Ese cobarde que hay en ti y que no quiere que cambies…

Cuando más intentamos cambiar más nerviosa ponemos a esa parte de nosotros que siempre es reticente a hacer una nueva vida y asumir riesgos… Esa parte de nosotros que nunca se levantaría del sofá para abrirle la puerta a nada nuevo y se esconde cuando piden voluntarios para vivir una aventura. Esa parte cobarde que tiene miedo a vivir… Cuanto más cambias, más asustada está y más sacará a pasear a tus fantasmas y miedos terribles para que te eches atrás…
Si estás intentando cambiar y surgen mil dudas y una parte de ti lo rechaza… Señal que vas por buen camino…
 

Ya no habrá más tardes de domingo…

Ya no habrá más tardes de domingo…

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Quiere dejar de vivir sin querer.

Fundirse en abrazos.

Levantar las baldosas de su alma dormida a toque de baile y de beso. Sentirse las puntas de los dedos y notar como la vida recorre las esquinas de su cuerpo cansado de estar cansado.

Quiere bailar con una música que aún no se ha imaginado, ni compuesto. Al ritmo sordo de una caricia, por un camino donde no hay nada a lo que agarrarse más que a las propias ganas de seguir… En un lugar desconocido del que no sabe si se regresa pero en el que no le importaría perderse.

Quiere soltar las amarras que la sujetan a un claustro antiguo, a un cuarto chico en el que se encerró hace cien años, donde sólo toca el sol cuando el sol pierde brillo y la lluvia es tan intensa que siempre salpica su conciencia asustada.

Quiere viento.

Para que se lleve las semillas de angustia esparcidas por su cama desolada.

Para que le borre de la cara el gesto triste y la risa amarga.

Para que le recuerde que su pecho de luna rota está vivo aún y late aunque su latido es tan sordo que a veces duda de estar viva.

Quiere viento porque el viento entrará en el cuarto y se llevará las lágrimas evaporadas que aún quedan en el aire suplicando volver a ser lloradas…

Porque arrancará las flores ridículas de las paredes y quitará las cortinas para que ya nunca deje de entrar el sol. Porque arrastrará las tardes de domingo acumuladas en la nuca, llenas de presagios y nostalgia.

Quiere una palabra. Tal vez dos. A lo sumo una frase, que le recuerde que aún es hermosa, que aún hay esperanza. La quiere para repetirla sin parar, hasta que entre en su cabeza y estalle en su alma perezosa  para dejarle claro que ahora va a vivir.

Quiere palabras que le traigan a la memoria constantemente que es maravillosa. Por si se olvida ante la indiferencia de algún amante ciego o la impertinente mirada de alguna oruga que aspira a mariposa y que ella sabe que nunca saldrá de su larva.

Quiere acabar con todas las paredes que ocultan sueños. Con todos los sueños aletargados que nunca llegan a nada. Con el reguero de migajas de amor que dejó a su paso por si alguien las recogía… Con las pistas que dejó en las esquinas por si alguien las buscaba y la quería encontrar.

Ya no mendigará más. No suplicará por nada…

Se vestirá sin miedo a que la vean. Se peinará para que la miren. Pondrá color en sus mejillas y se quitará las medias. Dejará que el mes de abril se le prenda en el cabello y saldrá a la calle para notar que los días son más largos…

No le importará qué piensen los que siempre piensan.

No le importará qué susurren los que siempre susurran.

El sol acariciará su piel pálida y sonará esa música que aún no ha sido inventada.

El camino será largo y el miedo a veces enredará sus pies en algunas zarzas…  Aunque no le importa porque ya no está cansada ni triste.

Cuando abrió sus ventanas, el viento se llevo el dolor más rancio y la rabia contenida en su garganta…

Ya no habrá más tardes de domingo.

 

¿Quieres amor de verdad o te conformas con sucedáneos?

