¿Qué es la excelencia?

Todo cambia en nuestro ámbito profesional. Ya nada será lo mismo. Todo cuenta. Cuentan los detalles y nuestra forma de actuar a cada momento y ser nosotros mismos, mostrar lo que nos diferencia de los demás y nos hace únicos, nuestro talento. Buscamos la excelencia fuera de nosotros cuando en realidad somos nosotros en estado puro, con ganas, con entusiasmo, con necesidad de poner todo nuestro esfuerzo en hacer las cosas cada vez mejor…

 

Tu vida, tus palabras…

Tu vida, tus palabras…

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Ya lo sé. He escrito mucho sobre palabras, me pongo muy cansina tal vez, pero es que son muy importantes en nuestras vidas. Las cambian, las reconducen, las hermosean y las llenan de esperanza.
Son armas poderosas que no nos enseñan a usar como deberíamos.
Ayer alguien me decía que lo importante son los actos, no las palabras. Gran parte de razón lleva, porque si no actuamos nos estamos rindiendo, cedemos a la pereza nuestras vidas y dejamos que nuestro presente y futuro no sean un ejemplo de nuestros valores y principios.
Sin embargo, cuando hablo del efecto terapéutico de las palabras, de cómo nos cambian, lo digo de forma literal. No me refiero a decir que eres valiente y actuar como un cobarde. Me refiero a que decirse a uno mismo que es valiente y sentirlo, le convierte en una persona más predispuesta a serlo.
Como esas personas que se pasan la vida arrastrando el mote que les pusieron cuando eran niños, como si lo llevaran en una etiqueta. Alguien se lo dijo, ellos se lo creyeron y eso se ha convertido en su realidad.
El lenguaje que usamos nos modifica, nos transforma. Las palabras positivas activan zonas de nuestro cerebro que nos abren a nuevas posibilidades, que ponen en marcha el proceso de generar nuevas neuronas y mejoran nuestras defensas. Por eso es tan importante lo que nos decimos a nosotros mismos cada día porque nos capacita para ser como deseamos, para conseguir lo que queremos. Las palabras son la palanca que nos ayuda a desplegar nuestro potencial, la contraseña que abre los archivos donde se ocultan las claves para superar nuestros miedos y dar el gran salto que todos soñamos…
Nuestras palabras pueden hundirnos o conseguir que nos elevemos. Pueden hacer que nos arrastremos a ras de suelo o que creamos que podemos volar… Lo de volar es en sentido figurado aunque hace tiempo alguien creyó que nos hombres podía volar e inventó el prototipo de un artefacto para conseguirlo. Hoy en día circulan miles de esos artefactos en un modo más sofisticado por el cielo cada día.
Seguro que se dijo mil veces antes de hacerlo realidad. Seguro que antes de creer que era posible, supo encontrar las palabras que lo definían para ponerse a actuar.
Las palabras que usamos generan nuestra realidad porque crean escenarios, crean momentos, nos transforman por dentro para ser más capaces de llegar a ese futuro.
Aunque esto parezca magia, es ciencia. Es una realidad que las palabras tienen el poder de actuar sobre nosotros si las dejamos hacer su trabajo… Si nos dejamos invadir por las emociones que llevan adheridas. Si cuando las escuchamos o las decimos somos capaces de trasladarlas a la realidad, de verlas, de vivirlas…  Y no sólo sucede sobre nosotros, también tienen efectos sobre otras personas, sobre las personas que nos rodean que tal vez necesitan que alguien les diga lo maravillosas que son porque no lo recuerdan.
Condicionamos a las personas que tenemos a nuestro alrededor. Una palabra hermosa puede cambiar el curso de un día, de una vida. Tu vida o la de alguien que no soporta más su existencia porque no se siente aceptado o querido… La vida te cambia en un momento si alguien te dice “tú puedes” porque tú no eres capaz de decírtelo aún. Y se abre una ventana hasta ahora cerrada ante ti y tu cabeza empieza a imaginar que tal vez pueda. Y esa parte de tu cerebro que se ocupa de hacerte capaz y activar al superhéroe que llevas dentro se pone en marcha. Y el corazón recupera su ritmo y te notas distinto… “y si fuera cierto?” piensas  y te das cuenta de que había opciones, había oportunidades, que puedes intentarlo…
Y en ese momento, cuando lo imaginas y vibras, cuando lo ves y casi lo tocas, ya eres otra persona. Y aire está más limpio y el gesto más erguido. El mundo cambia porque tú cambias.
Las palabras que dejamos que nos toquen y nos hagan sentir nos modifican. Levantan muros o dibujan puertas en las paredes para poder abrirnos paso. Muestran caminos o nos llevan a acantilados… Las palabras hacen que pongamos el acento en lo que nos gusta o lo que nos disgusta. Nos ayudan a enfocar la realidad de mil formas. Nos recortan las posibilidades o las amplían hasta el infinito…
Cuántas más palabras positivas usamos, mejores son nuestras vidas.
Las palabras hermosas nos alargan la vida y nos hacen estar más sanos y felices.
Las palabras adecuadas despiertan esa parte que tenemos dormida y que necesitamos para vivir con intensidad y pasión.
Las palabras dibujan nuestro mundo. Nosotros decidimos cómo usarlas.
Escribimos nuestra propia vida con palabras. La fabricamos desde el primer aliento y la vamos haciendo más fuerte a en la medida que somos capaces de expresar qué sentimos, cuando nos comunicamos con otros y con nosotros mismos…
¿Si supieras que puedes escribir tu vida qué palabras usarías?
Si te dieras cuenta de que puedes escribir las escenas de tu existencia ¿cómo encontrarías las palabras? ¿cómo las escogerías?
Las palabras que escojas escribirán tus días. Somos los autores de nuestras vidas… Incluso en los momentos más duros y adversos, aceptando la situación sin resignarse, podemos trabajar para modificarla…
Por eso, la próxima vez que abramos la boca o en nuestro diálogo interior vayamos evocarlas en nuestros pensamientos, estaría bien que descubriéramos si son las más hermosas posibles… Si son las más motivadoras, las más emocionantes, las que nos curan y ayudan a perdonarnos y perdonar a otros, las que nos hacen darnos cuenta de que podemos, de que somos capaces, las que nos recuerdan que somos extraordinarios y sirven para recordar a los demás que el mundo es mejor con su presencia…
La próxima vez, seamos exigentes con nuestras palabras. Las palabras nos convertirán en esa persona que soñamos que somos y que está dentro de nosotros esperando a que aprendamos a usarlas y sentirlas.

