Lo que te pasa cuando dejas que te pase…

Lo que te pasa cuando dejas que te pase…

sombra
Cada vez te sientes más libre e ilimitado. Te aguantas más las penas que las risas y has descubierto que no te compensa enfadarte ni macerarte en tus pequeñas tragedias. Que por más que grites no guardas más verdad, que por más que te golpees a ti mismo con tu rabia, no cambias nada…
Cada vez sueñas más a lo grande, más concreto y con más detalle… Aunque cada vez, al mismo tiempo, te importa menos conseguir tu sueño y te gusta más intentarlo, ponerle las ganas… Porque sabes que tus sueños por si solos, si los vives, ponen en marcha la magia… Y adoras esperar esa magia.
Cada vez te duele más lo que no haces que lo que haces mal. Porque amas tus errores y detestas tus temores, porque prefieres vivir en exceso que vivir por defecto… Porque hace tiempo que decidiste que nunca más andarías con el piloto automático puesto.
Cada vez le temes menos al lobo y más a la caperucita que llevas dentro. Esa niña temerosa que nunca se atreve a nada y necesita controlarlo todo… Esa persona que llevas en el pecho y que aún, a veces, deja que el espejo dicte si ríe o llora, si sale o se queda en casa para aislarse del mundo…
Cada vez eres más capaz de mirar dónde pones los pies cuando caminas. De maravillarte de la tierra que pisas y del aroma que flota en el aire… Cada vez tus tesoros son más intangibles y pesan menos. Y adoras lo que no se mide, lo que no se pesa, lo que no se encierra en una caja y que, a veces, apenas se puede ver si no llevas puestas las gafas de la conciencia. Y otras, ves sin ver y notas sin tocar…
Cada vez le ganas más tiempo al reloj para hacer lo que amas y cada uno de esos instantes te roza casi como un soplo. Cada vez le temes menos al fin porque has decidido concentrarte en cada paso. Porque darías lo que tienes por comprar risa… Porque te has dado cuenta de que, en realidad, no posees nada.
Cada vez te sientes menos solo estando solo. Porque tienes historias que contarte y verdades que decirte en voz alta… Porque ya no te da miedo encontrarte contigo mismo cada noche y echarte cuentas… Porque te gusta lo que ves cuando eres quien sueñas. Porque te has dado cuenta de que estás de tu parte, por fin. Porque amas tanto al héroe que llevas dentro como al tirano que a veces asoma en tu cara cuando te sientes ridículo y tienes miedo. Porque le perdonas y abrazas…
Cada vez tienes más sin tener nada, sin aferrarte a nada ni darlo por descontado. Cada vez eras más feliz porque sí, sin buscar ni la consecuencia ni la causa. Y lloras menos de pena, porque lloras más de esperanza.
Cada vez te sientes más seguro ante la certeza de que nada es seguro… Porque has descubierto que la incertidumbre es pura energía… Porque sabes que vendrá lo mejor, pero no esperas nada.
Porque cada vez vas con menos prisa, aunque te quede menos tiempo… O precisamente porque te queda menos tiempo y necesitas actuar a conciencia. Porque sabes que todo va y vuelve y que la vida es el vaivén… El balanceo del péndulo entre los extremos, el trance desde que sabes que lo harás y lo haces.
Cada vez das más las gracias por menos y, sin embargo, te sientes más afortunado y feliz por poder darlas… Por saber darlas… Por poder ver las mil razones que tienes para darlas… Por disfrutar de dar las gracias.
Cada vez amas más y te cuesta menos… Porque cada vez necesitas menos y te das cuenta de que tienes más… Porque te importa más lo que eres que lo que tienes, porque sabes que en el fondo, no tenemos casi nada.
Porque has descubierto que crees en milagros, pero te has dado cuenta de que los haces tú.
Porque cada vez hay más de ti en ti y notas que eso es maravilloso… Esto es lo que te pasa cuando dejas que te pase…

Lo que buscas está ya en ti

Cada decisión que tomas te cambia. Cada día vas construyendo tu camino cada día. No necesitas más que ser tú mismo y confiar, darte cuenta de que para conseguir lo que deseas, sólo necesitas mirar en tu interior. No puedes esperar a que otros hagan lo que necesitas o deseas, no puedes dejar tu vida y felicidad en sus manos… Lo que necesitas para ser feliz y triunfar como ser humano está ya en ti. Ya eres lo que quieres ser, sólo necesitas darte cuenta y actuar en consecuencia.
 
