¿Vives en bucle?

¿Vives en bucle?

train-2373323_1280

¿Vives en bucle? Siempre soñando las mismas cosas, de la misma forma, en el mismo sitio… Siempre esperando un mazazo que te devuelva al que crees que es tu lugar cuando te extralimitas y te dejas llevar por una valentía que no parece tuya… 

Buscando respuestas a unas preguntas que ya no te importan, que no te interesan, que no te definen…
Siendo una figurita en un tablero que no se mueve y no avanza, que salta una casilla y retrocede cinco… Que busca explicación, que busca el porqué sin darse cuenta de que lo que le pasa es que piensa demasiado y vive poco… Que piensa siempre en lo mismo y de la misma forma… Que arriesga nada y no consigue nada a cambio. Que no ventila sus ideas ni pensamientos y siempre son los mismos y le conducen al mismo sitio. Que se come los miedos en lugar de comprenderlos y luego llora porque no los puede digerir… 

Soñando que vuela y nunca vuela.

Soñando que baila y nunca baila.

Soñando que llega y nunca llega, porque siempre lleva los mismos zapatos y se para en las mismas esquinas para mirar los mismos semáforos y respirar el mismo aire que huele a rutina.

Te sujetas a algo que parece seguro, pero no es nada… Lo sabes, la vida te lo arrancará cuando más creas necesitarlo, para que te des cuenta de que no forma parte de ti, de que eres inmenso y no necesitas agarrarte a nada, de que te tienes a ti… Tarde o temprano caerán los mitos a los que sigues y veneras para que sepas que el único ídolo está en ti y que los demás son tan maravillosamente imperfectos como tú… Para que observes tu belleza inmensa tal y como merece y dejes de ver en otros lo que crees no tener y de detestar lo que reconoces de ti en ellos. Para que dejes de culparte por lo que no eres y empieces a ejercer desde tu grandeza. 
Si te escondes bajo un techo, la vida arrancará el techo para que entiendas que eres tu propio cobijo, que estás a salvo siempre y que mereces todavía algo mejor… Aunque nunca lo consigues porque sueñas corto, acomplejado, en voz baja… Porque sueñas con una especie de limitador conectado y unas tijeras enormes siempre le recortan las esquinas a tus sueños y a menudo se les va la mano. 
Si consigues para acumular, te lo quitará todo, para que comprendas de una vez por todas que no se trata de tener sino de ser y sentir, para que no te aferres a nada porque todo está a tu alcance…

Si corres mucho para todo, te hará parar para que sepas que debes detenerte a oler las flores y mirar cómo el sol se pone, acariciar el cabello de tu hija y degustar el plato que tienes ante ti en la mesa.

Si tienes miedo a algo, te pondrá esa algo en bandeja, porque llevas tanto tiempo pensando en ello y que has conseguido que venga a ti para que deje de asustarte, para que te des cuenta de una vez por todas de que el miedo está a tu servicio y no dirige tu vida… Y que lo que te asusta es un regalo para salir aún más entero de este trance.

No te asustes, todo esto forma parte de algo grande, tan grande como tú, que busca que sepas que no te quieres como mereces, que no te ves como realmente eres, que no puedes seguir limitándote porque vas a estallar dentro de ti… Para que abandones esas ideas gastadas que te hacen sentir pequeño y ocupes el lugar que te corresponde. Para que de una vez por todas asumas que no hay más sentido en la vida que vivirla, sentirla, abrazarla y asumir todos sus cambios como nuevos caminos que llevan a ti mismo… A ese tú olvidado y escondido que se pasa los días intentando salir mientras ahogas su voz en un marasmo de quejas. 

¿Vives en bucle? Te acuestas con los mismos miedos y das los mismos besos en los mismos pliegues de piel… Ves las mismas caras tristes de ver las mismas caras tristes y caminas por los mismos adoquines en la calle sin osar al sacrilegio que sería cambiar de acera y encontrar un destino que te haga reír… Le dices siempre que le quieres con el mismo rictus acongojado en los labios, como si supieras que puedes amar todavía más pero te reservaras amor para otro momento, para otra vida, para otra forma de vivir.

