
Gracias por tanta belleza en todas partes y por ser capaz de verla sin tener que forzar.
Por aprender a perdonar.
Gracias por mi amor a las palabras ¡menudo lujo!
Gracias por darme cuenta de que debo dar gracias y alegrarme de hacerlo.
 
 

Confía en ti

Confía en ti

ojo-blanco-y-negro
No te compares con otras, ellas no visten lágrimas con tanta elegancia como tú.
No caminan en la cuerda floja por la que tu pasas cada día de puntillas sin apenas dejar de sonreír. Sin hacer más ruido que el del aire que te atraviesa y el de los sueños que acumulas y te surcan las venas…
Ellas no llevan el peso de cien vidas en sus espaldas ni buscan soluciones para llevar al mundo en el bolsillo y tenerlo a mano por si llora, por si se desborda… Por si se siente tan perdido que necesita que alguien le recuerde que hay esperanza. Tú eres esa esperanza, amiga…
Tan fuerte como las raíces inmensas de los árboles y la suave como sus hojas. Tan rotunda como una ola enorme, tan plácida como una marea dulce que besa la arena.
No te compares con otras que no libran batallas ni miran a los ojos a sus fantasmas… Ellas no se calzan el miedo para caminar sobre él cada día ni recorren las calles con tus ojos oscuros hambrientos de vida.
No tienen tus facciones preciosas ni usan tus miradas sabias.
No buscan nada que no se toque ni deguste, no saben ver la belleza en los rincones como haces tú.
No saben encontrar las palabras para levantar un imperio cuando se cae a media tarde y conseguir que anochezca en él sin que nadie se entere de que estuvo a punto de fundirse.
No te mires en los ojos de otras mujeres que no ríen como tú ríes con tus penas y que no susurran y cabalgan sobre bestias hasta dejarlas exhaustas y mansas.
No te pierdas intentando buscar sus espejos para verte en sus esquinas porque tu cara está en el reverso de las hojas y en el corazón de los que te aman y suspiran por abarcar tu grandeza.
No escuches a los que no saben qué sueñas ni pierdas tus sueños por más que el tiempo pase y no llamen a la puerta.
No te compares a diosas de plástico con sueños sin alma y almas sin sueños…
No desesperes… Estás hecha de selva y de brisa. Suave y salvaje. Del material que imanta las brújulas para no perder el norte… De la madera de un barco que surca mares adversos con una paz inmensa… De un pedazo de luna que brilla siempre, incluso por la otra cara…
Eres de cielo que se apaga buscando la noche pero regala un rastro malva y rojo.
Eres de agua clara y de canto redondo en un río que fluye y nunca para.
Eres de una lluvia espesa y de un sol caprichoso que busca filtrarse por las esquinas.
No mires atrás porque allí no queda nada…
No te dejes ahogar por el futuro porque es tan tuyo que podrías columpiarte en él mientras lloras de alegría.
No te entretengas con personajes secundarios, no te dejes llevar por palabras vacías… Tú eres quién lleva las riendas y escoge los caminos.
Que nadie que no te merezca te invada por un segundo… Que nadie que no te admire por tu sencillez excelsa se entretenga en tu puerta barrando el paso a los que sí saben verte como eres…
El camino siempre tendrá curvas… Siempre habrá noche y habrá día.
Siempre habrá aristas afiladas por donde pases y caras agrias que no sepan entender que la vida es corta.
No te preocupes por los que naufragan en gotas de agua ni te metas en sus cabezas diminutas…No escuches sus tragedias de diseño ni te arañes por no llegar a comprender lo que sienten…
Eres demasiado extraordinaria para encerrarte en ti misma, el mundo necesita que sigas adelante y le lleves la contraria a todo lo que no es justo o hermoso.
Sé que el cansancio, a veces, te habita las sienes y te borra la capa de entusiasmo que siempre llevas puesta. Sé que a veces, cuando el día acaba  y estás rendida de domesticar fieras, suplicas ser distinta y no tener que rendir cuentas a tu conciencia siempre firme y honesta… Aunque también sé que de inmediato das las gracias por ser tú y todo lo que eso implica.
Confía en tus pies, amiga, saben el camino.
Llevas las respuestas pegadas a la falda y los sueños impregnados en ti.
Que nadie te ate a nada… Que nada te ate a nadie … Y menos en tus momentos bajos, cuando olvidas que eres hermosa y venderías tu serenidad por un abrazo tibio…
Eres tan grande, tan inmensa… Que no se ve dónde empiezas ni dónde acabas.
Eres tan maravillosa… ¡Lástima que no puedas verte así!
Ni siquiera tú misma eres capaz de hacerte sombra…
Confía en ti, amiga, eres extraordinaria.