 

Eres lo que sueñas

Eres lo que sueñas

mujer-suena
Llega el momento en el que hay que dejar de buscar fuera, porque te das cuenta de que lo que quieres lo llevas dentro. Ya eres lo que buscas y lo que sueñas y sólo te hace falta ponerte en marcha. Encontrar ese botón que todos tenemos que acelera el mecanismo que nos hace invencibles, que nos da la confianza para no desvanecernos. La palanca que debemos activar para descubrir que la fuerza que necesitamos lleva toda la vida en nuestro interior esperando que la usemos. Que muchas de las respuestas que ibas buscando en miradas ajenas están en ti.
Fuera hay mucho que aprender. De las grandes personas y de las personas diminutas que están creciendo. De lo mucho que amamos. De lo mucho que lloramos. De lo que nos pasa y nos hace felices. De lo que viene a nosotros y nos golpea… Todo ese cúmulo de circunstancias nos impulsa a evolucionar, pero la osadía necesaria para seguir, para caminar, para saltar, está dentro de nosotros. Lo que nos llega y nos sacude es sólo el detonante. Y que funcione y nos sea útil y nos haga ser mejores depende de nosotros.
Estamos cambiando siempre. Cada paso que damos nos modifica. Cada decisión que tomamos nos modela, nos esculpe para estar preparados para escoger la siguiente. Somos el resultado de todo lo que elegimos ayer, lo que captó nuestra atención, lo que observamos con curiosidad, lo que nos llenó de alegría y lo que nos hizo temblar de tristeza. Somos todos y cada uno de los pensamientos con los que hace un rato ocupamos nuestra cabeza y todas las emociones que esos pensamientos crearon en nosotros… Somos las palabras que usamos para definir nuestros momentos, nuestras vidas… Las palabras que dijimos en voz alta y las que dedicamos  a otros. Las que nos hemos callado y ahora anidan en nuestro pecho esperando salir y, si no las dejamos, se convertirán en lágrimas, en dagas afiladas, en piedras pesadas que iremos arrastrando hasta que nos atrevamos a soltarlas.
Cada vez que decidimos, estamos construyendo un nuevo camino. No sólo fuera de nosotros, también dentro. Todo lo que hacemos nos cambia y cambia a las personas que nos rodean. Porque ellos son para nosotros como nosotros escogemos verlos y cumplen el papel que les asignamos hagan lo que hagan. Y lo mismo hacemos con nosotros. Elegimos estar bien o mal. Sentir esa presión en el pecho que nos oprime o cortar con ella, cambiar el por qué de ese dolor, reconducir esa sensación, ese miedo a ser, a perder, a no llegar.  Cuando elegimos crecer en lugar de escondernos, ponemos en marcha mecanismos que ni siquiera conocemos ni sabemos cómo funcionan, pero nos modifican y nos preparan para estar a la altura de lo que queremos, lo que necesitamos. Cuando escogemos afrontar en lugar de salir corriendo o cerrar los ojos para imaginar que no pasa, nuestro cuerpo nos convierte en seres más elásticos, más capaces de saltar obstáculos, de encontrar alternativas.
Cada vez que soñamos con encontrar la solución y creemos que vamos a encontrarla, nos acercamos a ella. Porque todo nuestro ser se pone en marcha para conseguirlo, porque dibuja en camino que deberemos seguir para llegar…
Cada vez que pensamos, creamos. Nuestra realidad se esboza a golpe de pensamiento. Definimos como serán los próximos minutos, los próximas horas… Y cada pensamiento de hoy fabrica un refugio, una cabaña en nuestro futuro. Nosotros escogemos de qué la llenamos para cuando lleguemos a ella, una tarde dura de invierno, podamos encontrar lo que necesitamos. Nos pasa desde siempre… Hemos ido construyendo refugios desde que éramos niños.
A veces los hemos llenado de energía extra para afrontar un momento duro, que puede llegar a ser un momento mágico, de evolución y cambio con esa energía acumulada. Los hemos llenado de confianza, como un amuleto guardado al que sujetarnos para recordar que podemos por si en ese momento nos flaquean las fuerzas.
Aunque también hemos llenado nuestras futuras cabañas de ansiedad sin disolver, de monstruos que nos esperan ocultos tras la puerta, de pereza y desánimo, de lágrimas acumuladas, de complejos por resolver, de malas caras, de conversaciones a medias y palabras por pronunciar.
Somos maestros de la no acción. De dejar pasar a ver si primero se pudre y luego se seca y desaparece. Somos líderes del mirar a otro lado, como cuando los niños se tapan la cara y dicen que no están… Somos genios del escapismo, del no asumir responsabilidades, del pensar que irá mal y que todo es culpa de otros… Somos máster en victimismo y tenemos Cum Laude en resignación, desesperación y catastrofismo.
Asumir que nuestra felicidad depende de nosotros mismos es uno de los grandes retos a los que nos enfrentamos cada día. Una de las asignaturas más complicadas…
Darnos cuenta de que el camino que seguimos depende de nosotros da vértigo, asusta, paraliza… Descubrir tu poder marea, agota, aturde… Aunque abre un mundo de posibilidades en las que siempre eres tú quién toma las riendas y se deja llevar por la imaginación, por la confianza en ti mismo, por las ganas de ser mejor… Que en realidad ya tenemos todo en nuestro interior lo que necesitamos para ser quiénes soñamos…
Hay un día en el que debemos empezar a ejercitar ese poder. Mejor antes que después. Mejor hoy que mañana. Hay muchos refugios que llenar, muchas reservas de entusiasmo y confianza que dejar repletos para el día a día…
Lo de estar bien contigo mismo es un trabajo.  Una carrera de fondo que vamos a ganar sin creemos que podemos, que lo merecemos, que sabremos cómo… Si descubres que eres tu propio refugio y todo lo que necesitas para ganar ya está dentro de ti. Si te enteras de una vez que ya eres lo que sueñas y que sólo te hace falta decir que sí…
 