Buceas en tus entrañas buscando un pizca de amor propio que te haga llegar hoy a la reunión para decir no pero sabes que no vas a encontrarla porque cuando la tengas en tus manos la disfrazarás de «no puedo hacer eso». Te sumerges en esas otras caras, en este viejo tren que lleva siempre al mismo sitio porque no te atreves a bajar en otra estación o tomar un tren distinto o dejar de subir a trenes que no son tu tren y no te llevan a tu vida… Y todo volverá a empezar cuando llegues… Te pondrás el mismo traje u otro tan parecido que te hará sentir que no creces, que no avanzas, que nunca llegas al jaque mate ni abandonas el tablero… Que nunca pasa nada especial, ni cuando naciste, ni cuando lloras, ni cuando te caes, ni cuando te haces daños… Ni cuando mueras…

Y cumplirás un año más…  

Y soplarás las velas deseando tirar el pastel contra la ventana y subirte a la mesa y decirle al mundo que en realidad ese o esa no eres tú… Que dentro de ti hay alguien que arde en deseos de darle la vuelta a su vida, caminar por el lado más salvaje de la calle de la incertidumbre y arriesgarse a lanzar por los aires una rutina que a veces le hace no querer despertar.
Y que cuando alguien te mire raro porque actúas distinto y te ve esa mirada ida de felicidad, de persona que hace de persona, y te diga ¿pero qué haces? Tú le respondas… Todavía no lo sé, pero da igual… Ahora sólo quiero ser yo.

Todavía

Todavía

pompas-de-jabon

Muta. Salta. Bucea.

Sal de la pecera y lánzate al mar. Agita las alas y cae, cae sin motor y sin freno. Deslízate por el precipicio, pon un pie en la arena y rueda por las dunas calientes… Nota como todos tus sentidos pierden el control, como dejas de saber quién eres y qué pasará por unos momentos. Aprende a sentir que no llevas las riendas o que las llevas pero las cedes al viento, para experimentar, para volar, para saber qué pasa cuando se agota este mundo en el que vives encerrado y tienes que mudarte al de tu imaginación. Recuerda que el día es noche y la noche es día. Todo es posible. Todo está por dibujar, todavía.

Piensa al revés. Vuelve a reconsiderarlo todo, esta vez sin encogerte de hombros, sin más limite que el infinito.

Recuerda que puedes cambiar a media partida, mientras escojas lo que te llena, lo que te mueve, lo que hace que cuando lo sueñas salten chispas.

La felicidad está en ese atajo que nunca tomas para ir al trabajo. Tus sueños están en esa esquina que nunca pisas justo ante la tienda en la que nunca entras porque no te gusta probar cosas nuevas. La fortuna nunca saca a pasear al perro a la misma hora, tendrás que sorprenderla. El amor de tu vida se sienta en las mesas del fondo del bar, esas a donde nunca llegas porque la rutina te frena… La rutina, nada tan cómodo como poco excitante. Nada tan absurdo como gris, mortecino, hastiante… Nada tan plácido. Te queda todo por sentir, todavía.

Mójate. Juégatelo todo por algo en lo que creas, por alguien que te haga sentir especial. Arriesga por amor, no por miedo. Rasguña tus manos, si hace falta, trepando muros y escalando montañas inexploradas. Deja que tus rodillas tengan rozaduras como las de los niños que juegan y saltan. Apura la última gota de pócima mágica. Besa al sapo. Bésale aunque estés segura de que no es un príncipe. Cambia de canción preferida. Cambia de melodía de fondo, de fondo de pantalla, de escena de película, de dimensión. Cambia de hemisferio.

Devora. Deja a medias la cena de todos los martes e improvisa un banquete. Tropieza y encuentra la aguja del pajar. Pisa esa zona oscura donde no hay red si caes, ni barandilla para sujetarse. Imagina, crea, engendra… Estimula tu cabeza, agita tu pecho… Aviva tus sesos y oblígales a ganarse las lentejas, a proporcionarte la ilusión necesaria para mover el eje de rotación de la tierra. Que tus neuronas se sacien de locuras, que te den la vuelta a la vida hasta que pierda la forma habitual y adquiera otra que te hace sonreír.

Haz el ridículo por defender lo que crees hasta extenuarte, hasta que otros se den cuenta de que lo ridículo sería no defenderlo. Hasta que tu ridiculez sea lógica y se convierta en tendencia.