No nos han educado para estar solos y eso hace que a menudo, busquemos amor a cualquier precio. Que nos conformemos con sucedáneos de amor porque creemos que debemos aprovechar la oportunidad por si luego no nos quiere nadie. Nos aterra la soledad y tenemos la necesidad de demostrar al mundo que somos dignos de ser amados. Aceptamos amor a medias cuando nos merecemos un amor entero…
 

Para que no desaparezcas

Para que no desaparezcas

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No te contengas, no cabes. No has sido imaginado para comprimirte y enclaustrarte. Eres demasiado grande para quedar atrapado en una presa imaginaria y demasiado libre para creer que no eres capaz de volar.
Si no vas a saber encoger tu entusiasmo para entrar en una versión de ti mismo más reducida, no te rebajes a intentarlo ni creerlo.
Si necesitas que te digan quién eres, no escojas para ello a quién te engaña o te envidia. Escucha a tus entrañas y ama tus locuras. Ellas saben a dónde vas y qué te niegas.
Recuerda siempre que cuando te sueñas triste, te asfixias, te desgajas.
Cada vez que sólo buscas sueños asequibles, te haces pequeño. Cada vez que dejas que tus sueños sigan siendo sólo sueños sin ponerles fecha ni trazar un mapa, te encoges.
Cada vez que te pruebas un sueño y dices que te va grande, te conviertes en esa persona a la que ese sueño le va grande.
Cuando dibujas un círculo a tu alrededor, reduces tu perímetro, recortas tu mundo, comprimes tu conciencia y tu cabeza.
Si buscas besos, no vendas abrazos baratos ni te conformes con un deseo deshilachado.
Cuando te imaginas seguro y oculto, te alejas de ti mismo para aferrarte a un ser menor que necesita salvavidas para nadar en su conciencia.
Cuando te acercas a la fuente y no te atreves a beber, te fundes.
Cuando te sueñas con miedo, tu alma se queda virgen y tu cuerpo se cubre de escarcha.
Cada vez que ocultas tus lágrimas y reprimes tu osadía, caminas hacia atrás en el camino hacia ti mismo.
Cada vez que dices en voz alta que no puedes, una muñeca de vudú gigante te clava una astilla en el alma. Cada vez que insinúas que no mereces, un duende caprichoso borra tu nombre de la lista de milagros.
Cuando no te atreves, uno de tus dones se esfuma.
Cuando dices que no deseando decir que sí, uno de tus superpoderes se atrofia.
Cuando te sueñas cobarde, te arañas y encoges.
No te borres las ganas creyendo que no eres capaz de dar el salto porque entonces tus pies serán más pesados y el pasado te explotará en la cara.
Cuando la pereza te invade, tu aroma se vuelve rancio…
No deshojes margaritas preguntando algo que ya no te importa porque has descubierto que el amor te viene de serie…
No bajes la cabeza escondiéndote por no llegar a ser la imagen del espejo que otra persona busca… No busques espejos, busca personas que te permitan brillar.
No busques perfección, busca deseo. Busca pasión y si la encuentras, atrápala.
No busques simetría, busca pura belleza, sin medidas ni condiciones.
No contengas tus fibras en una mueca amarga porque podría quedarse retenida en ellas y hacerse una cabaña.
No abras la puerta al sufrimiento porque podría instalarse en tu casa, devorar tu alegría y meterse en tu cabeza.
No busques respuestas vacías, piensa bien las preguntas porque son las que marcan el camino.
Cuando dices que no sirves, tu brillo se apaga.
Cuando suplicas ser como todos los demás, te desdibujas…
Porque cuando te pones fronteras te podas la vida, te cercenas el alma.
Cuando te imaginas pequeño, te achicas, te contraes, te suprimes… Te conviertes en un ser diminuto.
Cuando te sueñas cansado, te desconectas de ti mismo.
Por eso, no pares, no te detengas, no caigas en la tentación de pensar que no puedes, no cedas ante ante esa versión de ti mismo que se asusta…
No desaparezcas de tu vida.
No te metas en un traje pequeño y esperes hacer cosas grandes…
 

Las personas que me inspiran

Las personas que me inspiran

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No conozco a nadie que sea extraordinario que no haya vivido un conflicto importante. Nadie que sea único que no haya tenido que librar una batalla dantesca con sus propios demonios… La excelencia surge siempre de ponernos a prueba y dar un paso más. Aunque no resolvamos ese conflicto, aunque no ganemos, sencillamente por el hecho de afrontar ya creces. Es un poco como pasar a un nivel superior donde te cruzas con personas que saben más y tu cabeza se despeja de todo aquello que te ofusca para que puedas concentrarte en lo que te hace evolucionar. Surge de vivir intensamente y llegar a ese punto en que debes ser mucho tú mismo para soportar la presión, cuando ya no te avergüenzas de nada… Nace del no poder más y gritar, de decidir explotar explotar de una vez y seguir tus ideas y sensaciones pase lo que pase.