El tiempo perdido

El tiempo perdido

charco

He perdido tanto tiempo sin amarme… Sin sentirme, sin despojarme de historias desgastadas y miedos infantiles. Sin mudar la piel donde llevaba escrito el fracaso y el ridículo, sin borrar la mueca triste de no haberme atrevido a existir sin excusarme todo…

He perdido alma buscando mi alma.

He malogrado sueños creyendo que mis sueños eran grandes para mí.

He desperdiciado un siglo escuchando a cobardes que no se atrevían ni siquiera a acercarse al quicio de la puerta y me pedían que no saliera al mundo… Porque allí hace frío y nunca sabes qué puede pasar.

He malgastado horas imaginando tragedias y recordando palabras crueles… He ocupado mi cabeza con pensamientos tristes en lugar de dejar entrar el sol y respirar.

He perdido lágrimas de alegría porque me había vaciado llorando de pena por algo que no podía remediar.

He sido el pez y la caña y un poco el mar.

He descuidado la vida la noche pensando en cómo sería el alba… Me he perdido el alba preocupada por el mediodía.

He almacenado tempestades en mi pecho que nunca pude soltar que a veces me han convertido en una marioneta frágil, una muñeca cansada que no sabía decidir.

He quemado esperanzas porque no supe verlas entre la maraña de escombros de mi ego dolido y mi miedo gigante.

He perdido oportunidades porque cuando pasaban por mi lado y me saludaban con la mano yo miraba al suelo y me lamentaba por mis miserias.

He salpicado con mi dolor a los que venían a regalarme un abrazo.

He sido el reloj y he sido el tiempo y la loca que corre porque se le escapa un tren que no desea alcanzar.

He sido tan impaciente que me devoré a mí misma y no me encontré cuando más me necesitaba.

He perdido mi esencia intentando ser otra persona para contentar a un mundo que ni siquiera me miraba. He tenido que volver tras de mí cuando me he dado cuenta de que aquel yo perdido era un tesoro a recuperar.

He cambiado consuelo por malas caras y un poco de amor por un rabia inmensa que no podía calmar.

Mi alma guerrera se ha saciado de ofensas imaginarias porque cualquier mirada fondeaba en mi susceptibilidad.

He desaprovechado mucho tiempo pensando que lo haría y no lo he hecho nunca.

He pasado horas culpándome por no haberlo hecho…

He sido el viento y las hojas, el árbol y las raíces… He sido el camino y el caminante y cada uno de los pasos que le quedaban por dar.

He pisado tantas risas con malos agüeros y he cubierto con mis agrias ironías momentos de pánico y soledad.

He perdido sin honra y he ganado sin sentido.

He suplicado sin fe y pedido compromiso sin confiar…

He dejado que la pasión me rompiera las alas y me dejara tan loca que nunca más podría volar.

Aunque, he soñado sin medida y me he vuelto loca al amar.

He regalado tiempo cuando no tenía tiempo.

He ganado carreras perdidas y he encontrado palabras de consuelo.

He subido montañas interminables y he saltado al vacío sin más red que mis ganas ni más certeza que mi fe.

He sido la noche y el día. El bostezo y el ansia por acabar.

He regalado mis besos y he recuperado mis facciones de niña al recordar.

Porque después de imaginar tragedias, supe construir sueños.

Porque después de marchar deshice el camino y volví sobre mis pasos para volver a empezar.