Camina por la cuerda floja. Sé singular, sé distinto. Sosiega tus delirios y sigue tu intuición. Sé imprudente, a veces. Sé excesivo y luego descansa. Que la gente se ría al leer tu epitafio. Que tu cuerpo se canse de guasa y no de asco.

Tu mejor momento es este. Y te queda mucha mecha, todavía.

Será mañana

Mañana despertaremos y todo parecerá igual que siempre. Nuestros ojos se perderán entre claros y oscuros, hasta encontrarnos el rostro y ver que nuestras facciones son las mismas. Todo tendrá el aspecto de un día común. Miraremos al sol, si asoma, buscando una señal. Algo que nos diga que el día que nos espera será distinto. Algo que nos permita tomar impulso para saber que la espiral de angustia en la que estamos sumergidos puede tocar a su fin.

Cada sorbo de café tendrá un sabor bastante parecido al anterior. Notaremos como se diluye en nuestra garganta cansada de ahogar gemidos y tragarse palabras. Y querremos no callar, decir lo que pensamos… Sabremos que estamos a punto…¿tendremos valor?

Nos conocemos tanto, que sabremos qué vamos a pensar en cada momento. Las imágenes que nos vendrán a la mente esperando turno, pidiendo paso intermitente… Nos repetiremos las mismas consignas en voz baja para convencernos de que en algunas cosas vamos a tener que resignarnos… Aunque algo dentro de nosotros nos dirá que tal vez deberíamos seguir insistiendo… Odiaremos profundamente esa palabra “resignación” con la toda la fuerza que nuestro ser pueda albergar . Y notaremos que someterse a ella será una agonía lenta, premeditada. Una forma de vaciarse y dejarse llevar por la corriente sin oponer resistencia. Y sabremos que hay que tomar las riendas.

Devoraremos noticias tristes y esquivaremos caras largas y muecas de asco. Buscaremos fantasías en el ordenador para volver luego a meternos en el caparazón de la desidia, acomodarnos a un gesto anodino… Sin esperar nada más que recuperar la esperanza de repetirlos mañana con más ganas, con más convicción, sin el sabor ácido del tedio en la boca.

La rutina se nos comerá las ganas. A mediodía, seremos sombras… Aunque si nos damos cuenta de ello, seremos sombras que aspiran a salir del túnel, a respirar aire puro…

¿Nos atreveremos a imaginar más? ¿o pensaremos que somos demasiado osados si tentamos a la suerte? Creeremos que tal vez no lo merecemos por temor a ser felices demasiado rato y luego echar demasiado de menos esa sensación de euforia…

¿Preferiríamos ser de plástico porque así nada nos dolería? ¿O nuestro corazón es músculo puro, aprisionado en un pecho dormido, deseando latir y despertar?

Cada bocado será más insípido que el anterior. Compartiremos risas falsas con las mismas caras, tendremos las mismas conversaciones con las mismas inflexiones en la voz y en ese momento nos vendrán a la cabeza los mismos pensamientos… Derramaremos las mismas lágrimas.

Mañana suplicaremos con la misma intensidad y vehemencia salir de ese agujero negro de la rutina, de la modorra y la pereza. Subiremos al mismo tren y surcaremos con la mirada las mismas expresiones de rabia contenida ante nosotros.

Bostezaremos como siempre en la misma estación. Siempre bajo la misma luz amarillenta del vagón que lo impregnará todo de un halo amargo y un moho imperceptible. Leeremos el mismo libro, aunque el autor y la historia sean distintos… Sabremos, entonces, que si no hacemos nada, el agua siempre estará estancada y el aire estará viciado.

Y la noche llegará. Nos cubrirá los ojos y las sienes. Un cansancio eterno nos apretará los hombros y nos pedirá rendición. Respiraremos el mismo oxígeno, consumiremos la misma vida, nos sacudiremos la misma lluvia del abrigo, volveremos sobre nuestros pasos.

Aunque a pesar de todo, si nos damos cuenta que ya estamos hartos… Si nos hemos percatado de que ya no podemos más y de que cualquier desatino es mejor que esta espiral oscura y cenagosa… Habremos triunfado. Decidiremos guiar nuestros pies hacia un camino que nos lleve a donde queremos llegar.

Sabremos que vamos a decidir las palabras que pronunciamos y escoger los verbos que conjugamos…

Cerraremos los ojos sabiendo que ese ha sido el último día insignificante de nuestra vida. Será mañana.