El poder está en tus manos

Eres diferente. Todos lo somos. Eso es lo mágico, que todos tenemos algo que nos hace especiales, algo que tal vez otros no entiendan y nos ha costado algunas malas caras y algunas risas a nuestras espaldas. No importa, sé tú mismo. Descúbrete, encuentra tu talento y la forma en que puedas usarlo para mejorar tu vida y la de los demás. Haz lo que amas y vive según tus normas. El poder está en tus manos. Descúbrete.
 
 

El antídoto

El antídoto

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Algún día descubriremos la forma de curarlo todo… Tras mucho investigar y dar vueltas…  Después de soportar grandes conflictos y pelearnos por patentes y fórmulas…Después de perder la mayor parte del tiempo y del camino discutiendo quién se cuelga la medalla… Y ese día nos quedaremos perplejos al darnos cuenta de que el antídoto para nuestros males y dolores ha estado ahí siempre, ante nuestros ojos, y hemos sido incapaces de verlo.
Por nuestra manía de no ver lo obvio y despreciar lo sencillo. Por el hábito de no valorar lo pequeño y dar por hecho que todo es nuestro sin agradecerlo.
Por nuestra insistencia en no comunicarnos y ahorrar palabras y eludir emociones, dejarlas encerradas en la memoria y sacarlas solo para retorcernos de dolor y angustia. En nuestro afán por no demostrar y negar, por prohibir y callar, por reprimir cualquier gesto que parece que nos haga débiles, por el terror inconfesable que tenemos a sentirnos vulnerables… Cuando en realidad nos hace humanos, elásticos, asequibles… Nos convierte en seres amables capaces de sentir y decidir desde el corazón. Porque cada vez que demostramos lo que sentimos, somos más fuertes e inquebrantables.
Cuando nos digan que la vacuna contra nuestras penalidades eran las palabras que no hemos dicho y las lágrimas que no hemos llorado… Cuando nos muestren lo mucho que calma y cura un abrazo y un decir “lo siento” y admitir errores y aprender de ellos. Lo mucho que descarga una charla entre amigos y la placidez que se siente dejando de controlar al mundo para que no te arañe. Cuando nos cuenten que la medicina que necesitábamos era perdonar y perdonarnos…
Cuando nos digan que cada vez que pisoteábamos a otros era como si nos lo hiciéramos a nosotros mismos porque estamos fabricados de la misma substancia y todo lo que afecta a unos afecta a otros…
Cuando nos cuenten que cada injusticia que hemos cometido se nos ha enquistado en una parte del cuerpo y nos quema por dentro como si fuera propia, que algunos la llevan cargada en la espalda y les pesa y otros la acumulan en el pecho y les acelera el corazón… Cuando sepamos que mirar a otro lado no borra lo que pasa, sino que lo hace más terrible…
Cuando admitamos que  sólo nos hacía falta un poco de empatía y compasión para con otros y con nosotros mismos, que sólo necesitábamos escuchar y no pasar de largo ante el dolor ajeno. Cuando seamos capaces de decirnos a nosotros mismos que tenemos tanto miedo que a veces huimos y otras atacamos para poder soportar la angustia que nos supone sentir y no controlar lo que sentimos…
Cuando advirtamos que nos cubrimos de excusas para no hacer y luego nos dedicamos a culparnos y culpar a otros de nuestras «no decisiones» y del dolor que soportamos por ser incapaces de asumir responsabilidades…