He perdonado a la niña que no supo ver que había esperanza.

He abrazado a la mujer que culpaba a la niña por no ser perfecta.

He escrito mil historias para que muchas personas fueran felices.

He sido feliz con su felicidad.

He sido un mar de dudas y un océano de caricias.

He fallado mil veces y mil veces he suplicado encontrar la moraleja y aprender de mis pasos dudosos.

He sido el escondite y la niña que juega e imagina que nunca la encontrarán.

A veces, he sido mi peor versión pero siempre me he dado cuenta para rectificar.

He roto todos mis recuerdos amargos en mil pedazos y para volverlos a juntar he usado el pegamento de la risa y la voluntad…

Me he reído de mis misma tanto que casi podría llorar…

He juntado palabras hasta reventar y perder su sentido.

He sido uno de esos cantos de río que se lanzan para ver como hacen círculos en el agua… He sido el agua… Y una de esas monedas que tiras a la fuente para pedir un deseo. He sido también el deseo…

Un día de lluvia intensa y un rayo de sol que entra por el quicio de la puerta e ilumina una pequeña habitación donde las fotos están amarillentas.

A veces, el tiempo perdido se te queda atrapado en la garganta y no te deja gritar…

Lo he sido un poco todo y nada en mi afán de vivir y soñar.

 

Porque te lo debes

Porque te lo debes

nina-blanco-y-negro
Decidir que ya no quieres, que ya no te callas, que ya no te conformas…  Y ¿Por qué no? Decir basta…
Saltarte la próxima queja y soltar uno de tus complejos absurdos mientras das un paseo improvisado ante el mar, a media tarde… Cuando crees que deberías estar haciendo algo que durante mucho tiempo has pensado que importa mucho y ahora ves que era superfluo…
Detenerte para imaginar cómo será el resto de tu vida. Mimar cada detalle con todo lujo de sensaciones y entusiasmo infantil…Recordar aquellos momentos en que creías que todo era posible y no entender que pudo pasar para dejar de creerlo.
Recuperar tu vieja caja de tesoros y descubrir que ahora son incluso más valiosos que antes.
Ir caminando despacio al lugar donde se supone que tienes más prisa por llegar y detenerte a dar los buenos días por el camino a cualquiera que tenga cara de necesitarlos…
Que no te importe que los ignorantes te ignoren.
Que no te asuste que los que se asustan por todo no te entiendan.
Que no te moleste que los que nunca bailan se rían al verte bailar mientras ellos apuran sus copas amargas de rutina.
Alegrarte por los triunfos ajenos como si fueran propios.
Celebrar las victorias de tus adversarios.
Saber que no te hace falta llegar primero para ganar.
Notar que ya no te importan los resultados porque lo que te interesa es la efervescencia previa al imaginarlos y la satisfacción de haber sido capaz de lucharlos.
Darte cuenta que desde que no te preocupa lo que piensen, ya no piensan.
Dejar plantadas a tus culpas de siempre justo cuando toca sesión de reproches.
Soltar la carga pesada de no ser, de no llegar, de no reconocer…
Vacilarle a tus miedos y ver que se encogen.
Pasear con la mirada desafiante por ese lado de la calle de tu vida donde hasta hace poco no te atrevías a poner un pie.
Olvidar recordar tus tragedias.
Olvidar tus lamentos diarios porque estás ocupado saltándote una norma que no recuerdas quién impuso pero ahora ves claro que no tiene sentido.
Descubrir que ninguna de las normas que sigues te hace feliz y lanzarlas al mar.
Recordar que un día hace mucho, cuando eras niño, tenías un sueño y aún lo tienes pendiente.
Alimentar a tu yo imprudente y alocado que siempre te pide que no dejes pasar las oportunidades.
Perdonar sin saber aún cómo ni por qué a los verdugos de tus alegrías. A los que te arrancaron la ilusión o jugaron con tu corazón… Perdonarles porque ya no te importa qué pasó, porque ya no te duelen sus palabras y sus actos… Perdonarles porque, en el fondo, te dan pena sus vidas limitadas.
Perdonarte por no ser, por no tener, por no llegar… Y perdonarte por haberte culpado por todo esto durante años y no haber sido capaz de ver todo lo bueno que había en ti.
Notar que estás contigo. Que estás de tu parte. Que no necesitas un decorado perfecto para vivir. Notar que cuando respiras hondo ya no sientes ese punzada que te recortaba la libertad.
Equivocarte. Decidir que es mejor fallar que pasarse la vida lamentándote por lo que podría haber sido…
Hacer lo que quieras ahora mismo,  no porque debes sino porque te lo debes…