Nunca he encontrado en el camino a nadie maravilloso que no llevara algunas espinas clavadas, ni la marca de unos dientes en la conciencia o la espalda. Nunca he visto a nadie que valga la pena que no tenga cicatrices … Los arañazos son dolorosos pero te despojan de capas de piel cubiertas de miedo…

No sé de nadie que haya crecido sin tener que serpentear, arrastrarse, mutar de forma o cambiar de estado. Los que acaban descubriendo que saben volar es porque un día estuvieron al borde del precipicio y no tuvieron más remedio que saltar confiando en desplegar unas alas que jamás habían tenido la certeza de que estaban en su espalda… Aunque las habían soñado y casi notado mil veces. El mero hecho de encontrar en ti esa confianza para saltar ya te transforma.

Las personas más sólidas que he conocido llevan a sus espaldas los miedos más terribles. Y todas han aprendido a tenerlos a raya y sacarles partido. Los han superado, aunque los lleven un poco prendidos en la espalda y, de vez en cuando, al bajar un poco la guardia, sus temores más rotundos les enseñan los dientes y les mordisquean la nuca para que recuerden que siguen ahí… Y esas personas hacen lo mismo, miran a sus miedos y los identifican, para tomar una posición de poder ante ellos. Al final, no se trata de no tener miedo, sino de manejarlo.

La personas más grandes que he conocido han aprendido a reírse cuando el asco sube por su garganta y a atisbar un hilo de esperanza que casi no se ve, suplicando encontrar la madeja para sobrevivir.  Se han remendado por dentro mil veces y han encontrado alguna razón para levantarse después de una noche eterna de lágrimas. La más importante, reírse de ellos mismos y llevarle la contraria a la adversidad.

Las personas que me han inspirado son fuertes y  al mismo tiempo tiernas. Han salido de su mundo para verlo desde otra perspectiva. Han convertido el dolor en algo hermoso, hay conocido su punzada y han sabido mantenerla a distancia sin esconderse… Conocen hasta donde llegar en cada momento y saben ir superando esos límites. De tanto intentar, subir y bajar, adaptarse y cambiar, son elásticas. Siempre se recomponen. Se pegan, se empastan, se cosen. Encuentran la forma de buscar alicientes de manera constante… Encuentran un tiempo para todo y viven.

Las mejores personas que he conocido aman siempre. Aman lo que pisan y miran, lo que tocan, lo que les hace reír y, a menudo, también lo que les ha hecho llorar. Aman todas y cada una de sus sensaciones, incluso las punzadas de dolor, para aprender de cada instante… Aman a otros y se aman sí mismas. Aman intensamente, porque saben que nunca se quedarán vacías por amar.

Siempre ponen sus propias normas. Viven según su código. No se obsesionan por las palabras que dicen de ellos personas que no responden a sus valores. No esperan aplauso, ni se rinden ante el abucheo. No aceptan regateos ni caben en los esquemas de otros, no esperan ninguna señal para actuar porque saben que sería una excusa para permanecer inmóviles.

Han aprendido a perder desde la infancia. No lo han tenido fácil. Han convertido el perdonar en hábito y el fracaso en una victoria. Siempre aprenden, a veces de otros, cada día de sus titubeos.

Caminan por la cuerda floja y soportan perder el equilibrio. Aguantan la incertidumbre de arriesgarse a caer todos los días. Pueden hacerlo porque no confían en la cuerda sino en sí mismos.

Tienen sueños a puñados. Algunos nos harían reír por simples y entrañables. Otros nos causarían vértigo porque parecen imposibles. Y han descubierto que pueden superar sus sueños, porque no se atan a nada que les haga perder un minuto de felicidad. Sus metas les ayudan a arrastrarse cuando están cansados, pero no están asidos a ellas. Nada les ata a nada, más que su confianza en ellos mismos, en saber que encontrarán la forma de seguir. Porque saben que los sueños no son hipotecas y son capaces de cambiar de rumbo si hace falta en un momento…

Las personas que me inspiran se dejan llevar por sus pasiones. Se envuelven en ellas pero saben controlarlas, como si se sumergieran en el mar y nunca dejarán de nadar para que el agua no les cubra.

Las personas más increíbles con las que he topado abrazan la soledad, pero adoran la buena compañía. Han encontrado un lugar, en uno de los rincones de su ser, donde siempre hay calma.  Un lugar desde el que se puede contemplar el delicioso baile de la lluvia y decidir si salir a mojarse o acurrucarse tras el cristal. Y a menudo, se mojan… Porque saben que la única manera de llegar a la meta es lleno de barro.