Cuando sepamos que lo único que debíamos hacer era respetarnos y amarnos. Aceptarnos  y aceptar a los demás tal y como son.
Ayudarnos a superar las cuestas más duras para ser más grandes…
Hacer el camino acompañados y contemplar cada detalle como si fuera único, como si fuera aún más efímero, como si fuera mágico.
Cuando descubramos que sólo hacía falta dar las gracias por todo lo que tenemos y soñar con cambiar lo que no era justo…
Cuando nos demos cuenta de que el remedio estaba dentro de cada uno de nosotros y sólo necesitábamos creérnoslo y compartirlo… Confiar que sabríamos cómo hacerlo si éramos sinceros y humildes, si lo deseábamos tanto que no nos conformaríamos con menos y obraríamos milagros.
Algún día descubriremos que lo grande subyace en lo pequeño.
Que lo más difícil vive en lo sencillo, en lo básico.
Que la felicidad es salud y la salud es felicidad.
Que la belleza es el amor que damos.
Que, a veces, lo que más importa desaparece cuando dejas de apreciarlo y hay que cazarlo al vuelo.
Que la respuesta está en nosotros. Ha estado siempre esperando a ser rescatada de entre la maraña de egos y miedos absurdos.
Algún día descubriremos que sólo debíamos fluir y hemos pasado siglos contenidos, estancados, asustados, avergonzados de ser nosotros mismos… Que lo sencillo era la respuesta…
Algún día sabremos que el antídoto eran las palabras y que hemos pasado mil años sin aprender a usarlas…
Algún día… Quizás no está lejano.
 

Permítete olvidar

A veces no paramos de viajar a nuestro pasado para revivir una y otra vez nuestras tragedias. Nos golpeamos con los mismos muros y seguimos sin aprender. Nos aferramos al dolor y somos incapaces de ver el aprendizaje y dejar esa emoción lastimosa que nos provocó en el pasado vivir esa experiencia. No sabemos olvidar. Crecer y madurar como seres humanos es un trabajo duro pero nos debemos sentir orgullosos de quiénes somos y de cómo hemos vencido ese dolor. Y al recordarlo, ver la victoria y mirarnos como somos ahora, no como fuimos ni retozar en el fango de ese dolor del pasado. Una vez me dijo un sabio que para ser feliz hay que tener buena salud y mala memoria, Permítete olvidar lo malo y quedarte con la belleza que has conseguido… Sé que puedes y que sabes…

¿Cuántos amigos tienes en Facebook?

¿Eres de los que aún confían en enviar curriculums para que te contraten? si la respuesta es afirmativa, te estás perdiendo mil oportunidades que no te puedes permitir. Sin una Marca Personal sólida no llegarás a los puestos de salida para conseguir una entrevista en la que, entonces sí, depende de ti y de tu forma de comunicar tu profesionalidad.
Tu talento está cada vez más en las redes sociales que es uno de los principales elementos de consulta de los reclutadores a la hora de contratar. Allí es donde se valoran tus contenidos y tu capacidad de aportar valor. Si no tienes una Marca Personal que muestre tu potencial en ese ámbito muchos te pasarán por delante… Despierta ya y ponte en marcha. Escribe un blog, muestra tu obra en Instagram, Twitter, Facebook y encuentra contactos de tu sector en Linkedin que te aporten valor y te sirvan para aprender y mostrar lo que vales… Cuentas con un gran escaparate… La batalla ahora se libra en las Redes y entre las mejores marcas. No seas una marca blanca… No te lo puedes permitir.